Alvaro de Bazan (1904)

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Construcción:

 Foto del cañonero Álvaro de Bazán.
Álvaro de Bazán Colección D. Alfredo Aguilera.

Los tres cañoneros de la misma clase, Álvaro de Bazán, María de Molina y Marqués de la Victoria, fueron clasificados a finales de siglo como cruceros de 3ª clase o avisos torpederos, siendo más correcto clasificarlos como simples cañoneros.

Los tres fueron adjudicados a los astilleros Vila y Cía y construidos en La Graña, Ferrol, aunque la firma del contrato se retrasó hasta el 10 de mayo de 1894. Fueron diseñados por el ingeniero don Andrés Comerma. El Álvaro de Bazán fue botado el 14 de agosto de 1897.

A causa de los problemas financieros de los astilleros, los trabajos de construcción se fueron retrasando y la empresa Vila y Cía. fue incautada por el gobierno el 18 de diciembre de 1898. A ello se sumaría el desastre del 98, que paralizó aún más las obras, y la remodelación de los cañoneros, desapareciendo de la idea original de los lanzadores de torpedos. Los tres fueron finalizados en el arsenal de Ferrol entre 1902 y 1904 como simples cañoneros. Entregado a la Armada el 23 de julio de 1904.

Desplazaba 823 toneladas. Medía 71,92 metros de eslora, 8,25 de manga, 4,74 de puntal y 2,67 de calado. Tripulado por 125 hombres.

Propulsado por dos máquinas dobles de triple expansión, construidos por la Maquinista Terrestre y Marítima de Barcelona, daban una potencia de 2.500 a tiro natural y 3.500 caballos de potencia a tiro forzado. Disponía de dos hélices, alcanzando una velocidad de 17 a 19 nudos. Con capacidad para embarcar 170 toneladas de carbón, tenía una autonomía de 2.000 millas a marcha económica.

Armado con 8 cañones Nordenfelt de 57 mm y dos ametralladoras de 7 mm. Su artillado fue cambiando con el paso del tiempo, añadiendo nuevas piezas y desapareciendo otras.

Historial:

Poco después de entrar en servicio, entre finales de septiembre y mediados de octubre de 1904, realizó varios ejercicios navales en la costa cantábrica junto al acorazado Pelayo, los cruceros Río de la Plata, Cardenal Cisneros y el destructor Audaz. Finalizadas las maniobras, pusieron rumbo a aguas gallegas, donde realiza con la Escuadra de Instrucción nuevas maniobras en la primera semana de noviembre de 1904.

Posteriormente sería destinado a las islas Canarias. En la primavera de 1905 visitó varios puertos de las islas Canarias llevando a bordo al entonces ministro de Marina don Eduardo Cobian, preparando la visita que el Rey realizaría a las islas al año siguiente. Se encontraba estacionado en Santa Cruz de Tenerife, cuando a finales de marzo de 1906 llegó a las islas el Rey de España y la Escuadra de Instrucción. Se encontrada al mando del teniente de navío don Manuel Pasquín.

A causa de los incidentes ocurridos en Casablanca contra ciudadanos y trabajadores europeos, acudió el cañonero desde las islas Canarias al citado puerto en el mes de agosto de 1907. Desembarcó marinería el 3 de agosto, unos 40 hombres, para defender nuestro consulado y ciudadanos españoles, parte de la cual fue herida en los combates. El 7 de agosto abrió fuego, al igual que el crucero francés Galilée, contra los rebeldes atrincherados en varios puntos de la ciudad, silenciando la batería que disparaba al cañonero.

El 12 de agosto de 1907 fondeó en Ceuta el trasatlántico Ciudad de Cádiz, zarpando esa misma noche con 400 soldados y 150 caballos, reuniéndose a las cuatro de la tarde del 13 de agosto con el crucero Río de la Plata, el cañonero Álvaro de Bazán y tres buques de guerra franceses, los cruceros Gloire, Condé y Galilée. Los buques españoles apoyaron el desembarco y la acción de las tropas contra los moros, bombardeando las posiciones enemigas. Con 47 impactos de fusil en el casco, regresó a Cádiz el 23 de agosto de 1907, donde su comandante, el capitán de fragata don Bernardo Navarro y Cañizares, fue condecorado con la Cruz de María Cristina y la Legión de Honor francesa.

Por Real decreto de 17 de enero de 1908 se nombra comandante del cañonero al capitán de fragata don Federico Ibáñez. En febrero de 1908 se dispuso el envío con urgencia de 2.000 toneladas de carbón a las Chafarinas para suministrar a la escuadrilla destinada a la represión del contrabando de armas. Para ello se formó una escuadrilla con el crucero Extremadura y los cañoneros María de Molina, Álvaro de Bazán y Marqués de la Victoria, puesta al mando del general Ferrer.

A partir de 1909 realizó continuas patrullas y operaciones en la guerra contra las cabilas rifeñas. Por aquella época estaba artillado con 6 cañones de 57 mm, 2 de 42 mm y dos ametralladoras de 7 mm. Con el paso de los años y varias reformas, los tres cañoneros se fueron diferenciando en el aspecto. En el Álvaro de Bazán se separaron sus dos chimeneas unos quince metros y el mástil proel se colocó frente al puente de mando.

El cañonero sufrió el 9 de marzo de 1911 un ataque de los moros. Se encontraba patrullando por la costa de Alhucemas cuando su comandante envió un bote a tierra para reconocer unas posiciones. A su regreso, tanto el bote como el cañonero recibieron una fuerte descarga de fusilería. El comandante ordenó disparar los cañones sobre las posiciones moras causando numerosas bajas.

A finales de abril de 1911 se produce la intervención francesa en Marruecos. El gobierno español, en previsión de incidentes, ordena la concentración de la Escuadra de Instrucción en Cádiz. En este puerto se reúnen los siguientes buques: los cruceros Princesa de Asturias, Carlos V, Reina Regente, Extremadura, Río de la Plata e Infanta Isabel, los destructores Audaz y Terror, los cañoneros Álvaro de Bazán y María de Molina y el transporte Almirante Lobo, y en ruta desde Cartagena, para sumarse al despliegue, el crucero Cataluña. Numerosas tropas de infantería de Marina se han reunido también en la capital gaditana. En los días siguientes se practican diversos ejercicios de desembarco.

Poco antes de comenzar la guerra mundial, con la entrada en servicio de los guardacostas clase Recalde, los tres cañoneros de la clase Bazán fueron relegados a misiones en puerto.

Todavía siguió realizando servicios en la costa del norte de África, como el bombardeo el 29 de junio de 1916 de varias posiciones enemigas junto al acorazado Pelayo y al cañonero Bonifaz.

Los restos del almirante don Juan Bautista Antequera fueron embarcados en el cañonero en el puerto de Cartagena el 1º de septiembre de 1922 y trasladados a Cádiz, donde reposan desde entonces en el panteón de Marinos Ilustres de San Fernando.

Entre julio de 1921 y enero de 1923 siguió prestando servicios en varias campañas en aguas del norte de África al mando del capitán de fragata don Andrés Elvira Álvarez.

Dado de baja en el mes de mayo de 1926. Fue adquirido por los astilleros Echevarrieta, de Cádiz.

Bibliografía:

Aguilera, Alfredo y Elías, Vicente.: Buques de guerra españoles, 1885-1971. Editorial San Martín. Madrid, 1980.

Anca Alamillo, Alejandro.: El acorazado Pelayo. Perfiles Navales. Quirón Ediciones.

Coello Lillo, José Luis, Rodríguez González, Agustín Ramón.: Buques de la Armada española a través de la fotografía (1849-1900). Ministerio de Defensa. Instituto de Historia y Cultura Naval. Aqualarga. Madrid, 2001.

El Mundo Naval Ilustrado. Año 1, nº 9. Madrid, 1º de septiembre de 1897, página 194.

Periódico La Vanguardia. Sábado, 5 de noviembre de 1904, página 6.

Periódico La Vanguardia. Viernes, 17 de enero de 1908, página 7.

VV.AA.: El Buque en la Armada española. Editorial Sílex. Madrid, 1999.

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