Clemente y Miro, Manuel Maria de Biografia

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Manuel María de Clemente y Miró Biografía



Jefe de escuadra de la Real Armada española.

Cruz de San Fernando de 1ª clase. 5 de noviembre de 1816.

Orígenes

Vino al mundo en la ciudad de Sevilla, a lo largo del año de 1773, siendo sus padres don Sebastián de Clemente y Francia y de su esposa doña, Manuela Miró y Agraz.

Hoja de Servicios

Solicitó la Carta Orden de ingreso en la Armada, siéndole concedida y sentando plaza de Guardiamarina en la Compañía del Departamento de Cádiz, el día catorce de mayo del año de 1792. Expediente. N.º 1.965.

Pasó con buenas notas los exámenes teóricos, por lo que se le destinó a embarcarse para realizar las prácticas de mar, siendo su primer buque el navío San Carlos en el cual se presentó el día cuatro de octubre del año de 1793, manteniéndose en cruceros sobre los cabos de Santa María y San Vicente en protección de la recalada de los buques procedentes de Tierra Firme. Permaneció en él hasta recibir la orden de fecha veintidós de noviembre de trasbordar a la fragata Rosa, con la que efectuó un viaje de instrucción con destino a Cartagena y posteriormente al puerto de Málaga, arribando de nuevo a Cádiz el día once de abril del año de 1794, y al llegar se encontró con la Real Orden de fecha del día tres próximo anterior con su ascenso a alférez de fragata.

No le dejaron descansar, ya que el día quince siguiente embarcó de oficial subordinado en el navío San Nicolás, pero solo estuvo cinco días, ya que el día veinte recibió la orden de trasbordar al navío Glorioso, en el que también estuvo muy poco tiempo, pues por otra orden del día siete de mayo siguiente trasbordó al navío Magnánimo y siete días después de nuevo se le destino al Galicia, estando destinado éste navío en la escuadra del mando del general don Francisco de Borja, con la que zarpó con rumbo al Cantábrico, para realizar una comisión de guardacostas, cumplida ésta la escuadra retornó al puerto de Cádiz, al llegar se le ordenó trasbordar al navío Concepción y pocos días después se le ordenó trasbordar al San Sebastián, del cual tuvo que desembarcar el día catorce de septiembre del mismo año por encontrarse enfermo.

Se recuperó rápido y al presentarse de nuevo se le destinó al navío San Justo, pero de nuevo estuvo poco tiempo trasbordando al Reina Luisa, de la escuadra del general don Juan de Lángara, con la que zarpó con rumbo Rosas, estando en estas aguas combatieron y apresaron a la fragata francesa Ifigenia, siendo destinado el día diecisiete de enero del año de 1795 a marinarla, por causa del mal estado en que se encontraba el casco, tuvo que ir haciendo escalas es diferentes puertos del Mediterráneo, hasta conseguir arribar a la bahía de Cádiz el día veintidós de junio.

Nada más desembarcar se le ordenó trasbordar al navío Europa, donde estuvo poco tiempo de nuevo, pues el día dos de noviembre recibió la orden de trasbordar al Príncipe de Asturias, pero solo nueve días después volvió a trasbordar al San Pedro Apóstol, el cual pertenecía a la escuadra del general don Ignacio María de Álava, con la que zarpó con rumbo al puerto de Lima en los mares del Sur y arribando posteriormente al de Manila, en las islas Filipinas, donde permaneció en aquellas aguas realizando todo tipo de misiones, tanto en los botes como guardacostas, como con los mismos navío y fragatas de la escuadra en misiones de descubierta, hasta el mes de agosto del año de 1799, en que recibió la orden de trasbordar a la fragata Pilar, con la que zarpó del Apostadero de Manila con rumbo a San Blas de California, donde al arribar en el mes de febrero del año de 1800 tuvo que desembarcar por enfermo.

Esta vez la enfermedad fue más grave y tardó casi dos años en recuperarse, por lo que se presentó de nuevo a principios del año de 1802, se le ordenó pasar a Veracruz en cuyo puerto embarcó de transporte en el bergantín Raposo, que lo desembarcó en el puerto de la Habana. Estando aquí recibió la Real Orden de fecha del día cinco de octubre siguiente con su ascenso al grado de alférez de navío, elevó suplica para retornar a la Península y se le concedió, por lo que embarcó de transporte en la fragata mercante Santa Rosa, teniendo la desgracia que sobre el cabo de San Vicente fuera atacada por un lugre británico que la apresó, pero a él se le trasbordó a una fragata mercante danesa solo catorce días después, arribando a la bahía de Cádiz el día dos de febrero del año de 1805, pasando a formar parte de las dotaciones de la escuadra del general don Ignacio María de Álava, pero de nuevo tuvo que desembarcar por enfermedad el día dieciséis de agosto.

Una vez recuperado se reincorporó al servicio y con fecha del día ocho de enero del año de 1806 fue destinado a la fragata Flora, la cual aportaba al bloqueo británico de la bahía de Cádiz la cañonera nº 27 y el falucho 107, de los cuales se le dio el mando de ambos sucesivamente, con los que desempeño el servicio de protección de convoyes sobre las costas del Oeste, lo que le obligó a mantener varios encuentros con fuerzas superiores, pero valiéndose del poco calado de sus buques se acercaba a la costa donde los grandes navíos y fragatas no podían llegar. Al sobrevenir la invasión napoleónica, se decidió atacar a los restos de la escuadra francesa de Trafalgar, siendo uno de los que participó entre los días nueve a catorce de junio del año de 1808, en los combates que terminaron con el apresamiento por rendición del total de la escuadra del almirante Rosilly, estos tuvieron lugar en la misma bahía de Cádiz, siendo la primera victoria sobre el ejército napoleónico y no solo de España, ya que hasta ese momento habían conquistado toda Europa sin conocer la derrota.

Al terminar este combate regresó a su fragata, porque a su vez se había firmado la Paz con el Reino Unido, lo que permitió atender otras misiones, así su buque fue destinado a viajar a Montevideo zarpando el día uno de septiembre del mismo año de 1808, al arribar se quedó la fragata de refuerzo de la fuerzas navales allí destacadas, permaneciendo en ella hasta el día tres de septiembre del año de 1810. Teniendo la noticia al recibir la Real Orden con fecha del día veintinueve de septiembre del año de 1809, en la que se le notificaba su ascenso al grado de teniente de fragata, por esta razón con la fecha anterior del año de 1810, se le entrega el mando de la zumaca Aranzara, para cubrir la misión de bloqueo del puerto y ciudad de Buenos Aires, permaneciendo en este servicio hasta el día once de enero del año de 1811, en que regresó a Montevideo.

El día catorce de febrero se le entregó el mando del bergantín Cisne, que en conserva del Belen y los dos al mando del capitán de fragata don Jacinto Romarate, zarparon con rumbo a San Nicolás de los Arroyos en el río Paraná, donde arribaron el día dos de marzo y este mismo día se enfrentaron a fuerzas superiores, pertenecientes a los corsarios de Buenos Aires sus fuerzas eran: una goleta del porte de 10 cañones de á 8 y 2 de á 18; un bergantín que montaba 14 carronadas de á 10, 2 cañones de á 12 y 2 de á 8 y una balandra con un cañón de á 6 en un montaje giratorio y terminaba su protección, al estar acoderados a un fuerte que disponía de 4 cañones de á 8 y doscientos hombres de guarnición.

Al principio Romarate se mantuvo a tiro de cañón y cuando se dio cuenta que por su fuego el enemigo había bajado la intensidad del suyo, al igual que el del fuerte, decidió pasar al abordaje, lanzándose él contra la goleta y sobre los otros dos Clemente, su inicial embestida por estar amarrados los enemigos no pudieron evitarla, y nada más golpear saltaron las fuerzas españolas, que tras duro combate consiguieron capturar a los tres buques enemigos, pero viendo Romarate que sus fuerzas no habían sufrido excesivas bajas, dio la orden de atacar el fuerte, el cual tuvo que atender a dos flancos ya que se dividieron las fuerzas españolas, hubo otro pertinaz enfrentamiento pero se conquistó la fortaleza y no queriendo dejarles armas pesadas, se cargaron los cuatro cañones en los buques y tomaron a remolque a los tres apresados, de esta forma entró en la colonia de Sacramento.

Por el apresamiento de estos buques entre ellos el 25 de Mayo, tras el juicio contradictorio le fue otorgada la Cruz de San Fernando de 1ª clase el 5 de noviembre de 1816.

Por orden del virrey zarpó de Sacramento con rumbo a Santo Domingo Soliano, en el actual Uruguay, donde bombardeó el pueblo para proteger el desembarco de las tropas, que por la presión encontrada fueron obligados a reembarcar, prosiguiendo en el bombardeo para proteger esta segunda maniobra, todo ello a pesar de estar recibiendo fuego de tierra desde cinco puntos distintos.

Acompañó a los mercantes de transporte del ejército hasta arribar a Montevideo, donde el día ocho de mayo del año de 1811 se le otorgó el mando del bergantín Paraná, el cual fue cargado de caudales, víveres y pólvora para transportarlos al actual Paraguay, con la orden de tomar el mando de todas las fuerzas navales de esta provincia. Zarpó de su base y al intentar arribar a su destino se encontró con una dura oposición, ya que había llegado tarde y los insurrectos se habían apoderado de la zona; desde la ciudad de Corrientes se le hacía un fuerte fuego de cañón, decidido a no dejarlos como si nada hubiera pasado, mantuvo un duelo artillero con las piezas allí enclavadas y solo se dio por satisfecho al conseguir desmontar al menos una de las baterías enemigas.

Por la extraordinaria actuación que había tenido, el virrey lo comunicó al Rey y éste tuvo a bien ascender a Clemente, quien recibió una Real Orden del adía catorce de agosto del mismo año de 1811, por la que era ascendido al grado de teniente de navío. Este mismo mes mantuvo otro enfrentamiento al cañón en la bajada de Santa Fé, consiguiendo silenciar la única pieza enemiga que había, siendo posteriormente destinado al bloqueo de la ciudad de Buenos Aires. Por orden del virrey, al arribar a la citada ciudad el día veinticinco de abril del año de 1812, quedó al mando de todas las fuerzas navales allí destacadas, pero el día diez de julio siguiente por enfermedad tuvo que ser trasladado a Montevideo.

Se recuperó pronto y de nuevo el día veinticinco del mes de abril, zarpó con su buque con rumbo a la colonia de Sacramento, para prestar su apoyo a la difícil situación por la que estaban pasando, pero de nuevo volvió a caer enfermo, lo que le obligó el día veintidós de agosto a entregar el mando del bergantín, siendo embarcado para ser transportado a Montevideo.

Regresó al servicio el día cinco de marzo del año de 1813, embarcado como oficial de dotación en la corbeta Mercurio, cuyo comandante era el capitán de fragata don José Primo de Rivera, zarpando con rumbo a los mares del Sur a la ciudad de Lima, terminada la comisión regresó a Montevideo el día veintisiete de febrero del año de 1814. Quedó desembarcado hasta el día ocho de marzo en el que se le otorgó el mando del bergantín Cisne, pero pocos días después se le dio el de la goleta Mercedes, en uno de los cruceros se encontró rodeado de una fragata y dos goletas insurgentes, con las que mantuvo un largo y comprometido combate, sobre todo por el constante intento de ser abordado, consiguiendo al fin poner fuera de combate a las goletas y al haber sufrido la fragata varios impactos en la flotación, así como en su velamen pudo salir del encuentro, pero no consiguió capturar a ningún enemigo.

El día tres de julio se le otorgó el mando del bergantín Nanci, siendo comisionado para transportar al virrey y capitán general del Río de la Plata don Gaspar de Vigodet a Río de Janeiro, para su vez pasar a tomar el mando de la urca Juana Paula, con la que prosiguió viaje con el virrey hasta su arribada a la bahía de Cádiz el día tres de febrero del año de 1815, el día quince de julio siguiente quedo desembarcado por pasar el buque a desarme, siendo nombrado segundo ayudante secretario de la Capitanía General del Departamento.

Pasado unos años, fue llamado a Madrid y al poco de llegar, con fecha del día tres de diciembre del año de 1819 se le asciende a capitán de fragata y con este grado, S. M. don Fernando VII, lo nombró Comandante de las Reales falúas y de las fuerzas de Marina que se encontraban de guardia en la Corte.

A partir de aquí, nadie sabe muy bien la razón, pero se dedicó más a la política que al servicio de armas, algo raro, porque toda su vida la había pasado de buque a buque y navegado por todos los mares, consiguiendo todos sus ascensos o por méritos o por antigüedad. Al parecer su estado de salud le convenció del cambio. Pero lo paradójico de todo ello, es que justo al cambiar una cosa por la otra, comenzó a navegar por unos derroteros que no eran los habituales.

En los años de 1820 y 1821, se afilió al partido apostólico, lo que le obligó a ocultarse en el año de 1822, por el levantamiento del cuerpo de Guardias contra la Constitución, por esta razón no pudo acudir con el Gobierno a Sevilla y después a la ciudad de Cádiz. Y en cambio al establecerse la Regencia en la persona del duque del Infantado, se presentó a él y le fueron encargadas varias comisiones.

Por la buena relación con don Fernando VII y los servicios anteriores prestados, con fecha del día seis de junio del año de 1822, se le entrega la Real orden por la que se le asciende al grado de capitán de navío y lo confirma como Comandante de las Reales falúas del Real Sitio del Buen Retiro y Casa de Campo, a lo que S. M. añade la Cruz y Escudo de Fidelidad de 1ª Clase.

Se mantuvo en el partido absolutista y de esta forma con fecha del día catorce de julio del año de 1825, se le entrega la Real orden con su ascenso al grado de brigadier, continuando al mando del Real Sitio y su cercanía a la Corte. Por otra Real orden del día seis de diciembre del año de 1829, se le comunica su ascenso al grado de Jefe de Escuadra.

Estando en estas funciones el día treinta de agosto del año de 1830 le sobrevino el óbito en Madrid, donde se encontraba residenciado.

Entre otras condecoraciones estaba en posesión de: Cruz de primera clase de la Real y Militar Orden de San Fernando; La Cruz de la Marina Laureada; Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo y la Medalla del combate del 9 al 14 de junio de 1808.

Un marino, que al principio de su carrera se cubrió de valor y méritos en cuantas acciones participó, lo que de haber continuado es muy probable que hubiera alcanzado los más altos puestos en la Corporación, sobre todo dada su amistad con el Rey absoluto, pero precisamente por ella y a pesar de haber alcanzado el alto cargo que obtuvo, no dejó una agradable estela en la Institución, por el método utilizado para alcanzarlo, cuando había demostrado que igual lo podía lograr sirviendo a bordo de buques.

La prueba está, en que es uno de los pocos de su grado que no tiene retrato en el Museo Naval de Madrid.

Bibliografía:

Barbudo Duarte, Enrique.: Apresamiento de la escuadra francesa del almirante Rosilly en la bahía de Cádiz, el 14 de junio de 1808. Colección Fragata. Cádiz, 1987.

Ceballos-Escalera y Gila, Alfonso de. Vizconde de Ayala, Ceballos-Escalera y Gila, Luis de, y Madueño y Galán, José María.: Los Marinos en la Orden de San Fernando. Ministerio de Defensa. Madrid, 2011.

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1968. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid 1873.

Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

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