Combate Trafalgar Parte oficial de Campana 1805

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Combate Trafalgar Parte oficial de Campaña

Por D. Antonio de Escaño. Mayor General de la Escuadra española.

Parte de Campaña: Antonio de Escaño al Príncipe de la Paz.

1805—octubre—23, navío Príncipe de Asturias, al ancla en el placer de Rota.

«Acabo de recibir tres cartas de V. S., una de 22 de este mes y las otras del 23, participándome, para la noticia del Rey, el combate de la escuadra combinada en la tarde y noche del día 21, contra la escuadra enemiga al mando del almirante Nelson en aguas de Cádiz, cuya noticia me da V. S., sin embargo de hallarse herido en la pierna izquierda, por no poderlo hacer el comandante general don Federico Gravina a causa de la herida que recibió en la misma acción. Todas tres cartas de V. S. respiran fortaleza de ánimo, constancia, valor y lealtad al Rey. S. M. queda enterado de todo lo sucedido y desea como yo noticias del alivio de V. S. y del de don Federico Gravina, esperando al mismo tiempo saber los detalles y la conclusión de esta gloriosa acción para premiar el mérito, enjugar las lágrimas a las familias afligidas y dar auxilios al necesitado. El ánimo del Rey, su noble y generoso corazón, no se satisfarán hasta ver cumplidos estos cuidados de su paternal amor; ni yo por mi parte gozaré de sosiego en tanto que la más leve cosa quede por hacer. Exprésolo a V. S. en contestación para su inteligencia, y a fin de que entere de todo al comandante general don Federico Gravina para la suya y demás efectos. Dios guarde a V. S. muchos años. San Lorenzo, 27 de octubre de 1805. — El Príncipe de la Paz. — Sr. D. Antonio Escaño»

«Excmo. Sr.: La situación en que está el teniente general don Federico Gravina de resultas de un balazo de metralla que al fin de acción de ayer recibió en su brazo izquierdo, no le permite dar a V. E. una noticia de este combate sangriento, y aunque yo he tenido la fortuna de derramar mi sangre por el honor de las armas del Rey nuestro amo, recibiendo otro en la pierna, hallándome sin embargo menos agravado que el bizarro y dignísimo general en jefe a quien S. M., por la justa confianza que le merece, había conferido el mando de su armada, me encuentro en la triste pero necesaria obligación de desempeñar el encargo de poner en noticia de V. E. que nuestros esfuerzos y el heroico abandono de nuestros días no han alcanzado a evitar una pérdida, que sería considerable sin no estuviésemos tan firmemente convencidos que nada nos quedó que hacer y que, por consecuencia, se salvó el honor. Yo sé que por el último correo y con fecha del dieciocho, había dado cuenta a V. E. el general Gravina, cómo el almirante Villeneuve le había manifestado que estaba resuelto a dar la vela al siguiente día, y que deseaba saber si la armada española estaba en disposición de verificarlo. V. E. no ignora cuál fue la contestación del General, reducida a que lista y pronta su escuadra, seguiría los movimientos de la francesa, y que tales eran las reiteradas órdenes que V. E. le tenía comunicadas.

Con este conocimiento se restituyó a su bordo el almirante francés, y seguidamente puso las señales de suspender las anclas y meter dentro las embarcaciones menores; señales que se repitieron inmediatamente en este navío Príncipe de Asturias, y que fueron seguidas de las más estrechas y urgentes providencias para que se retirasen los apostaderos y se reembarcasen la tropa de Artillería y gente de mar que con varios destinos teníamos en tierra. La mañana del diecinueve dieron la vela algunos buques españoles y franceses en cumplimiento de la señal hecha por el almirante Villeneuve, y no lo verificamos todos aquel día por haber rolado el viento al SO; pero con viento al ESE pudieron ejecutarlo sucesivamente en la mañana del veinte. Apenas se hallaba fuera de la boca de este puerto la armada combinada cuando el viento se escaseó hasta el SSO, tan fuerte y con tan malas apariencias que una de las primeras señales que salieron del Bucentaure, en que tenía arbolada su insignia el almirante Villeneuve, fue la de encargar el que se navegase con dos rizos tomados a las gavias.

Esta escaseada produjo necesariamente una gran dispersión hasta las dos de la tarde, que felizmente se llamó el viento al SO y claros y despejados los horizontes, se mandó por señal la formación de cinco columnas y la de unión. Una fragata avanzada indicó por señal dieciocho velas enemigas a la vista, y en consecuencia de esta advertencia se navegaba con los zafarranchos hechos y preparados a entrar en combate. A las tres se viró por redondo a un tiempo y nos pusimos en demanda del Estrecho, conservando la misma formación de cinco columnas en que estábamos antes de este movimiento.

Después de haberlo ejecutado advertimos cuatro fragatas enemigas que por orden del almirante Villeneuve fueron cazadas por las nuestras, y en este navío se mandó al Achille, Algésiras y San Juan, como dependientes de la escuadra de observación, el que reforzasen los cazadores, con la prevención de que antes del anochecer quedasen reunidos al cuerpo fuerte de la armada. A las siete y media de la noche nos dio un navío francés aviso de que el Achille había reconocido dieciocho navíos enemigos que estaban en línea de batalla, y seguidamente empezamos a ver, y no a mucha distancia, varios tarros de luz, que no podían salir sino de las fragatas enemigas que estaban interpoladas entre las dos armadas. A las nueve hizo señales la escuadra enemiga al cañón, y por el intervalo que corrió entre fogonazo y el ruido, que fue de ocho segundos, distaban dos millas de nosotros.

Indicamos por señal de faroles al general francés que era preciso formar la línea de batalla sobre los navíos sotaventados, la misma que repitió después al cañón aquel jefe, y en esta formación amanecimos el veintiuno con los enemigos a la vista en número de veintiocho (veintisiete en el borrador de Escaño) navíos, ocho (siete en el borrador de Escaño) de ellos de tres puentes, a barlovento nuestro y en línea de batalla de la mura contraria. A las siete de la mañana arribaron los enemigos en diferentes columnas y sobre nuestra escuadra con dirección al centro y retaguardia, por lo que el almirante Villeneuve ordenó una virada por redondo a un tiempo, resultando de este movimiento el que quedara a retaguardia la escuadra de observación del mando del general Gravina. A este movimiento se siguió la señal hecha por el almirante francés de que ciñese el viento el navío de la cabeza y la de que todos siguiesen sus aguas, lo que obligó a que arribase la armada para su alineación.

El general Gravina prescribió a su escuadra las señales más oportunas para que se ejecutasen estos movimientos con aquella celeridad y prontitud que exigían las circunstancias, y al aproximarse el enemigo encargó la de estrechar las distancias y rectificar el orden. A las doce menos ocho minutos de la mañana un navío inglés de tres puentes con insignia al tope del trinquete atravesó nuestra línea por el centro, sosteniéndole en su ejecución los navíos que venían por sus aguas. Todos los demás cabezas de columnas de la escuadra practicaron lo mismo. Una de ellas dobló nuestra retaguardia, cruzó otra tercera por entre el Achille y el San Ildefonso, y desde este momento la acción se limitó a combates sangrientos particulares a tiro de pistola la mayor parte de ellos (según el borrador de Escaño«entre toda la armada enemiga y la mitad de la nuestra »), resultando como consecuencia necesaria algunos abordajes. « La ventaja que tiene el que ataca bajo de un plan premeditado contra el que tiene que mandar por señales, las que o no se distinguen o perciben por el humo, ocultando al mismo tiempo la verdadera situación de los que pueden operar en contrarresto, fue también una de las causas que debían de producir aquella parcialidad de ataques entre toda la armada enemiga y la mitad de la nuestra.» (este párrafo entrecomillado no aparece en el borrador de Escaño)

No tengo los elementos precisos e indispensables para informar a V. E. por ahora de estas acciones particulares, ni puedo tampoco hablar de los movimientos de la vanguardia, que me aseguran viró desde el principio del combate para sostener los cuerpos atacados. Lo que sí puedo afirmar a V. E. es que todos los navíos tanto franceses como españoles que se batieron a mi vista llenaron completamente sus deberes, y que este navío, después de cuatro horas de un combate horroroso con tres o cuatro enemigos, con todas sus jarcias cortadas, sin estays, sin poder dar vela, y los palos agujereados, atravesados a balazos, en cuya situación ciertamente triste fue oportunamente socorrido por los navíos San Justo español y Neptune francés, cuya reunión alejó los enemigos, y proporcionó la incorporación del Rayo, Montañés y San Leandro, que estaban maltratados, con otros navíos franceses que no tenían mejor suerte.

Luego que este navío se vio libre de enemigos, se mandó a los incorporados que sostuviesen en la acción a los que se hallaban con desventaja en ella; y al anochecer, cesado el fuego por todas partes, se previno a la fragata Thémis nos remolcase hasta la bahía de Cádiz, en la que no fue posible entrar aquella noche por haberse llamado el viento al SSE (SSO en el borrador de Escaño) fuerte con aguaceros, que nos obligó a fondear a la una y media en el placer de Rota con los navíos mencionados arriba; y habiendo refrescado más, desarbolamos de los palos de mayor y mesana, no obstante las medidas marineras que se habían tomado para su seguridad, como desarboló también el San Leandro que estaba fondeado en nuestras inmediaciones.

No puedo menos de cumplir con una obligación que me es bien gustosa, poniendo en noticia de V. E. la noble y generosa emulación con que a competencia se esmeraban en el desempeño de sus respectivos deberes los oficiales de guerra de este navío, los ayudantes de la Mayoría de mi cargo y la tripulación y guarnición de él, tanto de Tierra como de Marina, y yo me complazco en tributarles estos elogios a que se han hecho acreedores por su bizarra conducta durante el combate. En él hemos tenido cuarenta y un muertos, entre estos el alférez de navío don Luís Pérez del Camino y ciento siete heridos graves, en cuyo número el teniente de Voluntarios de la Corona don Bernardo Corral y el brigadier de guardiamarinas don Alejandro Rúa.

He sabido que el capitán de navío don Francisco Alcedo, comandante del Montañés, fue muerto en la acción y herido gravemente su segundo el capitán de fragata don Antonio Castaños. Otras muchas pérdidas de excelentes oficiales debe haber hecho sin duda el Cuerpo General de la Armada, pues varios buques nuestros fueron enteramente desarbolados de todos sus palos, y esta catástrofe generalmente viene acompañada de desgracias que son inevitables. Cuando tenga conocimiento de ellas las elevaré a la noticia de V. E. con la remisión de los estados de averías. Dios guarde a V. E. muchos años. — Navío Príncipe de Asturias, al ancla en el placer de Rota, a 23 de octubre de 1805. — Excmo. Sr., besa la mano de V. E. su más atento servidor, Antonio de Escaño (rubricado y tachado). Excmo. Sr. Príncipe de la Paz.» Parte de Campaña: Antonio de Escaño a Francisco Gil y Lemus (XI Capitán General de Armada).

Remite el extracto de su Diario y las noticias recibidas hasta la fecha sobre el combate del 21 de octubre. Recomienda el mérito particular de Tomás de Ayalde. Auxilios prestados a los navíos Neptuno y San Francisco de Asís. AGMAB, Sección Histórico, leg. 4839 (original, firma autógrafa); BRAH, Col. ECC, ms, 9/7443 y Col. JPG, mss. 11/8315 i) y 11/8316 d) (copias) En el margen consta la minuta de enterado, fechada en San Lorenzo de El Escorial, el 6 de noviembre. También el 29 de octubre se trasladó este parte al Príncipe de la Paz (con el número 214) y al Director General de Armada; en el mismo legajo constan las minutas. El primero contestó el 4 de noviembre (véase el doc. 1071 del Corpus). Según la sig. BRAH, Col. JPG, ms 11/8315 a) el original dirigido al Príncipe se encuentra en una carpeta del Almirantazgo rotulada «Combate de Trafalgar, 1805 a 1808. Expediciones» que se llevó al Archivo Central del Ministerio de Marina en 1850, actualmente en paradero desconocido. Publicado parcialmente en Desbrière, Trafalgar, anexos, págs. 378-381 con errores, y en ELR, págs. 267-273. La noticia del estado en que se hallaban los buques de la escuadra combinada también fue publicada en esta última obra, pero en las págs. 348-350.

«N.º 119. Excmo. Sr.: Recolectadas las noticias más positivas del resultado desgraciado del combate de 21 del corriente, a ocho leguas SO de Cádiz, entre la escuadra británica del mando del vicealmirante Nelson, compuesta por veintinueve navíos, lo nueve de tres puentes, seis de 80 y catorce de 74, y la combinada con que salimos el diecinueve y veinte de este puerto en número de treinta y tres navíos, los tres de tres puentes, uno de 100 cañones, seis de 80, veintidós de 74 y uno de 64, a que siguió un temporal del 2º y tercer cuadrantes de mucha fuerza y mar, he formado la adjunta relación que distingue el estado en que cada buque de halla, y que acompaño a V. E. para noticia de S. M., como igualmente un extracto del diario de todas las ocurrencias desde el dieciocho hasta hoy, en que se comprende los sucesos del combate y consecuencias del temporal. Asimismo debo participar a V. E. que correspondiendo a mi confianza, el capitán de navío ayudante general don Tomás de Ayalde, en la comisión de auxiliar buques en riesgo y salvar la gente de los ya encallados en las playas, tomó la más acertadas medidas para extraer los heridos y sanos del navío Neptuno en la playa de la costa del castillo de Santa Catalina del Puerto, y logrado con todo el fruto imaginable en medio de dificultades casi insalvables, pasó al Asís, que estaba una milla más al oeste, en donde halló que su comandante don Luis Flores y oficialidad habían logrado el mismo buen éxito, resultando sólo la pérdida entre ambos buques de veintidós hombres que lisonjeados de su ciencia en nadar se arrojaron antes de tiempo y fueron víctimas de las olas. Dios guarde a V. E. muchos años. — Cádiz, 29 de octubre de 1805. — Excmo. Sr., Antonio de Escaño (rubricado). — Excmo. Sr. Bº. Fr. D. Francisco Gil y Lemus.»

Extracto del Diario de la Mayoría General

«Día 18 de octubre de 1805. — A las cuatro y media de la tarde vino a bordo de este navío el almirante francés Villeneuve, y después de haber hablado con nuestro General se restituyó al de su insignia, haciendo la señal de suspender un ancla y la de meter dentro las embarcaciones menores, las que repetimos y llamamos a la orden para dar la de que se retirasen las embarcaciones de la escuadra que estaban destinadas en los apostaderos para la defensa del puerto. Seguidamente hicimos la de que se quitasen los cañones a las lanchas y la de que se metiesen dentro, y por la noche nos quedamos a pique del ancla del NO precedida la señal del Almirante francés, la que repetimos. El viento estuvo muy calmoso al OSO, que roló al Oeste.

Día 19. — Amaneció claro, el viento NE calmoso. El Almirante francés hizo a las seis y media la señal de dar la vela sin aguardar otra señal. El navío Achille la dio inmediatamente y después todos los avanzados. A las ocho y media hicimos la señal al Montañés, Asís y Neptuno que dieran la vela, lo que verificaron inmediatamente, aunque tuvieron que dar fondo a poco rato por haberse llamado el viento al OSO flojo, y sólo quedaron ya rebasados de los bajos seis navíos y una fragata, a quienes, con otros tres y las fragatas que luego la dieron, se les mandó por señal (que repetimos), que fondeasen. Se mantuvo el viento bonancible del NO y a la noche roló al Oeste.

Día 20. — Amaneció claro por el Este y cargado por el 3.º y 4.º cuadrante, viento SSE calmoso y la escuadra fondeada del modo que queda expresado. A las seis y media repetimos la señal del General francés de dar la vela toda la escuadra. A las siete la dimos con las tres gavias, con las que nos franqueamos. A las siete y media repetimos la señal de zafarrancho de combate, y a esta hora señaló un navío de la vanguardia dieciocho buques enemigos. A las ocho y media observamos que una fragata que se hallaba por nuestra proa estaba cubierta de humo, sin saber de qué procedía pues todo estaba cerrado. A poco rato nos pusimos en facha para meter dentro los botes y verificado esto, mareamos ciñendo el viento SSO mura babor, que por haber refrescado mandó el General francés tomar un rizo a las gavias, y para el efecto amuramos las mayores y arriamos las insignias. A las diez y tres cuartos señaló el Santa Ana una vela al SSE que hacía señales, y a la misma hora repetimos la del General francés de dar caza toda la escuadra sin observar orden, de manera que las escuadras no se mezclen, y que los navíos puedan unirse a sus respectivos jefes, manteniéndose a distancia de ver las señales del General para repetirlas. A las once y un cuarto, habiendo refrescado más y más el viento y con mal cariz, el Almirante francés hizo señal de tomar todos los rizos a las gavias.

Día 20 al 21. — Continuamos al mediodía con el trinquete y las gavias tomándoles los rizos, en cuya faena se rifó gavia y velacho; éste se desenvergó poniendo otro en su lugar, y aquélla se compuso. A las doce y media repetimos la señal de unión; poco después la de formar en tres columnas, y amuramos la mayor. A la una se volvió a repetir la señal de unión llamando la atención con un cañonazo. A esta hora se mandó gobernar al NO un cuarto al N, y seguidamente hicimos la señal de que la escuadra de observación se colocase a la izquierda del cuerpo fuerte, formando dos líneas, la 1ª división a la derecha y al 2ª a la izquierda. A la una y media hizo el General francés la de que forzasen de vela los navíos de sotavento, y a la una y tres cuartos la de que tomaba el centro de su columna, haciendo nosotros la de tomar la cabeza de nuestra división. A las dos y un cuarto hizo la de navegar con un rizo tomado a las gavias, y a poco rato la de que las fragatas diesen caza a la izquierda, y nosotros la hicimos al Algésiras, San Juan y Achille. A esta misma hora repetimos la señal de virar por redondo a un tiempo toda la escuadra, lo que ejecutamos en vuelta del S un cuarto al SO, viento O un cuarto SO. Seguidamente hicimos la de arribar toda la escuadra de observación sobre el cuerpo fuerte, con el fin de estrechar la distancia de columnas. A las cuatro hicimos la de que esta escuadra rectificase el orden en que se le había mandado navegar.

A las cuatro y media señaló el navío Neptuno cuatro velas al SSO. A las cinco y media hicimos a los cazadores señal de retirarse antes de la noche, y seguidamente repetimos la de zafarrancho y prepararse a combate. Anocheció cielo y horizonte calimosos, mar picada del NO. A las siete y media llegó a la voz un navío francés diciendo que el Achille había descubierto hasta dieciocho navíos en línea de batalla. A las siete y tres cuartos vimos tarros de luz y fogonazos por la proa y barlovento, por lo que a las ocho se tocó generala y ocupó cada uno su lugar. A las ocho y media hicimos la señal de formar una pronta línea de combate, y para indicar que éramos la cabeza de la línea izamos un farol al tope del mesana, arribando al SE un cuarto S, para formarla sobre el navío de más a sotavento. Cerca de las nueve repetimos al cañón la señal que hizo el General francés de formar una pronta línea de batalla, y a las nueve y cuarto llegó a nuestra voz un bergantín francés, diciéndonos de parte de aquél que la línea se había de formar sobre el navío de más a sotavento; a éste dimos la orden avisase a los demás buques siguiesen nuestras aguas. A las diez se vieron las señales de los enemigos desde el SO hasta el OSO.

A las cuatro y media largamos el rizo a las gavias. Amaneció el cielo claro y aturbonado por 1º y 2º cuadrante, la escuadra combinada mura estribor ciñendo el viento ONO bonancible en una línea mal formada, nosotros a la cabeza de ella, y los enemigos con las muras a babor a distancia de cuatro o cinco millas, que en número de veintiocho navíos, ocho de ellos de tres puentes, nos demoraban del Oeste al NNO. A las seis y media repetimos la señal de formar línea de combate, a cuyo tiempo mandó el General francés a sus fragatas que reconociesen al enemigo, y la de que se tomasen distancias de un cable. A las siete y media observamos que los enemigos venían arribados en cinco columnas a cortar el centro y retaguardia, por lo que creemos hizo el Almirante francés a las ocho la señal de virar en redondo a un tiempo, arribando sucesivamente para quedar alineados en la mura de babor, cuya vuelta tomamos a las ocho y cuarto según se expresa, quedando de resultas de este movimiento en orden inverso.

Comenzando por el primer navío de la cabeza de la línea, la formación quedó de en las posiciones siguientes: Neptuno, Scipion, Rayo, Formidable, fragata Cornélie, Duguay-Trouin, Asís, Mont-Blanc, Agustín, Héros, Trinidad, Bucentaure, fragata Hortense y el bergantín Furet, Neptune, Leandro, Reodutable, Intrépide, San Justo, Indoptable, Santa Ana, fragata Rhin, Fougueux, Monarca, Pluton, Bahama, Aigle, Montañés, Algésiras, fragata Hermione, Argonauta, Swift-Sure, Argonaute, Ildefonso, Achille, Príncipe de Asturias, fragata Thémis y el bergantín L’Argus, Berwick y San Juan Nepomuceno. A las ocho y media, viendo que el Santa Ana volvía a abrir el viento por estribor para dejar claro a la vanguardia que se hallaba apelotonada, ejecutamos nosotros también este movimiento para proporcionar lugar a algunos navíos de nuestra escuadra, y lo mismo practicaron los nombrados Berwick y San Juan que estaban por nuestra popa. A las diez y cuarto estando en facha para que se alineasen algunos navíos, el Achille, virando por redondo nos abordó por el costado de babor, pero inmediatamente nos separamos sin haber tenido averías de consideración.

A poco rato hizo una fragata la señal de que la línea se prolongaba demasiado en el centro y retaguardia, y seguidamente el General francés hizo la de que el navío de la cabeza ciñese el viento, y sucesivamente los demás. Nosotros hicimos la de que la escuadra de observación orzase a un tiempo y rectificase el orden mandado navegar, que era en diez cuartas abiertos por babor, hasta tomar las aguas de la línea, porque se observaba que iban muy arribados a tomar las aguas del navío de la cabeza. A las once y tres cuartos repetimos la señal de romper el fuego en el momento de estar a tiro. A las doce y ocho minutos lo rompió el centro de la línea, largando las banderas e insignias; y a las doce y veinte minutos, un navío de tres puentes enemigo con insignia azul a proa la cortó, al parecer por el navío Santa Ana, y sucesivamente otros tres que venían con él para sostenerlo.

Los enemigos, en dichas columnas arribados y con fuerza de vela, cargaron sobre la escuadra de observación, y a las doce y media, luego que estuvimos a tiro, rompimos el fuego contra una que intentaba cortarla, habiéndolo no obstante verificado uno de los navíos que la componían por la proa del Achille, pero no fue tan dichoso otro que quiso hacerlo por la nuestra, pues se lo impedimos forzando de vela; éste orzó, y quedando de nuestra vuelta nos batió por la amura de babor con otros tres que le seguían, que se pusieron por este costado y aleta, batiendo también a los de nuestra popa. A poco rato, desvanecido el humo, vimos uno de éstos desarbolado de los palos mayor y de trinquete, y otro de la verga de velacho y mastelero de gavia, el que separándose lo posible dejó claro a otro que ocupó su lugar. A las dos, viéndonos batidos por la proa por el navío que cortó la del Achille, arribamos al N un cuarto al NE con viento Oeste calmoso a fin de presentarle el costado, cuya maniobra y el acierto de nuestros fuegos lo precisó a ceñir por babor a muy corta distancia y a separarse sin contestarnos.

Zafos ya, a las tres (a las dos y media según otra copia del Diario), un buque de tres puentes pasó por un grupo de navíos de nuestra aleta de babor, y descargó sobre nuestra popa a tiro de metralla todos sus fuegos con tanto tino que tuvimos la desgracia de que nos hiriese en un brazo al General, y que nos cortase los estays y jarcias, resultando de este accidente quedar los palos destruidos y sin sujeción alguna, aunque se hallaban remediadas las anteriores averías; por esta causa arribamos al NE, con lo que lo descubrimos por estribor y, aunque a larga distancia, le hicimos fuego por esta parte. A las tres y media (a las 3, según otra copia del Diario) dadas, notamos que el navío Argonauta estaba sin bandera y que no hacía fuego a otro que lo batía, por lo cual dispuso el señor Mayor que el ayudante de esta Mayoría don Teodomiro López pasase a examinar su situación, y que en caso necesario tomase el mando, con prevención de que lo sostendríamos, como lo verificamos hasta que cayendo otro enemigo sobre nosotros nos dejó en disposición de que solicitásemos la protección de dos navíos franceses de la vanguardia que venían con este intento, orzando para ello al NNE, en cuyo instante vimos, con el mayor disgusto nuestro, herido al señor Mayor en una pierna, quien curado de 1ª intención, se hizo conducir a su puesto, en el que no pudo subsistir a causa de la pérdida de sangre que lo debilitó.

Poco después vimos un navío que estaba ardiendo y no conocimos. Estuvimos defendiéndonos con la esperanza de que nos protegiesen los navíos dichos, lo que realizó el Neptune francés y otro español hasta las cinco, que libres del fuego llamamos a la fragata Thémis para que nos remolcase, y en este instante se nos fueron incorporando los navíos Rayo, Montañés, Asís y San Leandro con otros franceses, a quienes mandamos sostuviesen a los que estaban con desventaja en la acción pues aún observamos algún fuego; y habiendo cesado a las cinco y cuarto volvieron a unirse, poniendo seguidamente la señal de unión. Continuamos nuestra derrota en demanda de Cádiz con viento calmoso del OSO, el que se fue llamando al Sur con muy malas apariencias, logrando no obstante fondear en el Placer, y lo mismo ejecutaron los demás buques.

Día 22. — Se llamó a los comandantes del Rayo, Montañés, Netune y Pluton para que en junta determinasen las providencias que se podían tomar acerca de la recolección de los buques desmantelados, pero habiendo refrescado mucho el viento por el Sur y SSE, no se pudo verificar la salida. A las cuatro de la tarde desarboló de los palos mayor y de mesana el navío San Leandro, y a las cinco, del mastelero de velacho. Poco después de la oración y sobre una fuerte cabezada se nos cayeron dentro los palos mayor y de mesana, y a pesar de haber calado los masteleros y arriado la verga mayor.

Día 23. — Amanecieron fondeados los navíos franceses Bucentaure y Algésiras, aquél varado en el arrecife de la torra de San Sebastián y éste a nuestro costado, y como el viento estaba calmoso por el Oeste, salieron los navíos españoles, Asís, Montañés y Rayo y los franceses Pluton y Héros con las fragatas, aprovechándonos nosotros de esta ocasión para dirigirnos al fondeadero, pero poco tardó en llamarse como los demás días al Sur chubascoso, subsistiendo frescachón todo este día, y logrando remolcar las fragatas a los navíos Neptuno y Santa Ana, que fondearon fuera, destinándose para prestarles auxilio, a los ayudantes que con gente de mar y oficiales fueron a tierra con este objeto.

Día 24. — El Rayo, que no pudo entrar el día anterior, se vio al amanecer de este día fondeado a distancia de seis leguas, desarbolado de los palos mayor y mesana, y a su costado dos navíos enemigos. A poca distancia se vio también el navío San Ildefonso con otro enemigo que lo escoltaba. Con fuerte temporal que reinó la noche anterior se perdieron en la costa del Norte, junto al castillo de Santa Catalina, los navíos Neptuno y Asís, destinándose inmediatamente al capitán de navío don Tomás Ayalde para que con la gente y oficiales del navío San Leandro dotase los barcos y faluchos de la Puerta de Sevilla, y con éstos quitarles la gente y poner en tierra los heridos, salvando después los cascos si fuese posible.

Día 25. — El navío francés Aigle, que se hallaba fondeado en la costa del Sur sobre Torregorda, dio la vela y se vino al fondeadero. El viento continuó con igual violencia por el SSE que los días anteriores, y siguieron dándose los auxilios que facilitaban desde el muelle los ayudantes comisionados al efecto.

Día 26. — El Santa Ana subsiste aún fondeado a la boca del puerto por no haberle permitido el tiempo, que aún sigue, enmendarse. Al San Justo le faltaron los cables, y estando sólo sobre un calabrote que lo aguantaba, picó el palo mayor y de mesana para sostenerse más tiempo, pero ya está en seguridad. El primer ayudante don Tomás Ayalde regresó y dio cuenta de que la gente de los navíos varados se había salvado, así como era imposible salvar los cascos por estar ya desfondados; y subsiste el 2º ayudante general don Rosendo Porlier con los ayudantes ordinarios prestando auxilios desde el muelle, ya para la seguridad de los navíos y ya para quitarles los heridos. El navío Aigle, por haberle faltado los cables, dio la vela pero varó. El Montañés también la dio para enmendarse pero volvió a dar fondo.

Día 27. — El navío Montañés pidió socorros, y aunque se le mandaron ancla y calabrotes no sirvieron a causa del viento muy duro del SSE, que sopla con igual violencia que los demás días. A las doce y tres cuartos se observó que estaba sin palo de mesana. Se remitieron al navío Héros y Argonaute franceses, cables y anclas. Al amanecer de este día se echó de menos el Indomptable, que se perdió en la costa del Norte.

Día 28. — Aunque con la dificultad de la mar gruesa que quedó del viento que reinó los días anteriores, se mandaron anclas, cables y anclotes y calabrotes al San Justo y Montañés. También se extrajeron de estos navíos y del Santa Ana los heridos, y al último se le mandaron falúas y embarcaciones de remos para remolcarlo, pero subsistiendo el viento al SSE no lo pudo verificar. Se vio un bote inglés parlamentario, y sus oficiales trajeron pliegos para el Gobernador.

Día 29. — Se enviaron falúas con el intento de remolcar el Santa Ana, si se movía. También se enviaron un ancla de fragata y tres calabrotes para espiarse en caso que lo necesite. Se van a embarcar los ingleses prisioneros para conducirlos a las fragatas francesas que deben salir a recoger los heridos de nuestra escuadra.   Cádiz, 29 de octubre de 1805. — Antonio de Escaño (rubricado)»  

Noticia del estado en que se hallan los buques de la escuadra combinada del mando del vicealmirante Villeneuve y del teniente general don Federico Gravina, resultas del combate último y temporal que siguió.  

«Navíos españoles Príncipe de Asturias. — Está en puerto con sólo el palo de trinquete que se le está cayendo, y todo el casco en malísimo estado.  

Montañés. — En puerto con sólo un cable y sin palo de mesana, todo él en mal estado.  

San Leandro. — Id., con sólo trinquete y mejor fondeado.  

San Justo. — Entró con algunas averías pero con su arboladura; su inmediación a varar le obligó picar los palos mayor y mesana el veintiséis.  

Santa Ana. — Está sobre tres ayustes a la boca del Canal sin palo alguno, en mal estado, con sus bandolas armadas para aprovechar la primera ocasión de entrar. Este buque fue marinado por los enemigos, pero aconchado en el Saco y al abrigo de la división que salió el veintidós, lo abandonaron los apresadores.  

Neptuno. — En el mismo caso y circunstancias que el anterior, pero haciendo mucha agua; y habiéndole faltado sus amarras se estrelló la noche del veintitrés en la costa de Santa Catalina salvándose su gente.  

San Francisco de Asís. — Entró el veintiuno con muchas averías, pero la noche del veintitrés por falta de amarras se estrelló más al oeste del anterior y se ha salvado su gente.  

Rayo. — Entrado el veintiuno en la noche, salió la tarde del veintidós entre los que se movieron para represar el Santa Ana y Neptuno pero no alcanzó a fondear en la noche, y al amanecer del veintitrés se vio a cinco leguas con sólo el palo de trinquete fondeado en el placer, y a su inmediación dos enemigos y desde el veintiséis no se ve.  

Bahama, San Ildefonso y San Juan Nepomuceno. — Se han reconocido remolcados por buques ingleses.  

Monarca. — Perdido en Arenas Gordas.  

Trinidad, Agustín y Argonauta. — Parece se hallan apresados, aunque no se tiene noticia de ellos.

Por extraordinario recibido esta tarde del Comandante Militar de Sanlúcar, me da parte de hallarse varados y perdidos en varios puntos de la costa de Poniente, que llaman de Castilla, los navíos españoles Monarca y Rayo, y el francés Berwick.  

Navíos franceses  

Pluton, Neptune y Héros. — En puerto, en estado de incapacidad para salir por ahora.  

Argonaute. — Con sólo el trinquete, en peligro sobre Rota, aunque confiando en un buen cable.  

Indomptable. — Entró la noche del veintiuno con muchas averías, incluso la del timón, y así se aguantaba en Canal hasta que la noche del veinticinco faltó de amarras y de gobierno; aunque se puso a la vela se abrió en el Diamante y Galera, y en el modo que llegó a la playa sólo se han salvado doscientos cincuenta y cuatro hombres.  

Aigle. — El veintidós amaneció fondeado en la costa del Sur sobre Torregorda, desarbolado y pidiendo socorro. El veinticinco, aprovechando una turbonada del SE, pasó en bandolas a la boca de Bahía, pero en la noche, por falta de una amarra fue a varar al placer de las Arenas de la costa del Norte, de donde al calmar el tiempo puede salvarse, habiéndose por ahora abandonado por los franceses.  

Algésiras. — Todo desarbolado y en mal estado, se halla en puerto. Fue marinado por los enemigos, pero empeñado la noche del veintiuno a la entrada, se levantó la gente y después de capitular con los apresadores, se aseguraron.  

Bucentaure. — Llegó en tal mal estado y fondeó en tal mal punto, en el bajo La Nao junto a la Caleta, que apenas dio lugar a salvar la gente y algunos equipajes, yéndose luego a pique. Había sido marinado y represado como el anterior.  

Achille. — Incendiado en la tarde del combate, voló a las seis.   Fougueux. — Hay varios que aseguran haberse ido a pique en la acción.  

Mont-Blanc. — Por diecisiete náufragos se sabe se estrelló en la costa de Santi Petri. Su comandante Mr. La Villegris parece ser uno de los cadáveres que se han visto en la playa.  

Intrépide, Redoutable, Duguay-Trouin, Formidable, Scipion, Berwick y Swift-Sure. — No se tiene aún noticias de ellos.  

Nota: Las cinco fragatas y dos bergantines están a salvo en puerto. Cádiz, 29 de octubre de 1805. Antonio de Escaño (rubricado) »  

1805 — noviembre — 5, Cádiz  

Oficio: Antonio de Escaño al Príncipe de la Paz

«Es de observar que por la naturaleza de la formación con que atacaron los enemigos quedó la mayor parte de la vanguardia sin objeto y batieron dos o más navíos a uno solo, y luego que lo desmantelaban (lo que quiere decir que los británicos también tiraban a desarbolar, no eran solo los españoles) caían con igual superioridad sobre otro que había estado fuera de acción regular y maniobrando para buscar al enemigo, perdiendo su mejor posición para combate, de que resulta en la línea combinada impedimento de maniobrar algunos navíos particularmente. Por esto se nota en las relaciones dadas por los oficiales sobre el combate, que los más de los navíos de la escuadra combinada han sido batidos con superioridad de número excepto la dicha vanguardia.   Cádiz, a 5 de noviembre de 1805. — Antonio de Escaño (rubricado)»  

Noticia en guarismo de los muertos y heridos que ha tenido cada buque en la acción del día 21 de octubre, según las que se han podido adquirir.  

Buque. . . . . . . .Muertos. . .Heridos. . .Total  

Príncipe. . . . . . . . .52. . . . . .110. . . . .162

Santa Ana . . . . . . 97. . . . . . 141. . . . .238

Trinidad. . . . . . . .205. . . . . .108. . . . .313

Rayo. . . . . . . . . . . . 4. . . . . . .14. . . . . .18

San Ildefonso. . . .34. . . . . .126. . . . . 160

San Agustín. . . . .180. . . . . .200. . . . .380

San Juan. . . . . . . 100. . . . . .150. . . . .250

Neptuno. . . . . . . . .42. . . . . . .47. . . . . . 89

Monarca. . . . . . . . . —. . .  . . —. . . . . . .—

San Justo. . . . . . . . —. . . . . . 7. . . . . . . .7

Asís. . . . . . . . . . . . . 5. . . . . . .12. . . . . . .17

Leandro. . . . . . . . . .8. . . . . . .22. . . . . . 30

Bahama. . . . . . . . .75. . . . . . .67. . . . . 142

Argonauta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .300 entre muertos y heridos.

Cádiz, 5 de noviembre de 1805. — Antonio de Escaño (rubricado).  

El Príncipe de la Paz contesta:

«Reservado. He recibido la carta de V. E. n.º 220, y por ella y la línea de batalla que la acompaña quedo enterado de los particulares acaecimiento de cada buque de la escuadra combinada en el combate naval del 21 de octubre, según las noticias que V. E. pudo adquirir hasta el día cinco de este mes; y no sólo conviene que V. E. siga dándome las que faltan a fin de que pueda formarse cabal idea del suceso, sino es preciso también que cuando a V. E. se lo permita su salud y ocupaciones, extienda sus observaciones sobre el combate con claridad y total franqueza, en inteligencia de que sólo han de servir para mi uso particular.   Dios guarde a V. E. muchos años. — San Lorenzo, 14 de noviembre de 1805. — Sr. D. Antonio de Escaño. Cádiz.»  

Respuesta de D. Antonio de Escaño.  

«Excmo. Sr. Muy Sr. mío: He recibido el oficio reservado de V. E. del 14 del corriente mes, en que me encarga siga informando sobre los acaecimientos particulares de los buques de la escuadra en el combate que sostuvo el veintiuno del pasado, y quedo enterado de cuanto me previene V. E. en el referido oficio.   Nuestro Señor guarde la vida de V. E. muchos años. — Cádiz, 22 de noviembre de 1805. — Excmo. Sr., B. L. M. de V. E. su más atento servidor, Antonio de Escaño. — Excmo. Sr. Príncipe de la Paz.»  

Línea de batalla orden inverso de la escuadra combinada en el combate del 21 de octubre de 1805.

«3ª Escuadra:  

Neptuno, Scipion, Rayo, Formidable, Duguay-Trouin, Asís y Mon-Blanc.  

No fueron atacados, todos viraron en desorden para reforzar el centro y la retaguardia. El Asís y Rayo pasaron por sotavento de la línea y los demás por barlovento; el Neptuno fue atacado y rendido de vuelta encontrada; los cuatro franceses fueron tomados en el cabo de Finisterre, y los dos españoles entraron en Cádiz la misma noche del veintiuno. Estos dos navíos salieron el veintitrés con cuatro franceses y represaron el Neptuno y Santa Ana. El Rayo fue apresado el veinticuatro y se perdió sobre Arenas Gordas; el Asís y Neptuno después de estar fondeados en la bahía les faltaron los cables y se perdieron en la costa del Puerto de Santa María.  

1ª Escuadra:  

San Agustín y Héros.   Estos dos navíos no fueron atacados, viraron para sostener el centro; el Héros entró en Cádiz el día veintitrés después de haberse incorporado con la división que salió a represar, y estuvo a la vela en la boca del puerto el veintidós. El San Agustín fue abordado y tomado a su paso a retaguardia y se fue a pique en el temporal por su mal estado, este navío parece que estuvo algo sotaventado de su lugar, y en el Héros murió su capitán.

Trinidad, Bucentaure, Neptune, Leandro y Redoutable.  

El Neptune y el Leandro cayeron a sotavento y batieron desde sus puestos; el Redoutable procuró cerrar el claro para socorrer al Bucentaure, el que atacado, dobla al Trinidad por barlovento, éste y el Bucentaure se batieron contra fuerzas muy superiores, y después el Redoutable, rindiéndose los tres. El Trinidad y Redoutable se fueron a pique en el temporal por su mal estado; el Bucentaure, levantada su gente contra los que lo marinaban, al entrar en Cádiz la noche del veintidós se perdió en la Olla de San Sebastián.  

2ª Escuadra:  

Intrépide, Justo, Indomptable, Santa Ana, Fougueux, Monarca yPluton.

Se duda si el Intrépide estuvo en la vanguardia y viró para tomar su puesto o estaba en éste desde su formación; él fue rendido después de batirse bien y se fue a pique en el temporal. El Justo y el Indomptable estaban apelotonados no se sabe en qué lugar. El Justo se incorporó con el Príncipe a las cuatro y media de la tarde, y el Indomptable entró en Cádiz y se fue a la costa el veinticuatro perdiéndose. El enemigo atravesó por la popa del Santa Ana y proa del Fougueux, estos dos navíos fueron muy batidos y el Monarca y el Pluton, éste se retiró a Cádiz la noche del veintiuno y los otros se rindieron; pero el Santa Ana fue represado el veintitrés, el Fougueux se perdió sobre Conil y el Monarca en Arenas Gordas cuando el temporal.  

Escuadra de observación:

Bahama, Aigle y Argonauta.

El Argonauta estaba a barlovento, fue atacado de firme y el primero que se rindió. El Aigle fue abordado por dos veces, se defendió bizarramente pero fue rendido; el Bahama fue batido al cañón y con el humo cayó bajo los fuegos del general Collingwood y se rindió; los capitanes del Aigle y Bahama murieron en la acción; la tripulación del Aigle se levantó y el navío vino a Cádiz pero se perdió en el Río de San Pedro; el Bahama lo llevaron a Gibraltar después de haberlo tenido abandonado sobre Chipiona creyendo que se perdía, y el Argonauta se fue a pique en el temporal.

Algésiras, Montañés, Swift-Sure y Argonaute.

El Algésiras fue abordado y se rindió después de una buena defensa, muriendo en la acción el general y el capitán. El Swift-Sure fue batido y rendido después de haberse defendido bien. El Montañés también se batió bien y murió su capitán, pero separándose algo para reparar averías, perdió su lugar y después se retiró a Cádiz con el Príncipe. El Argonaute se cree haberse batido en su puesto y se retiró a Cádiz en la noche del veintiuno. De los dos navíos apresados, el Algésiras entró en Cádiz por haberse levantado la tripulación y el Swift-Sure lo llevaron a Gibraltar. Estos cuatro navíos y los tres anteriores se apelotonaron y embarazaron mucho.  

Ildefonso, Achilles, Príncipe, Berwick y Nepomuceno.

El Ildefonso se batió bien y se rindió desmantelado; este navío fue llevado a Gibraltar. El Achille, después de haberse batido bien por la proa del Príncipe, viró en persecución de un navío desmantelado y atacado lo desmantelaron del palo mayor y mastelero de velacho, la vela de éste, incendiada en la cofa fue la causa de que este navío se volase, murió su capitán. El Berwick defendió perfectamente la popa del Príncipe hasta las tres y media que lleno de averías empezó a atravesarse. Murió su capitán y se rindió, pero se perdió en Arenas Gordas. El San Juan fue doblado por la popa, se batió arrogantemente pero tuvo que ceder después de muerto el capitán y fue llevado a Gibraltar.

El Príncipe, después de un combate de cuatro horas casi sin intermisión, estando ya en el último apuro fue socorrido particularmente por el Justo y Neptune francés, y dejándolo los enemigos fue remolcado a Cádiz por la fragata Thémis acompañado del navío Leandro que dio parte de tener su arboladura acribillada, del Neptune francés y Justo, incorporándose después en la bahía el Asís, Rayo, Montañés, Indomptable y al siguiente día el Héros.

Como por el temporal que rompió al amanecer del veintidós no pudieron salir los navíos que podían navegar y batirse para atacar a los enemigos que se presentasen a la vista y recuperar las presas, lo verificaron el veintitrés, logrando apresar el Santa Ana y Neptuno, pero el tiempo cargó y tuvieron que retirarse menos el Rayo que desarbolado, fue tomado por el enemigo y se perdió después en Arenas Gordas. Los navíos que salieron fueron los siguientes:  

Españoles: Rayo, Montañés, Asís.

Franceses: Pluton, Neptune, Herós, Argonaute»

«Notas (escritas de letra del teniente general don Antonio de Escaño)   Debe atribuirse el naufragio de tantos navíos españoles y franceses:

1.º A que los marinaron con poca gente y no pudieron hacer trabajar a los prisioneros; segundo, a su mal estado y lo tercero a los mal provisto de bombas.

2.º No se sabe si los navíos San Agustín e Intrépide fueron quemados por los ingleses o si se fueron a pique.

3.º Exponiendo el general Álava que no pudo marear porque estaban apelotonados los navíos de su proa, debe juzgarse que el Neptune y Leandro eran en este pelotón, juntamente con el Justo, Indomptable, Intrépide, Redoutable, y que los tres primeros cayeron a sotavento para zafarse, el Reodutable cerró el claro con el Trinidad, encontró con el navío de Nelson batido y desmantelado por aquel navío y el Bucentaure, lo atacó, pero interponiéndose otro inglés, fue batido por éste, desmantelado y tomado.  

Nota sobre abordajes

En el combate del veintiuno abordaron los enemigos a los navíos franceses el Aigle y el Algésiras y al español San Agustín, y los tres fueron rendidos, lo que parece contra la idea de que la desventaja con este arma debe estar en los ingleses. Mi opinión es que los abordajes los hace la marinería, la tropa no puede saltar por donde el marinero está muy torpe aun para subir por escala de tojinos, y así, aunque rechace un abordaje, no puede perseguir al enemigo, el que reunido, vuelve a la carga usando el fuego de los artificios y el de la fusilería contra los que no pueden hacer otra cosa que defenderse. Los ingleses tienen las tres cuartas partes de la gente de marineros aguerridos y nosotros de tropa que sólo sirve para la artillería.»  

Esta colección de dibujos, son fiel copia de los originales realizados por el propio don Antonio de Escaño, y estos por Serafín Sánchez Otero. Guardados en el Museo Naval de Madrid con la signatura de arriba a abajo: 2600-1; 2600-3; 2600-5 y 2600-7, que figuran en la magna obra del Corpus de este combate escrita por don José Ignacio González-Aller Hierro.  

Y se publican aquí por: Cortesía del Museo Naval. Madrid.

Bibliografía:

Alcalá Galiano, Pelayo.: El Combate de Trafalgar. Instituto de Historia y Cultura Naval. Madrid, 2003. Facsímil de la edición del primer tomo en 1909 y el segundo en 1930.

González-Aller Hierro, José Ignacio. La Campaña de Trafalgar (1804-1805) Corpus Documental. Ministerio de Defensa. Madrid, 2004.  

Lon Romeo, Eduardo.: Trafalgar (Papeles de la campaña de 1805). Excma. Diputación Provincial. Zaragoza, 2005. Facsímil.  

O’Scanlan, Timoteo.: Diccionario Marítimo Español. Museo Naval. Madrid, 1974. Facsímil publicado en el año de 1831.  

Transcrito por Todoavante ©

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