Enrile y de Alcedo, Pascual Maria Biografia

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Pascual María Enrile y de Alcedo Biografía



Óleo de don Pascual María Enrile y de Alcedo. Teniente general de la Real Armada Española. Gran Cruz Laureada de la Real y Militar Orden de San Fernando de 5ª Clase. Por la reconquista de Cartagena de Indias. 18-III-1823. Gran Cruz de la Real y Muy Distinguida Orden Española de Carlos III. Prócer del Reino.
Pascual María Enrile y de Alcedo.
Cortesía del Museo Naval. Madrid.


Teniente general de la Real Armada Española.

Gran Cruz Laureada de la Real y Militar Orden de San Fernando de 5ª Clase. Por la reconquista de Cartagena de Indias. 18-III-1823.

Gran Cruz de la Real y Muy Distinguida Orden Española de Carlos III.

Prócer del Reino.

Orígenes

Vino al mundo en la ciudad de Cádiz el 13 de abril de 1772, siendo sus padres don Gerónimo Enrile y Gerzí, Marqués de Casa Enrile y doña María de la Concepción de Alcedo y de Herrera.

Hoja de Servicios

Pidió y se le otorgó carta-orden de ingreso en la Compañía del Departamento de Ferrol, sentando plaza de guardiamarina el 18 de junio de 1788. Expediente N.º 2.777.

Al terminar sus estudios de las cuatro clases, se le ordenó embarcar sucesivamente en los navíos Europa y Salvador del Mundo, para realizar sus prácticas de mar, participando en la guerra del norte de África.

Recibió el ascenso a su primer grado de oficial, alférez de fragata el 2 de junio de 1790, pasando a embarcar en la fragata Florentina, un tiempo más tarde se le ordeno trasbordar a la Elena, permaneciendo hasta finales de 1792.

El 7 de julio de 1794 en la isla de Santo Domingo, se produjo un asesinato en masa de setecientos cuarenta y dos franceses a manos de una rebelión de negros, por haber jurado fidelidad a España, por esta razón sus vidas eran responsabilidad del Gobierno español.

La escuadra con base en el apostadero en la Habana al mando del general Gabriel de Aristizábal en la que servía Enrile, acudió a la isla para sofocar la rebelión, consiguiéndolo; por Real orden del 22 de noviembre de 1794 se le ascendió al grado de alférez de navío.

Se le ordenó embarcar en la fragata Ninfa, la cual en conserva de la Elena zarpó de la Habana el 25 de marzo de 1797, con pliegos para el Gobierno y caudales, siendo conocida la situación de guerra con el Reino Unido, hicieron una derrota inusual viendo solo tierra el 25 de abril, encontrándose sobre el cabo de San María fueron avistados por un navío de 74 cañones y otra fragata de 40 británicos, para ayudar a su compañera a que arribara a la bahía de Cádiz, la Elena se enfrentó al navío, mientras la fragata enemiga dio alcance a la Ninfa, esta se defendió tanto que la contraria no pudo evitar fueran trasbordados a los botes los pliegos y caudales, quedando con la mitad de la dotación para responder al fuego, logrando arribar con gran alegría a la bahía de Cádiz al día siguiente, aunque posteriormente se enteraron del hundimiento de su fragata, pero una vez más los enemigos no lograron hacerse con el tesoro y los pliegos, estos podrían tener incluso más valor que el vil metal.

En 1798 se le ordenó embarcar en el navío Conquistador, perteneciente a la escuadra del general don José de Mazarredo, cuando el 5 de febrero cesó a causa de un fuerte temporal el bloqueo de la bahía de Cádiz por la escuadra británica al mando del vicealmirante Nelson, aprovecho el general al mando para zarpar con sus veintidós navíos y dos fragatas, persiguiéndola pero sin poderle dar alcance, decidiendo regresar a la bahía, fondeando el 13 siguiente.

El 13 de mayo de 1799, realizó su segunda salida la escuadra del Océano al mando del general don José de Mazarredo con rumbo al Mediterráneo, para reunirse en el Arsenal de Cartagena con la francesa al mando del almirante Eustache Bruix, estando ya cerca de su destino sufrió un duro temporal que deshizo a varios buques, entre ellos el suyo, logrando arribar al Arsenal donde tuvieron que esperar a que fuera recorrido totalmente.

Por Real orden del 5 de octubre de 1802, se le ascendió al grado de teniente de fragata, al año siguiente se le otorgó el mando del bergantín Prueba, uniéndose a los buques participantes en la medición de la meridiana entre Francia y las islas Baleares, comisión llevada a buen término en 1803.

Por Real orden del 9 de noviembre de 1805, se le otorga el ascenso al grado de teniente de navío, participando en este año en los combates que se dieron en el Mediterráneo contra los británicos.

Al sobrevenir la invasión napoleónica de la península el 2 de mayo de 1808, se encontraba en la ciudad de Barcelona, donde fue hecho prisionero, consiguió fugarse y pasar a los batallones de Infantería de Marina combatiendo en todos los que participó su unidad, cayendo herido en el mismo año de su comienzo, pudiéndose recuperar y continuar la lucha hasta ver desaparecer del territorio patrio al invasor. Siendo siempre muy distinguido en cuantas acciones entró en fuego, así como por su valor y capacidad de organización, quedando demostrada en más de una ocasión.

Estando en el periodo anterior pie a tierra combatiendo, por sus muchos méritos se le otorgó el ascenso a capitán de fragata con fecha del 23 de febrero de 1809, tomando el mando del fuerte del Trocadero al que mejoró en sus defensas, al mismo tiempo tomó el mando de las lanchas cañoneras armadas en la zona, dando protección a los transportes y hostigó al cañón las posiciones enemigas.

Ascendió al grado de coronel con fecha del 8 de febrero de 1811 (por haber pasado al ejército y recordar que coronel y capitán de navío es el mismo grado) siendo nombrado Ayudante General de Estado Mayor del Ejército de Extremadura al mando del general Castaños, tomando parte en el combate de La Albuera, segundo sitio de Badajoz y en los del condado de Niebla.

Pasando destinado sucesivamente al Cuarto, Quinto y Sexto Ejércitos, participando en la sorpresa de Arroyomolinos, sitios de Astorga y ciudad de Burgos, la retirada de Ciudad Rodrigo, en el combate de Vitoria y las acciones de Vera, Foix, Tolouse (de Francia) e Irún y por último en el bloqueo de San Sebastián.

Al finalizar la guerra fue disuelto el Estado Mayor del Ejército, siendo ascendido por Real orden del 8 de febrero de 1814 al grado de brigadier, siendo el mismo en el Ejército y la Armada.

Al terminar de expulsar a los napoleónicos de la península, se reincorporó a la Real Armada. Pero por una Real orden fechada el 1 de abril de 1814, se le asciende al grado de mariscal de campo.

En 1815 el Rey aconsejado por sus cortesanos decide enviar una expedición a Tierra Firme, se le otorga el mando en Jefe de ella al general don Pablo Morillo, quien había sido soldado de los Batallones de Infantería de Marina en el combate de Trafalgar, alférez en el combate de Bailén y por sus continuados buenos servicios en la guerra anterior había alcanzado el grado de teniente general.

Y como jefe de la fuerza naval y segundo jefe de la expedición al mariscal de campo (grado igual al de jefe de escuadra de la Real Armada) don Pascual de Enrile, siéndole proporcionada una división compuesta por el navío San Pedro Alcántara del porte de 64 cañones, las fragatas Diana é Ifigenia, corbeta Diamante y goleta Patriota, para dar protección a un convoy que transportaba quince mil hombres de todas las armas, previamente reunido en la bahía de Cádiz, se embarcaron y zarparon el 17 de febrero de 1815.

Cruzaron el océano y arribaron al Oeste de la isla de Coche en la costa de Cumaná, donde parte del convoy se quedó a la guarda del navío y fondearon, el resto al frente de ellos la fraga Diana insignia de Enrile se acercaron a la isla Santa Margarita, por ser el epicentro de la insurrección, la cual fue rendida después de unos ataques en firme de las tropas desembarcadas.

El 24 de abril se oyó a bordo del navío ¡fuego en Santa Bárbara!, después de unas dudas se dieron cuenta que se había derramado de la despensa tres bocoyes de aguardiente, pero incendiados corría el liquido velozmente a la Santa Bárbara, se intentó apagar pero fue imposible por ello el navío sobre las 17:45 horas saltó hecho trizas, con la única pérdida del alférez de fragata Santa María, quien no por ser el único era menos importante. Teniendo lugar el accidente y pérdida cuando se encontraba fondeado en las cercanías de la isla de Coche, rodeado de todo el convoy, por ello el desastre no fue mayor gracias a las distancias guardadas al fondear los buques.

Después de este suceso, algo de consternación se incrusto en la piel de todos los presentes, pero Enrile que había acudido al ver el humo, les animó y les dijo: «Solo se ha perdido un buque y queda aún por hacer lo más importante de la expedición.»

Levaron anclas poniendo rumbo a Cartagena de Indias, al arribar tanto Morillo como Enrile estaban convencidos de poder rendir la plaza por asedio para evitar bajas propias, así desembarcó el ejército y la bloqueó por tierra, mientras por mar se encargaban las fragatas y demás buques de impedir todo tipo de comunicación, por esta acción consiguieron batir a varios piratas y corsarios, eliminando así peligros añadidos.

La plaza se mantuvo firme, pero conforme iban pasando los días las fuerzas se iban debilitando, el bloqueo duró cien, dejando a la población y fuerzas militares con una grave epidemia de cólera, eso fue lo que se encontraron al entrar en la ciudad el 6 de diciembre, muerte y desolación por doquier, a más de muy pocos edificios en pie por efecto de los constantes bombardeos de la escuadra.

Permaneció un tiempo en el virreinato de Nueva Granada para participar en su pacificación, se le ordenó regresar a la península, pasando a la Habana donde se le dio el mando de un convoy, arribando a la bahía de Cádiz en el mes de mayo de 1817, quedando de cuartel en Pamplona.

Al producirse el levantamiento de Riego en Cabezas de San Juan el 1 de enero de 1820, fue nombrado Mayor General de la Real Armada, pero se negó por encontrarse enfermo, no pudiendo evitar cumplir la orden al jurar el Rey la Constitución el siguiente 7 de marzo y ser nombrado Vocal de la Junta Consultivas de Guerra, en el año 1823 fue elegido vocal de la Comisión de Generales.

Al entrar el ejército francés por el Bidasoa el 7 de abril de 1823, se dio la orden de trasladar las Cortes y el Gobierno a Sevilla, pues el invasor no encontraba resistencia presentándose en Madrid a los pocos días, estando en la ciudad de Sevilla el Rey se negó a continuar viaje hasta Cádiz, considerando el Gobierno se encontraba en estado de enajenación mental, siendo el diputado Galiano quien decidió su inmediato relevo (previsto en la Constitución), pero solo mientras durase el traslado, fue sustituido por una Regencia compuesta por los generales de Marina don Cayetano Valdés y don Gabriel Ciscar y el del Ejército don Gaspar Vigodet, saliendo el 11 de junio siguiente, llegado el 15 continuo a Cádiz siéndole devueltos sus poderes.

El 1 de octubre sin posibilidad de resistencia, el Rey se trasladó al cuartel general del duque de Angulema quien se encontraba asentado en la población del Puerto de Santa María, donde le fueron ratificados sus poderes absolutos y por Real decreto de éste mismo día del año 1823 todo regresaba a la situación del 7 de marzo de 1820, cuando el Rey fue obligado a jurar la Constitución, la cual como consecuencia de este R. D. quedó abolida.

Pasando como todos los miembros del Gobierno y altos órganos de mando el juicio de purificación, quedando absuelto en 1825.

En 1826 se le destina como capitán general del archipiélago de las Filipinas. En 1827 se desdobla el mando en ellas y queda como comandante naval de todas las fuerzas destinas, así se dedica de lleno a combatir la piratería, realizó alguna mejora en el apostadero de Cavite consiguiendo llegar a poner la quilla de la fragata Esperanza del porte de 50 cañones.

Dividió las islas y creo una gran cantidad de capitanías de puerto, estableciendo la jurisdicción de marina y ordenó levantar las cartas náuticas de todas ellas, para mejorar el conocimiento de las posibles derrotas y sus peligros.

Recibió al poco tiempo de su llegada la Real orden con fecha del mes de julio de 1829, notificándole su ascenso al grado de teniente general, en el mes de diciembre del año siguiente se le nombró capitán general del Archipiélago, permaneciendo en su puesto hasta el mes de marzo del año 1833, regresando a la península en julio siguiente.

Al fallecer el Rey el 29 de septiembre de 1833, la Reina Gobernadora con ánimo reconciliador le nombró Prócer del Reino y Vocal de la Junta de gobernación de Ultramar.

Sobreviniéndole el óbito el 6 de enero de 1839 en Madrid, ciudad de su residencia, cuando contaba con sesenta y siete años de edad.

Entre otras condecoraciones estaba en posesión de: Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica y Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.

Bibliografía:

Ceballos-Escalera y Gila, Alfonso de y Luis de, e Isabel Sánchez, José Luis.: La Real y Militar Orden de San Fernando. Palafox & Pezuela. Madrid, 2003.

Ceballos-Escalera y Gila, Alfonso de. Vizconde de Ayala, Ceballos-Escalera y Gila, Luis de, y Madueño y Galán, José María.: Los Marinos en la Orden de San Fernando. Ministerio de Defensa. Madrid, 2011.

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1968. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 20. 1915. Página 3.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Museo Naval. Madrid. 1973. Tomo IX.

Fernández Duro, Cesáreo.: Naufragios de la Armada Española. Establecimiento tipográfico de Estrada, Díaz y López. Madrid 1867.

González de Canales, Fernando.: Catálogo de Pinturas del Museo Naval. Tomo II. Ministerio de Defensa. Madrid, 2000.

Válgoma y Finestrat, Dalmiro de la. Barón de Válgoma.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

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