Pes Malzarraga, Andres de Biografia

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Andrés María de Pes Malzárraga Biografía


Retrato al oleo de don Andrés de Pes Malzárraga. Capitán General de Mar y Tierras. Teniente general de la Real Armada. Primer Secretario del Despacho de Marina. gobernador del Consejo de Indias. Secretario de Estado.
Andrés de Pes Malzárraga.
Cortesía del Museo Naval. Madrid.

Capitán General de Mar y Guerra.

Teniente General de la Real Armada. [1]

1er Secretario del Despacho de Marina[2]

Gobernador del Consejo de Indias

Secretario de Estado


Contenido

Orígenes

Vino al mundo en la ciudad de Cádiz en 1657 (según otros en 1654), hijo del Capitán Andrés de Pez y Capetillo y doña María de Malzárraga. Fue bautizado en la catedral de Cádiz el 10 de julio de 1657.

Hoja de Servicios

Al alcanzar los dieciséis años, comenzó a servir en los buques de su majestad, en la Armada de la Guarda de la Carrera de Indias, ello le llevó a cruzar en muchas ocasiones el océano, con arribadas y zarpadas, desde los puertos de Cartagena de Indias, La Guaira, Veracruz, la Habana y Cádiz ó Sevilla.

En estos viajes no perdió el tiempo, como lo demuestran los muchos mapas que se conservan en el Archivo de Indias, entre ellos los mejores, son las ensenadas y bahía, que podían dar un buen resguardo en caso de necesidad, lo que le dió una gran fama y merecida reputación, como muy buen cosmógrafo, geógrafo y náutico.

Sabemos que estuvo presente en el combate naval de Palermo (2/VI/1676) contra una escuadra francesa, en la que fallecieron su padre y un hermano, que ya ostentaban mando de galeones, lo que no pudo evitar, que en una cabeza tan joven se quedara impregnada de un profundo odio hacía todo lo francés. Su puesto debió de ser como mucho de marinero, ya que solo contaba con diecinueve años.

Suponemos que después de estos combates, volvió a la carrera de Indias, ya que se le pierde la pista y nos los encontramos ya con el título de Capitán de Mar y Tierra, y como castellano «alcaide», del fuerte de San Juan de Ulúa, en el Virreinato de Nueva España. En 1693 zarpó una expedición con rumbo a La Florida, donde se reconoció la bahía de Santa María de Galve, por sus instrucciones se construyó y fundó posteriormente en el mismo lugar la ciudad de Penzacola.

Tiempo después regresó a la Península, estando a las órdenes del conde de Fernán Núñez, con el cargo de segundo jefe de la escuadra de Galeras.

Dando un salto en su biografía, nos lo encontramos ya en la primavera del año de 1708, en las costas de Nueva España, realizando cruceros en torno a la Habana, en un viaje a Veracruz, se encontró con una escuadra británica, formada por cinco navíos y un brulote, a los que combatió con dureza y rigor logrando ponerlos en fuga tras un largo combate.

Al mando de la escuadra de Indias, zarpó del puerto de la Habana con rumbo a la bahía de Cádiz, donde arribó sin problemas a principios del mes de marzo del año de 1710, la cual estaba formada por diez velas y cuyo cargamento vino a aliviar considerablemente la escasez de dinerario en la guerra civil que se mantenía en España. Por esta acción se granjeó el aprecio del nuevo monarca convirtiéndose en uno de sus amigos y consejeros personales, siendo siempre apoyado por el Rey y si no ocurría así, luego se lo demostraba.

Por esto mismo el Monarca le entregó el mando en Jefe de los pocos medios de que disponía la Real Armada, que fueron puestos a sus órdenes y empeñados en el bloqueo la costa de Barcelona, participando activamente entres los años de 1712 y 1714, estando presente en todos los combates en tierra que eran encarnizados, hasta la finalización de la guerra.

Dado que sus buques eran de gran porte, se veía imposibilitado de cortar el abastecimientos que les proporcionaban los austriacos, ya que estos lo hacían con pequeños bajeles que podían incluso desembarcar en las playas, dejándolos fuera del alcance de la artillería Borbónica, además de ser muchos lo enemigos y pocos los buques a poder combatirlos.

A pesar de reunirse allí todo lo que estaba disponible, pues se incorporó la escuadra del marqués de Mari con tres buques y la de don José de los Ríos, con sus galeones de España, pero a pesar de ello no eran suficientes.

Por lo que se recurrió a todo lo que era posible, ya que de toda la costa del Mediterráneo, llegando al mismo Cádiz, se consiguió reunir otras cincuenta velas, estas más acordes con las necesidades, ya que eran pequeñas y podía mejor cortar el tráfico, mientras que en las escuadras de Mari y Ríos, se habían transportado a la zona un buen contingente de tropas del ejército.

Vista la poca efectividad de todo esto y puesto en conocimiento del Rey, éste le pidió ayuda (bien pagada) a su abuelo Luis XIV rey de Francia, quien acudió a la llamada, enviando a cuatro navíos al mando de Mr. Ducasse.

Lo malo fue, que el francés venía con el título y carta de otorgamiento de Comandante General de la Escuadra Aliada y sabiendo don Andrés del Pes, que este individuo había sido uno con los que había combatido en el Caribe, cuando estuvo al mando de unos buques de bucaneros este desliz de su Rey no se lo podía pasar, pero dada la necesidad de esos buques y guardando la consideración debida al Monarca español, hizo dejadez de su mando aunque a sus ojos no dejaba de ser una bajeza.

Pero las cosas se complicaron todavía más, pues Mr. Ducasse nada más llegar, se fijó en que don Andrés tenía enarbolada la insignia de Jefe en su galeón Nuestra Señora de Begoña, por lo que inmediatamente envió a un oficial para que la arriase, ya que él era el único con ese mando; a lo que don Andrés se negó en un principio, pero la insistencia y a la vista del documento de nombramiento, con las firmas de los dos Reyes, no quiso empeorar la situación, ya que al final la empresa era conjunta y con el mismo fin, sucediendo este desafortunado encuentro el día cuatro de mayo del año de 1714.

Ante esta humillación no se paró el español, ya que inmediatamente envió documento a su Majestad, en el que le venía a decir: «que considerase V. M. que ya sus servicios no eran menester en ese lugar y se dignase a elegir otro donde fueran más necesarios, siendo siempre del buen agrado de S. M.». El Rey consideró que lo mejor era cumplir sus deseos, así que le concedió el permiso y pasando a incorporarse al puerto de Cartagena, por lo que don Andrés, ante la estupefacción de Mr. Ducasse, enarboló de nuevo su insignia en su buque y zarpó con rumbo al puerto de destino, donde al llegar sí que se arrió su insignia, ya que él abandonaba el buque; teniendo lugar este hecho a lo largo del mes de diciembre del mismo año. (Analícese la forma de proceder.)

A su arribada al Arsenal, se le dió el mando de todas las unidades que allí se encontraban, más la observancia de la construcción de los que se hallaban en él, tanto de las galeras como los grandes galeones.

Al estar lista la escuadra de galeones y galeras, zarpó con la orden de viajar a Génova para recoger y transportar a la futura reina de España, doña Isabel de Farnesio, pero ante la negativa de tan ilustre dama a hacerlo por mar, ya que no era una buena mareante, se tuvo que retirar y zarpar con rumbo al puerto de partida, por que la Princesa prefirió hacer el viaje por tierra.

Al poco tiempo de arribar con la escuadra a Cartagena, y con fecha del día veintisiete de agosto del año de 1715, se le nombra Consejero del Supremo de Guerra en la sección de la Armada, dejando su mando y con postas se dirigió a la Villa y Corte. Una demostración más del Rey del aprecio que sentía por su persona. Posteriormente, con fecha del día veintiséis de enero del año de 1717, se le nombra Gobernador del Consejo de Indias, pero sin pérdida del cargo anterior. Lo que da una muestra palpable de la confianza y aprecio del Rey.

Al ocupar este cargo, verificó que al haber aumentado considerablemente el tamaño de los buques, el ascender por la barra de Sanlúcar hasta el puerto de Sevilla, cada vez se hacía más peligroso y complicado. De ello elevó al Intendente General don José Patiño un detallado informe, en el que ponía de manifiesto todas estas dificultades y sugería ser trasladada la Casa de Contratación y el Consulado a la bahía de Cádiz. Enterado de ello don José Patiño, dispuso el traslado al lugar sugerido, consiguiéndolo a pesar de las trabas que se le ponían desde la capital hispalense, que lógicamente se veía muy afectada y porque ya venía disfrutando de este privilegio dos siglos largos. Pero no pudieron pararlo, puesto que el Intendente General consiguió que el Rey firmara la Real Orden.

Así quedó en la bahía y ciudad de Cádiz desde este año de 1717, con los privilegios de tener el monopolio de todo el tráfico entre la Península y las Indias, y viceversa, trasladándose a la ciudad, los Tribunales de la Casa de Contratación y el Consulado de Sevilla, que tenía mucho que ver con ese tráfico, hasta la pérdida de los virreinatos.

Viendo el Monarca lo efectivo de su trabajo, no dudo con fecha del día catorce de enero del año de 1721, nombrarlo Secretario de Estado y del Despacho Universal de Marina, sin pérdida de su cargo como Gobernador del Consejo de Indias, ya que había demostrado su gran interés por el bien de España. Aunque hubo un antecesor en el cargo, por las medidas y prevenciones tomadas, así como la creación de nuevas secretarías se puede afirmar que fue el primer Ministro de Marina.

Le sobrevino el fallecimiento el día nueve de marzo del año de 1723, estando ocupando sus altas responsabilidades en la capital de España, Madrid, contaba con sesenta y nueve años de edad. S. M. no se olvidó de él en ningún momento, de hecho corrió personalmente con todos los gastos de su entierro, que fue en el convento de San Francisco, por cuya causa no se le olvidó a nadie de la Corte acudir a las honras fúnebres de tan insigne, marino y Administrador del Estado, siendo unos de los grandes entierros que se recordaron en Madrid durante muchos años.

En un documento aparecen los cargos que llevaba al mismo tiempo y dice: «D. Andrés de Pez, Almirante y General de Mar, Consejero de Guerra, Presidente del Supremo de las Indias y Superintendente General de Azogues.»

Notas

  1. Por discurrir su vida a caballo de dos siglos, en los que se sufrió el cambio de dinastía reinante en España, que a su vez produjo otros cambios, en su caso fue de los pocos que obtuvo los dos mandos superiores.
  2. Considerado como el 1er Ministro de Marina de la Armada.

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Sin iniciales del compilador.

Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo, 44, 1921, páginas: 335 y 336.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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