Salcedo y Arauco, Jose Justo Biografia

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José Justo Salcedo y Arauco Biografía

José Justo Salcedo y Arauco.
Cortesía del Ayuntamiento de Portugalete. Vizcaya.


Teniente general de la Real Armada Española.

Caballero profeso de la Militar Orden de Santiago. 1802.

Encomienda de Montijo en la misma Orden.

Orígenes

Nació en la población de Portugalete donde fue bautizado el día 9 de agosto del año 1753 en la parroquia de Santa María de la población. Fueron sus padres, don José Ventura Salcedo y Montaño, y doña Josefa Antonia de Arauco y Menchaca.

Hoja de Servicios

El 17 de julio de 1770, sentó plaza de guardiamarina en la Compañía del Departamento de Cádiz. Expediente N.º 1.119.

Al terminar sus estudios teóricos se le ordenó embarcar en diferentes buques destinados al corso, contra las regencias norteafricanas, al regreso de uno de sus cruceros y muy tempranamente, pues solo llevaba en la compañía seis meses menos dos días, se le entregaron los galones de alférez de fragata el 15 de enero de 1771.

Se le ordenó embarcar en el navío Atlante, practicando el corso por el océano, al regresar se le da la orden de desembarcar, al mes siguiente embarca en la fragata Santa Teresa, incorporada a la escuadra del Marqués de Casa Tilly, zarpa en comisión a la Ciudad Condal, regresando a Cartagena quedando desembarcado, poco después embarca en la fragata Santa Dorotea, para realizar el corso en el Mediterráneo, a su regreso queda desembarcado en el mes de junio de 1772.

Fue destinado a los Batallones de Infantería de Marina del Departamento, permaneciendo hasta recibir la orden del 20 de noviembre siguiente embarcando en la fragata Santa Lucia, zarpando con rumbo a Nápoles en comisión, al regresar al puerto de partida, se le ordena trasbordar a la fragata Santa Teresa, haciéndose a la mar el 20 de marzo de 1773 desde el puerto de Cartagena, embarcando tropas para ser transportadas a la plaza de Orán, arribando de nuevo a su puerto base, recibiendo la orden de trasbordar a la fragata Santa Dorotea, comisionada para practicar el corso contra las regencias norteafricanas, a su regreso en el mes de octubre siguiente se le ordena desembarcar, por ser destinado a los Batallones.

Permanece en ellos hasta recibir la orden del 14 de marzo del año 1774, de embarcar en la fragata Nuestra Señora del Pilar, regresando a la comisión de corso por el Mediterráneo, arriba a la bahía de Cádiz, dándosele la orden de desembarcar por ser destinado en éste Departamento a Almacenes, con fecha del 1 de noviembre siguiente se le ordena embarcar en la fragata Astrea, zarpando al mes siguiente en un tornaviaje a las islas Filipinas, en sus aguas permaneció un tiempo en lucha contra la piratería, arribar a la bahía de Cádiz junto a la Venus el 20 de julio de 1776, recibiendo la orden de pasar a su destino en el Departamento de Cartagena. Al desembarcar se le entregó la Real orden del 16 de marzo próximo pasado con su ascenso a alférez de navío.

Por Real orden del 26 de agosto siguiente se le otorga el mando de la saetía Santa Ana, quedando incorporado a la escuadra del Marqués de Casa Tilly, al arribar la escuadra a Montevideo el general le comisiona para que regrese al punto de encuentro de la isla de la Ascensión y comunicar a sus capitanes se hagan llegar al apostadero del Mar del Plata, cumpliendo a satisfacción del mando.

Al arribar se le ordena transportar unos pliegos a la isla de Santa Catalina, lo que efectuó, pero a pesar de estar a la vista de la escuadra española y después de siete largos días su buque fue apresado, siendo conducidos a Río de Janeiro, donde embarcó de transporte en la urca La Orduña regresando a la bahía de Cádiz el 28 de diciembre de 1778, al llegar se le entrega la Real orden del 19 de julio del año 1777, siendo ascendido al grado de teniente de fragata.

Por orden superior del 10 de mayo de 1779, se le ordena embarcar en el navío San José, participando en la primera campaña del canal de la Mancha realizándose con las escuadras combinadas de España y Francia, al mando del general don Luis de Córdova y del conde D’Orvilliers, consiguiendo que la escuadra británica, se encerrara en sus bases y puertos, por la superioridad de la aliada, evitando así un posible fatal desenlace, solo se pudo apresar al navío británico Ardent, de 74 cañones.

La escuadra arribó al puerto francés de Brest, donde recibió la orden del 1 de diciembre siguiente de trasbordar a la fragata Carmen, zarpando para vigilar los movimientos de la escuadra británica, regresó con noticias y se le comisionó para dar escoltar a unas urcas al puerto de Ferrol, al arribar sin novedad se incorporó a la división del brigadier don Atanasio Baranda, zarpando con rumbo a la bahía de Cádiz.

Encontrándose en el fondeadero, por orden superior del 21 de junio de 1780, se le ordena trasbordar al navío Septentrión, estando en él el director General de la Armada, lo comisiona para transportar pliegos a los puertos de Salé, Larache, Tánger y Arcen al mando de un falucho, regresando con la comisión cumplida y a satisfacción del general, quien por estarlo lo comisiona de nuevo, pero esta vez no a bordo, pues debía hacerse llegar a la Villa y Corte, donde permaneció un corto espacio de tiempo regresando a Cádiz, embarcando en su navío de destino, haciéndose a la mar en varias en comisiones de corso.

Por Real orden del 15 de octubre de 1781 se le otorgó el mando del jabeque San Antonio, siendo destinado al bloqueo del peñón de Gibraltar, el 7 de diciembre del propio año en unión de cuatro lanchas cañoneras formando una pequeña división, sostuvieron un combate en aguas de Punta Carnero, contra la balandra británica Peggi, la cual fue batida y rendida siendo marinada a la bahía de Algeciras.

Encontrándose en el Apostadero se le entregó la Real orden del 16 de septiembre de 1781, notificándole el ascenso al grado de teniente de navío, continuo al mando del mismo buque, participando en el combate naval del 20 de octubre de 1782, en el que se enfrentaron la escuadra española al mando del general don Luis de Córdova y la británica al mando del almirante Howe sobre el cabo de Espartel.

El 7 de diciembre siguiente se encontraba con su buque y el navío San Lorenzo, junto a otros que daban seguridad al navío San Miguel arrojado por una tormenta contra la costa, por estar sufriéndose un fuerte temporal del SE., todos estaban fondeados para soportarlo, a poca distancia se encontraban al mismo tiempo y situación varias fragatas británicas, pero muy atento a todo lo que sucedía, se confirmó al anochecer que dos de la enemigas levaron anclar y se dieron a la vela, una de ellas era de guerra y la otra mercante, a pesar del fuerte temporal y ser muy superior en porte de cañones a su buque, no lo dudo y ordenó levar intentando darles caza, consiguiendo apresar por ser más lenta la mercante, pero a la vista de su compañera de guerra, imposibilitada ésta de maniobrar debido a verse forzada a correr el temporal, siendo marinada hasta fondearla en la bahía de Cádiz.

Prosiguió en sus navegaciones hasta firmar la paz preliminar ambos países el 20 de enero, permaneciendo hasta el 1 de abril de 1783 al mando de su jabeque, incorporado a la división del capitán de navío don Baltasar de Sesma, realizó varias campañas de corso en el Mediterráneo, al regreso de una de ellas se le integró en la escuadra del mando del general don Antonio Barceló.

Al arribar a la zona, el general le comisionó para reagrupar unas lanchas que por efecto de un golpe de viento había quedado rezagadas, repasó las aguas y localizó a cinco de ellas, siendo conducidas a la escuadra donde quedaron unidas, muy satisfecho el general le ordenó se mantuviera a la vela, para dar protección a las lanchas durante los bombardeos, lo que tuvo que efectuar en varias ocasiones por salir buques enemigos con la intención de acabar con las pequeñas lanchas, pero no lo consiguieron.

Al dar por concluidos los bombardeos el general dio la orden de regresar, fueron fondeando todos los buques en el puerto de Cartagena, recibiendo la orden de desembarcar, por habérsele concedido licencia para recuperar su salud. No tardó mucho, pues se presentó de nuevo el 20 de agosto siguiente, siéndole ordenado pasar al Departamento de Cádiz, aquí se hallaba cuando le fue entregada la Real orden del 26 de septiembre de 1783, siendo ascendido al grado de capitán de fragata, por expresa recomendación de su general.

Por orden superior del 26 de enero de 1784 se le nombra segundo del navío Guerrero, realizando varios cruceros por el Mediterráneo, así como misiones de transporte para llevar auxilios a Argel, regresando a Cartagena.

Al poco tiempo por Real orden se le otorgó el mando de la fragata Santa Gertrudis, estando de travesía de Cartagena a Cádiz, el 8 de agosto siguiente navegando en conserva con el navío Purísima Concepción, se encontraron con un jabeque argelino del porte de 14 cañones, al que separándose uno por cada banda lo fueron apretando, hasta que la fragata pudo llegar a tiro, uno de los disparos le partió el trinquete al enemigo, siendo tomado al abordaje y marinado hasta la bahía de Cádiz, donde entregó el buque y sus cuarenta y tres tripulantes prisioneros, pues siete murieron en el enfrentamiento, al arribar quedó desembarcado el 28 de octubre continuo.

Por Real orden del 1 de marzo de 1791, se le asciende al grado de capitán de navío. Por estar sin mando a flote, se le destina en el mes de abril siguiente para recuperar del fondo todas las anclas y cables perdidos por los buques en el gran bloqueo de Gibraltar del año 1782, recibiendo por ello las gracias Reales.

En diciembre de 1792, se le nombra defensor en el Consejo de Guerra del capitán de navío don Diego Guiral, por la pérdida de la fragata Nuestra Señora de Loreto, encallada en la Punta de San José el 27 de mayo próximo pasado, en el apostadero de Montevideo.

En el mes de enero de 1793 se le otorga por Real orden el mando de la fragata Santa Rosalía, para realizar un tornaviaje a las islas Filipinas, pero fue anulado por la superioridad, siendo comisionado para transportar a Ferrol al general don Gabriel de Aristizábal y varios oficiales, para reforzar las dotaciones por la inminente declaración de guerra contra el Reino Unido, quedando afecto al mismo al mismo Departamento hasta el mes de mayo siguiente por ser relevado, por ello regresó a su Departamento de Cádiz, siéndole otorgado el de la fragata Santa Sabina, formando división junto a la Sirena y Dorotea, realizando un crucero sobre las islas Terceras, estando en él los franceses apresaron una corbeta mercante británica, siendo comisionado para marinarla hasta la bahía de Cádiz.

A principios de 1794, participó en la campaña del Cantábrico incorporado su buque a la escuadra del general don Francisco de Borja, por recomendación de su general y puesto en conocimiento de S. M. se le otorgo en el mes de julio el mando del navío Monarca, incorporado a la escuadra del general don José de Córdova, zarpó de crucero a las islas Terceras, para dar escolta a una Flota proveniente de ultramar, aprovechando el viaje para comparar su navío con el recién entregado Montañés, regresando a la bahía de Cádiz en el mes de noviembre siguiente, sin descanso el 18 de diciembre zarpó incorporado a la escuadra del general don Juan de Lángara, realizando toda la campaña naval de apoyo a los franceses, hasta el socorro de Rosas, y la firma del tratado de Basilea.

Por Real orden del 6 de diciembre de 1796, se le asciende al grado de brigadier.

Al estallar la guerra con el Reino Unido, se hizo a la mar con destino a la bahía de Cádiz, con el navío de su mando uniéndose en 1797 en la bahía a la escuadra del general don José de Mazarredo, participando en la defensa contra los ataques de los británicos y al abandonar estos el bloqueo, se hizo a la mar con la escuadra española que persiguió a la británica, pero sin éxito.

Volvieron los británicos ya reforzados a establecer el bloqueo de esta bahía, pero en la noche del 10 de abril se hizo a la mar con su navío y las fragatas Mercedes y Paz, con las que muy osadamente logró burlar a los enemigos, poniendo rumbo a la islas Canarias y de aquí, a la Habana y Veracruz, donde embarcó caudales y regresó a la ría de Vigo sin ser molestado a pesar de la gran cantidad de buques enemigos que estaban a la espera, pasando poco después a la bahía de Cádiz, donde desde el 14 de mayo de 1799 al 1 de septiembre de 1800, fue el comandante de los buques surtos en ella.

Por Real orden del 26 de octubre de 1801, se le otorgó el mando del navío Argonauta, zarpando el 13 de noviembre siguiente en un viaje redondo a Veracruz y la Habana, embarcado azogues y regresando con más caudales a la bahía de Cádiz el 13 de abril de 1802, quedando desembarcado por serle concedida una licencia, en uso de ella se le entregó la Real orden del 5 de octubre de 1802, notificándole su ascenso al grado de jefe de escuadra.

Se presentó al finalizar su licencia el 28 de junio de 1803 en el Departamento de Cartagena, donde cumplió la comisión de poner al día el cobro de sueldos a los miembros de la Armada, como dictaba la Real orden del día 4 de diciembre próximo pasado. Así mismo se le notifica por otra Real orden del 20 de febrero de 1804, habérsele concedido pasar al Departamento de Cádiz, por ser más benigno su clima y facilitarle restablecer su salud.

Al estallar la guerra con el Reino Unido, por el acto de provocación al atacar estos con una escuadra compuesta por cuatro fragatas a una española al mando de don José de Bustamante, estando en paz ambos reinos, se encontraba con licencia en la ciudad de Cádiz, al enterarse, se presentó a sus jefes, quienes decidieron entregarle el mando de la escuadra aprontada en el Arsenal de Cartagena, para ello salió el 11 de marzo en postas de la ciudad de Cádiz, llegando al nuevo Departamento el 29 siguiente, tomando el mando de la referida escuadra.

Arboló su insignia en el navío de tres baterías Reina Luisa, zarpando para instrucción de la escuadra el 27 de abril, fondeando de nuevo el 28 siguiente, volvió a hacerse a la mar el 15 de mayo, regresando el 20 continuo, de nuevo salió el 8 de junio, fondeando el 11 y el 17 de julio se hizo a la vela, para regresar el 22 siguiente.

Después del desastre del combate de Trafalgar, por Real orden del día 9 de noviembre de 1805, (promoción general como agradecimiento del Rey) se le ascendió al grado de teniente general, permaneciendo en el mando de la escuadra de Cartagena, realizando múltiples salidas en protección del tráfico marítimo, contra los corsarios norteafricanos que no dejaban de perseguir a cualquier posible presa.

S. M. elevó a la máxima dignidad de la Armada a don Manuel Godoy, Príncipe de la Paz con el título de Almirante General, y por Real cédula del 27 de febrero del año de 1807 fue creado el Consejo de Almirantazgo, siendo elegido don José Justo Salcedo como vocal en unión de los generales don Ignacio María de Álava y don Antonio de Escaño, por ello entregó el mando de la escuadra del Departamento de Cartagena al general don Cayetano Valdés el 8 de marzo y con postas viajó a la Corte, donde se presentó el 18 siguiente.

Por orden del Príncipe de la Paz del 4 de febrero de 1808 a don Cayetano Valdés debía zarpar con la escuadra de Cartagena, lo que efectuó el 10 de febrero siguiente con derrota y destino al puerto francés de Tolón, pero el jefe de escuadra Valdés, hombre de gran visión, con la excusa de haber tenido que salvar un gran temporal, arribó a Palma de Mallorca el 15 siguiente, saliendo de nuevo con rumbo a Mahón donde fondeó el 5 de marzo continuo.

Al ser destituido de su cargo el Príncipe de la Paz entre el 17 y 18 de marzo de 1808, por el motín de Aranjuez, en el que abdicó del rey don Carlos IV y subió al trono su hijo don Fernando VII, fue disuelto el Consejo del Almirantazgo y en su lugar se puso en funcionamiento el Consejo de Marina.

El mariscal de Francia, Murat, Gran duque de Berg, al mando en Jefe del ejército francés en la península, pidió explicaciones del porque no se habían cumplido las órdenes, al saber la excusa pidió la destitución del mando del general Valdés, la cual fue realizada, nombrando en su puesto al brigadier don Juan José Martínez a la espera de que llegará el general Salcedo.

Pero en este tiempo la Real familia engañada por el Emperador viajó a Francia, al ser conocida la noticia se produjo por el mismo pueblo el alzamiento nacional del 2 de mayo de 1808, al llegar la noticia del alzamiento a las islas Baleares, la escuadra se unió a la proclamación nacional.

A Salcedo le cogió en la ciudad de Valencia camino de su nuevo mando, sin pensárselo se unió al alzamiento nacional, por ello se presentó a la Junta formada en esta ciudad, siendo nombrado miembro vocal de Armamento y defensa de ella, participando activamente ayudado con la tenaz resistencia del pueblo, vencieron al ejército napoleónico al mando del mariscal Moncey quien intentó la conquista.

Después de la derrota de los ejércitos napoleónicos en la batalla de Bailén y el fracaso en la ciudad de Valencia, el rey José Bonaparte abandonó Madrid, al ser conocedor de ello Salcedo se dirigió a esta capital, pues en ella se encontraba toda su familia, tomando parte en el año 1809 en su defensa, pero los napoleónicos logrando entrar, nadie es capaz de saber la verdad ni las razones por las que al regresar el Rey intruso se inclinó de parte de éste.

El caso es que permaneció al lado del Rey, hasta ser vencidos los ejércitos napoleónicos por el pueblo y las armas quienes los expulsaron de la península, dando por finalizada la guerra en el año 1814, viéndose obligado a acompañar a los mismos enemigos en su retirada, buscando refugio en el país vecino fijando su residencia en la ciudad de Burdeos.

En 1819 se decidió a entrar en España con toda su familia, a pesar de no habérsele concedido licencia para hacerlo, pero casi seguro que ni siquiera se le habría buscado, de no coincidir esta decisión con el movimiento revolucionario del Ejército en la población de el Palmar del Puerto.

El Gobierno pensó que la coincidencia no era tal y existía algún tipo de conexión entre los dos hechos, por ello dio la orden de encarcelarlo en la Torre del Oro; fue buscado, encontrado y detenido, por las tropas de Infantería de Marina al mando del sargento don Antonio la Cruz, quien no le guardó los debidos respetos a persona mayor y con el grado que había alcanzado, pero en esos instantes estaba enfermo, siendo certificado por los facultativos del Departamento por efecto de una pulmonía que le imposibilitaba ser trasladado, dejándolo en su casa custodiado.

Pero se produjo el 1 de enero de 1820 el alzamiento de Cabezas de San Juan, la Junta establecida por este hecho, le propuso por dos veces hacerse cargo del Departamento de Cádiz, por haber depuesto a su titular el general Hidalgo de Cisneros, pero se mantuvo firme y no aceptó, ya tenía la lección bien aprendida y no quiso caer otra vez en la tentación que, tan amargamente estaba sufriendo en los últimos años.

Por estos hechos hubo una amnistía general para todos los afrancesados, por esta razón a partir de este instante ya podía permanecer en su patria sin miedos ni reclusiones, la cual le fue levantada.

Al producirse la entrada en España de las tropas al mando del duque de Angulema, los llamados ‹Cien mil hijos de San Luis› y llegar a Cádiz, donde tuvieron alguna resistencia, acudió el rey don Fernando VII al Puerto de Santa María donde se encontraba el cuartel general, siendo firmado un Real decreto de la misma fecha por el que le fueron devueltos los poderes absolutistas, quedando abolida definitivamente la Constitución de 1812.

Al reunirse las primeras Cortes del nuevo régimen, se les dió una amplia amnistía a los llamados afrancesados (una más de las cesiones del nuevo gobernante para intentar olvidar viejas heridas), por ello pudo permanecer como un civil o ciudadano más, sin privilegios ni sueldo en su hacienda ubicada en la población de Chiclana, pero sí se trasladó con su familia a Cádiz y poco tiempo después a San Fernando, donde permaneció definitivamente.

En el año 1825, el Rey dictó una Real cédula siéndole concedía una pensión de 24.000 reales anuales, pero le visitó el Ministro Salazar, quien le explicó que la pensión iba a cargo del presupuesto del Almirantazgo y que éste la había fijado en 20.000 reales, pero S. M. ordenó suplirla hasta la cantidad que ahora percibía, a ello le contestó: «Siendo amante siempre de mis Reyes, en su tanto me sirvió esta deferencia de S. M. de más satisfacción que la misma pension.»

Poco tiempo pudo disfrutar de la pensión, pues solo unos meses más tarde, el 8 de noviembre de 1825, por un agravamiento de su pulmonía falleció en su casa de San Fernando. Contaba con setenta y dos años, y cuatro meses de edad. Siendo amortajado con el hábito de San Francisco y por falta de dinero fue un entierro humilde.

Tan solo un mes después, el Ministro de Marina, comunicó a la viuda doña Pascuala Zuloaga que, el Rey muy caritativo, le concedió la rehabilitación total de sus cargos, por ello recibiría la pensión que le correspondía, pues era lo único que le quedaba para poder vivir.

Paula y Pavía cierra esta biografía con un apunte sobre su carácter y virtudes, para terminar casi con una sentencia que, viene muy a cuento (2013) pues a pesar del tiempo transcurrido en algunos conceptos no lo hace para comprender son inmutables:

«Era D. José Justo Salcedo un varón dotado de excelentes virtudes, de una gran piedad y de un fondo inagotable de caridad para el prójimo. Fué padre cariñoso y rígido, esposo tierno é hijo amantísimo. Amigo leal y padre de sus subordinados, apasionado á su carrera, en la que siempre desplegó una serenidad admirable aun en los casos más arduos. De trato agradable y chistoso sin nunca traspasar los límites de una fina educacion. Gustaba mucho del retiro y del silencio, cuando sus atenciones le permitian retirarse á la soledad de sus habitaciones.
Pues bien, un personaje de tan raras virtudes cuyo mérito era universalmente reconocido, murió en el ostracismo á que lo condenó un mal paso; ejemplo vivo que debe conservarse para que, sean cual fuesen las vicisitudes de la patria, seguir siempre sus banderas contra el invasor extranjero, pues así lo demanda la lealtad y la hidalguía castellana.»

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1857. compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa-Calpe. 116 tomos, completa.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

Fernández Duro, Cesáreo.: Naufragios de la Armada Española. Establecimiento tipográfico de Estrada, Díaz y López. Madrid, 1867.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

López García, Gerardo Manuel.: La Trastienda de Trafalgar. El teniente general José Justo Salcedo. Imprenta del autor. Abril de 2010.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Válgoma y Finestrat, Dalmiro de la. Barón de Válgoma.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

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