Somodevilla y Bengoechea, Zenon de Biografia

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Biografía de don Zenón de Somodevilla y Bengoechea


Retrato de don Zenón de Somodevilla y Bengoechea, marqués de la Ensenada.
Zenón de Somodevilla y Bengoechea.
Cortesía del Museo Naval de Madrid.

Marqués de la Ensenada. 8 de diciembre de 1736.

Caballero de la Orden de Calatrava. 25 de enero de 1742.

Ministro de Hacienda, de Guerra, de Marina y de Indias. 13 de abril de 1743.

Secretario de Estado. 9 de mayo de 1743.

Superintendente general de las Rentas Generales de Millones del Reino. 18 de mayo de 1743.

Juez privativo del Resguardo de todas las rentas del Campo y Puertas de Madrid. 19 de mayo de 1743.

Lugarteniente general del Almirantazgo. 24 de mayo de 1743.

Superintendente general de la Renta del Tabaco del Reino y presidente de su Junta. 13 de junio de 1743.

Notario público de los Reinos de España. 31 de julio 1743.

Consejero de Estado. 9 de octubre de 1745.

Secretario de la reina, doña Bárbara de Braganza. 15 de septiembre de 1747.

Honores de capitán general de la Armada y del Ejército. 22 de noviembre de 1749.

Caballero del Toisón de Oro. 12 de abril de 1750.

Caballero Gran Cruz de la Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta. 27 de octubre de 1750.

Todo esto llegó a ser don Zenón de Somodevilla y Bengoechea.

Comenzando su vida por la "discordia" de dos pueblos de la Rioja (Logroño), próximos entre sí, Hervías y Alesanco, los cuales se disputan desde antiguo el alto honor de haber sido su patria de nacimiento.

El origen de esta disputa se basa en que existen dos partidas de nacimiento, al parecer las dos autenticas, pasamos a conocer su texto literalmente y que el lector escoja.

La de Hervías dice:

« A zenón de somodevilla y Bengoechea, hijo legítimo de Francisco de Somodevilla y de Francisca de Bengoechea, su mujer, estantes en esta villa de Hervías, yo José de Tomhey, Cura y beneficiario en la iglesia parroquial de ella, puse Oleo y Crisma bautizando en caso de necesidad por mí, en veinte y cinco de abril del año mil setecientos y dos, y fueron sus abuelos paternos Francisco de Somodevilla y Ana de Villaverde, vecinos que fueron de la villa de Alesanco; maternos Domingo de Bengoechea y Francisca Martínez, vecinos que fueron de la villa de Azofra. Fue su padrino Dionisio Alesanco, presbítero y beneficiario en dicha iglesia parroquial, di por otorgado a San Marcos; testigos Domingo Jiménez y Lucas de Bartolomé. Y porque conste lo firmo: José de Tomhey, rubricado » Archivo de la parroquia de la Asunción de Hervías, Libro segundo de bautizos, folio 168.

La de Alesanco dice:

« ZENON DE SOMODEVILLA. En dos días del mes de junio de mil setecientos y dos años: yo, don Juan Francisco Fernández de Bobadilla, teniente de cura, por ausencia de don Francisco Fernández de Bobadilla, cura y beneficiario en la iglesia parroquial de esta villa de Alesanco, bauticé a un niño y se llamó Zenón, hijo legítimo de don Francisco de Somodevilla y de doña Francisca de Bengoechea, vecinos de esta villa. Fue su padrino Martín Gallego. Abuelos paternos, Francisco de Somodevilla y Ana de Villaverde, vecinos que fueron de esta villa; maternos, Domingo de Bengoechea y Francisca Martínez, organista, y don Diego de Somodevilla y don Carlos Andrés. Y para tanta fe lo firmo, ut supra: Juan Fernández de Bobadilla, rubricado » Archivo de la parroquia de Santa María, de Alesanco. Libro tercero de bautizos, que empieza el 21 de febrero de 1662, folio 174. (En ambas partidas hemos actualizado la ortografía y desarrollado las abreviaturas, pero el texto es del todo fiel al original)

Nuestra opinión es que nació y fue bautizado en Hervías; que el padre del niño le interesó que se inscribiera la partida del bautismo de su hijo también en Alesanco; que por esto se incluyó deliberadamente en la partida de Hervías la cláusula de « estado de necesidad » del bautizado.

¿Razones? El estado de hidalguía iba unido a la naturaleza de una persona, es decir, que era hidalgo en un pueblo y en ese pueblo transmitía sin más a sus hijos el estado de hidalguía; sin embargo, al trasladarse a otro pueblo no se le reconocía ni a él ni a sus hijos este estado, a no ser que lo demostrara judicialmente, en un largo y costoso proceso, ante la correspondiente Sala de Hijosdalgos en la Chancillería de Valladolid.

De hecho el padre del futuro marqués de la Ensenada era hijodalgo en Alesanco, pueblo de su naturaleza; no lo era de Hervías, pueblo de su estancia y residencia. Obsérvese un detalle en las partidas de bautismo del hijo en uno y otro pueblo. En Alesanco, a los padres se les antepone el tratamiento de don y doña, signo inequívoco de hidalguía y en la de Hervías no se les otorga ninguna distinción. En consecuencia, el padre al inscribirlo en Alesanco la partida de bautismo de su hijo varón primogénito, estaba poniendo los cimientos jurídicos para que un día pudiera su sucesor heredar el estado de hidalguía.

Si aquel niño, al que se le puso el nombre de Zenón, porque nació efectivamente el día de San Zenón, el veinte de abril de 1702, en Hervías, hubiera llevado una vida oscura y anónima, como la mayoría de los mortales, nunca hubiéramos conocido la existencia de estas dos partidas. Pero como, para fortuna de España, llegó a primer ministro de la nación y alcanzó para siempre la categoría de personaje histórico, es por ello por lo que venimos a conocimiento de estos pequeños, digamos ‹ arreglos ›, en el comienzo mismo de su existencia, de los cuales él no era responsable.

No dejó de profesar una devoción especial al santo de su nombre; existe en el pueblo riojano de Ojacastro una fervorosa y numerosa cofradía de San Zenón, no se le escapó este detalle y en el año de 1751, mandó dorar a sus expensas el altar y el retablo del santo, lo que recuerda una inscripción al pie del altar.

Ante todo es preciso distinguir cuidadosamente entre el hecho del nacimiento y el estado jurídico de la naturaleza u origen de una determinada persona, y más en el caso que nos ocupa, porque normalmente ambas cosas coincide, pero no siempre.

Cursó sus estudios en una de las principales universidades españolas.

Se distinguió tanto en ellos, que pronto ocupo el cargo de profesor de matemáticas, en uno de los colegios reales.

De allí marchó a Cádiz a emplearse en una casa de comercio, donde ya demostró sus altas y eficaces cualidades, pues su letra, caligrafía y firma eran excelentes, además de ser ordenado, exacto, meticuloso, limpio, tenaz y elegante.

Patiño, intendente del Ejército y la Marina, tuvo que desplazarse a departamento de Cádiz, para dar vigor al armamento y expedición, que se preparaba para liberar Ceuta, del asedio que venía sufriendo desde hacía veintiséis años.

Allí sucedió el feliz encuentro, Patiño conoció al joven Zenón que a la sazón contaba con dieciocho años de edad.

Algo vió Patiño en la inteligente mirada de aquel modesto escribiente, que le propuso llevárselo a Madrid y le expidió «…en atención a su habilidad…» el título de oficial supernumerario del ministerio de Marina, esto sucedía el día 1 de octubre del año de 1720, fecha que seguro no olvidó jamás.

El joven Somodevilla por su forma de trabajar, se distinguía por su inteligencia y actividad, por lo que ascendió rápidamente en su carrera.

Siendo ascendido a la clase de segundo oficial el día 15 de julio del año de 1724.

En el año de 1725, volvió a ascender a la clase de oficial primero y comisario de matrículas en la costa de Cantabria.

En el año de 1726, se hallaba destinado en el astillero de Guarnizo, a las órdenes de don José del Campillo y Cosío, que como ministro de aquel astillero, le correspondía la misión de no dejar perder tiempo, activando las obras de construcción; se apercibió de la valía de aquel joven, que tenía a sus órdenes y le distinguió desde entonces y para el resto de sus vidas con su mayor confianza.

Ascendiendo el 6 de noviembre del año de 1728 a comisario real de Marina y destinado a Cádiz.

El 6 de octubre de 1730, se le destina como comisario de Marina al departamento de El Ferrol, estando a las órdenes de don Bernardino Freire, con la misión de sustituirle en los casos de ausencia o enfermedad.

Se conoce la orden en que Patiño, comunica a Freire el traslado; el documento habla por sí sólo: « Respecto del conocimiento y experiencia con que se halla el referido ministro de lo que se observa en el arsenal de Cádiz, cuyas reglas quiere su Majestad se sigan en todo en Ferrol, es su Real ánimo que oyendo vuestra merced, sobre este asunto al referido don Zenón, le encargue le atienda particularmente a la construcción y al armamento y desarmo de bajeles y todo lo demás concerniente a ese departamento, según órdenes que en lo sucesivo se expedirán »

Por orden del 29 de julio del año de 1731, se le ordenó embarcar en la escuadra del general don Francisco Cornejo, lo hizo en el buque insignia, el navío San Felipe con la misión de reconquistar la plaza de Orán: la flota estaba compuesta de 518 buques en total, entre ellas la división al mando de don Blas de Lezo y el ejército al mando del duque de Montemar, dando la vela el día 15 de junio del año de 1732, por las tempestades, se refugiaron en la ensenada del Cabo de Palos, volviendo a zarpar el 23 siguiente, llegando el 28 fondeando en la costa, al día siguiente comenzó el desembarco, que puso en la playa a treinta mil hombres.

Entre las gracias que concedió el Rey a los que habían realizado la reconquista, le cupo el honor a Somodevilla, según la Real orden del día 29 de septiembre del año de 1732, el ascenso a comisario ordenador de Marina y destinado al Departamento de Ferrol y sueldo de 250 escudos de vellón al mes; el decreto dice: «…en consideración a los méritos de vos, don Zenón de Somodevilla, ejecutados con varios empleos y a la conducta y aprobación con que habéis desempeñado vuestra obligación en el particular encargo de ministro del armamento que destiné para la recuperación de la plaza y fortaleza de Óran »

Como comisario ordenador fue destinado por Felipe V a Milán en el año de 1733, encargado de las funciones de intendente, o jefe superior de los servicios de administración militar.

Se embarcó en Ferrol zarpando en la expedición a Nápoles y Sicilia, al mando del duque de Montemar, que trataba de poner en el trono al infante don Carlos.

Volvió a distinguirse y en el de 1734 Patiño le concedió por orden del Rey, cien escudos de vellón por mes sobre todos los sueldos que gozaba; dice la Real orden: «…cuya gracia le hace Su Majestad con consideración a las campañas que ha ejecutado, a la en que va continuando en Italia, a la aplicación, celo y acierto con que se ha desempeñado, y a los crecidos gastos que se le han ofrecido »

Por otra Real orden de la misma fecha, día 7 de agosto del año de 1734, se le manda volver inmediatamente a Cádiz y embarcarse en la escuadra del capitán de navío don José Pizarro, para continuar en Nápoles el cargo de ministro principal del armamento naval de la expedición española, comunicándosele al mismo tiempo las instrucciones necesarias para el buen orden y administración de la Armada. La orden dice:

« El Rey manda que luego se dirija vuestra merced a Cádiz para embarcarse sobre los tres bajeles del cargo del capitán de navío don Josef Pizarro, respecto haber resuelto Su Majestad vuelva vuestra merced a Italia para continuar sin novedad en los cargos de ministro principal del armamento naval de la expedición que Su Majestad se sirvió confiarle. Las adjuntas órdenes para el teniente general don Blas de Lezo y don Francisco de Varas entregará vuestra merced a su arribo, solicitando por su parte la más puntual ejecución, a fin de que salgan a navegar los navíos con la más posible brevedad.

En ellos se ha de embarcar por tercias partes la cantidad de pesos mejicanos, que se avisará a vuestra merced en carta separada y entenderá de don Francisco de Varas, cuyo caudal ha de recoger el tesoro del ejército de la expedición, por deber aplicarse a su subsistencia.

Cuatro navíos se consideran suficientes para promover por mar las empresas de Italia y éstos ha de ser Constante, Europa, África, y Andalucía (1); pero en la duda de que hayan de permanecer también dos fragatas, se ha participado al teniente general don Miguel Regio se eche mano de las nombradas Victoria, y Fama (2).

Al jefe de escuadra don Gabriel Pérez de Alderete se ha mandado venga a Cádiz con los bajeles Princesa, San Isidro, Conquistador y Galga (3); pero pudiendo suceder que el estado de las cosas de Italia obligue a detenerlos hasta que arriben los tres a Cádiz, encargo a vuestra merced que luego que llegue a Nápoles se informe y discurra, de acuerdo con el Conde (mas tarde Duque) de Montemar y don Miguel Regio, el modo de ganar los instantes en la restitución a España de don Gabriel de Alderete con los citados cuatro navíos antes que entre el invierno, proveyéndolos, sino lo estuvieran, de los víveres sólo precisos para el viaje que se señala.

Los navíos Constante, Europa, y África están acabados de carenar, y en Cádiz se pertrecharán para campaña de seis meses y bastimentarán por tres a consumir desde el día de la vela, y el Andalucía fue carenado también de firme el año pasado, con que únicamente podrá ser que Victoria y Fama hayan menester recorrerse, lo que podrá practicarse o en la dársena de galeras de Nápoles, en el Puzol, o en la parte de los dominios de Italia que prometa menos dispendios y tenga a estas fragatas más inmediatas a obrar.

Como substancialmente hay por ahora suficiente marinería en la Armada, procederá vuestra merced en la recluta de la de Italia de manera que esté bien entretenida la escuadra de la expedición, y la gente que sobrase sea de buena calidad, pero tirando vuestra merced sus líneas con reflexión a poder hallarse repentinamente con orden para juntar el mayor número que sea posible en pocos días, y a convenir como quiera inducir y persuadir las naciones al servicio de la Marina de España.

Teniéndose noticia de que el Andalucía, Victoria y Fama necesitan velas nuevas, y que en Nápoles no se encuentra lona de que hacerlas, pedirá vuestra merced a don Francisco de Varas las piezas precisas para juego y medio.

Para que las tripulaciones de los citados bajeles Andalucía, Victoria y Fama, puedan ser tratadas en punto de pagas según y conforme las del Constante, Europa y África, se da orden a don Francisco de Varas para que, reconociendo las copias de las listas de viaje que se hallan en la contaduría de Marina y la cuenta que el tesorero que vuestra merced ha tenido en la campaña, se haga un cálculo, el más puntual que sea dable, del caudal que se necesitare, haciendo entregar a disposición de vuestra merced la cantidad que resultare para que se comparta, bajo la propia regla de proporción que se siguiere en Cádiz con los equipajes de Constante, Europa y África.

Aunque para los gastos que puedan ocurrir en adelante en la escuadra de Italia, como son compras de algunos pertrechos y víveres, se previene a don Francisco de Varas ponga a disposición de vuestra merced 25.000 pesos, de cuya distribución ha de pasar vuestra merced a mis manos relaciones como se acostumbra, acompaño una orden para que el intendente den Josef del Campillo, para que de la tesorería del Ejército se supla a vuestra merced el que en adelante hubiere menester para las urgencias que ocurrieren, en cuyo caso, y no en otro, usará vuestra merced de ella, dedicado siempre a que no se mezcle la cuenta y razón de marina con la de Tierra. Dios guarde a vuestra merced muchos años como deseo. San Ildefonso, 7 de agosto de 1734. Don José Patiño. — Señor don Zenón de Somodevilla » (Este documento puede verse en Rodríguez Villa, « El Marqués de la Ensenada » págs. 312-314)

Con fecha del día 8 de diciembre de 1736, se le concedió el título de marqués de la Ensenada, como premio a tan notables y extraordinarios servicios prestados en Italia, al nuevo rey de Nápoles y Sicilia, Carlos VII (después sería Carlos III de España), que fue quien se lo concedió.

La primera noticia que recibió don Zenón del otorgamiento del título, fue una carta fechada el 17 de julio del año de 1736 del conde de Santisteban, que decía: « se ha servido hacerle de título de Marqués, en atención a su calidad y mérito »

En la misma fecha, recibió otra del secretario de Su Majestad siciliana, don José Joaquín de Montealegre, que dice: « Ha venido en dar a Vuestra Señoría una señal de su Real gratitud, haciéndole merced del título de Marqués « in perpetuum » para su persona y sucesores, y me ha mandado dar a Vuestra Señoría este aviso ‹ ínterin › que se le despacha el correspondiente diploma »

El diploma se le despachó el día 8 de diciembre de 1736, es decir cinco meses después, por lo que se piensa que don Zenón, tuvo algo o mucho que ver con el nombre a añadir al título, el diploma decía:

« Don Carlos, por la gracia de Dios, Rey de las Dos Sicilias, de Jerusalén, etc., infante de España, etc. Por cuanto teniendo presente los distintos méritos que concurren en el ilustre, fiel y dilecto don Zenón de Somodevilla, ejecutados desde el año de 1720 en servicio del Rey mi señor y mi carísimo padre, con los empleos de Oficial de los oficios principales de Marina, de comisario de matrículas en la Cantabria, de comisario real de guerra de la Marina de España, y de comisario ordenador de ella; y por el desempeño y cabal satisfacción de su obra, rectitud, celo y suficiencia se le han encargado las comisiones de director de la contaduría de los arsenales de Cádiz, de contador principal de la del Departamento de Marina de Cartagena de Levante, de ministro de la escuadra de Cantabria que fue a los mares de Liorna escoltando las tropas que tomaron posesión de aquella plaza, de ministro principal de la Armada que se ocupó en la conquista de la plaza de Orán, y de todo lo concerniente a la Marina durante la expedición de Italia y conquista de mis reinos de las Dos Sicilias, consiguiendo del Rey mi señor y padre no sólo aprobación de su conducta, sino también en mi ánimo la competente aceptación; y atendiendo asimismo a la notoria nobleza que le ilustra, como hijo de don Francisco de Somodevilla y Villaverde, natural de la provincia de la Rioja, descendiente del noble y antiguo solar de Valdosera, y de doña Francisca Bengoechea y Arciniega, de casa también solariega de su apellido, en la provincia de Guipúzcoa, ya que sus antepasados han servido a los Reyes de España, mis progenitores, con los créditos correspondientes a su sangre, en cuya imitación se ha esmerado el ilustre don Zenón para merecer las confianzas y encargos que se han fiado a sus experiencias, y adquirir nuevos motivos de ilustrar más su casa con las acciones que le han granjeado mi agrado: he venido……en darle una señal de mi gratitud condecorándole con la merced de título de MARQUES con la denominación de la ENSENADA, para su persona, herederos y legítimos descendientes perpetuamente, en remuneración de lo que ha sabido merecer su celo y aplicación a las mayores ventajas de mi servicio »

En el año de 1737 don Felipe V creó el Consejo del Almirantazgo, con el deseo de fomentar y proteger la Marina, pero no menos que el procurar un puesto digno a su hijo el infante don Felipe, que contaba con veinte años de edad, que sirviera para instruirle y ser útil a la Patria.

El nombre de almirante, proviene del árabe y significa literalmente « emir del mar » Por un decreto de fecha del día 14 de marzo de 1737, el Rey nombraba almirante general de España e Indias y presidente del Almirantazgo y Junta de Marina, a su hijo el infante don Felipe.

Como miembros de ella fueron nombrados: el marqués de Mari, don Francisco Cornejo y don Rodrigo Torres y como secretario de la Junta, pieza clave de la institución, con el grado de comisario ordenador de la Marina al marqués de la Ensenada.

Con este ascenso dentro de su profesión a intendente de Marina, se le asigna un sueldo de 6.000 escudos por año; además de 300 mensuales de sobresueldo para atender a la mesa de los oficiales que servían en la Secretaría del Almirantazgo. El rey le concedió la merced de nombrarle su secretario « ad honorem », para realzar más su figura.

En el Real decreto del día 14 de marzo de 1737, entre otras muchas cláusulas hay una que se refiere en concreto a don Zenón, y dice:

« Que mi secretario del despacho de Marina e Indias os deba participar cuantas órdenes reales expidiere a los departamentos de Marina (estéis o no en alguno de ellos o en la Corte), siendo de vuestro encargo proponerme los jefes, ministros, capitanes y demás oficiales mayores que se hayan de emplear en las escuadras, flotas, galeones, azogues y demás bajeles de guerra que se armaren con destino al mar Mediterráneo y al Océano, en cuya función observareis la regla de proporción, reflexión a la calidad de los viajes y operaciones y a la escala de alternativa que estableceréis, para que con equidad y justicia se comparta lo graciable con lo gravoso…»

Implantó importantes reformas:


— Formación de las matriculas de mar, de su alistamiento, privilegios y obligaciones, mediante Real cédula dada el 18 de octubre de 1737.


— Mediante la matrícula de mar o servicio obligatorio se incorporaron a la Real Marina todos los habitantes varones dedicados a la industria pesquera.


— La reforma de arsenales; ordenanza general del día 17 de diciembre del año de 1737.


— Reglamento y ordenanzas de hospitales, también en el año de 1737.


— Reglamento de sueldos y gratificaciones, prest y raciones de la Armada, del día 3 de febrero del año de 1738.


— Reglamento y ordenanzas del 15 de marzo sobre arqueo de los buques, su armamento, alojamiento de oficiales y la creación de la institución de inválidos.


— La formación del arsenal de Cartagena, creado ya su Departamento, desde el año de 1730.


— Fue definitiva su aportación a la mejora de la enseñanza de guardiamarinas y pilotos.


— El fomento de la construcción de buques en América.


— Preparación de las ordenanzas generales, que se publicaron siendo ya Ensenada ministro del ramo.

Al fallecer el día 20 de octubre del año de 1740 del emperador de Austria don Carlos VI, en el año de 1741 pasó el infante don Felipe a ocupar Lombardía austriaca, llevando con él a un ejército de cincuenta mil hombres, al mando del duque de Montemar, pasando unos por tierra y otros por mar, siendo nombrado Ensenada como secretario de estado y guerra.

Estando en la campaña de Italia, el rey concedió al marqués de la Ensenada, el día 25 de enero de 1742, el hábito de Caballero de la Orden de Calatrava, dispensándole, por hallarse empleado en el servicio del infante don Felipe, de ciertas solemnidades preceptivas al ingreso en dicha orden nobiliaria y militar.

Cuando en 1742 ingresó el marqués de la Ensenada en la Orden de Calatrava, se hizo, como era preceptivo, un expediente de prueba de limpieza de sangre, hidalguía, conducta, oficios etc., del pretendiente, padres, abuelos y antepasados; a la pregunta novena de dicho expediente, 16 reconocidos testigos contemporáneos, ocho de Alesanco y otros ocho de Azofra, respondieron unánimes , que ni el pretendiente, ni su padre, ni ninguno de sus abuelos « hayan sido Mercaderes de cualquier género de mercancía » Se enumeran otras clases de oficios que tampoco tuvieron.

En el interrogatorio fue incluida su madre, que vivía en Santo Domingo de la Calzada, produciéndose el hecho el día 15 de enero de 1942, haciéndole la pregunta protocolaria y de rigor, como indica un documento que dice:

« En Santo Domingo de la Calzada dicho día, con las noticias que nos han dado los testigos de habitar en esta ciudad doña Francisca de Bengoechea, madre del pretendiente, pasamos a sus casas y habitación para evacuar lo que la instrucción previenen, y habiendo antes héchosele recado de atención, y respondido está prompta para cualquier diligencia conducente a estas pruebas, la recibimos juramento que hizo a Dios y a una Cruz en forma, y siendo preguntada sobre si don Zenón de Somodevilla, pretendiente, era su hijo legítimo y de don Francisco de Somodevilla, respondió serlo legítimo y de legítimo matrimonio de ambos, y que era la verdad bajo del dicho juramento en que se afirmó, lo firmó: Doña Francisca Bengoechea y Martínez »

Encontrándose aún en aquel país, se le confiaron las secretarias de Hacienda, de Guerra, de Marina y de Indias, a pesar de su resistencia a aceptar estos cargos.

Se le nombró poco después secretario de Estado y sucesivamente inspector general de Rentas, lugarteniente general del Almirantazgo, notario de los reinos de España, consejero de Estado y secretario de la Reina, concediéndosele además, los honores de capitán general del Ejército y de la Armada, el Toisón de Oro y la gran cruz de Malta.

Don Zenón trató de eludir tantos cargos, que pensaba no poder atender con la debida atención, (pero nadie mejor que él nos lo puede explica): desde Chambery capital de Saboya, escribió a su amigo el marqués de Scotti, que era quien le había confidencialmente notificado todos los nombramientos; dice:

« Señor Excmo.: Jamás en el mundo ha habido criado más honrado de sus amos que lo soy yo de los Reyes nuestros señores; pero ya que mi pequeñez no es capaz de corresponder a tanta obligación, infamia en mí sería faltar a ella no descubriendo la debilidad de mis talentos. Yo no entiendo una palabra de Hacienda; de Guerra lo mismo, con corta diferencia; el comercio de Indias no ha sido de mi genio, y la Marina en que me he criado es lo menos que hay que saber para lo mucho que la piedad de los Reyes quieren poner a mi cargo.

Agrégase a esto la cortedad de mis años, pues algunos me faltan para cuarenta, a que es consiguiente carecer de prudencia proporcionada a ministerios tan serios, y tampoco desfruto la mejor salud.

Esto mismo, acabado de llegar el parte y de leer la esquela de vuestra excelencia, he expuesto al señor Infante, rogándole humildemente se digne participarlo a la Reina nuestra señora por medio de una carta reservada que incluiré aquí, en la cual no dudo que Su Alteza Real, que ha registrado mi corazón, recomiende y apoye mis ruegos. Consisten éstos en que Sus Majestades, pues en mí no hay absolutamente partes para exercer con utilidad de su Real servicio los empleos vacantes por muerte de don José del Campillo, se sirvan elegir sujeto capaz de evacuarlos como conviene.

Yo a los pies de un Príncipe tan amable, como lo es el señor Infante, y a la vista de un ejército que debe entrar presto en acción, puedo quizá no desmerecer la opinión que debo a los Reyes, adquiriendo experiencias de las que carezco, y aún el uso de las lenguas, pues no sé más que el natural y un poco de la italiana, habilitarme algo para que dentro de algunos años de continua aplicación, que prometo, pueda con menos rubor proseguir mi mérito en cualquiera destino, que no me prive de poderlo hacer en obsequio de este mi Amo, que si yo no amase, sería un ingrato.

Este parte que se anticipa algunas horas, y sin que haya llegado el del 13, hará diligencia grande, porque aunque yo, como quiera, me pondré en caminar sin esperar la respuesta, una vez que la orden formal que vuestra excelencia me indica no me dé arbitrio de detención, podré retroceder de él, si los Reyes me lo permiten, sin reparar en que si se difundiere (que no será por mí) lo determinado ahora por Sus majestades, se atribuya el no verificarse a lo que llame el mundo desaire de mi persona, porque mi mejor fama, mi mayor honor y todas mis conveniencias las cifro únicamente en la dicha de mantenerme en la gracia de los Reyes, que es a lo que aspiro, y por lo que sacrificaré siempre mi vida.

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