Nelson bombardea Cadiz sin exito 1797

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1797 Bombardeo de Cádiz por Nelson



Después del infausto combate de San Vicente, el almirante Jervis bloqueó la bahía de Cádiz, el tiempo pasaba y en las dotaciones británicas la inactividad por la ociosa situación se fue enrareciendo, esto llevó a pensar al almirante que lo mejor era darles trabajo.

Mientras el 8 de abril llegó don José de Mazarredo nombrado general al mando de la escuadra del Océano, comenzando por revisar los buques, viendo el estado de algunos ordenó fueran desarmados y con su artillería de á 24 se armaron lanchas cañoneras (invento de don Antonio Barceló), entre todo lo que se pudo poner a flote se reunieron 136 vasos, quedando formadas en divisiones destinadas a Rota, la Caleta, puerta de Sevilla y Sancti Petri, puestas al mando del teniente general don Federico Gravina, de segundo el también teniente general don Domingo Pérez de Grandallana, y los jefe de escuadra don Juan María de Villavicencio y don Domingo Nava y como Mayor General de todas ellas su inseparable amigo el brigadier don Antonio de Escaño por serlo de la escuadra, al mismo tiempo los navíos en buen estado fueron reforzados y alistados, pues incluso se les había quitado las llaves de chispa, con las cuales no contó don José de Córdova, por haber obligado el Gobierno a entregarlas al ejército cuando el ataque a Tolón en 1793; se cambió el armamento de las dotaciones por estar obsoleto, reforzó los buques con seiscientos artilleros y mil seiscientos fusileros del ejército, mandando gente de leva a casa, los inútiles y algunos revolucionarios, quedando de esta forma bien dotados y sin riesgo de sobresaltos.

Tampoco escaparon los oficiales, ordenando hacer prácticas de arbolar, desarbolar, alistar la artillería para conseguir hacerlo en menor tiempo, aumentar las rondas, enseñar como escuchar a los nuevos en la oscuridad de la noche para incluso poder abrir fuego y como ejercicio físico realizar desembarcados marchas para mover el cuerpo, cómo es natural no había hora de descanso y por ello el pensamiento estaba centrado en el buen hacer del trabajo ordenado, esto dio su fruto en poco tiempo, aunque no consiguió disponer al cien por cien de las dotaciones, por ello todos debían esforzase más en caso necesario.

Estando en todo esto, el 27 de abril se avistaron dos velas españolas, eran las fragatas Elena, al mando de don Juan Carranza, viajando de regreso el teniente general presidente relevado de Guatemala don José de Ezpeleta y Ninfa, mandada por don Ignacio Fonnegra, ambas del porte de 34 cañones procedentes de la Habana, pero al no estar en el conocimiento del bloqueo fueron atacadas por el navío británico Irresistible de 74 cañones y la fragata Esmerald de 38, por no tener el viento favorable no pudieron embocar la bahía, ni tan siquiera ponerse bajo la protección de la fortaleza de Santi Petri, decidiendo acoderarse en Conil, donde soportaron un duro castigo, viendo era imposible soportarlo más picaron los cables, la Elena fue arrastrada por la corriente contra la playa donde embarrancó, saltando a la mar todos los sanos, el comandante y el general, quedándose a bordo el anciano mariscal de campo don Antonio Robille y los heridos, fue abordada por los enemigos para saquearla, dado su estado no consiguieron sacar mucho y menos aún a pesar de intentar ponerla a flote de nuevo, por el contrario la Ninfa si fue capturada pero sin dotación, en el enfrentamiento sufrieron dieciocho muertos y treinta heridos. Lo enemigos sin datos, como es natural.

El 5 de abril se declaró una rebelión en Spithead, el motín llegó hasta su final al ser oídos por el mismo Almirantazgo británico, y para solucionar el problema de sus exigencias el Parlamento tuvo que ceder a las peticiones, estas de basaban en que «si hemos de servir bien, páganos y atiéndenos bien», sólo al estar concluido el debate y firmado, los amotinados no regresaron a sus puestos, de todo ello fue notificado Jervis, quien a su vez empezaba a notar (era finales de junio) cierta desobediencia por el poco ejercicio que ofrecía el simple bloqueo, por ello decidió se pusieran en movimiento y se bombardeara Cádiz.

En la bahía ya estaban en activo 25 navíos, cuatro de ellos de tres baterías, once fragatas, tres bergantines y las fuerzas sutiles sumando 136 buques, compuestas por 8 tartanas con artillería y hornillo para bala roja, 34 lanchas de navío con cañón de á 24, 19 lanchas de fuerza, 2 barcos del puerto con pieza de artillería, 4 lanchas bombarderas, 68 botes y lanchas de abordaje más 31 botes de servicios varios.

John Jervis ordenó la construcción en el mismo Peñón de unas bombardas, estas eran unos buques bajos de borda pero casi del tamaño de un navío de 50 cañones, iban armadas con varios morteros en el centro y en las bandas con cañones de grueso calibre.

El mando cómo no se lo dio a su preferido ya contralmirante Nelson, durante la noche del 2 al 3 de julio fijaron en posición a la bombarda Thunder, con la escolta de un navío, varias fragatas y gran número de lanchas con tropas, dirigidas personalmente por Nelson, al amanecer del 3 fueron vistas dándose la alerta, Gravina al mando de su fuerza se dio a la vela justo cuando comenzaba el bombardeo, abriendo fuego sobre la bombarda tan certeramente que le desmontaron los morteros, por lo que sólo efectuó dieciséis disparos no logrando hacer ningún daño por caer en zonas despejadas, parte de la división se dirigió a abordar la bombarda, al ver la maniobra las lanchas de protección británicas se lanzaron a por ellas, comenzando un combate entre pequeñas embarcaciones, resultando en el enfrentamiento tres de las españolas tomadas, falleciendo el teniente de navío don Juan Cavaleri y heridos graves los tenientes de navío don Miguel de Irigoyen, don Juan Ferriz y un guardiamarina apellidado Clavijo, pasando a ser atendidos por los cirujanos de la escuadra y devueltos al día siguiente por orden de Nelson.

El 5 seguido se presentaron con tres bombardas, la Thunder, Terror y Strombolo, pero eligiendo un lugar mejor, muy cercano a la torre de San Sebastián, de igual forma salieron las lanchas de guardia y obligaron a los enemigos a retirar las tres bombardas a remolque, habiendo disparado entre todas 19 proyectiles, de ellos 18 cayeron en la plaza sin causar graves daños, tres botes enemigo fueron hundidos y la lancha del mismo Victory fue capturada varada en la playa de Santa María al día siguiente, con esta gran experiencia Jervis algo mal humorado no repitió ataque alguno. Y el contralmirante sufría ya su segundo mal encuentro con los españoles directa y personalmente, el primero lo sufrió el 19 de diciembre de 1796, no tan lejano en el tiempo.

Como casi siempre el gracejo gaditano cumplió con su misión, pues entre otras coplas nos ha quedado una que dice:

¿De qué sirve á los ingleses

tener fragatas ligeras,

si saben que Mazarredo,

tiene lanchas cañoneras?

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Ontoria Oquillas, Pedro. Cola Benítez, Luis y García Pulido, Daniel.: Fuentes documentales del 25 de julio de 1797. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y Ministerio de Defensa. Museo Militar Regional de Canarias. Madrid 1997.

VV. AA.: Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957-1968 y Apéndice de 1988. 9 tomos.

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