Cartagena de Indias reconquista 1815-1816

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1815 — 1816 Cartagena de Indias



En 1815 el Rey aconsejado por sus cortesanos decide enviar una expedición a Tierra Firme, se le otorga el mando en Jefe de ella al general don Pablo Morillo, quien había sido soldado de los Batallones de Infantería de Marina en el combate del cabo de Trafalgar, alférez en el combate de Bailén y por sus continuados buenos servicios en la guerra anterior había alcanzado el grado de teniente general.

Como jefe de la fuerza naval y segundo de la expedición el mariscal de campo (grado igual al de jefe de escuadra de la Real Armada) don Pascual de Enrile, al que se le proporcionó una división compuesta por el navío San Pedro Alcántara del porte de 64 cañones, las fragatas Diana é Ifigenia, de 34, corbeta Diamante, de 20 y goleta Patriota, de 10, para dar protección a un convoy transportando quince mil hombres de todas las armas, zarparon de la bahía de Cádiz el 17 de febrero de 1815.

Cruzaron el océano y arribaron al Oeste de la isla de Coche en la costa de Cumaná, donde parte del convoy se quedó al resguardo del navío fondeados, el resto al frente de ellos la fragata Diana insignia de Enrile se acercaron a la isla Santa Margarita, por ser el epicentro de la insurrección, la cual fue rendida después de unos ataques en firme de las tropas desembarcadas. Participando Quesada al mando de la lancha del navío armada en cañonera y designada como número 9, reforzando el fuego sobre tierra, por poder acercarse mucho más que la fragata.

El 24 de abril se oyó a bordo del navío ¡fuego en Santa Bárbara!, después de unas dudas se dieron cuenta se había derramado de la despensa tres bocoyes de aguardiente, pero incendiados corría el liquido velozmente a la Santa Bárbara, se intentó apagar siendo imposible por ello el navío sobre las 17:45 horas saltó hecho trizas, con la única pérdida del alférez de fragata Santa María, no por ser el único era menos importante. La explosión no tuvo mayores consecuencias gracias a las distancias entre buques guardadas al dejar caer las anclas.

Después de este suceso algo de consternación se incrusto en la piel de todos los presentes, pero Enrile quien había acudido al ver el humo, les intento animar diciéndoles: «Solo se había perdido un buque, quedando aún por hacer lo más importante de la expedición.» Mientras Quesada fue comisionado con su lancha a Cumaná donde se encontraba Morillo, para darle cuenta de lo ocurrido y con la orden de Enrile de quedarse a las inmediatas órdenes del Comandante General de la expedición.

Morillo al tener controlada la situación en Cumaná, envió a Quesada para incorporarse a la división, al unirse se le ordenó trasbordar en principio a la fragata Ifigenia, participando en varios encuentros con los corsarios y los mercantes con mercancías en apoyo de los sublevados, realizando varias presas compensando casi lo perdido con la explosión del navío.

Poco después se le ordenó trasbordar a la goleta Constancia, escoltando con ella a los convoyes que zarpaban de Puerto Rico en apoyo de la expedición, pero de regresó el buque casi se abrió, embarcando mucha más agua de la desalojada por las bombas, viéndose obligado a entrar en Santo Domingo para carenar, pero no sólo participaron los calafates del apostadero, pues por las premura los de la goleta se unieron al trabajo, consiguiendo a mediados de septiembre que el buque se hiciera de nuevo a la mar, uniéndose al bloqueo de Cartagena de Indias.

Mientras tanto la división levó anclas con rumbo a Cartagena de Indias, al arribar tanto Morillo como Enrile estaban convencidos de poder rendir la plaza por asedio para evitar bajas propias, para ello desembarcó el ejército y la bloqueó por tierra, mientras por mar se encargaban las fragatas y demás buques de impedir todo tipo de comunicación, por esta acción consiguieron batir a varios piratas y corsarios eliminando peligros añadidos.

La plaza se mantuvo firme, pero conforme iba pasando el tiempo las fuerzas se debilitaban, el bloqueo duró cien días dejando a la población y fuerzas con una grave epidemia de cólera, eso fue lo que encontraron al entrar en la ciudad el 6 de diciembre, muerte y desolación por doquier, a más de muy pocos edificios en pie por efecto de los constantes bombardeos de la escuadra.

En el puerto se encontraba el bergantín británico General Doyle, ordenándole a Quesada marinarlo, pero en su navegación el mismo día se encontró con la goleta británica Elen, capturándola, dejando el mando del bergantín a su segundo y trasbordando a la goleta por encontrarse en mejores condiciones náuticas, por ello se quedó de guardacostas con éste buque, permaneciendo en ello fueron cayendo sucesivamente en su poder, el bergantín Avenger, goletas, Valparaíso y Ola y la balandra Badger, todos con bandera británica. Pero a su vez de los buques con “ayuda” norteamericana también cayeron en su poder, las goletas, Adelina, Commits y Hope.

Todas estas presas obligaron a suspender la ayuda a los insurgentes, pues era evidente no ser tarea tan fácil burlar el bloqueo y como gratificación por su buen trabajo, se le entregó la Cruz de la Marina y la Medalla de la toma de Cartagena de Indias. (Esta conquista no era igual a la británica de Vernon, ¡era autentica!) Como premio final por Real orden del 6 de abril de 1816 se le ascendía al grado de alférez de navío, trasbordando por orden al bergantín-goleta Churruca, continuando los cruceros para evitar el tráfico ilegal y cortar el apoyo a los enemigos de España.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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