Alvargonzalez Sanchez, Claudio Roman Biografia

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Biografía de Claudio Román Alvargonzález Sánchez


Óleo de don Claudio Román Alvargonzález Sánchez. Brigadier de la Real Armada Española.
Claudio Román Alvargonzález Sánchez.
Cortesía del Museo Naval. Madrid.


Brigadier de la Real Armada Española.

Orígenes

Nació en Gijón en la casa paterna sita en la plaza Mayor núm. 22, a las doce de la noche del 9 de agosto de 1816, siendo sus padres don Mateo Alvargonzález y Pérez de la Sala, y doña Josefa Sánchez García Jove.

Estudia las primeras letras en el Instituto Jovellanos de su ciudad natal, en la Escuela de Estudios Náuticos de dicho instituto, donde obtiene el título de Piloto, embarcando en el bergantín Joven Calisto, cruzando el océano rumbo a Cuba donde permaneció un tiempo. Quiso presentarse al examen de ingreso pero su padre se lo negó, manteniéndolo vigilado en su casa entre 1832 y 1835, al fin venció la negativa paterna y se preparó en los estudios. Se encontró con una buena muralla enfrente, pues por las ordenanzas de la época no podía contar con más de catorce años de edad para ingresar en la Armada, él ya estaba entre los diecisiete y dieciocho, no tuvo más remedio que dirigir a S. M., un eximente el cual le fue concedido.

Hoja de Servicios

En 1824 se refundieron las tres compañías de Guardiamarinas en un Colegio, el cual debía de establecerse en la población de Puerto Real, pero se decidió trasladarlo a La Carraca, a pesar de ser un establecimiento de la Armada no se pudo poner en marcha. En 1828 se suprimió el Colegio y se dio libertad de enseñanza aplicando la Constitución de 1812, por ello ya no era necesario ser hijodalgo ni pasar las pruebas de limpieza de sangre, al estar preparado se pasaba un examen presidido por una Junta de Jefes de la Armada, quienes al dar el Vº Bº se producía el ingreso en la Corporación. No era fácil superarlo, porque en los exámenes las exigencias eran las justas y conformes a los requerimientos de la profesión, fue una época muy dura pues ante la libertad de estudio los jueces de las pruebas eran implacables en su aplicación, no perdonando ningún error por nimio que fuera.

Pasando de esta forma veintiún años en los cuales no hubo academia, ni colegio, ni compañía de guardiamarinas, siendo libre la preparación de todos los aspirantes, viviendo en «casas de confianza» e ingresando al aprobar el examen de la Junta de Jefes, hasta llegar a 1845 cuando por fin se abrió la Escuela Naval Militar en San Carlos. Por esta razón no hay expedientes de estos años. El 2 de julio de 1835 al pasar el examen con nota de sobresaliente ingresa en la Corporación.

Tan solo cinco días después el 7 es destinado a las fuerzas navales del Norte, su primer destino embarcado en la fragata San Juan, trasbordando pasados dos años al bergantín Guadiana, participando en la toma del puerto de Pasajes, ataque a Fuenterrabía e Irún, y en las operaciones sobre Orio, Zarauz, Guetaria y Bermeo, permaneciendo hasta ser firmado el Convenio de Oñate el 29 de agosto 1839 y el 31 siguiente se produjo el conocido y famoso «Abrazo de Vergara» dando oficialmente fin a la guerra.

Por Real orden del 15 de febrero de 1838 se le asciende a alférez de navío graduado y por los méritos contraídos a lo largo de toda la campaña se le concede la Cruz de Fuenterrabía, siendo destinado al Departamento de Ferrol, donde se le entrega la Real orden del 27 de abril de 1840 siéndole concedido en propiedad el grado anterior, al mismo tiempo se le destina al Mediterráneo con base en el apostadero de Barcelona, donde embarca sucesivamente en los faluchos Reina, Hervé y Plutón.

Mediado 1843 embarcó en el vapor Regente saliendo con rumbo a la Habana, permaneciendo a su bordo hasta el 7 de abril de 1844, por recibir la Real orden de este día con su ascenso al grado de teniente de navío, pasando destinado al bergantín Habanero, zarpando el 2 de agosto siguiente con destino a Veracruz, permaneciendo en este apostadero hasta octubre seguido, regresando a la Habana donde el 3 de julio de 1845 embarca en la fragata Isabel II regresando a Cartagena.

Al llegar pasó a destinado al propio Departamento, hasta serle otorgado el mando del falucho Diana a mediados de marzo de 1846, combatiendo el contrabando que intentaba arribar a las costas de Cataluña, donde participó en varios apresamientos, permaneciendo en su mando hasta el verano de 1848, pasando con licencia a descansar a su casa, donde se le entregó la Real orden del 26 de septiembre siguiente notificándole su nombramiento de segundo comandante de Infantería de Marina, por los méritos contraídos en sus casi dos años de permanencia de guardacostas.

Al incorporarse se le destina a la Habana donde se le otorga el mando del bergantín Laborde, permaneciendo casi un año, pues en agosto de 1850 se encontraba en el Departamento de Cádiz, como el servicio en ultramar era de un mínimo de tres años, el 17 de marzo de 1851 regresa a la Habana, al finalizar el plazo embarcó en el vapor Fernando el Católico, saliendo de la Habana con destino al lazareto de Vigo, realizando la travesía en tan solo quince días, siendo el más rápido hasta la fecha, por este hecho se le concedió el ascenso al grado de capitán de fragata graduado el 30 de julio, con la preferencia de ser ascendido de nuevo en la primera vacante.

Ésta se produjo el 23 de febrero de 1855, siéndole comunicado por Real orden de la misma fecha su ascenso al grado de capitán de fragata supernumerario, poco después se le destina como Jefe de la estación naval de la Habana, recibiendo por fin el 27 de mayo de 1856 su ascenso con número al grado anterior y otorgándole el mando del vapor Blasco de Garay, donde permaneció hasta comienzos de 1858, regresando a la península con destino a Santander como Comandante del Tercio a Naval, donde realizó una gran muestra de solidaridad propia de los hombres de mar, al salvar con todos sus medios disponible el buque mercante francés Pervenche, el cual al perder la fuerza de su máquina las corrientes lo arrastraban contras los arrecifes del cabo Menor. Por este acto el Gobierno francés le concedió la Medalla de Honor de Oro.

En 1859 al comenzar la guerra de África pidió en varias ocasiones ser destinado a sus fuerzas navales, siéndole negadas todas ellas, por Real orden del 3 de mayo de 1861 se le asciende al grado de capitán de navío, por la misma se le otorga el mando de la fragata de hélice Villa de Madrid, al llegar a La Carraca a tomar el mando se quedó mirando al impresionante buque, se le acababa de cambiar la máquina con una adaptación de la anterior, habiéndose conseguido diera 800 C.V. nominales, pero 3.200 indicados, siendo el mejor buque de su clase, a pesar de ello e impasible dijo: «El barco es magnífico, pero le sobra la máquina.» La razón es que los viejos lobos de mar depender de una cosa más en la mar no les resultaba agradable, para probarla y adaptar su dotación aprovecho un tornaviaje a la Habana.

El 6 de septiembre de 1864 por haber recibido la orden de incorporarse a la escuadra del Pacífico, sale con rumbo a Santa Cruz de Tenerife, de aquí al apostadero de Montevideo, esta navegación la cubrió en tan solo treinta y tres días, eso a pesar de estar el casco en malas condiciones y hacer agua por tres puntos distintos, al fondear se unió a la Berenguela y Blanca, por ser el capitán de navío más antiguo tomo el mando de la división.

Salieron con rumo al Magallanes entrando en el Pacífico el 29 de noviembre siguiente, llegando a las islas Chincha el 20 de diciembre seguido donde quedó unida la escuadra del Pacífico, el almirante Pareja jefe de ella al ver la nueva fragata no lo dudo, siendo elegida como su buque insignia, a su bordo se firmó el tratado de Vivancos-Pareja en enero de 1865.

El 5 de febrero siguiente fue asesinado el cabo de mar don Esteban Fradera, regresando a la situación anterior de enfrentamiento, por ello el almirante dio orden de bloquear Valparaíso, pasando a efectuarlo las fragatas Villa de Madrid, Resolución más la corbeta Vencedora, dejando por su poco riesgo a la goleta Covadonga bloqueando Coquimbo, pero esta fue atacada el 26 de noviembre continuo por la corbeta chilena Esmeralda, con mucha mayor potencia de fuego y velocidad, además se pudo acercar porque enarbolaba pabellón del Reino Unido, cambiando al de su verdadera nación cuando había abierto fuego, un claro acto de piratería, por el cual el buque español fue apresado, al llegar la noticia al almirante Pareja éste decidió suicidarse, acto luctuoso ocurrido en la cámara de la Villa de Madrid el 30 de noviembre seguido.

Avisado don Casto Méndez Núñez del fallecimiento de su Jefe, levanta el bloqueo del Callao establecido por la fragata acorazada Numancia de su mando, al llegar a Valparaíso toma el mando por ser el único brigadier presente, pasando su insignia a la Villa de Madrid, al zarpar ésta y la Blanca con rumbo al archipiélago de las islas Chiloé, pasó de nuevo su insignia a la acorazada.


Méndez Núñez ordenó la búsqueda de la Covadonga, pero resulto infructuosa, incluida la isla de Juan Fernández, por ello envío a la Villa de Madrid, su comandante don Claudio Alvargonzález y a la Blanca, su comandante Topete, a buscarlas en el único sitio donde no se había explorado, el laberinto de las islas de Abtao encontrándola, formada en un dispositivo de herradura y compuesta por las fragatas Amazonas y Apurimac, de 40 cañones, las corbetas Unión y América, de 16 y la recién capturada goleta Covadonga, de 4 y los vapores mercantes armados Lersundi y Maipú, entre ambos 5 cañones, siendo estos lo que abrían y cerraban la formación mencionada.

No era precisamente una tarea fácil sobre todo por el gran calado de las fragatas españolas intentar pasar por aquel intrincado dédalo de islas y canalizos, de ellos además no existían cartas náuticas fiables y como fehaciente muestra de ello los mismos chilenos al entrar su fragata Amazonas embarrancó en los arrecifes y se perdió, lo que habla por sí solo de la dificultad de poder penetrar, pues si los propios del lugar perdieron uno de sus dos más importantes buques que no podía pasar a los españoles, éstas sufrieron algunos daños, pero después se supo que fueron graves en la Apurimac y América, por efecto de los proyectiles encajados.

Mejor es transcribir el parte del comandante de la Villa de Madrid, don Claudio Alvargonzález, quien dice:

«A las cinco y media, considerando que era ilusorio el pensar atacar al enemigo a quemarropa pues se inclinaría, si no a una varada, a imposibilidad de movimiento sin éxito posible ni probable, y considerando la imperiosa necesidad de salir de la estrechura con la luz del día, mandé cesar el fuego. Después de conferenciar nuevamente con el señor comandante de la Blanca (Topete) determinamos no insistir en el ataque vista la imposibilidad del buen resultado de cualquiera que fuera la forma en que se combinase y el número de nuestros buques. Salimos pues, con iguales precauciones de los arrecifes de Lami y Carva navegando siempre con la esperanza de que el enemigo presentaría la acción fuera de los escollos…El enemigo estaba quieto, desahogando vapor sus buques, nada dispuestos a salir de sus trincheras.»

Bombardean a continuación Valparaíso el 31 de marzo y el 2 de mayo de 1866, la escuadra, sin apenas carbón ni víveres y con la tripulación cansada, se acerca en orden de batalla al puerto del Callao, defendido por 94 cañones y torres acorazadas. A las cinco horas de bombardeo español, quedan desmontadas todas las piezas enemigas menos cuatro. Con la niebla del anochecer se dio por terminada la acción, siendo esta probablemente la última hazaña de la Marina Española en las costas americanas del Pacífico.

La Escuadra se dislocó en dos divisiones, quedando incorporada la fragata Villa de Madrid al mando de don Claudio con la insignia de don Casto Méndez Núñez con rumbo a doblar el cabo de Hornos, arribando a Río de Janeiro el 24 de junio siguiente, la fragata salió el 26 de septiembre en solitario con rumbo a San Vicente en las islas de Cabo Verde, de donde volvió a hacerse a la mar entrando en Santa Cruz de Tenerife donde carboneó, entrando en la bahía de Cádiz el 4 de noviembre seguido, siendo por ello el primer buque de la escuadra del Pacifico que regresaba a la península.

A su llegada fueron especialmente bien recibidos, pues el Ayuntamiento de la ciudad había preparado unas fiestas que duraron quince días, siendo a su vez nombrado hijo adoptivo de Cádiz. Por Real orden del 29 de julio de 1866 fue ascendido al grado de brigadier y en diciembre cesó en el mando de la fragata Villa de Madrid.

De ideología política marcadamente liberal, con preferencia a la monarquía como forma de gobierno, al triunfar la Revolución de 1868, solicitó el retiro para no sacrificar sus ideales políticos ni los juramentos y promesas hechas, como hombre de honor, pero su subordinado en Abtao era Ministro de Marina, Topete, lo reclamaba una y otra vez a su lado, pero fiel a sí mismo se negó tantas veces como se lo pidió, viéndose forzado el Ministro a firmar el decreto fechado el 25 de noviembre de 1868, dejándole exento de todo servicio; contaba con 52 años y tenía por delante una gran carrera profesional, todo los sacrificó para no manchar su honor. Al restaurarse la monárquica a principios de 1875 en la persona de don Alfonso XII, pidió el ingreso de nuevo siéndole concedido por S. M., dándoles las gracias por su demostrada fidelidad a la corona.

El 26 de mayo de 1875 se hizo a la mar don Victoriano Sánchez Barcáiztegui con el vapor de ruedas Colón, por habérsele notificado que en diferentes lugares de la costa los carlistas habían colocado artillería entre Guetaria y Motrico, para tratar de impedir el libre paso de los buques, pero insistió en ir a comprobarlo personalmente.

Zarpó con su escuadrilla y a bordo de su vapor insignia con su estado mayor, como práctico el señor Andueza, patrón de la trincadura de Lequeito a quien don Victoriano tenía en gran aprecio y cariño, por las veces que le había demostrado su valor y sus buenos servicios, saliendo de Guetaria a las 10:30 horas.

Al poco de estar en la mar y desde las cercanías de Guetaria se le hizo un primer disparo, pasando alto entre los dos palos que arbolaba el vapor Colón, por ello no se sufrió ningún daño, no dio mayor importancia al hecho continuando la singladura, estando a la altura de Deva, fue vuelto a cañonear, pero tampoco sufrieron daños y eso navegando como a media milla de distancia de la costa.

El práctico Andueza, quien también tenía en mucha estima a don Victoriano, le insinuó el riesgo que estaba corriendo, permaneciendo en el puente descubierto del vapor, a lo que el valeroso Sánchez Barcáiztegui, le contesto «calla cobarde», pero en tono casi jocoso, al terminar estas palabras un tercer proyectil disparado desde las alturas de Motrico; tierra de grandes marinos y patria chica de don Cosme Damián Churruca y Elorza, le alcanzó en pleno pecho, al mismo tiempo que él estaba dando la orden de «avante…¿ ¿ ¿», el destino no le dejo terminar.

Los cascotes del proyectil fueron a herir al Mayor de la escuadra don Claudio Alvargonzález, al secretario de don Victoriano, el capellán, varios oficiales y el piloto que en el puente se encontraban, después de sufrir estas heridas decidió retirarse definitivamente.

En su tiempo al servicio de España había permanecido treinta y tres años, de ellos solo tres los pasó desembarcado.

Pasó el resto de su vida en Gijón, siendo querido y respetado por sus vecinos, dedicado a sus negocios y colaborando con la prensa local, recibiendo alguna comisión como la de 1889, así mismo le pidió opinión su compañero en el Callao don Juan Antequera, Ministro de Marina, sobre la conveniencia de construir el puerto de Gijón, aconsejando fuera en el Musel o puerto exterior, a pesar de escribir entre otras palabras:

«Soy ajeno a las miserias que aquí se ventilan con motivo de la cuestión del puerto» añadiendo en otro párrafo: «…mándame una tarjeta acusando el recibo de esta, porque están las cosas aquí de tal manera, que me temo cualquier cosa del encargado aquí del correo.»

Falleció en su casa de la calle San Bernardo de Gijón, a las siete cuarenta y cinco de la tarde del 21 de agosto de 1896, cuando contaba con ochenta años de edad.

Se le habían concedido durante su carrera entre otras las condecoraciones y distinciones como la Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica, la Gran Cruz de la Real y militar Orden de San Hermenegildo, Medalla del Callao y el título de Benemérito de la Patria.

Bibliografía:

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Estado General de la Armada para el año de 1847.

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González González, Francisco José.: El Observatorio de San Fernando en el siglo XX. Ministerio de Defensa. Madrid, 2004.

González González, Francisco José.: El Observatorio de San Fernando (1831-1924) Ministerio de Defensa. Madrid, 1992.

Iriondo, Eduardo.: Impresiones del Viaje de Circunnavegación en la fragata blindada Numancia. Madrid, 1867. Pagada por el autor.

Lledó Calabuig, José.: Buques de vapor de la Armada Española, del vapor de ruedas a la fragata acorazada, 1834-1885. Aqualarga. 1998.

VV. AA.: Documentos relativos a la campaña del Pacifico (1863 — 1867) Museo Naval. Madrid, 1966 — 1994. 3 Tomos.

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