Antayo y Duque de Estrada, Isidro de Biografia

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Biografía de don Isidro de Antayo y Duque de Estrada


Jefe de escuadra de la Real Armada Española.

Marqués de Vista Alegre.

Señor de la casa de Antayo y del Coto de Viyao.

Orígenes

Vino al mundo a lo largo del año de 1660, en la población de Rubianes (Piloña, Asturias)

Hoja de Servicios

Comenzó sus servicios en la Infantería española, en el regimiento de Infantería de Asturias, donde ya llevaba muchos años.

Al ser creados los batallones de Infantería de Marina en el año de 1717, pidió el pasar a ellos siéndole concedido, incorporándose a ellos con el grado de teniente de fragata, igual al de capitán que ya poseía en el Ejército.

Se le envió a Galicia a reclutar hombres para reforzar los primeros cuatro batallones de Infantería de Marina, consiguiendo doblar los efectivos de su compañía, regresando a Cádiz para el entrenamiento de los nuevos, al terminar su misión se le ordenó unirse a su batallón, pasando a formar parte de la expedición contra la isla de Sicilia que se estaba preparando en el puerto de Barcelona, embarcando su compañía en el navío San Felipe el Real el día veintidós de mayo de año de 1718, siendo el buque insignia del general Gaztañeta.

Al llegar a la isla de Sicilia desembarcó con el resto de las tropas, que fueron puesta al mando del marqués de Lede, tomado parte muy activa sobre todo en las conquista de las plazas de Palermo y Messina, ya que los naturales estaban cansados de los austriacos poniéndose de parte de los españoles, lo que facilitó mucho el avance por la isla y la consiguiente toma de toda ella en una relativamente corta campaña.

Al terminar su trabajo en tierra reembarcaron en sus respectivos buques las tropas de Infantería de Marina, razón por la que también estuvo presente en el combate naval de Cabo Passaro y junto al general en jefe de la escuadra española, Gaztañeta, que por falta de información, fue sorprendido por una escuadra británica, al mando del almirante Byng, quién sin previa declaración de guerra, abrió fuego contra la retaguardia de la escuadra española.

El navío San Felipe el Real, fue uno de los que quedó más maltrechos del combate, por lo que al final y rodeado de varios enemigos, se rindió estando herido Gaztañeta y muerto su comandante, fueron hechos prisioneros entre ellos Antayo.

Pero tuvo la gran suerte, ya que los británicos trasladaron a los infantes a un buque mercante, que para colmo los dejaron sin escolta, siendo descubierto al siguiente día por la división de don Baltasar de Guevara, que atacó al buque británico y lo capturó, pasando a ser los cautivos liberados y los aprehensores prisioneros.

Se le transporto a Messina, para reforzar a todos los hombres de la Armada que habían quedado sin buques, estando al mando de todos ellos el capitán de navío don Gabriel Pérez de Alderete, reforzando las murallas y defensas, Antayo se destinó con su compañía a la defensa de la ciudadela, la cual defendió junto a sus tropas de manera tan eficaz, que los imperiales se estrellaron en todas las ocasiones que lo intentaron.

Permaneció en la plaza de Messina formando parte de las tropas de defensa de la isla, hasta el día veintinueve de septiembre del año de 1720, para pasar a Cádiz en el buque mercante Onneto con su compañía, para socorrer a la plaza de Ceuta, que estaba ya resistiendo veintidós años el asedio de los moros, donde fue desembarcado incorporándose a la expedición. Unas veces con las unidades de tierra y otras a bordo de la fragata San Bárbara, permaneció en la defensa de la plaza, hasta quedar liberada del largo asedio, regresando a la bahía de Cádiz el día dos de mayo del año de 1721.

Por necesidades personales, elevó a S. M. licencia para ausentarse y poder solucionar los problemas de su casa, la cual no fue suficiente y se le concedió una prórroga.

Al cumplirse el plazo se incorporó de nuevo a Cádiz, donde el día diecinueve de junio del año de 1722 embarcó de transporte en el navío Tolosa, cruzando el océano para desembarcar en Veracruz, nada más llegar y presentarse el Virrey ya le tenía preparada una compañía de Dragones, siendo su capitán por Decreto del propio virrey de Nueva España Excmo. Señor marqués de Casa-Fuerte, con fecha del día nueve de marzo del año de 1723, previa autorización de su jefe natural el teniente general de la Armada don Fernando Chacón, permaneciendo en el virreinato combatiendo y guardando fronteras.

Pero don José Patiño, por Real orden del día veintitrés de octubre del año de 1730, le ordena regresar a la Península, dejando el grado de capitán de Dragones y ocupando la plaza de teniente de navío, al encontrarse en el puerto la escuadra del general don Rodrigo Torres, se le pidió permiso para que lo transportara, pasando a embarcar en el navío Conquistador, realizando el viaje de regreso a la Península dejando caer las anclas el día treinta y uno de agosto del año de 1731 en la bahía de Cádiz.

No se le dió respiro, al desembarcar el mismo día ya tenía una orden de embarque en el navío Reina, con la misión de transportar tropas a nuestro presidios norteafricanos, al regresar se le encomendó al comandante del bajel visitar las regencias de Argel, Túnez y Trípoli, misión que se cumplió regresando a la bahía de Cádiz el día veintidós de enero del año de 1732.

El día quince de abril siguiente se le ordenó embarcar en el navío Andalucía, con el que zarpó de la bahía de Cádiz con rumbo al puerto de Alicante, donde se estaba preparando la expedición contra Orán, la cual quedó terminada siendo su composición; la escuadra por los navíos: San Felipe, de 80 cañones, insignia de don Francisco Cornejo; Real Familia y Galicia, de 70; Santiago, Castilla, Andalucía y Hércules, de 60 y los Júpiter, Padre de San Diego, Fama Volante y San Francisco, de 50, dos bombardas, siete galeras de España al mando de su Segundo Cabo don Miguel Reggio, dos galeotas de Ibiza y cuatro bergantines guardacostas de Valencia, ciento nueve buques distintos de transporte, cincuentas fragatas, cuarenta y ocho pingues, noventa y siete saetías, ciento sesenta y una tartanas, veinte balandras, ocho paquebotes, cuatro urcas, dos polacras, dos gabarras, veintiséis galeotas y cincuenta y siete buques menores, siendo el segundo en el mando el jefe de escuadra don Blas de Lezo que enarbolaba su insignia en el navío Santiago; entre otros materiales se llevaron 110 cañones y 60 morteros, siendo quizás la mayor concentración naval del siglo XVIII.

El ejército estaba compuesto por veintiséis mil hombres, que fueron embarcados en quinientos treinta y cinco buques, estando formado por: Regimientos de Guardias Españolas, Guardias Walonas, Regimientos de Infantería: España, Flandes, Asturias, Vitoria, Ultonia, Soria, Amberes, Primero y Tercero de Suizos de Nidriz, Irlanda, Artagon, Segundo de Namur, Cantabria y Hainaut con veintitrés mil hombres. Caballería, compuesta por los regimientos: Reina, Príncipe Santiago y Granada, los de Dragones de Sagunto, Bélgica, Numancia y Lusitania, con mil setecientos efectivos. Más una compañía de escopeteros de montaña de Getares y otra de Tarifa, más otra de guías, cuyos miembros eran todos naturales del mismo Orán. Y la Artillería compuesta por, 60 piezas de á 24, 20 de á 16, 12 de á 12 y 6 de á 8, más 20 morteros de á 18 pulgadas y 40 de á 12, para poder ser transportadas todas estas piezas se llevaron ciento cuarenta mulos y ciento cincuenta acémilas con sus conductores.

La operación de desembarco fue tan rápida y con tanta sorpresa, que en el primero se dejaron en tierra a tres mil granaderos, más la caballería de frisa, continuando al mismo ritmo de forma que al llegar el ocaso ya estaban en la playa veinte mil hombres, más de la mitad de la caballería y varias baterías de artillería, consiguiendo formar un frente muy bien protegido con estacada, para poder afrontar con garantías cualquier contraataque. Al día siguiente al amanecer se fue transportando el resto de efectivos y sobre todo la artillería, quedando todos ya en su sitio sobre el medio día, con la caballería cubriendo las alas del dispositivo de defensa.

La plaza de Orán fue abandonada al romper las líneas enemigas y la única posición que no abandonaron fue la de Mazalquivir, por ello el día tres se propuso el mando conquistar esta fortaleza, para lo que se destacó a los buques que la bombardearon, pero fue tanto el estrago que realizaron que al final se decidió dejar solo a dos navíos al mando del conde de Bena Masserano casi atracados a la misma, la corta distancia causaba graves daños y de hecho los muros ya casi no soportaban más el peso del fuego, esto les convenció de que la defensa era inútil y enarbolaron bandera blanca, momento en el que fuerzas del ejército entraron y la tomaron.

Se verificó el estado de las fortalezas que eran cinco unidas por una muralla, con 138 cañones, siete morteros y gran cantidad de pólvora y munición, al recibir el informe verbal Cornejo ordenó reponerlas para su mejor defensa, aparte de desembarcar artillería de sus buques para reforzar la disponible por el ejército, dejando una fuerza de seis mil hombres como guarnición de seguridad. La expedición regresó al puerto de Alicante, por su buen comportamiento por Real orden del día diecinueve de agosto del año de 1733 se le otorgó el ascenso al grado de capitán de fragata, siéndole entregado el mismo navío Andalucía, con el que zarpó de Alicante y arribó a la bahía de Cádiz, recibiendo otra Real orden del día seis de noviembre siguiente desembarcando.

Pasando al día por Real orden del día uno de diciembre siguiente a tomar el mando de la fragata San Francisco Javier, siendo cargada con pertrechos de boca y guerra para transportarlos a las islas Canarias, al regresar se le volvió a embarcar con parecida carga, esta vez para las plazas de soberanía españolas, fondeando en la bahía de Cádiz el día diecinueve de agosto del año de 1734, recibiendo la orden de desembarcar.

Porque al día siguiente por Real orden del día veinte se le otorga el mando del navío Europa, para zarpar formando división con los Constante y África con rumbo al Mediterráneo, en el que estuvo desempeñando comisiones especiales, tanto en Tolón como en Nápoles y Génova, que fueron algo largas, pues regresó a la bahía de Cádiz el día cinco de enero del año de 1736.

Elevó petición de licencia para solucionar problemas en su casa, la cual le fue concedida, aunque de nuevo tuvo que pedir prorroga para terminar de poner en orden sus asuntos, reincorporándose al departamento de Cádiz el día treinta y uno de marzo del año de 1738, el mismo día se le otorgó el mando de la fragata Esperanza.

Incorporándose a la escuadra del general don José Pizarro, compuesta por los navíos Guipuzcoano, insignia, Europa, África, Victoria e Incendio, a más de cómo exploradora a la fragata Esperanza de su mando, zarpando en el mes de junio con rumbo a la Guayra, Cartagena de Indias y Veracruz, estando en este puerto el día uno de enero del año de 1739 se le otorgó el mando del navío Castilla.

Zarpó con la escuadra de don José Pizarro con rumbo a la Habana, pero un fuerte temporal de Norte, desatado el día dos de febrero le obligó a separarse de sus compañeros, viéndose obligado a regresar a Veracruz donde fondeó el día doce, al amainar se hizo de nuevo a la mar el siguiente diecinueve de abril, junto con el navío San Juan y la Esperanza, arribando a la Habana el día ocho de mayo.

Zarpó con su navío y la fragata Esperanza de la Habana rumbo a Cádiz el día veintidós de junio, pero al estar en guerra con el Reino Unido, se vio forzado a hacerlos sobre Santander donde llegó el día trece de agosto, de donde zarpó con rumbo a Coruña el día dieciocho de octubre, entrando el día veintidós, volviendo a salir el día tres de noviembre siguiente y arribando a Ferrol el mismo día.

Estando en Ferrol le llegó la Real orden con su ascenso al grado de capitán de navío, fechada el día veintiocho de agosto del año de 1740, siendo confirmado en el mando de su navío, con el que zarpó de Ferrol para incorporarse a su escuadra en la bahía de Cádiz, al llegar se le cargó con azogues con rumbo a Veracruz, donde arribó y desembarcó lo transportado.

No se ha podido averiguar si es error de imprenta (al parecer no hay ninguno), o que "algo" pasó, ya que la siguiente noticia sobre él y su navío nos dice que zarpó el día diez de noviembre de 1744 fondeando en la Coruña el día cinco de enero del año de 1745. Lo que nos deja sin información sobre cuatro años y medio, en un momento de guerra con el Reino Unido en todas las Antillas y seno mejicano, lo que de entrada no aceptamos como natural, por la cantidad de acontecimientos que ocurrieron en ese tiempo en aquellas aguas.

El día uno del mes siguiente, por orden del Gobierno el general jefe de la escuadra don Rodrigo Torres, tuvo que salir de viaje en postas a la Corte, entregándole el mando de la escuadra del Departamento de Cádiz.

En el año de 1746 y por orden del Intendente general marqués de la Ensenada, se le encomendó la revisión de los puertos del mar Cantábrico, por esta razón desembarcó de su navío el día treinta y uno de mayo, poniéndose a su vez en camino para verificar el estado de los bosques colindantes a aquella costa, para saber el posible aprovechamiento de las maderas, su necesaria vigilancia y cuidados, para los planes de expansión de la construcción naval, estuvo un tiempo estudiando todo el territorio comprendido entre Asturias y Guipúzcoa, de lo que escribió una « Memoria » que la entregó en Madrid al mismo marqués, recibiendo un tiempo después las Gracias reales por su detallado informe.

Por Real orden del día veinte de noviembre del año de 1749 se le otorgó el mando de los Batallones de Marina del Departamento de Cádiz, donde se desplazó para tomar el mando, siendo efectivo el día seis de diciembre siguiente.

Por Real orden del día diecinueve de noviembre del año de 1754, S. M. le confiere la Inspección General de ellos a parte de la comandancia de los Batallones, que ya poseía.

En el año de 1755, don Carlos VII rey de las Dos Sicilias, le concedió el título de Marqués de Vista-Alegre, por los muchos y buenos servicios prestados.

Falleció en Cádiz, en el desempeño de su cargo, el día treinta y uno de mayo del año de 1755, contando con noventa y cinco años de edad.

Al parecer, al fallecer ya era Jefe de escuadra, según la Gaceta de Madrid del día cinco de junio, donde junto a otros compañeros se les promociona a todos, pero él no supo nunca este reconocimiento.

Al pasar a ocupar el trono de España, don Carlos VII por el fallecimiento de su hermano don Fernando VI, se convirtió en el III de España, por la Gaceta de Madrid del día veintiocho de octubre del año de 1760, concede al hijo de don Isidro, don Antonio Agustín, el título ganado por su padre como título de Castilla, quedando desde entonces vinculado a España, para él y todos sus sucesores.

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1958. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 69, 1929, página 498.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

VV.AA. Historia General de España y América. Ediciones Rialp. Madrid, 1985-1987. 19 tomos en 25 volúmenes.

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