Cañoneros del fin del Mundo, Los4

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No puedo expresar a V. el entusiasmo que ha animado a la tripulación durante estos días; todos se han excedido en bizarría, solicitando hasta la maestranza y maquinistas desembarcar con las brigadas que lo verificaron; estas, cuyo total ninguna vez pasó de setenta hombres, hicieron comprender bien a los moros que al número supera la disciplina cuando está dirigida con la energía, y la desplegada en esta ocasión por los oficiales alférez de navío D. José Chesio y segundo piloto D. José María Jáudenes, que han superado con infatigable valor tantas penalidades, manifestando el último cualidades militares superiores a su profesión, especialmente en la aprehensión de los dos pancos del datto Amsuang, que a su tino y oportuna decisión supo alcanzarlo con ahorro de sangre y desgracias; cúmpleme también consignar aquí el delicado deseo expuesto por el oficial tercero D. Camilo Pronstroller de que se le ocupara en las operaciones, y comisionado para sostener con la canoa las comunicaciones entre este buque y el punto de desembarco, prestando muy buenos servicios, así en esto como recogiendo los cautivos que se fugaban entre el fuego enemigo, son también dignos de mención los del secretario del sultán Vicente Narciso, ya batiéndose al lado de nuestros marineros, ya sirviendo de intérprete con los moros auxiliares a cuyas poblaciones fue, aun antes de haber explorado sus intenciones.

Son inapreciables los servicios prestados en esta ocasión por el cañonero Samar, cuyo inteligente comandante, teniente de navío D. Narciso Fernández Padriñán, lo dirigió siempre con el mayor acierto, y manteniéndolo en cantidad de agua puramente necesaria para que flotase, contribuyó eficazmente a la destrucción de los piratas, cañoneándolos a la cortísima distancia que su calado permitía, y protegiendo con su colisa los trozos de desembarco, cuyos fuegos los flanqueaban del enemigo.- Todo en cumplimiento de mi deber lo elevo a su superior conocimiento.- Al tener el honor de trasladar a V. E. el parte anterior, no puedo menos de hacerlo lleno del mayor júbilo por la inmarcesible gloria de que han cubierto a nuestro hermoso pabellón los valientes de la Santa Filomena y del Samar, que venciendo dificultades tenidas hasta ahora por insuperables, y contando, más que con el número, con el valor de sus pechos, se atrevieron a penetrar en la oculta y temida guarida de los aun más crueles que las fieras, piratas de Tavi Tavi, de hoy más, Excmo. señor, terminaron para siempre las horribles depredaciones que aquellos bárbaros venían ejerciendo en las inofensivas poblaciones de las costas del archipiélago acosadas de continuo por estos bandidos, que por donde quiera iban sembrando el llanto, la desesperación y la deshonra, pareciendo más un azote cruel de la Providencia, imposible de redimir, que hechos de hombres que pudieran ser tenidos a raya.

El valor más acreditado, las más penosas vigilias y las privaciones más duras sufridas por aquellos cuyo único anhelo se cifró, castigando a los piratas, en dar algún reposo a nuestros pueblos playeros, fueron precisas siempre para irlos a buscar en sus guaridas, defendidas, más que por la natural fiereza de esos salvajes, por las mil dificultades e inminentes peligros de los sitios elegidos exprofeso, donde ya el arrecife combinado providencialmente con pantanos imposibles de transitar sino por hábiles prácticos, hacen poco menos que infructuoso todo ataque exterior, a la pericia, valor y decisión del comandante de la goleta Santa Filomena, teniente de navío D. Vicente Carlos Roca, y al del cañonero Samar, con igual empleo, D. Narciso Fernández Padriñán, secundados eficazmente por sus entendidos y pundonorosos oficiales y por el arrojo de sus tripulaciones, que despreciaron los peligros y con su instrucción hicieron valer por mucho más los cortos recursos de que se disponían, tocaba concluir con la última y más terrible de aquellas guaridas de donde nunca más saldrán las flotillas de piratas que por sus constantes e inauditas depredaciones, llegaron a ser el terror de estos mares, al tener el honor de recomendar a V. E. tan eficazmente como lo hago el digno comportamiento de los comandantes, oficialidad, maestranzas y tripulaciones de los buques que han llevado a cabo hecho de armas tan distinguido y honroso, no puedo olvidarme de hacerlo igualmente por la decisión, lealtad y oportuno auxilio del datto Wagas, que tan bien ha sabido corresponder a la confianza en él depositada; fijando para en adelante su suerte siempre al lado de los que combatan bajo las banderas de España; algunos de sus moros subordinados, derramando y mezclando su sangre con la de nuestros valientes marineros, han sellado, por todos los que nos siguieron, su amor a los principios civilizadores que los llevó a Tavi Tavi contra los que fueron hace bien poco tiempo, sus hermanos; por esta razón los presento a V. E. como dignos también de recomendación.- Todo lo que tengo el honor de elevar al superior conocimiento de V. E. en cumplimiento de mi deber y para su satisfacción.- Dios guarde a V. E. muchos años. Isabela de Basilán 19 de agosto de 1862.- Excmo. señor.- Antonio de Mora.- Excmo. señor comandante general del apostadero.

Comandancia de la división del Sur de Visayas.- Núm.3.- Excmo. señor.- El comandante de la goleta Santa Filomena en oficio de 23 de julio último fechado en la mar frente a la cabeza N. E. de Borneo, me dice lo que copio.- Próximo en la mañana de este día a la medianía del canal formado por Tavi Tavi y Borneo, avisté quince embarcaciones que unidas se dirigían de la primera a la segunda isla.- Su número, situación y rumbo eran en extremo sospechosos, y declarando los moros joloanos embarcados como prácticos, no les cabía duda alguna de que eran piratas Balanguinguis, emprendí la caza, haciendo señales al cañonero Samar de que los cortara por sotavento; cerca de dos horas continuó esta, durante la cual hicieron los piratas inauditos esfuerzos para coger la costa de Tavi Tavi, pero habiendo conseguido interponernos, se agruparon ellos para resistir, haciendo algunos disparos al cañonero; entonces di la orden de echarlos a pique; media hora costó conseguirlo completamente en cuyo tiempo la ¿roda? y el cañón trabajaron de consumo para su destrucción.

Al emprender de nuevo mi rumbo para Borneo, avisté entre los destrozos y cadáveres de que hallaba cubierto el mar, una embarcación que todavía flotaba entre dos aguas, de la cual cogí trece moros que se rindieron, estando cuatro de ellos heridos, y púdose extraer de ellos fusiles y armas blancas, gran cantidad de fierro de ancla y otros utensilios de algún buque señales evidentes de sus piraterías: Durante esta operación, los oficiales y tripulación de este buque han manifestado la decisión y entusiasmo que tienen acreditado. El cañonero, cuyos en extremo recomendables servicios, ya he tenido antes ocasión de participar a V. E., ha maniobrado con el mayor acierto y oportunidad, contribuyendo al feliz éxito dirigido por su siempre activo y entusiasta comandante teniente de navío, D. Narciso Fernández Padriñán.

Debido a la violencia del ataque, ninguna desgracia hay que lamentar, y solo el citado cañonero ha recibido en su costado algunos balazos de poca consideración.- Esto terminado continúo mi navegación a Sandacan, en los términos que se ha servido V. prevenirme.- Lo que tengo el honor de elevar al superior conocimiento de V. E. para su debida inteligencia y satisfacción.- Dios guarde a V. E. muchos años. Isabela de Basilán 19 de agosto de 1862.- Excmo. señor.- Antonio Mora.- Excmo. señor comandante general del apostadero.- Son copias, Eusebio Salcedo.

(Publicado por el periódico La Época el jueves 30 de octubre de 1862, con el título Correo de Filipinas).

Agosto de 1862. La Santa Filomena y el Samar continúan su campaña.

Dos nuevos ataques de nuestros bravos marinos han sufrido los piratas. El primero tuvo lugar el 20 de agosto y fue dirigido por el comandante y fuerzas de la goleta Santa Filomena, contra los pueblos de Pasahan, Malamawi y Bugilubun. Los moros acudieron al principio y demostraron estar dispuestos a la pelea; pero cuando vieron destacarse las lanchas con gente de desembarco, comenzaron a retirarse hasta que se declararon en completa huida, dejando en poder de los soldados españoles un cañón de a 8 y dos lantacas. Nuestras fuerzas persiguieron a los fugitivos y destruyeron los pueblos. En esta correría quedaron heridos ocho individuos por las púas que los moros clavan en tierra a guisa de trampas. Los heridos no ofrecían peligro.

El segundo hecho de armas fue más reñido y ocurrió el 22 de agosto, según el parte del jefe de la división de fuerzas sutiles del Sur. La goleta Filomena fue también la que tuvo la gloria de vencer una vez más a aquellos piratas. El comandante de aquel buque participa el hecho en estos términos:

« En la amanecida de este día ataqué con las mismas fuerzas que dos días antes destruimos los pueblos de Tanquil, al nombrado Carondong, situado en la contra costa de Joló, en donde se hallan concentrados los piratas de este lado, y que también abriga los moros fugados anteriormente de Zamboanga; hallélos prevenidos a la defensa, ocultos tras de parapetos y con crecido número de armas de fuego; esta circunstancia y la de no ser quebrantados por los fuegos de los buques que no fue posible situar a tiro por los dilatados bajos que lo circundan, hizo que la resistencia fuera tenaz y sostenida. Hallábase el pueblo circunvalado de una estacada por el lado del mar, y fue preciso ganar esta para apoderarnos de aquel, cuya operación nos costó hora y media, durante la cual tuvimos que sostener el vivo fuego de cañón y fusil que nos acribilló los botes, causándonos las sensibles bajas de un muerto y doce heridos.

Quemado el pueblo, de unas sesenta casas, destruimos siete embarcaciones y contado veinte y tres muertos de los moros enemigos, mandé tocar retirada, la que verificamos ordenadamente, siendo siempre molestados por los fuegos que nos hacían desde una altura vecina, a la cual acudieron multitud de moros del interior. Cúmpleme expresar a V. el excelente comportamiento y serenidad de los oficiales don José Manuel Clierio y don Vicente María Jardines, y de toda la tripulación durante esta nueva prueba que acaban de dar de su bizarría, y debo también citar al contador don José María Maceres, que me ha sido muy útil sosteniendo las comunicaciones de los buques. Una vez a bordo nos pusimos en movimiento con rumbo a la isla de Patian donde tenía noticias habitaban algunos piratas; en ella y a un cable de la costa, fondeé a las doce y cuarto; inmediatamente dispuse desembarcarán los moros auxiliares y el segundo piloto don Vicente María Jardines con cuarenta hombres de estas tripulaciones, los que después de haber dado una batida a la isla, quemando cuarenta y seis casas y rescatado un cautivo, regresaron a bordo sin novedad alguna. Viendo que la alarma había cundido por estas costas y estaban sus habitantes interesados y preparados, no siendo por ahora posible un golpe de mano, me dirigí a situarme en los puntos de mi estación. Todo lo que para su debido conocimiento tengo el honor de participar a Vd. »

Esta nueva lección que han sufrido los piratas proporcionó el rescate de varios cautivos que recogió a bordo la goleta Filomena. Los doce heridos que menciona el anterior parte lo eran poco graves en su mayor parte. El individuo muerto fue el grumete del cañonero Samar, Gabriel Malacigan, natural de Manila.

(Publicado por el periódico La Iberia el miércoles 31 de diciembre de 1862, con el título Filipinas).

La Época, jueves 13 de noviembre de 1862.

Ministerio de Marina. Resoluciones tomadas por el mismo.

Noviembre 4.- Derogando la real orden de 1 de octubre de 1861 acerca de la duración de mando de los cañoneros de Filipinas y autorizando al comandante general de aquel apostadero para la provisión de estos destinos en los términos que expresa.

Importantísima la noticia que sigue a continuación, y que marca un punto de inflexión en la historia de los primeros 18 cañoneros de Filipinas:

La España, sábado 20 de septiembre de 1862.

Manila, 21 de julio.


Se construye a toda prisa un cañonero con casco de madera, como prueba para sustituir a los de hierro que por su finura y ligereza misma, tan recomendables en aguas tranquilas, han padecido algo en estas, que son duras, y de pronunciadas y rápidas corrientes.

Ya no cabe la menor duda. El Gobierno ha decidido sustituir los cascos de metal de los cañoneros, por otros de madera, pero ¿serán sustituidos todos los cañoneros? Esa es la pregunta, pregunta que trataremos de contestar en lo que resta de trabajo.

Un par de consideraciones, recordemos:

D. José Lledó: …lo que representaría que todos ellos habían sido sustituidos a los pocos años por otros buques idénticos, cosa que consideramos imposible…

D. Agustín R. Rodríguez: Sin embargo, la corrosión hizo estragos en sus finas planchas, y poco después, los todavía recientes buques debieron ser retirados…

No cabe duda que la balanza se inclina por D. Agustín.

La segunda consideración viene a cuento de este párrafo: como prueba para sustituir a los de hierro. Este cañonero que se esté construyendo será el futuro Prueba, y me juego la camisa a que el nombre le viene precisamente por eso, por ser una prueba para los siguientes cascos de madera que se construyan. Sí tengo razón, y creo que la tengo, sería una autentica “primicia mundial”, pues no he leído a autor alguno que le de otro significado al nombre de este cañonero.

Modesto que es uno.

La publicación El Mundo Militar (El Panorama Universal), con fecha 29 de marzo de 1863, y con el título Isla de Joló, inserta en sus páginas una comunicación de su corresponsal en las Filipinas, en las que narra los acontecimientos que se han producido en aquella isla a raíz del fallecimiento del Sultán y el acceso al poder de su hijo, a finales de noviembre de 1862. Lo extenso de este interesante documento, que nos da una idea de las relaciones entre los naturales de la isla con las autoridades españolas, me impide traerlo a estas páginas, por lo que he decidido adjuntar un enlace directo a fin de que podáis acceder al mismo.

Es de señalar la participación de los siguientes buques de la Armada en estos acontecimientos: goleta Valiente, goleta Constancia, goleta Santa Filomena, cañonero Arayat, cañonero Samar y bergantín Scipión.

http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0003995907&page=3&search=Mundo&lang=es

1863

El Lloyd Español, martes 10 de febrero de 1863.

La fuerza sutil existente en el apostadero de Marina de Filipinas se compone de ocho cañoneras de 30 caballos; diez de 20; cinco lanchas; diez y ocho falúas; un panco y ocho botes; componiendo todas estas embarcaciones un total de 115 cañones y falconetes.

Estado General de la Armada.

Cañoneras de Filipinas.- De hélice con un cañón: Mindanao, núm. 1; Calamianes, núm. 2; Paragua, núm. 3; Mindoro, núm. 4; Luzón, núm. 5; Panay, núm. 6; Samar, núm. 7; Cebú, núm. 8; Bulusán, núm. 9; Joló, núm. 10; Mariveles, núm. 11; Arayat, núm. 12; Pampanga, núm. 13; Bojeador, núm. 14; Balanguingui, núm. 15; Albay, núm. 16; Mactán, núm. 17; Taal, núm. 18.

(Publicado por el periódico La España el viernes 13 de febrero de 1863).

La Correspondencia de España, sábado 14 de febrero de 1863.

Llama Las Novedades la atención del nuevo ministro de Marina, Sr. Ulloa sobre el expediente de las cañoneras de Filipinas que se han podrido poco tiempo después de haberse llevado de Inglaterra.

Febrero de 1863

El Diario de Manila, dando cuenta de las operaciones de Mindanao, pública la siguiente correspondencia:

« Debemos hacer público cuanto revela el interés con que el gobierno de S. M. trata de llevar adelante la difícil y ardua empresa de la colonización y civilización de Mindanao, los recursos con que aun en medio de otras graves atenciones cuenta para ello y la decisión con que todos los encargados de secundar sus miras trabajan por conseguirlo.

En la mañana del 16 del actual (febrero) dio fondo en el río, frente de este establecimiento, la flota destinada a proseguir, en unión con el ejército, las operaciones militares hacia el interior de la isla, y consta de la goleta Valiente, los cañoneros núm. 2 (Calamianes), núm. 6 (Panay), núm. 9 (Bulusán) y núm. 14 (Bojeador), los pailebots Pasig y Trueno, la chalana de desembarco Salcedo, y de cinco falúas de primera clase, al mando del capitán de fragata D. Antonio de la Mora. Inmediatamente después del arribo de los buques se dio en el establecimiento la correspondiente orden general, que produjo gran entusiasmo en todos los destinados a formar parte de la columna expedicionaria al ver ya tan cercano el día en que poder, tal vez, cubrirse de gloria, aun a riesgo de toda clase de penalidades en un terreno pantanoso, lleno de esteros y poblado por una raza salvaje, pero valiente; los soldados, que animados del mejor espíritu anhelaban esta ocasión, recibieron la noticia con alegría, tanto porque prefieren el movimiento a la inacción, cuanto porque se creen muy superiores a los moros; la Marina, a bordo de su brillante escuadrilla, daba también señales de contento.

El embarque, según otra orden general, se efectuaría del modo siguiente:

En la Valiente, granaderos, 3ª, y cazadores del núm. 8, sanidad militar y plana mayor del referido núm. 8.- En la chalana Salcedo la 2ª compañía del núm. 8, hasta Tumbao, en donde queda de reserva embarcándose en su lugar las compañías de granaderos y cazadores del núm.6; la primera compañía del núm. 8 y la 1ª del núm. 6 irán a bordo de los demás buques, conduciendo además los pailebots Trueno y Pasig las municiones de boca y guerra para dos meses. La salida créese que se verifique del modo siguiente: De vanguardia el cañonero núm. 14 (Bojeador) remolcando tres falúas; después irá la Valiente remolcando a la chalana, el cañonero núm. 6 (Panay) haciendo lo propio con el pailebot Trueno, el núm. 9 (Bulusán) con el Pasig, y el núm. 2 (Calamianes) con dos falúas.

En la mañana del 17 salieron el comandante general de Mindanao con los comandantes de todos los buques, y a bordo de los cañoneros núm. 2 y núm. 6 a practicar un reconocimiento con dirección a las lagunas y se espera que lleguen esta tarde o mañana, siendo el sábado o el domingo, probablemente, el día de la partida de la expedición. De lo que en ella acontezca enteraré a Vds. Oportunamente.

Cotabatto 19 de febrero»

(Publicado por el periódico La Época el martes 28 de abril de 1863)

Importantísimas las dos noticias que vienen a continuación:

La Iberia, martes 17 de febrero de 1863.

Dice El Eco del País que en la sumaria formada para averiguar si los buques cañoneros de Filipinas fueron construidos con arreglo a las instrucciones del Gobierno, es de dictamen del fiscal que se sobresea en los procedimientos por no haber mérito para seguirlos. Idéntico dictamen ha dado el auditor de marina en esta corte; añadiendo este último que tratándose de un asunto enteramente facultativo, sería oportuno oír sobre él a la Junta facultativa de la Armada.

La Época, martes 19 de mayo de 1863.

El Supremo Tribunal de Guerra y Marina ha dado ya su fallo en la sumaria instruida acerca de los cañoneros de hiero y acero de las islas Filipinas.

De unanimidad con el dictamen del fiscal, con el auditorial y con la Junta Consultiva de la Armada, ha declarado que debe sobreseerse en los procedimientos, por no resultar responsabilidad alguna al capitán de fragata D. Miguel Lobo, y a los oficiales de ingenieros de la armada que inspeccionaron la construcción de aquellos buques, por cuanto además de estar evidentemente probado que esa construcción se halla en todo ajustada a los planos y condiciones aprobados por el gobierno de S. M., resulta también completamente evidenciado que los materiales y mano de obra son inmejorables, y que los gruesos dados a las planchas, tanto en los cañoneros de hierro como en los de acero, son los marcados en los referidos planos y condiciones.

El dictamen del Tribunal Supremo será impreso y publicado tan luego como aquel alto cuerpo de autorización para hacerlo.

Tras una búsqueda concienzuda he logrado encontrar en el periódico El Contemporáneo, de fecha 10 de julio de 1863, y adjunto al final del mismo, el dictamen del Tribunal Supremo de Guerra y Marina, dice así:

Cañoneras de Hierro y Acero de Filipinas.

He aquí la Real orden en que se aprueba el dictamen del Tribunal Supremo de Guerra y Marina, recaído en la sumaria instruida acerca de dichos buques, y que por conducto del Excelentísimo Sr. Presidente de la Junta Consultiva de la Armada, le ha sido comunicada al capitán de fragata D. Miguel Lobo.

El Excmo. Sr. Ministro de Marina, en Real orden de 20 del actual, me dice lo que sigue.-

« Excmo. Sr.- El Secretario del Tribunal Supremo de Guerra y Marina, en comunicación fecha 3 del actual, me dice lo siguiente.- Excmo. Sr.- Con Real orden de 23 de abril último, se remitió a informe de este Supremo Tribunal el sumario, que devuelve, instruido en averiguación de las causas que han podido originar la corta vida que se pronostica a las cañoneras de vapor, construidas en Inglaterra, con destino al archipiélago filipino; y pasado a los fiscales, el militar, en censura de 9 de mayo, y el togado en la suya del 16, han expuesto lo que sigue.- A consecuencia de varias comunicaciones del Comandante general del Apostadero de Filipinas, en que hacia presente el mal estado y corta vida que se pronosticaba a las cañoneras de vapor, tanto de hierro, como de acero, que se mandaron construir en 1859, en Inglaterra, para el servicio de aquel archipiélago, se expidió la Real orden de 28 de mayo de 1862, en la que teniendo en cuenta el cargo que podía resultar a los que tuvieron intervención en la compra y fijación de condiciones para la adquisición de aquellos buques, visto el corto tiempo transcurrido para semejante deterioro, se previno la formación de la adjunta sumaria.- El fiscal militar la ha reconocido con el mayor detenimiento, así como el informe remitido por el Comandante general de Filipinas; y en su consecuencia dice, que ni el capitán de fragata D. Miguel Lobo, comisionado por el Gobierno para aquellas construcciones, ni los oficiales de ingenieros del ramo que estaban a sus órdenes, han incurrido en la menor responsabilidad, toda vez que a los segundos solo les cometía la inspección de materiales etc., y el primero cumplió con las instrucciones que le fueron dadas, y obró con arreglo a las dimensiones, planos y demás, aprobadas por el Gobierno de S. M.; viniendo a resultar, que si las cañoneras no se hallan en un gran estado de conservación, proviene de la suma delgadez de sus planchas, cuyo defecto era consiguiente a las dimensiones dadas, en las que se exigía un calado muy escaso, cuyo máximo no debía pasar de dos pies y medio.- Ya la Dirección de Ingenieros del Ministerio de Marina, en la exposición a S. M., que con tal motivo dirigió, indica la corta duración que tendrían todas las cañoneras en general; y tratándose de las de acero , dijo, que sólo debían construirse, como vía de ensayo; a pesar de esto, y del constante servicio que están haciendo, el cual no siempre les permite varar con la frecuencia que debían, para pintarse y atender a la conservación de los metales de embarcaciones tan endebles, excepto dos, que están verdaderamente bastante mal tratadas, las demás, según los informes, no bajará su duración de la vida que se las tenía pronosticada. El fiscal actuario, con una escrupulosidad digna de todo elogio, reseña, extensamente la verdadera resultancia del sumario, que el militar acepta y reproduce; no repitiéndola aquí, en obsequio de la brevedad, y porque tal vez no encontraría más razones que las que aquel adujo; siendo de la propia opinión el Auditor de esta Corte y la Junta Consultiva de la Armada, por lo que, el fiscal que, suscribe, conforme con los mencionados dictámenes que en la esencia vienen a ser uno solo, opina que desde luego puede acordarse el sobreseimiento propuesto, declarándose que no hay motivos suficientes para proceder en plenario, ni que tampoco debe afectar en la responsabilidad a los oficiales que tuvieron intervención en las referidas compras.- El fiscal togado, examinada con el mayor detenimiento la adjunta sumaria, encuentra arreglado a sus méritos, procedente y justo el antecedente dictamen del señor fiscal militar, y por tanto lo reproduce y suscribe.- El Tribunal está conforme con el dictamen de los fiscales, y ha acordado lo manifieste a V. E. para la resolución de S. M.- T habiéndose conformado la Reina (q.D.g.) con lo acordado por el expresado Supremo Tribunal, se ha servido S. M. disponer el sobreseimiento de la sumaria, y declarar libres de toda responsabilidad a los oficiales que intervinieron en la construcción de las indicadas cañoneras. Lo que de Real orden digo a V. E. para su conocimiento y el de esa corporación; debiendo noticiarse esta soberana resolución por conducto de V. E. al capitán de fragata, coronel de infantería, D. Miguel Lobo y demás interesados »

Lo que traslado a V. E. para su conocimiento y efectos convenientes.- Dios guarde a V. E. muchos años. Madrid 26 de junio de 1863.- José Montojo.

Leído y releído el documento, me llaman especialmente la atención dos párrafos del mismo:

1º.- Ya la Dirección de Ingenieros del Ministerio de Marina, en la exposición a S. M., que con tal motivo dirigió, indica la corta duración que tendrían todas las cañoneras en general.

2º.- excepto dos, que están verdaderamente bastante mal tratadas, las demás, según los informes, no bajará su duración de la vida que se las tenía pronosticada.

Con respecto al primero de los párrafos, ¡increíble!, los especialistas de la Armada dicen que los buques duraran poco tiempo, y sin embargo el Gobierno sigue con la compra, a sabiendas del lugar a donde las van a mandar, y a sabiendas de que el Apostadero de Filipinas no reúne, ni de largo, las condiciones, para el mantenimiento de los buques, que reúnen las tres principales bases de la Armada en la Península, esto es, Cartagena, Ferrol y Cádiz. Sorprendente.

Con respecto al segundo de los párrafos, unas cuantas preguntas:

1ª.- ¿Es cierto que solo dos cañoneros están verdaderamente “fastidiados”?

2ª.- ¿Sera cierto que los restantes 16 cañoneros aguantaran una vida normal?

3ª.- ¿Qué entiende el ministerio de Marina por una vida normal?, ¿entiende como vida normal de 15 a 20 años de servicio?

La primera de las preguntas se responde en la siguiente noticia:

La Época, lunes 29 de junio de 1863.

Ayer recibimos la correspondencia y diarios de Filipinas con noticias de aquel archipiélago que alcanzan el 6 de mayo.

…Iban a ponerse las quillas de tres vapores cañoneros, iguales o mayores que uno llamado el cañonero Prueba, hermoso buque que acaba de ser construido en Cavite con un resultado sorprendente por su andar y demás condiciones.

Estos cañoneros son de madera y mucho mayores que los 18 de hierro construidos en Inglaterra, y cuyas máquinas se colocarán en aquellos a medida que el penoso servicio a que se dedicaron vaya inutilizando los cascos de hierro. Ofrecen, por consiguiente, bastante más capacidad y desahogo que estos para albergar la tripulación, y más resistencia para la navegación por ser mayores y construidos con hermosas maderas de aquellas islas.

¡Ojo al dato! …Iban a ponerse las quillas de tres vapores cañoneros, iguales o mayores que uno llamado el cañonero Prueba. Tres cañoneros más, que junto con el Prueba suman 4 cañoneros. ¿De verdad solo eran dos los que estaban fastidiados?

Pero continuemos con la historia retrocediendo unos cuantos días. El 1 de marzo de 1863 es botado al agua en el arsenal de Cavite el cañonero Prueba. De la ceremonia de la botadura no he podido encontrar en los números de la Hemeroteca Nacional ni una sola línea. También me ha sido imposible encontrar algún número que diera cuenta de su puesta de quilla, características principales etc. Por tanto, recordemos lo que D. Agustín R. Rodríguez nos dice de este cañonero casi al principio del trabajo:

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