Cañoneros del fin del Mundo, Los8

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La contestación del jefe de escuadra fue decirle ”que no se conformaba con aquel hombre, y se lo llevaran; que mañana contestaría y rompería el fuego”.

Con este motivo, y el de haber tenido que invertir tiempo en la traducción del pliego y en que el moro y el intérprete se retirarán a tierra, hubo de empezar algo más tarde el fuego de la hora prescrita.

Damos cuenta ahora de la situación de la escuadrilla:

Esta ya hemos dicho que formaba una línea que cerraba la salida del enemigo y dominaba su situación. La corbeta Vencedora estaba en el centro de la línea, en que coincidía con el centro de población, a la que presentaba frente su banda de babor; por la proa de esta, y un tanto avante, casi por la amura de la misma banda, se encontraba la Constancia, la que daba su banda de estribor a la población; cerraba la línea por la parte oeste de la población el cañonero Arayat, dominando uno de los barrios de los moros.

Por la parte de popa de la Vencedora, y continuando la línea, estaban los cañoneros Mindoro y Joló dominando la parte sur del pueblo y dirigiendo sus fuegos sobre las casas y barrios de moros, quedando en el centro el barrio chino y pantalán, respetados según se había ordenado.

Todo ya dispuesto, se tocó a zafarrancho de combate, el que pronta y rápidamente se ordeno, merced a la instrucción y buena disciplina de nuestros marinos, y como igualmente el hospital de sangre y servicio sanitario; se arriaron banderas, y momentos después tremolaban en los topes los pabellones de combate.

Esto hubo de producir alguna agitación en el pueblo, en donde se veían numerosos grupos armados, y además bastantes vintas y pancos salían de la población a refugiarse fuera de la línea de combate, como igualmente muchas casas de chinos izaron bandera blanca.

El telégrafo de la capitana hizo señales y un momento después el cañonero Joló hizo retumbar el primer estampido de su cañón, que anunciaba que el momento de la justa satisfacción había llegado. La goleta Constancia hizo el segundo disparo, el que debió de ser tan certero como fatal para los joloanos, pues un grito de terror y lamentos salió del seno de una turba numerosa. Los cañoneros Arayat y Mindoro confundieron sus tiros a un tiempo, los que con sus falconetes y artillería cooperaban, y no en pequeña escala, a desempeñar su misión, y algunos instantes después la corbeta Vencedora con su colisa derribaba casas en el centro de la población.

La mayoría de los tiros fueron tan buenos como certeros, resultando seis entre todos los del combate que pudiera decirse que eran cortos, y despreciándose uno solo que entro en el mar.

Entre los tiros buenos tenemos que mencionar dos, uno del Arayat y otro de la Vencedora, que echaron a pique la embarcación del sultán. Otro de la Constancia, que derribó la casa de un datto. Otro que no sabemos quien fue, pero que entrando la granada dentro de la casa reventó la misma. Un cañonero, que tal vez fuera el Joló, derribó varios cocales.

Pronto una de las principales casas de los dattos se derrumbó cayendo sobre sí misma, quedando sobre sus ruinas el tejado solo, el que debió sin duda alguna enterrar a sus moradores, pues brotó de su seno un gemido triste. Los tiros que iban dentro de la población nos ocultaban sus resultados, los que casi siempre se deducían por los gritos y lamentos que se oían. El barrio de los dattos y la (¿calzada?) han sido indudablemente los más castigados, salvándose la casa del sultán, que está situada por esta parte de la población, y donde residió sin querer abandonar el pueblo.

La primera determinación suya fue reunir los dattos, con quien tuvo una bichara, o sesión, disponiendo que se repartieran hombres de su gente por todas partes para socorrer a los desgraciados y evitar el robo. A pesar de estas precauciones justas, bien pronto los ladrones se aprovecharon de las circunstancias para entrar al saqueo.

El Lepanto, barco que a la sazón estaba allí fondeado, se encontraba llenó de chinos, en términos tales, que no había donde colocar un objeto en cubierta. A pesar de esto, un gran número de estos comerciantes errantes permanecieron en sus casas. Gran parte del pueblo de Joló se había retirado ya a la sementera, pero otra parte no poco considerable permaneció en la población, reuniéndose en varias masas, y vagaban, estando la principal en la calzada y alrededores de casa del sultán y en la playa.

Al recibir el sultán la contestación y ultimátum parece ser que lo único que se ocupó fue de que llevarán a sus hijos y mujeres a otra posición más interna.

El fuego cada vez fue más intenso, pudiéndose calcular próximamente en número de 200 los proyectiles que, entre granadas, metralla y balas rasas, cayeron en monos de una hora.

No hay para que decir que se les ha producido grandes destrozos, tanto de intereses como personales. A las seis cesaron los fuegos, hundiéndose con el último cañonazo el último barco del sultán, que quedó completamente escorado y dormido sobre las aguas, las que las tinieblas de la noche le ocultaron en su seno. Un momento después nuestros barcos tremolaban bandera blanca.

Inmediatamente los chinos salieron de sus casas; los que estaban en pancos en la mar regresaron a la población, y el pueblo debió hacer otro tanto, pues otra vez empezaron los gritos y alaridos.

Durante esta noche se tomaron las precauciones de la anterior, enmendándose los barcos, presentando Joló un aspecto triste por su silencio, interrumpido de vez en cuando por sus aclamaciones y algunos disparos, notándose por la parte este de la población un resplandor débil, debido indudablemente a algún incendio que acaso el cañonero Arayat produjo con sus disparos.

En la mañana del día siguiente se le remitió otro pliego al sultán en que se le contestaba y se le mandaba enarbolar el pabellón, dándole un plazo que terminaría a las cuatro de la tarde.

No podemos dar más detalles. Nuestros buques no han sufrido detrimento; dos contusiones de poca importancia en un contramaestre y un marinero de la corbeta Vencedora, y un lantacazo recibido en el palo bauprés de dicho buque. Las bajas de los moros son positivamente numerosas.

Última hora.- El sultán no ha contestado; el pabellón no se ha izado, faltando media hora para terminar el plazo. Se cree que el sultán piensa contestar negativamente.

En la escuadrilla se notan algunos movimientos.

(Publicado por La Iberia el martes 26 de diciembre de 1871, con el título Bombardeo de Joló)

Copiamos de nuestro colega El Diario la interesante carta que ha recibido de Joló, referente al bombardeo por nuestros buques de guerra:

Día 20.- El pabellón español no se enarboló en Joló.

El sultán de Joló contesto en la tarde, cuya traducción ha sido interpretada de varios modos, diciendo unos “que como es joven y los españoles viejos, no podía contestar”, y devolvía los pliegos. Esta contestación no se puede admitir. La segunda interpretación es más probable y dice: “que como los tratados se hicieron en tiempo de su padre, él no tiene compromiso contraído con España”.

Esta traducción es dudosa. La tercera, que es la más razonada, ha sido: “que como él es joven, le falta la influencia moral sobre el pueblo, la cual tenía su padre por ser viejo”.

Durante la tarde los moros han estado en continuo movimiento, defendiendo y custodiando algunas cottas que han construido.

El palacio del sultán (se dice) ha sido robado.

Joló está dividido en tres barrios: los de los moros, entre sí, unos a favor del sultán, y otros en contra, y además los moros todos en contra de los chinos, los que han cortado un puentecillo que comunicaba su barrio con el de los moros.

Durante la tarde y la noche han hecho muchos disparos de lantaca, llegando algunas balas cerca de los cañoneros, sintiéndose pelear de vez en cuando los chinos y los moros.

La contestación al sultán parece ha sido devolverle los pliegos y exigirle otra nueva contestación-

Día 21.- Los moros durante la noche han seguido haciendo disparos.

Por la mañana se ha recibido un pliego del sultán en que manifiesta que si los españoles quieren parlamento vayan a su palacio.

A Joló llegan numerosos moros de Paran y están levantando trincheras.

El sultán tiene rodeado su palacio con más de 5.000 hombres.

Los moros desde sus cottas dirigen sus fuegos sobre la corbeta Vencedora, la que les contesta derribándoles algunas.

De dos a tres de la tarde ha habido un pequeño combate sostenido por la cotta del este de Joló, cuyos fuegos se han apagado con 12 disparos de la Vencedora y dos de la Constancia.

Esta tarde han rectificado sus punterías los moros, los que las tenían algo cortas por la mañana, alcanzando y pasando sus proyectiles por la cubierta de la Vencedora y la Constancia, aumentando las lantacas y reforzándolas con piezas de artillería, habiendo tenido que hacer fuego repetidas veces la corbeta Vencedora. Desde la casa del sultán se dirigen los fuegos sobre la goleta Constancia.

A las seis de la tarde las fuerzas que custodian al sultán han roto un nutrido fuego graneado de fusilería sobre los cañoneros, pero sin éxito alguno.

El jefe de la escuadrilla saldrá esta noche para Zamboanga en el cañonero Mindoro.

Se anuncia la supresión del comercio entre chinos y moros, el que pronto debe terminar-

Esta noche a las doce se han visto pancos lejanos, a los que se ha hecho huir por medio del fuego.

Día 22.- Durante el resto de la noche no ha habido novedad particular.

En el día de hoy quedarán suprimidas todas las relaciones comerciales, habiéndose concedido hasta la noche al Lepanto para que concluya de llevar su cargamento a bordo.

A las doce y media los moros rompen el fuego.

Siguen los fuegos sostenidos por la cotta Daniel y la corbeta Vencedora. A las tres y media de la tarde, la corbeta ha apagado los de dicha cotta, dirigiéndola dos magníficos disparos, entre otros, con los que las ha derribado. La cotta del sultán dirige los suyos sobre la goleta Constancia, la que les ha contestado logrando apagárselos.

Hoy han quedado suprimidas todas las relaciones comerciales.

Durante esta tarde se han observado diferentes movimientos del enemigo.

En el árbol donde existe el manantial para hacer la aguada, han levantado los moros una cotta, observándose un grupo de unos 100 hombres.

Algunas vintas de moros han intentado salir de Joló, las que han quedado rechazadas.

Al anochecer los moros han dirigido sus fuegos sobre los barcos.

Unas cuantas vintas de moros y chinos que se acercaron a uno de los barcos, peleándose, han producido alguna alarma, habiéndose capturado todas, como igualmente los moros y chinos con todas sus armas y embarcaciones.

Durante la noche, tanto la corbeta como la goleta han dirigido sus disparos de granada sobre la población, produciendo algunos incendios.

La agitación de movimientos por ambas partes es continua.

De Paran, según se dice, ha llegado un refuerzo considerable de gente con intenciones, según rumores, de dar un abordaje. Están tomados por parte de la escuadra los más exquisitos medios de precaución y vigilancia, habiéndose quitado todas las luces de los barcos para evitar las punterías del enemigo.

Día 23.- Joló en la mañana de hoy ha amanecido ardiendo por la parte este de la población.

Los destrozos causados a los joloanos deben haber sido muy considerables.

El sultán pide parlamento a las once de la mañana, habiéndole concedido un plazo de siete horas, en cuyo término han de constituirse a bordo de la “capitana” tres dattos de los principales. Durante este plazo se suspenderá el fuego mientras el enemigo no lo provoque. No podrán entrar ni salir embarcaciones de ningún género, y como prueba de suspensión interina de hostilidades los buques izarán bandera blanca.

Esta tarde se ha recibido una contestación en nombre del sultán por un individuo particular, la que no se ha debido tomar en consideración por no tener razón de ser ni venir por conducto completamente autorizado. Se supone que tal parlamento no ha sido más que una tregua que querían los chinos para sacar sus mercancías, o los moros para fortificarse.

A las seis de la tarde todos los barcos han arriado su bandera, quedando izada la de paz, que enarbolaron los moros.

Bastantes grupos de vintas penetran y salen de la población atravesando el fuego de fusilería que se les hace.

Los moros han reunido más de 50 vintas en sus pantanales y la costa, sin duda con el objeto de botarlas al agua esta noche; las cottas dirigen sus fuegos sobre la escuadra y esta les contesta.

A las ocho de la noche la corbeta ha hecho algunos disparos de granada.

Joló en la noche del 23 de octubre presentaba una decoración magnífica. La noche afortunadamente es clara, en el fondo del horizonte se destaca perfectamente la isla con sus colinas ¿……? Y al pie de su falda y centro una pira formada por un barrio devorado por las llamas, las que elevan sus humeantes penachos de rojo y negro, desvaneciéndose por la atmosfera, descendiendo pausadamente sobre sus habitantes.

El resto de la población es iluminado por las llamas, a cuyos vivos reflejos se descubre sus numerosos restos y destruidas casas, cuyo conjunto pintoresco copian cristalinas aguas de la tranquila mar sobre su superficie de plata, iluminada por los rayos de la luna.

El azulado cielo bordado por las estrellas; ilumina la atmosfera, por la cual se ven cruzar de vez en cuando ráfagas de fuego, cual otras exhalaciones, formadas por los proyectiles de la escuadra. En el silencio nocturno se oye la inmensa gritería del populacho, ora acometiéndose unos a otros, ora corriendo las turbas que dirigen sus imprecaciones sobre nosotros, quedando confundidas por el estampido del cañón, el silbido de los proyectiles y el aterrador estruendo de las granadas que al estallar retumban y repiten sus ecos las montañas para quedar de nuevo sumidos en un silencio más profundo.

El alerta del centinela y del vigía que espía al enemigo, el ruido de los remos de los botes que lo persiguen impidiéndole su fuga, el timbre de la campana que marcándoles el tiempo les dice que los instantes de sus sufrimientos aumentan; el estrepitoso bronce y una granada más cruzará el espacio para aumentar el número de sus destrozos y víctimas, son otras tantas causas que contribuyen a aumentar su desesperación y su impotencia, a pesar de la fabulosa diferencia en el número. ¡Tanto hace la civilización!

Tal es el aspecto que presenta Joló en la noche del 23 de octubre de 1871, de la cual seguramente se acordará, formando una página triste en su historia.

Día 24.- En la noche anterior la escuadra ha seguido haciendo fuego en la siguiente forma:

A las ocho la corbeta Vencedora, con granadas de espoleta y percusión.

A las diez, goleta Constancia, con granadas preparadas para incendiar.

A la una, corbeta Vencedora, con granadas.

A las cuatro, cañonero Joló.

Hoy han amanecido flotando en las aguas restos carbonizados del fuego de ayer y un cadáver de los moros ha sido arrastrado por la mar hasta la escala de la Constancia; según opinión de los médicos ha fallecido asfixiado.

Durante el día se han rechazado bastantes vintas que intentaban salir. En el resto del día no ha habido ningún incidente particular.

El cañonero Joló ha ido a convoyar al bergantín Lepanto, el que no ha podido salir por presentarse calma; durante este movimiento ha hecho disparos al enemigo poniéndole en fuga.

Se observa gran movimiento en el enemigo fortificando sus cottas.

A las ocho de la noche la corbeta les ha hecho fuego con granadas.

Esta tarde la goleta Constancia ha apresado una vinta.

Las bajas del enemigo han sido muy considerables, oyéndose de continuo la voz ¡patai! ¡patai!

En la noche Joló presenta el aspecto de un cementerio, el silencio y la más completa oscuridad indican el estado lamentable de la población.

A las once de la noche ha empezado a arder Joló, siendo el fuego aun más considerable que en la noche anterior.

A la una la corbeta ha hecho fuego y a las cinco el cañonero.

Día 25.- El silencio de la noche ha reinado casi constantemente.

A la una del día de hoy ha fondeado el cañonero Mindoro.

A las dos de la tarde se ha sostenido un nutrido fuego.

Las sospechas sobre el enemigo han sido realizadas, pues se dedujo de sus incendios el que estuvieran construyendo una cotta detrás de los pantanales para hacer fuego a la escuadra. Esta noche, en efecto, han roto el fuego con su artillería, siendo contestados por la corbeta y la goleta.

Los moros tienen sus cottas detrás de las casas y al través de las llamas dirigen sus proyectiles.

El cañonero Joló ha salido a costear, y esta noche a las dos deberá entrar en Joló; parece ser trae un panco de remolque.

Última hora.- La corbeta Vencedora sale a las diez de la noche, va a Zamboanga a hacer víveres, para volver dentro de dos días, y se ha despedido disparando granadas sobre la población en contestación a unas descargas dirigidas, tal vez con pólvora sorda, pues el estampido no se ha sentido y los proyectiles han dado en su popa. Joló queda ardiendo.

Después de esto dice un periódico que en el archipiélago no ocurría novedad.

(Publicado por el periódico La Época el viernes 12 de enero de 1872, con el título Bombardeo de Joló)

Las noticias de más interés que nos trae el correo de Manila son las siguientes, que pública El Comercio, acerca de las operaciones contra Joló:

Desde el 2 al 13 de noviembre han hecho los buques fondeados en la misma las operaciones siguientes:

Como el puerto está bloqueado, salió en la mañana del 5 el cañonero Mindoro para hacer una descubierta por el NO.; al llegar a Paticol, pueblo situado cerca de punta Diangupit, los moros cañonearon al Mindoro, el que contestó con granada y metralla al grupo de aquellos que había en la playa, de donde partieron los disparos. Vuelto el Mindoro al fondeadero, paso cerca de Batuolo, volviéndole a disparar los moros varios lantacazos, a los que respondió nuestro barco con otras descargas de granada y metralla. Siguió para él O., y en el islote Tulian pudo apresar a dos vintas con sus tripulantes, que eran seis hombres. El día 8 volvió a ponerse en movimiento para él SO., y logró apresar otra vinta con dos moros, disparando además varios cañonazos a los grupos que había en las playas.

El cañonero Joló salió el 4 a reconocer y recorrer la costa, y al llegar a Paticol le dispararon los moros varios lantacazos, a los que el cañonero contestó con algunos tiros de metralla. El 6 cruzó el Joló por Bolipompong, Tapul y demás islas, y regresó sin novedad. El 8 salió a dar vuelta por la rada, llegando desde Diangupit a Matandá, haciendo disparos de cañón en varias direcciones donde se veían grupos de moros, disparos a los que estos contestaron; al pasar frente a la cotta del datto Daniel, salió un tiro, cuyo proyectil pasó cerca de la proa del cañonero.

Llegó su turno al cañonero Arayat, y salió el 9 para la costa E., e islas situadas al N. En su crucero hizo unos veinte disparos de cañón a varios puntos fortificados, siendo contestados por los moros con lantacazos. El 11 salió el Arayat a dar caza aun panco que se vio por el O., y no queriéndose entregar, lo ametralló, echándolo a pique y pereciendo sus tripulantes. Desde la costa los moros hostilizaban con lantacas al cañonero, y este contestó con catorce tiros de metralla.

El 11, habiendo disparado las cottas del sultán y del datto Daniel varios tiros de cañón a la Vencedora y Constancia, estas les contestaron con granada y bala rasa. La distancia de nuestros buques a los primeros disparos de los moros era de 6 cables y medio, y como iban alcanzando los proyectiles, aunque sin causarles ningún daño, se fueron emendando poco a poco hasta estar a 9 cables. A ese distancia aun las balas enemigas alcanzaban, pasando por encima de los buques, y una de ellas destrozó un bote de la Vencedora, que se hallaba amarrado por la popa, llevando un gran susto únicamente el marinero que lo cuidaba. El cañón de popa de la Constancia no ha podido hacer ningún disparo, porque desde el sitio donde se hallaba fondeada no alcanzaban los proyectiles a tierra. Lo mismo ha sucedido con los de la Vencedora, aunque el cañón es del calibre de a 68, y solo ambos buques disparaban con las colisas de proa, que son rayadas y de mucho alcance.

Entre uno y otro buque dispararon unas veinticinco granadas y ocho balas rasas con muy buenas y certeras punterías, viéndose desde el tope reventar las granadas en las mismas cottas. En todos los disparos servían de cabos de cañón los condestables Manuel del Campo, de la Vencedora, y Abelardo Labra, de la Constancia. Por la tarde se enmendaron los buques hasta estar a 14 cables, y aun a esta distancia, un disparo de cañón, salido de la cotta Daniel, pasó la bala por entre los palos mayor y trinquete de la Vencedora, cayendo a unas cuarenta brazas más allá de la banda opuesta. La población de Joló está completamente destrozada, y los mismos moros prendieron fuego a todo el caserío de los chinos que se hallaban frente de las cottas, para que no les sirviera de estorbo. Según se dice, muchas islas están abandonadas por haber pasado la gente a reforzar al sultán.

Hasta hoy no tenemos que lamentar ninguna desgracia.

Se hallan hoy en Joló los siguientes buques: corbeta Vencedora, goleta Constancia, y los cañoneros Mindoro, Filipino, Albay y Arayat.

(Publicado por el periódico La Esperanza el jueves 8 de febrero de 1872, con el título Islas Filipinas)

1872

Enero de 1872. Insurrección en Cavite. Los cañoneros Samar y Bulusán en primera línea.

ALMIRANTAZGO

Parte qua da á los Excmos. señores ministros de Marina y vice-presidente el almirantazgo el comandante general accidental de marina del apostadero de Filipinas, relativo á la sublevación ocurrida en Cavite.

Comandancia general de marina del Apostadero de Filipinas.- Núm. 789.- Excmo. señor: Por la comunicación que con fecha del 22 del próximo pasado tuve el honor de dirigir á ese alto cuerpo se habrá V. E. enterado a grandes rasgos de los graves y tristes sucesos que tuvieron lugar en la plaza de Cavite y arsenal, como consecuencia de la sedición militar de la fuerza de artillería indígena que guarnecía el fuerte de San Felipe y parte de la tropa de infantería de marina. La premura del tiempo hasta la salida del correo, que se verificó a las pocas horas de terminada la insurrección; los graves cuidados y atenciones que en aquellos momentos pesaban sobre mí, y la falta datos circunstanciados para hacer la verídica relación de lo ocurrido no me permitieron entonces dar ningún detalle. Hoy puedo ya hacerlo, y emprendo desde luego tan triste relación.

El día 19 por la mañana recibí los dos escritos anónimos que en copia acompaño á este parte, y en los cuales, como verá V. E., se denunciaba una sublevación contra los españoles, que debía tener lugar simultáneamente en Manila y Cavite.

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