Castejon y Salazar, Pedro Biografia

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Pedro Castejón y Salazar Biografía


 Retrato de don Pedro Castejón y Salazar.
Pedron Castejón y Salazar
Cortesía del Museo Naval. Madrid.

Teniente general de la Real Armada Española.

Secretario de Estado y del Despacho Universal de Marina.

I Marqués de González Castejón.

Gran Cruz de la Real y Muy Distinguida Orden de Carlos III.


Contenido

Orígenes:

Fueron sus padres don Juan Castejón y Camargo y de su esposa doña Juana Salazar y Gascón, por estar domiciliados en la población de Tudela, vino al mundo en ella el día 19 de noviembre del año de 1720.

Hoja de Servicios

Sentó plaza de guardiamarina en la compañía del Departamento de Cádiz el 9 de noviembre de 1737. Expediente N.º 257. [1]

Practicados los estudios elementales, se le ordenó embarcar para preparar sus exámenes de prácticas; navegó por el Mediterráneo y el Atlántico, siempre en la conocida comisión de corso, la mejor escuela náutica de la época.

Las necesidades de la guerra con la Gran Bretaña, declarada en 1739, hicieron se le habilitase como oficial, con fecha del día 19 de noviembre del año de 1740, prestando servicio en el navío América, de la escuadra que mandaba el conde de Clavijo. El 19 de diciembre del mismo año fue ascendido a alférez de fragata.

Desembarcó del buque mencionado el día 16 de febrero de 1741, embarcando en el de igual clase Hércules, perteneciente a la misma escuadra, el día 14 de junio.

Con éste buque se incorporó después a la escuadra del mando de don Juan José Navarro y con ella efectuó diferentes comisiones, como las que le llevaron a practicar el corso contra las regencias norteafricanas y transportar tropas a Sicilia y Nápoles.

En 1744, Pedro Castejón tuvo la ocasión de distinguirse en el combate de cabo Sicié, contra la escuadra del almirante británico Matews. Fue tal su heroísmo que a pesar de estar herido se mantuvo en su puesto, en agradecimiento el Rey por Real orden del día 13 de mayo del mismo año, lo ascendió sucesivamente a alférez de fragata y teniente de navío.

Una vez que la escuadra regresó el día 10 de marzo a Cartagena, recibió la orden de trasbordar al navío Santa Isabel, pero pronto y sucesivamente pasó al Hércules, Brillante y León, de la misma escuadra, en los que siguió sus navegaciones por el Mediterráneo hasta el día 30 de agosto del año de 1746, por habérsele concedido una licencia, se incorporó el día 4 de julio del año de 1747, pasando destinado al Departamento de Ferrol.

Desde allí zarpó con rumbo a la Habana, Puerto Rico y Costa Firme, visitando los puertos de la Guayra, Cartagena de Indias y Puerto Cabello, donde como era costumbre en estas recaladas, se desembarcaban los azogues y se cargaba el situado, al terminar estos trabajos regresó a la bahía de Cádiz, al arribar le esperaba la Real orden de su ascenso al grado de teniente de navío, fechada el día 20 de noviembre de 1749.

El día 24 de enero del año siguiente fue nombrado ayudante del Mayor General de la Armada.

Embarcado en la fragata Sorpresa, zarpó con rumbo al mar del Sur, navegando por las aguas de Chile y Perú, para regresar a Cádiz a fines del año de 1753. Obsérvese, que estos viajes tenían una media de duración de tres años. Y se narran en tres líneas, cuando llegan.

Por Real orden del día 20 de marzo del año de 1754, se le ascendió al grado de capitán de fragata. Con su ascenso se le destinó al Departamento de Cartagena para realizar sus servicios en tierra, siendo una más de las comisiones de los marinos el saber llevar papeles, pasando posteriormente a los Batallones de Infantería.

Se le dió el mando de una fragata y un jabeque, con la misión de hacer el corso a los berberiscos, con los que mantuvo varios combates. Arribó a la bahía de Cádiz y se le entregó el mando del navío Castilla, con el que zarpó de ésta bahía con rumbo al Arsenal de Cartagena arribando el día 11 de abril del año de 1759. Zarpando de éste puerto el día 20 siguiente, protegiendo a un convoy de tres buques que transportaban pólvora para los arsenales de Cádiz y Ferrol.

Al dejar en franquicia al último buque en Ferrol, viró y regresó a Cartagena, aquí se le dio la orden de proteger a doce buques que transportaban a los regimientos de infantería Ultonia é Irlanda, que debían de arribar a la ciudad Condal, cumplida la misión arribo a Cartagena el día 11 de noviembre, pero no lo hizo de vacío, ya que al estar a la altura del cabo de San Antonio divisaron una vela, puso proa a ella, era una urca holandesa pero llevaba a algunos hombres de tripulación de origen norteafricano y además no estaba controlada, pues carecía de cualquier tipo de documento que justificara su presencia en nuestras aguas, lo que le llevó a decidir apresarla y arribo con ella a remolque.

Fue ascendido a capitán de navío por Real orden del día 13 de julio de 1760 y tomó el mando del navío Asia, uno de los primeros construidos en Ferrol, en el Esteiro.

Con éste navío, formando parte de la escuadra del marqués del Real Transporte, zarpó con rumbo a las Antillas en el año de 1761, arribando a la Habana, donde lanzaron las anclas.

En éste puerto se encontraba cuando se presentó la escuadra británica en el año de 1762. Por acuerdo de la Junta de guerra y orden del general de la escuadra, González Castejón echó a pique su buque a la boca del puerto, junto con el Neptuno y el Europa, para impedir la entrada del enemigo.

Pasando a ocupar un puesto en la improvisada fortaleza de la Cabaña, permaneciendo en él hasta que la Junta dió orden de abandonarlo, pasando a tomar el mando de la batería de San Telmo y los baluartes que circundaban protegiendo a la Punta, donde permaneció hasta firmarse la capitulación, fue hecho prisionero pero los mismo británicos los embarcaron con rumbo a Cádiz.

El 17 de diciembre del año de 1762 pasó destinado a Cartagena. El día 14 de enero del año de 1765 se le otorgó el mando del navío Velasco, llamado así para perpetuar el heroísmo del defensor del Morro de la Habana y con él zarpó en comisión de corso por el Mediterráneo.

Regresando de nuevo a Cartagena el día 18 de febrero. Volviendo al mar el día 21 de marzo, para transportar al Embajador de Portugal al reino de Nápoles, arribando a su puerto de salida el día 1 de junio.

Al arribar se estaba formando una escuadra al mando del general don Juan José Navarro, a la cual fue incorporado, zarparon de la bahía de Cádiz arribando a Cartagena donde se encontraba la Infanta de España doña María Luisa, embarcando el mismo día 24 de junio, volviendo a hacerse a la mar en el amanecer del 25 rumbo a Génova, donde fondearon el día 17 de julio siguiente, para convertirse en la esposa de Leopoldo el Gran Duque de Toscana, quien posteriormente ocupó el trono imperial, hubieron fiestas y convites para las dotaciones y mandos, zarpó de nuevo la escuadra rumbo al puerto de Liorna, donde embarcó la Princesa María Luisa de Parma, que venía a contraer nupcias con el Príncipe de Asturias, futuro don Carlos IV regresando la escuadra a Cartagena el día 11 de agosto.

En el viaje todos observaron la disposición de la escuadra, estando partida en tres divisiones de tres navíos, navegando de tres en línea y de fondo, estando en el centro de la formación el navío Rayo, insignia del marqués de la Victoria para dar resguardo de mares y casi de vientos, de ahí que los trayectos fueran a poca velocidad para no molestar a las nobles damas.

A su llegada se disolvió la escuadra, por lo que Castejón regresó a su Departamento de Cartagena, se le ordenó hacerse llega a la Corte, para lo que se concedió licencia y pasaporte, la cual se alargó más de lo previsto, siéndole concedido una prorroga, presentándose el día 16 de marzo del año de 1766, siéndole entregado el mando del navío San Genaro, que recientemente había sido terminado en el mismo Arsenal, unos días más tarde se presentó el ya ex-ministro marqués de Esquilache, quien sugirió probar el buque de pasó que lo trasladaba a Nápoles, por lo que zarpó el día 26 siguiente, realizando su arribada de regreso de esta comisión el día el día 12 de junio.

El día 15 de julio siguiente zarpó con rumbo a Barcelona, donde cargó uniformes y ropa, así como 645 cajones con fusiles para la Infantería de Marina, arribando de nuevo a Cartagena el día 2 de agosto. Volvió a hacerse a la mar cargado con el vestuario y quinientos quintales de pólvora, dando escolta a una saetía que a su vez transportaba otros dos mil quinientos quintales de pólvora, para ser desembarcados en el Arsenal de Cádiz, donde arribó el día 12 siguiente, estando en éste puerto se vió forzado a desembarcar entregando el mando del navío, por padecer un agravamiento de un humor herpético el día 28 de octubre, para ser atendido en el hospital del Departamento.

Recibió una Real orden con fecha del día 30 de junio del año de 1767, para que pasara una revista extraordinaria de inspección a las tropas del Real Cuerpo de Artillería de Marina del Departamento.

Pocos días después recibió otra Real orden con fecha del 6 de julio siguiente por la que se le nombraba Comandante del Departamento é interinamente, Subinspector de los Batallones y por Real orden del día 6 de agosto se le otorgaba en propiedad.

Por Real orden del día 14 de agosto de dicho año de 1767, fue nombrado para el mando del astillero de Guarnizo, en el que estuvo poco tiempo, pues habiendo salido el día 29 del mismo mes, al llegar ya tenía otra Real orden con fecha del día 7 de septiembre, que lo reintegraba al Arsenal de Cartagena.

Fue promovido a jefe de escuadra, por Real orden del día 29 de junio del año de 1769, cuando llevaba treinta y dos años de servicio.

El día 18 de julio del año de 1772 se le nombró inspector general de Marina, y por ello consejero en el Supremo de Guerra.

En el año de 1774 fue ascendió a teniente general.

Con el propósito de terminar con la continua amenaza que ejercía sobre las costas peninsulares Mediterráneas la piratería berberisca, en el año de 1775, se dio al general Castejón el mando de una expedición que debía atacar la plaza de Argel, con la intención de que los corsarios y piratas no se vieran seguros en ningún puerto cercano a las aguas de España.

Se desplazó inmediatamente al Arsenal de Cartagena donde se alistó una escuadra compuesta por; los navíos, San Rafael, insignia, San Francisco de Paula, Oriente, San José, Diligente y Velasco, doce fragatas, diez jabeques, tres bergantines, cuatro bombardas, siete galeotas, doce lanchas cañoneras y cinco urcas, sumando en total 1.099 bocas de fuego, a lo que se añadían trescientos sesenta y un buques, al mando del capitán de navío don Antonio Barceló, que transportaban al ejército al mando del conde O’Relly compuesto por veinte mil ochocientos veintidós hombres.

La expedición zarpó del puerto de la ciudad de Alicante a finales del mes de junio. Pero pronto corrió la voz entre las potencias europeas y las católicas se apuntaron a ellas a forma de cruzada, entre ellas la que más buques aportó fue la Orden de Malta, que casi llegaron al mismo tiempo que la española, fondeando a la vista de Argel el día 1 de julio.

Lo malo es que se habían enterado también los argelinos, por lo que se habían procurado nuevos asentamientos de artillería y dispuestos a soportar el envite. La escuadra permaneció durante ocho días bombardeando las alturas y las fortalezas, al pensar que ya estarían más débiles se llevó a efecto el desembarco, pero los ataque sobre todo de la caballería enemiga, que algunos fueron parados por la misma artillería de los buques, no dio tiempo a preparar la estacada ni desembarcar la artillería de sitio, esto obligó al reembarque del ejército, que gracias al apoyo de las lanchas cañoneras, con sus fuegos muy certeros y los menos certeros pero más fuego de los bajeles, se consiguió a pesar de todo recuperar a todos los soldados incluidos los heridos.

Al saberse la noticia del pequeño desastre, que no fue a más por la decidida acción de los marinos y sus buques, todo el peso de la derrota en la opinión pública y Real cayó sobre el general Conde de O’Relly.

Aun así el general Castejón dejó frente a Argel a una pequeña división naval, sobre todo para impedir que los buques de la regencia norteafricana pudieran zarpar a dar caza a alguno de los mercantes, de esta forma los dejó bloqueados y él con el resto de buques puso proa a la ciudad de Alicante, donde arribó y fondeó el día 10 de julio.

Se desplazó a la Corte para informar personalmente al Rey don Carlos III, estando en ella le sobrevino el óbito al bailío Julián de Arriaga, que era el Secretario de Estado y Despacho Universal de Marina, (lo que después sería titulado como Ministro) que estaba en el puesto ya veinte años y con mucho acierto, por lo que al quedar vacante S. M. nombró el día 31 de enero del año de 1776 a Castejón para ocupar el puesto.

(Un paréntesis en tan gran marino para tratar de explicar algo que ya quisiéramos muchos que siguiera ocurriendo. En la época del reinado de don Carlos III, no valieron para nada los advenedizos y mezquinos manejos de algunos para cubrir plazas de las que no entendían, porque la visión de gran gobernante del Rey establecía una prioridad; solo serían llamados aquellos que a parte de ser unos profesionales y grandes entendidos en sus temas tuvieran como mira única, hacer más grande a España y servir a ella como a una madre. Esto le llevó a preguntar al Secretario Arriaga al verle ya muy enfermo, quien pondría él en su sitio y dio el nombre de don Pedro González Castejón, por eso se le dio el cargo. Lo mismo pasó con Castejón, que también fue preguntado y dio el nombre del baylío don Antonio Valdés y Bazán, por lo que entre los tres cubrieron cuarenta años del mejor gobierno de la Real Armada, que la elevó a los más altos puestos entre las del mundo)

Fue el primero que llegó a tan elevado cargo, procedente de la Compañía de Caballeros Guardiamarinas.

Sus primeras disposiciones en el ministerio se dirigieron a perfeccionar la enseñanza y preparación de los oficiales de la Armada, estableciéndose otras dos compañías o academias de guardiamarinas, en Ferrol y Cartagena, además de la que ya funcionaba en Cádiz desde el año de 1717, comenzando a funcionar las nuevas el día 13 de agosto del año de 1776.

Se enriquecieron los Arsenales con cuantiosos repuestos y pertrechos, y se aumentó el personal de maestranza, para cubrir en todo momento las necesidades de la fuerza.

Se publicaron las ordenanzas de arsenales, dándosele el mando de ellos al Cuerpo General en el año de 1776.

Se estableció un nuevo sistema de ascensos y de informes anuales, así como que, mensualmente, diesen las novedades los Departamentos de los materiales utilizados para ser reemplazados.

Aumentó también el prestigio del cuerpo de pilotos, concediendo a sus individuos el tratamiento de Don, desde la clase de pilotines, lo que facilitó ampliamente su más fácil ingreso en la Armada, al verse más valorados que hasta la fecha.

Creó la clase de artilleros de mar y preferencia para que sirvieran de timoneles, gavieros y cabos de guardia, a bordo de los buques; aumentó los premios a la clase de tropa y dispuso la creación de la matricula de mar en diversos puntos de los virreinatos en el nuevo continente, para mejorar la práctica y hacerse cargo con mayor facilidad de la siempre creciente necesidad de marinería para el servicio.

Se aumentaron las fuerzas de batallones: cuatro de estas unidades, de los regimientos de Valladolid y Príncipe, pasaron a servir en la Armada causando baja definitivamente en el ejército, tanto la tropa como los oficiales.

Reformó nuevamente y publicó las ordenanzas de arsenales, reglamentó la manera de pasar las revistas de comisario mensuales y la de dar los comandantes de los buques los estados de entrada y salida.

Fomentó grandemente la construcción naval y obras civiles de arsenales, dejando terminadas las del Arsenal de Cartagena.

Pronto aumentó la armada con diez navíos, otras tantas fragatas, cuatro corbetas, cuatro urcas, tres jabeques, dos bergantines y otros muchos buques menores.

Organizó una activa guerra contra la piratería argelina, que pronto dio sus frutos con la presa de gran número de sus embarcaciones, llevando la tranquilidad a las amenazadas costas españolas mediterráneas.

Con motivo de los incidentes y hostilidades con los portugueses en América, Castejón dio, una vez más, pruebas de su gran actividad y capacidad de organización, pues en pocos días preparó una escuadra capaz de transportar nueve mil hombres contra las posesiones lusitanas, siendo las españolas las que rindieron la isla de Santa Catalina y la colonia de Sacramento.

En éste último puerto se apresaron veintiséis buques británicos ricamente cargados y con numeroso material de guerra, todo ello evaluado en cuatro millones de libras esterlinas.

En el mes de junio del año de 1779 se declaró la guerra a la Gran Bretaña y se formó una escuadra compuesta de treinta y seis navíos que zarparon de la bahía de Cádiz y de numerosas fragatas que se le unieron del Arsenal de Ferrol, componiendo quizás la mayor escuadra española de todo el siglo XVIII.

Se le dio el mando de ella a don Luis de Córdova, la flota reunía en total 2.636 cañones y 21.734 hombres y junto a la francesa del conde D’Orvilliers compuesta de treinta y dos navíos, dominó la embocadura del canal de la Mancha, haciendo retirar a las fuerzas enemigas del almirante Hardy, que solo contaba con treinta y ocho de ellos, ante su inferioridad prefirió guarecerse en sus puertos y Arsenales.

Terminó la campaña sin grandes resultados positivos, sólo con la pequeña ventaja de haber apresado al navío británico Ardent, de 64 cañones, cuatro fragatas, seis bergantines y dos convoyes. Nos dice Paula y Pavía:

«Desde los tiempos de la Invencible no habían surcado los mares flota tan formidable; y rara vez, se había hallado menos dispuesta aquella potencia para resistirla. La escuadra inglesa del almirante Hardy apenas contaba con 38 navíos; las tropas eran muy pocas, las plazas marítimas en muy mal estado, y el pueblo inglés se encontraba dividido por intestinas discordias; todo, pues, incitaba á la empresa; sin embargo, por extraño que parezca, nuestros valientes marinos tuvieron que renunciar á ella, bien a su pesar; la opinión del almirante francés llegó á sobreponerse á la de D. Luis de Córdova, y ambas escuadras se limitaron á cruzar en la embocadura del canal de la Mancha en espectativa de la inglesa…»

Se sacó la conclusión de la necesidad de aumentar el armamento de los buques españoles, montándoles artillería en el alcázar y castillo, así como también de perfeccionar los aparejos.

Se vio la inferioridad marinera de los buques españoles con respecto a los del enemigo, se reconoció la ventaja de los forros de cobre y se vio la conveniencia de hacer un estudio serio, comparativo, entre la construcción española —que era la inglesa— y la francesa o de Gautier.

No se consiguió sin embargo la verdadera finalidad perseguida que era proteger la expedición contra Gran Bretaña.

Esta nueva guerra con el Reino Unido duró tres años y medio.

En este período González de Castejón imprimió a los arsenales una gran actividad, que fue posible gracias a sus disposiciones anteriores de organización y reposición de pertrechos utilizados.

Así fueron capaces de los aprestos de las expediciones contra Mahón y Gibraltar, y la proyectada contra Jamaica.

Si se sufrieron golpes adversos, se vieron, en cambio, compensados con los éxitos de Mahón, Penzacola e islas Bahamas.

Falleció en Madrid el 19 de marzo del año de 1783, cuando apenas si había terminado la guerra contra la Gran Bretaña, que pudo ser mantenida gracias a su saber hacer y lo más importante contar siempre con una fuerza suficiente para la guerra, al estar siempre preparados los Arsenales para cumplir la misión para la que fueron construidos. Contaba con sesenta y tres años, y ocho meses de edad.

Su eficaz gestión ministerial había durado siete años; le sucedió en el cargo el baylío frey don Antonio Valdés y Bazán, por los motivos arriba mencionados.

A su muerte la Real Armada Española, estaba en posesión de 62 navíos, 40 fragatas, 14 jabeques, 25 bergantines, 12 urcas, 13 balandras y gran número de buques de menor porte.

Para mostrar el gran aprecio que don Carlos III sentía por su Secretario, ordenó se realizaran tres retratos de su ministro, para ser colgados en su memoria en las tres Compañía de Guardiamarinas, para su recuerdo perpetuo y al pie de ellos debía figurar la inscripción siguiente.

«El Excmo. Sr. D. Pedro de Castejon y Salazar, Marques Gonzalez de Castejon Gran Cruz de la Real orden de Carlos III, comendador de Orcheta en la de Santiago, Teniente general de la Real Armada, y Secretario de Estado y del despacho universal de Marina: empezó á servir de guardia marina en 9 de Noviembre de 1737, y por los distinguidos méritos y servicios que hizo en su carrera, especialmente durante el sitio de la Habana el año de 1762, donde mandó la tropa de marina, en la expedición contra Argel, que puso el Rey á su cargo en el año de 1775; por el arreglo de los arsenales que estableció como primer Inspector General de Marina, y por su talento, celo y desinterés, llegó á aquel superior empleo, el cual desempeñó tan á satisfaccion de S. M., que al tiempo de su fallecimiento en 19 de Marzo de 1783, le tenia ya nombrado su Consejero de Estado; estableció durante su Ministerio las dos compañías de guardia marinas de Ferrol y Cartagena, habiendo sido el primero de este cuerpo que ascendió á aquella dignidad. Y para estímulo de todos los jóvenes que se educan en las tres Academias del referido cuerpo, exhortándolos á su imitación, mandó S. M. que se fijase su retrato en ellas.»

Notas

  1. En todas las fuentes, incluida la inscripción ordenada por Rey de los tres retratos, consta la fecha de asiento en la compañía el día 9 de noviembre, pero en la obra de Válgoma se da la del día 19 de diciembre. No podemos asegurar cual es la correcta, pero por el modo de comprobación de datos en ésta última, nos atreveríamos a darla como la correcta.

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Fernández Duro, Cesáreo.: Disquisiciones Náuticas. Facsímil. Madrid, 1996. 6 Tomos.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

González de Canales, Fernando. Catálogo de Pinturas del Museo Naval. Tomo II. Ministerio de Defensa. Madrid, 2000.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid 1873.

Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

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