Matanzas combate y Consejo de Guerra 1628-1634

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Zarpó la Flota de Veracruz el 21 de julio de 1628, al salir en el canal de San Juan de Ulúa, el viento calmo, por ser ya de noche se lanzaron las anclas, en esta situación se levantó de un fuerte viento de Norte, obligando a dar la vela a todos, pero la capitana por un descuido del timonel, se separó del canal y varó, sufriendo daños que le impedían seguir viaje, obligando a buscar una nueva capitana y trasbordar lo cargado en la primera, en este trabajo se perdió una fragata particular, nombrada '''La Larga'''. Sucedió que una urca holandesa, aprovechando el trasiego, se junto a los españoles, comprobando los buques de la Flota y su poder, casi al amanecer se separó y puso rumbo para avisar a su almirante.
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Zarpó la Flota de Veracruz el 21 de julio de 1628, al salir en el canal de San Juan de Ulúa, el viento calmo, por ser ya de noche se lanzaron las anclas, en esta situación se levantó de un fuerte viento de Norte, obligando a dar la vela a todos, pero la capitana por un descuido del timonel, se separó del canal y varó, sufriendo daños que le impedían seguir viaje, obligando a buscar una nueva capitana y trasbordar lo cargado en la primera, en este trabajo se perdió una fragata particular, nombrada '''La Larga'''. Sucedió que una urca holandesa, aprovechando el trasiego, se unió a los españoles, comprobando los buques de la Flota y su poder, casi al amanecer se separó y puso rumbo para avisar a su almirante.
Decir que el almirante bátavo Piet Heyn en un encuentro anterior, cayó prisionero de los españoles y como pirata al llegar a la Península se le condenó a galeras, donde permaneció el tiempo marcado en la sentencia de cuatro años, no hay que pensar mucho para saber el odio que despertó en su cabeza el sufrimiento padecido.
Decir que el almirante bátavo Piet Heyn en un encuentro anterior, cayó prisionero de los españoles y como pirata al llegar a la Península se le condenó a galeras, donde permaneció el tiempo marcado en la sentencia de cuatro años, no hay que pensar mucho para saber el odio que despertó en su cabeza el sufrimiento padecido.
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La flota se hizo de nuevo a la mar, compuesta por cuatro galeones de escolta, montando ciento sesenta y cinco cañones de bronce y cuarenta y ocho de hierro, y once mercantes desde Veracruz con rumbo a la Habana el 8 de agosto en 1628, el 8 de septiembre son avistados por una escuadra holandesa al mando de Piet Heyn formada por treinta y dos velas, montando seiscientos veintitrés cañones, los españoles se dividieron y ocho continuaron a rumbo, el resto navegó hasta refugiarse en Matanzas, al entrar la capitana varo en un bajo desconocido, quedando a merced por completo de los enemigos, pero no quedó aquí la desgracia, pues otros dos galeones también vararon en otros bajos próximos, quedando escorados e impidiendo poder defenderse, sólo les quedaron libres de poder hacer fuego con los guardatimones, viendo el desastre, los holandeses comenzaron a trasbordar a sus botes y con ellos atacaron al abordaje, pero el pánico se apoderó de las dotaciones comenzando a saltar al agua y por la cercanía ponerse a salvo, a pesar de que el General español envió tropas para que regresaran, pero no hicieron caso, siendo muchos heridos o muertos por sus propias armas, al ser abordados Benavides, quien se había desnudado se su hábito de Santiago, dio la orden de no presentar combate, pues era imposible vencer, por ello todos se entregaron a los bátavos quedando todos apresados. Se calculo más tarde, que lo perdido a parte de los quince buques, ocho de ellos fueron aprovechados para embarcar los caudales, por importe de 11.499.176 reales, sumando a su vez el valor de los buques y la artillería a otros cuatro millones de ducados de á doce reales.  
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La flota se hizo de nuevo a la mar, compuesta por cuatro galeones de escolta, montando ciento sesenta y cinco cañones de bronce y cuarenta y ocho de hierro, y once mercantes desde Veracruz con rumbo a la Habana el 8 de agosto en 1628, el 8 de septiembre son avistados por una escuadra holandesa al mando de Piet Heyn formada por treinta y dos velas, montando seiscientos veintitrés cañones, los españoles se dividieron y ocho continuaron a rumbo, el resto navegó hasta refugiarse en Matanzas, al entrar la capitana varo en un bajo desconocido, quedando a merced por completo de los enemigos, pero no quedó aquí la desgracia, pues otros dos galeones también vararon en otros bajos próximos, quedando escorados e impidiendo poder defenderse, sólo les quedaron libres de poder hacer fuego con los guardatimones, viendo el desastre, los holandeses comenzaron a trasbordar a sus botes y con ellos atacaron al abordaje, pero el pánico se apoderó de las dotaciones comenzando a saltar al agua y por la cercanía ponerse a salvo, a pesar de que el General español envió tropas para que regresaran, pero no hicieron caso, siendo muchos heridos o muertos por sus propias armas, al ser abordados Benavides, quien se había desnudado se su hábito de Santiago, dio la orden de no presentar combate, pues era imposible vencer, por ello todos se entregaron a los bátavos quedando todos apresados. Se calculó más tarde que, lo perdido a parte de los quince buques, ocho de ellos fueron aprovechados para embarcar los caudales, por importe de 11.499.176 reales, sumando a su vez el valor de los buques y la artillería a otros cuatro millones de ducados de á doce reales.
El general de la flota era don Juan de Benavides y Bazán quien fue transportado preso a la península, donde se le juzgó en Consejo de Guerra, después de cinco años de los hechos a principios de 1634, el fiscal don Juan de Solórzano Pereira, dijo: '''''«…Que aunque totalmente se hallaran sin culpa (los acusados), pudieran ser castigados por el ejemplo y como expiación de tan gran desventura.»''''', añadiendo '''''«…Que semejantes delitos no admiten misericordia y se han de castigar apresuradamente.»'''''  por ello se levantó cadalso en la ciudad de Sevilla siendo ajusticiado Benavides el 18 de mayo de 1634.
El general de la flota era don Juan de Benavides y Bazán quien fue transportado preso a la península, donde se le juzgó en Consejo de Guerra, después de cinco años de los hechos a principios de 1634, el fiscal don Juan de Solórzano Pereira, dijo: '''''«…Que aunque totalmente se hallaran sin culpa (los acusados), pudieran ser castigados por el ejemplo y como expiación de tan gran desventura.»''''', añadiendo '''''«…Que semejantes delitos no admiten misericordia y se han de castigar apresuradamente.»'''''  por ello se levantó cadalso en la ciudad de Sevilla siendo ajusticiado Benavides el 18 de mayo de 1634.

Revisión de 09:45 13 jul 2019


1634 Consejo de Guerra y su final



Zarpó la Flota de Veracruz el 21 de julio de 1628, al salir en el canal de San Juan de Ulúa, el viento calmo, por ser ya de noche se lanzaron las anclas, en esta situación se levantó de un fuerte viento de Norte, obligando a dar la vela a todos, pero la capitana por un descuido del timonel, se separó del canal y varó, sufriendo daños que le impedían seguir viaje, obligando a buscar una nueva capitana y trasbordar lo cargado en la primera, en este trabajo se perdió una fragata particular, nombrada La Larga. Sucedió que una urca holandesa, aprovechando el trasiego, se unió a los españoles, comprobando los buques de la Flota y su poder, casi al amanecer se separó y puso rumbo para avisar a su almirante.

Decir que el almirante bátavo Piet Heyn en un encuentro anterior, cayó prisionero de los españoles y como pirata al llegar a la Península se le condenó a galeras, donde permaneció el tiempo marcado en la sentencia de cuatro años, no hay que pensar mucho para saber el odio que despertó en su cabeza el sufrimiento padecido.

La flota se hizo de nuevo a la mar, compuesta por cuatro galeones de escolta, montando ciento sesenta y cinco cañones de bronce y cuarenta y ocho de hierro, y once mercantes desde Veracruz con rumbo a la Habana el 8 de agosto en 1628, el 8 de septiembre son avistados por una escuadra holandesa al mando de Piet Heyn formada por treinta y dos velas, montando seiscientos veintitrés cañones, los españoles se dividieron y ocho continuaron a rumbo, el resto navegó hasta refugiarse en Matanzas, al entrar la capitana varo en un bajo desconocido, quedando a merced por completo de los enemigos, pero no quedó aquí la desgracia, pues otros dos galeones también vararon en otros bajos próximos, quedando escorados e impidiendo poder defenderse, sólo les quedaron libres de poder hacer fuego con los guardatimones, viendo el desastre, los holandeses comenzaron a trasbordar a sus botes y con ellos atacaron al abordaje, pero el pánico se apoderó de las dotaciones comenzando a saltar al agua y por la cercanía ponerse a salvo, a pesar de que el General español envió tropas para que regresaran, pero no hicieron caso, siendo muchos heridos o muertos por sus propias armas, al ser abordados Benavides, quien se había desnudado se su hábito de Santiago, dio la orden de no presentar combate, pues era imposible vencer, por ello todos se entregaron a los bátavos quedando todos apresados. Se calculó más tarde que, lo perdido a parte de los quince buques, ocho de ellos fueron aprovechados para embarcar los caudales, por importe de 11.499.176 reales, sumando a su vez el valor de los buques y la artillería a otros cuatro millones de ducados de á doce reales.

El general de la flota era don Juan de Benavides y Bazán quien fue transportado preso a la península, donde se le juzgó en Consejo de Guerra, después de cinco años de los hechos a principios de 1634, el fiscal don Juan de Solórzano Pereira, dijo: «…Que aunque totalmente se hallaran sin culpa (los acusados), pudieran ser castigados por el ejemplo y como expiación de tan gran desventura.», añadiendo «…Que semejantes delitos no admiten misericordia y se han de castigar apresuradamente.» por ello se levantó cadalso en la ciudad de Sevilla siendo ajusticiado Benavides el 18 de mayo de 1634.

Esto curiosamente no ocurre con los políticos, ellos son perfectos y nunca se equivocan, y si les ocurre, no están, no se encuentran.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: Disquisiciones Náuticas. Facsímil. Madrid, 1996. Tomos II, páginas 276-289.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

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