Fitz-James Stuart y Colon de Portugal de Bourk y Ayala, Pedro Biografia

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Pedro Fitz-James Stuart y Colón de Portugal de Bourk y Ayala Biografía

 Pedro Fitz-James Stuart y Colón de Portugal de Bourk y Ayala. III Capitán General de la Real Armada. Marqués de San Leonardo. Caballero profeso de la Militar Orden de Santiago. Caballero de la Militar Orden de Calatrava. Encomienda de Vetera, del Corral de Caraquél y de la Huerta de Valdecarábanos en la Orden de Calatrava. Caballerizo Mayor de S. M. don Carlos III. Gentilhombre de Cámara de S. M. con ejercicio. Cortesía del Museo Naval de Madrid.
Pedro Fitz-James Stuart.
Cortesía del Museo Naval de Madrid.


III Capitán General de la Real Armada Española.

Marqués de San Leonardo.

Caballero profeso de la Militar Orden de Santiago.

Caballero de la Militar Orden de Calatrava.

Encomienda de Vetera, del Corral de Caraquél y de la Huerta de Valdecarábanos en la Orden de Calatrava.

Caballerizo Mayor de S. M. don Carlos III.

Gentilhombre de Cámara de S. M. con ejercicio.


Orígenes

Vino al mundo en la Villa y Corte el 6 de noviembre de 1720. Bautizado en la parroquia de San Sebastián el 9 siguiente, siendo su padrino el Caballero de Santiago don Geronimo de Landolina. Era segundogénito de don Jacobo, duque de Liria, de Xerica y de Berwick, y de su esposa doña Catalina, hermana del Comendador Mayor de Santiago don Pedro Nuño, VIII Almirante Mayor de las Indias y VI duque de Veragua, de quien heredó los títulos, entre ellos el de marqués de San Leonardo, a su fallecimiento en el año de 1733.

En los años de infancia con su ayo aprendió las primeras letras, así como las matemáticas en su más amplio sentido, pasando posteriormente a los mejores colegios de la Villa y Corte, donde adquirió grandes conocimientos en todas las materias de la época.

Quiso prestar lo antes posible sus servicios al Rey, por lo que su padre elevó petición a S. M. solicitando su admisión en la Compañía de guardiamarinas, pero le fue denegada. Pidió entonces su ingreso en los ejércitos del Rey, concediéndole éste el grado de capitán de caballería, dando así comienzo a su vida militar.

Hoja de Servicios

Una vez cumplida la edad reglamentaria para su acceso en la Real Armada, le permitió S. M. presentarse a los exámenes preliminares que tendría que aprobar para iniciar su carrera naval. Se presentó y los pasó con holgura, sentando plaza de guardiamarina en la Compañía del Departamento de Cádiz el 9 de mayo de 1736. Contaba con quince años de edad. Expediente Nº 220.

Permaneció en los estudios unos meses y de nuevo se examinó, de lo que entonces se llamaba «cuatro clases» que comprendían: ciencias y facultades matemáticas la cantidad discreta, geometría, trigonometría, cosmografía, náutica, maniobra, fortificación militar, teoría de la artillería y de la construcción de navíos, pasando a embarcar el 29 de agosto de 1737, y por sus anteriores servicios se le otorgó el grado de teniente de navío, por lo que había sido ascendido de aspirante a teniente de navío en algo más de un año. Aunque en realidad era el mismo grado que ya ostentaba en el ejército.

Pasó a prestar sus servicios en los jabeques, con los que adquirió una gran formación náutica al estar casi constantemente en la mar, unas veces en lucha contra los corsarios berberiscos, con los que mantuvo muchos combates, otras en misiones de transporte de víveres, municiones y tropas a las plazas norteafricanas, así como escolta de convoyes hacia ellas. Este fue un tiempo de total aprendizaje en todas las materias, ya que los combates eran, en su mayoría, pequeños y sin grandes resultados, pero contribuían a mantener la mar lo más limpia posible de corsarios enemigos, al tiempo que proporcionaban la imprescindible experiencia práctica.

Un tiempo después trasbordo al navío Astuto, del porte de 70 cañones, con el que realizó varios viajes a las islas Canarias, y en la época del retorno de la Flota de Indias, acudía a su encuentro cruzando entre los cabos de Santa María y San Vicente, y entre éste y las islas Terceras, permaneciendo en uno de estos viajes ochenta días seguidos de crucero.

En agosto de 1740 recibió la Real orden fechada el 28 del mismo mes y año, por la que se le notificaba su ascenso al grado de capitán de fragata, y con ella la orden de embarcar en la escuadra del general don Rodrigo de Torres con la que navegó por la ruta propia para efectuar la recogida de caudales, tocando en los puertos de Cartagena de Indias, Veracruz y la Habana. Esta tarea de protección era debida a que el almirante británico Haddock, sin declaración de guerra previa, había apresado dos fragatas de la Real Compañía de Caracas, por lo que inmediatamente se inició el conflicto con el Reino Unido.

Al producirse este acto de piratería, algunos oficiales quedaron en la Habana para reforzar las escuadras allí destinadas, sin embargo, don Pedro Fitz James fue destinado a la escuadra del general don Blas de Lezo, donde pasó de transporte a Cartagena de Indias, hallándose en la defensa de este puerto, en Boca Chica, cuando el almirante Vernon, en 1741, se presentó ante la ciudad con la gran expedición británica formada por más de doscientas velas y la intención de conquistarla, a lo que se opuso una pequeña fuerza al mando del insigne don Blas de Lezo, aquel «manco, cojo y tuerto que siendo medio hombre valía por cien» Cosa que demostró transformando lo que parecía una victoria fácil para los británicos, en lo que ha pasado a la Historia como su mayor derrota naval.

A su vez la reacción de España fue la de armar en corso a todo buque que tuviera las mínimas condiciones para ello, por lo que se consiguió así que a lo largo de 1741, fueran capturados trescientos treinta y un buques con pabellón británico, contribuyendo a frenar considerablemente sus ambiciones depredadoras.

Al huir los británicos, don Pedro pasó de nuevo a la Habana donde embarcó en su buque de destino con el que zarpó en la Flota de Nueva España con rumbo a la Península, escoltada por la escuadra del general don Rodrigo Torres, realizando la navegación sin incidentes dignos de mención.

Al arribar para recuperarse de los combates habidos en Cartagena de Indias, se le concedió la única licencia de toda su carrera de marino, retirándose a descansar a su casa en la Villa y Corte.

Por Real orden del 24 de enero de 1745 se le ascendido al grado de capitán de navío, entregándole el mando de la fragata Aurora, del porte de 28 cañones, con la orden de realizar el corso por el mar Mediterráneo.

En 1750 le fue otorgado el mando del navío Dragón, del porte de 64 cañones, con la orden de proseguir en la misión de corso para contrarrestar lo máximo posible los actos de piratería que realizaban las regencias norteafricanas, realizando varios cruceros sobre las aguas que comprendían el mismo Departamento.

A esta misión se dedicó en este tiempo a los navíos, pues al haberse firmado la Paz de Aquisgrán quedó España libre de enemigos en Europa, permitiéndole centrarse en combatir a sus enemigos norteafricanos.

El 2 de diciembre de 1750, Don Pedro Fitz-James asume el mando de una flotilla de dos navíos, el Dragón, de 64 cañones, y de su mando que llevaba como Segundo a don Juan Ignacio de Salaverría, y el América, también de 64 cañones, al mando de don Luis de Córdoba que tenía como Segundo a don Juan Manuel Pérez de Alderete.

Navegaban ambos en conserva cuando el 28 de noviembre de 1751 y encontrándose en aguas del cabo de San Vicente divisaron dos velas, distinguiendo al acortar distancias el pabellón de la capitana de Argel, Danzik de 60 cañones y la almiranta, Castillo Nuevo de 54, entablando un arduo combate cuyos primeros instantes aprovechó la nave almiranta para, a cubierto por su capitana, ponerse a salvo. El combate tuvo una duración real de treinta horas a lo largo de cuatro días, porque don Pedro, conocedor del mayor poder de la artillería montada en los buques españoles, ordenó un constante bombardeo que los enemigos no podían responder por tener sus cañones menos alcance. Finalmente el 1 de diciembre la capitana de Argel ya no podía responder al fuego siendo abordado y apresado por los españoles, el Danzik estaba en tan malas condiciones que se iba al fondo y para adelantar el proceso, una vez trasbordados los prisioneros se le pegó fuego.

Las bajas por parte argelina, fueron ciento noventa y cuatro muertos; heridos noventa, entre ellos el arráez y tres oficiales, más seis renegados, y doscientos treinta prisioneros. Por parte española, entre muertos y heridos hubo veinticinco bajas, siendo liberados cincuenta cautivos cristianos, en su mayoría de procedencia bátava.

La notificación al Rey de esta victoria tuvo una grata consecuencia, por esta razón firmó una Real orden que dice:

Comillas izq 1.png «He leído al Rey, y oído S. M. con mucha satisfacción, la relación que V.E. acompaña con carta de 19 del corriente, del combate que tuvo con gloria de las armas reales D. Pedro Stuard y Portugal, con dos navíos de su cargo, Dragón y América, sobre el cabo de San Vicente, con la capitana y almiranta argelina, habiendo logrado poner en fuga este ultimo bajel, bien maltratado, y perder la capitana enemiga haciendo cautiva la mayor parte de la tripulación y guarnición. Y enterado S. M. muy al por menor de todos las circunstancias de tan bizarra función y del valor y acertada conducta con que han peleado y maniobrado D. Pedro Stuard y Portugal, D. Luis de Córdoba, y a su ejemplo, los oficiales, guardias marinas, tripulaciones y guarniciones, ha resuelto S. M., que V. E. manifieste a todos su real agrado, y a D. Pedro Stuard, que S. M. le ha promovido a jefe de escuadra, y a capitán de navío al marqués de Casinas y a D. Juan Ignacio Salaverría, segundos de los expresados navíos, y ha concedido a D. Luis de Córdova la encomienda de Vetera en la orden de Calatrava.

Asimismo, ha resuelto S. M., se gratifique a las tripulaciones y guarniciones de ambos bajeles (exclusos oficiales mayores y guardia marinas) con el importe de una paga de sus respectivos sueldos; que a los que han muerto en el combate o después de él, de resultas de las heridas, si eran casados, se asista a las viudas con las dos terceras partes del sueldo que gozaban los maridos, y que a los heridos que quedasen imposibilitados de servir, se les asista con sueldo de inválidos en cualquier parte que lo quieran disfrutar. — Dios guarde á V. E. muchos años.

D. Pedro Stuard y el Marqués de Casinas deberán desembarcarse, y D. Luis de Córdoba ha de mandar los dos navíos Dragón y América, y Don Juan Ignacio Salaverría, se embarcará de Comandante del que no se embarque D. Luis de Córdova.

Dará V. E. y D. Francisco de Varas prontas providencias para que inmediatamente se reparen los cascos, arboladuras y aparejo de los navíos Dragón y América, con el fin de que salgan á continuar el corso contra moros en el Océano, según lo ha practicado D. Pedro Stuard, á quien entregará V. E. el adjunto pliego. — Madrid 25 de Diciembre de 1751. — El Marqués de la Ensenada. — Sr. Marqués de la Victoria.» Comillas der 1.png


Por esta victoria, como queda dicho, fue don Pedro Fitz-James Stuart ascendido, mediante Real orden de S. M., al grado de jefe de escuadra. El grado de brigadier todavía no había sido incluido en el escalafón de la Real Armada.

Se le otorgó el mando de tres navíos y dos fragatas, y se le encargó una comisión que le llevó a navegar por el mar del Norte; cumplida ésta decidió, al estar el reino en paz, visitar los arsenales de Plymouth, Brest y Rochefort, recibiendo a su regreso la comisión de trasportar al nuevo Embajador de España ante la Corte de Lisboa. De vuelta a la bahía de Cádiz recibió la orden de pasar al Mediterráneo para seguir realizando el corso, añadiendo a su flota otros buques, pues además, se le comisionó para enseñar pabellón en los puertos mediterráneos de las costas de Francia y repúblicas itálicas.

A su regreso se le entregó una Real orden, con fecha del 17 de diciembre de 1757 por la que era ascendido al grado de teniente general, recibiendo al mismo tiempo varias comisiones que debía cumplir con ese alto grado.

El 10 de agosto de 1759 falleció el Rey don Fernando VI, la Reina madre Regente del Reino, ordenó que una escuadra fuera a Nápoles para traer al nuevo Rey don Carlos III a España, que ya llevaba veinte años como Rey de Nápoles o de las Dos Sicilias.

Para viajar al reino de Nápoles y transportar al nuevo Monarca, se formó una expedición al mando del general don Juan José Navarro de Viana, marqués de la Victoria, con una escuadra de diecisiete navíos, cuatro fragatas, seis jabeques, dos tartanas y ocho barcas que estaba agrupada en tres divisiones, una al mando del general don Juan José Navarro con insignia de teniente general en el navío Fénix, de 80 cañones; otra al mando del teniente general don Pedro Fitz-James Stuart, con insignia en el navío Galicia, de 70 y otra al mando del jefe de escuadra don Carlos Reggio, en la capitana de la división con insignia en el navío Triunfante, de 70.

Arribaron a Nápoles el 27 de septiembre, siendo agasajados todos los oficiales y jefes por don Carlos, con varias comidas, música y juegos, pasando a cargar en ocho barcas los diferentes baúles y enseres de la Casa Real, por último embarcó don Carlos y la reina doña María Amalia de Sajonia con Sus Altezas Reales, el príncipe don Carlos y los infantes don Gabriel, doña María Josefa y doña María Luisa en el navío de don Juan José Navarro, mientras que Sus Altezas Reales don Antonio y don Francisco Javier, lo hicieron en el insignia de don Carlos Reggio.

Al siguiente 7 de octubre de 1759, que era domingo con un espléndido sol y mar en calma al igual que el viento, se fue realizando una navegación muy placentera, como si el dios Eolo no quisiera molestar a la Real Familia, pero a pesar de este tiempo apacible comenzó por marearse la Camarera Mayor de la Reina, Duquesa de Castropiñano y poco a poco el resto de las damas, siendo lo curioso del caso que la Reina tardó más en marearse y cuando lo hizo, no quedaba nadie de su Real servicio en condiciones de prestarle auxilio, por lo que exclamó: «questo movimiento de la barca me face un imbroglio di ventre» pero no quedó ahí la cosa, pues incluso los Guardias de Corps fueron cayendo todos, eso sí, bajo la mirada disimulada de los Guardiamarinas que apenas podían controlar las risas, así todos rindieron el tributo del novato al Dios Neptuno. Nadie de la comitiva Real a excepción del Rey pudo levantar cabeza hasta fondear en el puerto de la ciudad Condal el 16 del mismo mes.

Como agradecimiento del nuevo Monarca, recibió don Pedro el título de Caballerizo Mayor del Rey por Real cédula del 15 de diciembre, siendo el primero en tener este título con el nuevo Rey.

Alcanzó el máximo grado de capitán general de la Real Armada en 1789. Curiosamente hubo en ese momento dos capitanes generales, pues don Luis de Córdova y Córdova, que había sido nombrado el 15 de febrero de 1783, permaneció en el cargo hasta el 29 de septiembre de 1796; probablemente sin ejercerlo dada su avanzada edad, ya que falleció con noventa años; y fuera por ello nombrado don Pedro para sustituirlo efectivamente, ya que el cargo era vitalicio y no se le podía exonerar de él

A pesar de su alto rango, al ponerse enfermo solicitó licencia para ser trasladado al humilde Monasterio de Nuestra Señora de Sopetrán, sito en la población de Hita, actual provincia de Guadalajara, donde expiró en el mismo año de 1789.

Fue el último de los Colón, heredero directo del Descubridor que sirvió en la Armada hasta ya entrado el siglo XX.

Entre otras condecoraciones estaba en posesión de las siguientes: Placa de la Gran Cruz de la Real y Muy Distinguida Orden de Carlos III y Gran Cruz de San Genaro, del reino de Nápoles.

El Mayorazgo del ducado de Berwick con todos sus títulos, pasó a la Casa de Alba en el siguiente siglo.

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

Fernández Duro, Cesáreo.: Viajes Regios por Mar en el transcurso de quinientos años. Sucesores de Rivadeneyra. Madrid 1893.

González de Canales, Fernando.: Catálogo de Pinturas del Museo Naval. Tomo II. Ministerio de Defensa. Madrid, 2000.

González de Canales, Fernando.: Galería de Capitanes Generales de la Armada. Revista General de Marina. Abril de 2000, paginas 511 y 512.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Stuart y Portugal, Pedro.: Relación de los principales acaecimientos entre el navío Dragón y América con el Dancik de Argel el día 28 de Noviembre de 1751. Madrid 1952.

Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

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