Geraldino y Geraldino, Tomas Biografia

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Al sentir que la vida se le escapaba, aún tuvo fuerzas para gritar a los restos de su dotación: '''« Hijos míos, no rendirse; hacer fuego. ¡Misericordia, Dios mío! »'''
Al sentir que la vida se le escapaba, aún tuvo fuerzas para gritar a los restos de su dotación: '''« Hijos míos, no rendirse; hacer fuego. ¡Misericordia, Dios mío! »'''
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[[Archivo:P-TomGeryGer5.jpg|frame|right|alt=Placa en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando en recuerdo de don Tomás Geraldino y Geraldino. Brigadier de la Real Armada Española.|<center>''''' Placa en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando <br>en recuerdo de Tomás Geraldino y Geraldino.''<br>Cortesía del Museo Naval. Madrid.'''</center>]]
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Frase que revela el temple de alma y su valor como cristiano, del brigadier don Tomás de Geraldino, quien a los cuarenta y tres años de edad moría, dejando un alto ejemplo a seguir para los que sirven a la patria.
Frase que revela el temple de alma y su valor como cristiano, del brigadier don Tomás de Geraldino, quien a los cuarenta y tres años de edad moría, dejando un alto ejemplo a seguir para los que sirven a la patria.

Revisión de 16:49 1 feb 2014

Biografía de don Tomás Geraldino y Geraldino


Retrato al oleo de don Tomás Geraldino y Geraldino. Brigadier de la Real Armada Española.
Tomás Geraldino y Geraldino.
Cortesía del Museo Naval. Madrid.


Brigadier de la Real Armada Española.

Orígenes

Vino al mundo en la ciudad de Jerez de la Frontera en el año 1755, fueron sus padres, don Francisco Geraldino y Barreda, y doña Isabel Geraldino y Cloque.

Hoja de Servicios

El día 15 de junio del año 1770, sentó plaza de guardiamarina en la Compañía del Departamento de Cádiz. Expediente N.º 1.117.

Al concluir sus estudios teóricos se le ordenó embarcar, en la típica comisión de contrarrestar la piratería de las regencias norteafricanas, permaneciendo algo más de dos años en la mar, hasta que en una de sus recaladas se le ordenó presentarse en el Compañía, donde el día 22 de noviembre del año 1773 le fueron entregados los galones de alférez de fragata.

Como oficial subalterno regresó de nuevo a la misma comisión anterior, volviendo a estar por espacio de algo más de otros dos años y medio, participando en la expedición contra Argel al mando del general don Pedro Castejón a bordo del paquebote Guarnizo, siendo uno de los más audaces en el reembarque de las tropas del ejército, realizando varios trasbordos de ellos a los buques, esta actitud provocó ser recomendado por el mismo general, por ello unos meses después se le entregó la Real orden del día 16 de marzo del año 1776, con su ascenso al grado de alférez de navío.

Pasó embarcado a uno de los buques de la escuadra del general don Miguel Gastón, uno de los generales subalternos del general don Luis de Córdova, realizando la primera campaña del canal de la Mancha, a su regreso a la bahía de Cádiz se le ordenó trasbordar al un navío de la escuadra del general don Ignacio Ponce, regresando al mar Cantábrico en refuerzo de la del propio Departamento, al finalizar esta comisión regresó a la bahía de Cádiz, zarpando en dos ocasiones para realizar cruceros sobre los cabos de Santa María y San Vicente, en protección del tráfico marítimo, al regreso de éste último se le entregó la Real orden del día 27 de mayo del año 1780 con su ascenso al grado de teniente de navío.

Poco después zarpó la escuadra al mando del general don Luis de Córdova al completo, encontrándose el día 9 de agosto siguiente sobre el cabo de Santa María se divisó un gran convoy británico, viendo el general que no llevaba protección dio la orden de ‹ caza general ›, siendo apresados cincuenta y tres, de los cincuenta y seis buques que lo componían, de ellos cinco pasaron a prestar servicio como fragatas en la Real Armada siendo: la Helbrech, de 30 cañones, fue la Santa Balbina, de 34 cañones; la Royal George, de 28, fue la Real Jorge, de 30; la Monstraut, de 28, fue la Santa Bibiana, de 34, y las Geoffrey, y Gatton ambas de 28, fueron respectivamente, la Santa Paula, de 34 y Colón, de 30 cañones.

Se le encomendó quedarse en el puerto para registrar todo lo apresado, cumpliendo la orden a la perfección, pasando al poco tiempo embarcado en comisión para dar protección a los buques proveniente de ultramar, por esta forma tan minuciosa de trabajar se le recomendó, por ello se le entregó la Real orden del día 16 de septiembre del año 1781, con su ascenso al grado de capitán de fragata.

En el año 1781, participó en las acciones llevadas a cabo contra el Peñón, en primer lugar se le destino como ayudante de la Mayoría y poco después como Mayor General de la división del general don Antonio Barceló, y de don Antonio de Valcárcel quien continuó al mando posteriormente, estando sus fuerzas basadas en el apostadero de Algeciras, participando en cinco ataques contra la escuadra británica allí fondeada.

Al quedar en el mando el general don Ventura Moreno de las lanchas cañoneras, se efectuaron otros dieciocho ataques contra la plaza y fortificaciones, estando a las órdenes directas de don Jerónimo de Bueras, llevándose a efecto los primero ataques nocturnos que tuvieron un buen éxito.

El día 13 de septiembre del año 1782, participó como segundo comandante de la batería flotante Príncipe Carlos, del porte de 7 cañones, cuando ésta fue incendiada por el efecto de las ‹ balas rojas ›, al igual que sus compañeras, permaneció a bordo en aquella terrible noche hasta recibir la orden expresa de abandonarla, lo cual se hizo, pero él no la cumplió hasta no quedar nadie a bordo.

Por su valor demostrado, se le entregó la Real orden del 21 de diciembre del año 1782, con su ascenso al grado de capitán de navío.

Se le destinó a la escuadra del general don Juan de Lángara, aliada a la francesa al mando del conde de D’Estaing, quien debía hacer una expedición a América, al ser firmados los artículos preliminares de la paz el día 20 de enero del año 1783 entre España y el Reino Unido, en Versalles, siendo definitivo el Tratado entre las dos coronas al ratificarlo con las firmas en el mismo lugar el día 3 de septiembre siguiente, dando por finalizada la guerra, se le otorgó el mando del navío San Fernando, regresando a Ferrol a las órdenes del teniente general don Antonio de Osorno, encontrándose aquí se le ordenó transbordar al navío San Sebastián, perteneciente a la escuadra del general don José de Córdova, con ésta realizó varios cruceros, tanto por el océano Atlántico y el mar Mediterráneo.

Por estos meses Geraldino fue el primero en dar el paso para solucionar el gran problema de la falta de agua potable en los buques; invento una cocina de hierro con ventilador y alambique consiguiendo que el agua de mar fuera aceptada por el cuerpo humano.

Por Real orden del día 8 de enero del año 1790, se dispuso que éste mecanismo fuera instalado en todos los buques de la Real Armada, aunque no fue todo lo eficaz que se hubiera deseado, pero en parte sí paliaba el gran problema.

En éste mismo año se le otorgó el mando de la fragata Liebre, realizando un viaje al puerto del Callao transportando azogues, por la falta de buques permaneció en aquellas aguas, como jefe de la fuerzas navales por ser el de más antigüedad en el grado, a las órdenes del virrey del Perú, realizando transporte y reconocimientos de las costas, desde Panamá a Chile, protegiendo asimismo el tráfico mercante.

En el año 1794, al regresar a España se le otorgó el mando del Arsenal de Ferrol, donde permaneció por espacio de dos años, encontrándose en este destino se le entregó la Real orden del día 5 de septiembre del año 1795, siendo ascendido al grado de brigadier.

En el año 1796, se le otorgó el mando del navío San Nicolás de Bari, perteneciente a la escuadra del Mediterráneo y al mando en jefe del general don Juan de Lángara.

Al comenzar el año 1797, la escuadra del océano se encontraba en el puerto de Cartagena, al mando de su nuevo general don José de Córdova; su navío fue incorporado a ella, estando compuesta por veintisiete navíos de línea y otros buques menores, pero todos ellos estaban a falta de un cuarto de su dotación y a algunos, también llevaban algún cañón de menos.

Sirvió de escolta a un convoy con derrota a Cádiz, además de algunas lanchas cañoneras y obuseras, quienes se separaron al pasar por su destino al apostadero de Algeciras, para defensa y ataque al peñón de Gibraltar, con el convoy entró en la bahía la división al mando del general don Domingo Nava, compuesta por los navíos Bahama, de 74 cañones, al mando del capitán de navío don José Aramburu e insignia de la división, Neptuno, de 74, al mando del capitán de navío don José Lorenzo Goicoechea y Terrible, de 74, al mando del capitán de navío don Francisco Uriarte.

Al estar a la altura de la bahía, se desató un duro temporal de Levante, al tener que correrlo arrastró a la escuadra durante ocho días hasta la altura del cabo de San Vicente, por efecto del Dios Eolo los buques quedaron desordenados, dispersos y algunos sotaventados, quedándose en formación de tres líneas, sin conexión entre ellas, más otros cinco navíos desperdigados y otros sueltos, o sea en pleno desorden.

El día 14 de febrero se divisaron las fuerzas; la escuadra española al mando del general don José de Córdova quien en esos momentos contaba con veinticuatro navíos y varias fragatas, contra la británica del almirante Jervis, compuesta de diecisiete navíos y varias fragatas y en excelente estado de armamento, dotación e instrucción.

Dentro de éste panorama Geraldino, supo y pudo meter su buque en lo más recio del combate, al acabársele las municiones, sufrió un abordaje, intentó defenderse, pero fue rodeado por varios enemigos, siendo uno de ellos quien le hirió de muerte, de un bayonetazo.

Al sentir que la vida se le escapaba, aún tuvo fuerzas para gritar a los restos de su dotación: « Hijos míos, no rendirse; hacer fuego. ¡Misericordia, Dios mío! »

Placa en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando en recuerdo de don Tomás Geraldino y Geraldino. Brigadier de la Real Armada Española.
Placa en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando
en recuerdo de don Tomás Geraldino y Geraldino.

Cortesía del Museo Naval. Madrid.

Frase que revela el temple de alma y su valor como cristiano, del brigadier don Tomás de Geraldino, quien a los cuarenta y tres años de edad moría, dejando un alto ejemplo a seguir para los que sirven a la patria.

Al fallecer en al mar sus restos fueron sepultados en la mar, esto impedida se trasladaran al Panteón, quien honró su memoria colocando en el muro de la tercera capilla del Este, donde se encuentran los del general Reggio, una lápida que dice lo siguiente:

A la memoria

del Brigadier de la Armada

Don Tomás Geraldino

Muerto gloriosamente sobre el navío de su mando

« San Nicolás » en el combate naval de San Vicente

el 14 de febrero de 1797.

Bibliografía:

Cantillo, Alejandro del.: Tratados, Convenios y Declaraciones de Paz y de Comercio desde el año de 1700 hasta el día. Imprenta Alegría y Chalain. Madrid, 1843.

Cervera y Jácome, Juan. El Panteón de Marinos Ilustres. Ministerio de Marina. Madrid. 1926

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957, por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

González de Canales, Fernando. Catálogo de Pinturas del Museo Naval. Tomo II. Ministerio de Defensa. Madrid, 2000.

Guardia, Ricardo de la. Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Terrón Ponce. José L.: El Gran Ataque a Gibraltar de 1782 (Análisis militar, político y diplomático). Ministerio de Defensa. Madrid, 2000. Premio Ejército 1999.

Válgoma y Finestrat, Dalmiro de la. Barón de Válgoma.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

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