Lopez, Martin Biografia

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Biografía de Martín López

Navegante y constructor español del siglo XVI.

Orígenes

Como todos los de esta época se desconoce su fecha de nacimiento, incluso según fuentes, se dice que era natural de la población de Ayamonte, actual provincia de Huelva y según otros, solo estaba avecindado en ella, pero que su lugar de nacimiento era el Señorío de Vizcaya.

Hoja de Servicios

Era el piloto de uno de los bergantines de la expedición de conquista, que al mando de Hernán Cortés se dirigió desde la isla de Cuba, a lo que después sería el virreinato de Nueva España, por orden expresa del Gobernador de la isla don Diego Velázquez.

El día diez de febrero del año de 1519, zarpo la escuadra compuesta de once naves, el mas grande y como capitana en la que viajaba Hernán Cortes, era de cien toneles, otros tres estaban entre los setenta y las ochenta, siendo el resto pequeñas carabelas y bergantines sin cubierta, estando todos a las ordenes del piloto mayor don Antonio Alaminos, que ya había cruzado el océano con Colón (no especifican en cual de los viajes) y que ya llevaba años navegando por el seno de Nueva España.

En los buque se había transportado a quinientos cincuenta y tres soldados, de los que trece eran arcabuceros y treinta y dos ballesteros, a más de doscientos indios de la isla de Cuba y unas cuantas indias, para que realizaran los trabajos propios de los servicios y como apoyo de todos ellos, diez cañones de calibre más grande y cuatro falconetes, con buena cantidad de pólvora y municiones para su servicio y algo sumamente importante, siendo muy complicado de transportar en aquellas frágiles embarcaciones, pero de una importancia militar, que no poco tuvo que ver en la conquista, pues vieron primera vez los indios los dieciséis caballos que fueron llevados con gran sacrificio y voluntad.

A su vez, disponía del título otorgado por la Casa de Contratación de Sevilla, de «Maestro de Gálibos», por eso nada más llegar a la población de Texcuzo, se construyeron dos bergantines por su asesoramiento, pero una noche los indios consiguieron pegarles fuego, sufriendo un contratiempo importante por que no se pudo aprovechar nada de ellos.

Así se pusieron en camino hasta alcanzar los montes de Tlacala, donde aprovechando sus grandes árboles se pusieron a construir otros trece bergantines, pero para comprobar que navegaban a uno de ellos se le probó en el río Zahuatl, comprobando que se había realizado bien su construcción.

Pero lo curioso de todo esto es que se construyeron a piezas, en tamaños apropiados para poder ser transportadas a hombros de los indios, subiéndolos hasta la gran laguna en la que en cuyo centro se levantaba la ciudad de Tenochtitlan.

Llegados a sus orillas se construyeron una guías para montarlos, ya que estaban a forma de rompecabezas ya construidos y poderlos lanzar al lago, una vez realizada la botadura se les aparejó y armó con los nueve cañones, para poder ofender de forma eficaz.

Cuando se efectuó el ataque para la conquista de la gran ciudad Maya y en palabras de Sandoval, si no hubiera sido por la presencia de los bergantines hubiera resultado casi imposible el tomar la ciudad, ya que al hacer fuego con las piezas de artillería consiguieron el desorientarlos y bajar su moral, pero eso solo se pudo hacer construyendo los buques ya que la ciudad estaba fuera del alcance de las piezas artilleras.

Hay que hacer notar aquí, que si bien la pericia de Martín López y el excepcional valor de Hernán Cortés, la conquista hubiera resultado imposible; pero en ella se ha escondido un secreto, que si bien no pertenece al biografiado, pensamos que no está de más el referirnos a él por su excepcional valor histórico y a veces decisivo, que tuvieron en unos momento muy apropiados.

Y se trata de la aportación que hicieron un veintena de mujeres que resultó en algún momento providencial, de las que sabemos nombres de unas pocas, María de Estrada, que se abrió paso a estocadas en la ciudad; Mari Hernández, de las que al parecer habían dos con el mismo nombre y apellido; dos más como Isabel Rodríguez, pero una con el segundo apellido de Gómez; la esposa de capitán Portillo, que falleció él a bordo de los bergantines y ella ocupó su puesto; Beatriz de Palacios, que era esposa de don Pedro Escobar y suplía a éste en las guardias nocturnas; Beatriz Bermúdez de Velasco esposa de don Francisco de Olmos, quien en un momento de flaqueza de las tropas, en las calles de la ciudad y empuñando una tizona, les gritó, que al primero que retrocediese ella lo traspasaría por su mano y espada, lo que evitó una desbandada en ese sector; Beatriz Ordaz, Juana Martín, María de Vera, Elvira Hernández.

En fin, nos ha parecido correcto el traer a estas líneas este reconocimiento, pues en esos momentos todos, sin distinción de sexo luchaban por algo muy grande que al final se consiguió pero como queda dicho, aunque su actuación ha quedado en el olvido no está de más que éstas sean recordadas.

Pues si bien los bergantines construidos fueron la clave para la conquista de Tenochtitlan, no fueron menos importantes las decididas intervenciones de las mujeres, que supieron en los momentos clave el imponerse a aguerridos soldados y gracias a ello el problema que se podía haber transformado en un disgusto, se pudo llevar a efecto sin más problemas que los lógicos de una guerra.

El propio Hernán Cortés, dice sobre don Martín López, que era «…animoso y de grandes fuerzas, soldado de buen consejo y obras…» lo cual lo define bastante acorde con su persona.

El conquistador español tenía a un enemigo personal don Pánfilo de Narváez, éste se había refugiado en una fortaleza y en su torre se encontraba haciendo frente a los soldados de Hernán Cortés, pero les era difícil avanzar ya que las armas eran las mismas, pero Martín López cayó en la cuenta que la protección de la torre era de madera y paja, por lo que cogiendo un tronco le prendió fuego cuando ya lo tenía en llama viva, salió corriendo en dirección a la base del torreón, consiguiendo llegar y arrojarlo sobre la base la cual comenzó a arder.

Lo que al verse sorprendido por las llamas Narváez se rindió a las tropas del conquistador, con lo que acabó uno más de los muchos actos de guerra civil que a lo largo de nuestra Historia se han dado, para desgracia nuestra.

Este es el último acto que se conoce de Martín López por lo que no se sabe cuando falleció ni en que circunstancias. Pero esto ya no nos sorprende, pues fueron tantos los olvidados por la Historia que uno más no importa, pero queda aquí recuperado para proteger su buen nombre y darle nuestro reconocimiento, a parte de aprovechar este nuevo medio de difusión para que el resto del mundo también lo conozca.

Otra cuestión que viene al tema, es la opinión del historiador británico John H. Elliot, diciendo así:

«Para mí, la historia de México es al mismo tiempo una historia de ruptura y de continuidad: ya existía una gran estructura en las sociedades precolombinas, cuya herencia en parte pervive, a la vez que los españoles buscaron su conservación. Hay continuidad, a la que se suma toda la nueva orientación que dio la Conquista española»

Por fin un británico reconoce que no fuimos tan malos y perversos, como demuestra la inquisitorial forma de escribir de algunos de sus conciudadanos, que a lo largo de la nuestra Historia sólo han sabido verter los más perversos conocimientos que se suponen tienen ellos sobre nosotros, de nuestra Historia. sic. ¡Pobres españoles, sino saben nada!

Bibliografía:

Casas, Fray Bartolomé de las.: Historia de las Indias. Biblioteca de Autores Españoles. Ediciones Atlas. Madrid, 1957.

Enciclopedia General del Mar. Garriga, 1957. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Miralles Ostos, Juan.: Hernán Cortés. Inventor de Méjico. Biblioteca ABC, 2004.

Prescott, William H.: Historia de la Conquista de Méjico. Facsímil. Ediciones Istmo, 1987.

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