Rapun y Banzo, Nicolas Jose Biografia

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Nicolás José Rapún y Banzo Biografía

Intendente de la Real Armada Española.

Caballero de la Militar Órden de Santiago.

Orígenes

Vino al mundo en la población de Banastás, actual provincia de Huesca, el día 6 de diciembre del año de 1715. Era hijo de don Lucas Rapún y Luis, entonces alcalde de la citada localidad, y de su esposa doña María de Banzo. Su ascendencia era de alcurnia, pues se sabe que con el tiempo se le otorgó el hábito de la Orden de Santiago.

Hoja de Servicios

Se sabe que cuando tenía diecisiete años ya trabajaba en los servicios administrativos de la Armada, en la que fue ocupando puestos y ascendiendo poco a poco, pues el primero fue de maestre de víveres, luego, depositario general de pertrechos, contador de navío y oficial segundo de las oficinas del Departamento de Cádiz, en su sección de contabilidad.

Estuvo a las órdenes de los insignes Intendentes don José Patiño y don José del Campillo.

Al ser declarada la guerra contra el Reino Unido en el año de 1739, elevó petición de ser destinado a la fuerza naval, cosa que se le concedió, y embarcó así en la escuadra al mando del general don Andrés Reggio hacia las aguas de las Antillas con el cargo de Tesorero Mayor de las unidades operativas de la Armada allí destinadas, continuó en el mismo cargo y lugar cuando el general Reggio fue sustituido en el mando por don Benito Mª de Spínola.

Posteriormente, en el año de 1748, pasó a la Habana, prestando el mismo cargo en la escuadra de don Blas de Barreda siendo además nombrado contador principal de marina y encargado de la construcción de buques en aquel Apostadero, salvando con su iniciativa la escasez de recursos que se presentó ante la creciente demanda, sobre todo de cáñamo, en la isla de Cuba, sustituyendo éste por nuevos materiales, utilizando la «majagua de los árboles y con fardos de heniquén», pudiendo así terminar los suficientes cables y calabrotes necesarios para los buques que debían de ser entregados y que estaban a su cargo.

Por espacio de siete años fue comisario de marina y matrículas, siendo nombrado además Interventor General de la administración de las fábricas de tabaco y también comisario de guerra de 1ª clase del Ejército.

Durante su mandato realizó grandes cambios que mejoraron el funcionamiento de las factorías de tabaco de manera considerable, así como el bienestar de la Hacienda, ordenando que los palillos de la hoja del tabaco que antes se tiraban, se molieran para su venta como picadura, realizando en ello tan solo una inversión de quinientos pesos, cuando estando la administración a cargo del señor García Barrera, le pedían tres mil novecientos. También mandó construir en el mismo almacén seis molinos, consiguiendo con ello rebajar el precio de venta a nueve reales, en vez de a los dieciséis que se vendían antes cada arroba. Todo ello, como es lógico, produjo una serie continuada de aumento en los ingresos y con ello beneficios que bajo su dirección fueron creciendo a una media de entre treinta y cuarenta mil pesos anuales.

Cuando se produjo el ataque de los británicos a la isla en el año de 1762, Nicolás José Rapún se convirtió en el alma de la defensa, por sus grandes dotes de organizador. Ordenó la apertura de locales en los que llegó a montar cuatro hospitales sin costo para la Hacienda, pues se aprovecharon las camas que desechaban los particulares y logró mantener en todo momento a la defensa de la ciudad bien abastecida tanto de municiones como de provisiones, lo cual es indudable que le dio más seguridad a los que en ella combatían.

Una vez rendida la fortaleza del Morro y entregada la ciudad de la Habana, le cupo el desgraciado honor de tener que traspasar los materiales y el armamento a los británicos, que al parecer lo necesitaban, y se lo pidieron a él por ser el Intendente y supuesto conocedor de todo lo que poseía la defensa.

Precisamente, gracias a ese conocimiento, consiguió; mediante pagos ficticios por supuestos materiales entregados a la defensa, a través de facturas falsas o con las fechas atrasadas; escamotear a los invasores una importante suma de dinero, de forma que con la caja notablemente disminuida, lo que pudieron llevarse los ocupantes fue mínimo.

Es más, cuando el general británico, conde de Albermale, se negó a entregar nada de lo que se llevaba, como le pidió Rapún, para sostener a los dos mil quinientos enfermos que estaban en los hospitales, no se desanimó, y comenzó a pedir ayuda entre la población, y con lo obtenido y algo de dinero que consiguió de la Hacienda, logró prestar un gran servicio a los pobres heridos y salvar a muchos de ellos.

Al recuperarse la Habana, en el año de 1763, y llegar las nuevas autoridades a la plaza, comenzó a llamar a todos aquellos a quienes había entregado dinero de la Hacienda y labores del tabaco con la intención de esconderlas de la vista de los enemigos, para que procedieran a su reintegro, de forma que al final se recaudaron casi dos millones de pesos. Ante todo este buen trabajo fue ratificado en el puesto y él se encargó de definir, mejor si cabe, las nuevas defensas de la ciudad y el puerto, así como de la reconstrucción de todo lo destruido en el ataque anterior.

Su sueldo era de dos mil pesos fuertes, teniendo a su cargo la intervención de los hospitales, almacenes y factorías, así como la de las grandes obras de reconstrucción de las defensas de la plaza, en las que en algún momento llegó a haber hasta cuatro mil hombres trabajando a un tiempo, y con todo ello además tenía el cargo de Comisario de Guerra.

En el año de 1767, se le ascendió a Comisario Ordenador del Ejército por renuncia de don Miguel Altariva, sumando además el cargo de la Intendencia de la Habana, por Real orden del día 18 de enero del año de 1773 siendo por ello ascendido a Intendente, cargo en el que volvió a demostrar sus grandes dotes de organizador.

Falleció en la misma ciudad de la Habana, al parecer como consecuencia de una disentería que padeció a lo largo del mes de marzo del año 1776.

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

VV. AA.: Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana. Espasa-Calpe. 119 tomos.

VV. AA. Historia General de España y América. Ediciones Rialp. Madrid, 1985-1987. 19 tomos en 25 volúmenes.

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