Riquelme y Ponce de Leon, Francisco Biografia

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Biografía de don Francisco Riquelme y Ponce de León

Brigadier de la Real Armada Española.

Orígenes

Vino al mundo en la ciudad de Jerez de la Frontera, en la provincia de Cádiz, en el año 1765, sus padres fueron don Pedro José Riquelme y Morla y doña María Ponce de León y Auñón, siendo los dos naturales de la misma ciudad de Jerez de la Frontera, provenían de familia noble y acomodada, contándose en ella con varios marinos.

Hoja de Servicios

Sentó plaza de guardiamarina el día 14 de enero del año 1779, en la Compañía del Departamento de Cádiz. Expediente N.º 1.600.

En sus prácticas de navegación, realizó navegaciones por las aguas del Mediterráneo y seno mejicano. Realizando el corso en la escuadra de don Antonio de Ulloa, por las aguas de las islas Terceras y protección a las Flotas de Indias.

Al terminar sus estudios, se le otorgó el grado de alférez de fragata, el día 3 de febrero del año 1780, recibiendo la orden de embarcar como oficial subordinado en el navío Fénix, perteneciente a la escuadra de del general don Juan de Lángara.

Con ésta se encontró en el combate naval del cabo de Santa María, el día 14 de enero del año 1780 en el que se enfrentó a la escuadra británica al mando del almirante Rodney, siendo hecho prisionero y canjeado poco tiempo después.

Al reincorporarse al servicio, fue asignado a la escuadra del mando del general don Luís de Córdova, en la división del general don Buenaventura Moreno, siendo ésta destinada a la expedición que conquistó la plaza de Mahón, participando muy activamente en la toma del castillo de San Felipe y con él la isla de Menorca quedó para España, dominada, se ordenó el reembarque de parte de las tropas el día 25 de marzo del año 1782, zarpando con rumbo a Algeciras. Por esta acción fue ascendido al grado de alférez de navío por Real orden del día 2 de marzo próximo pasado, siéndole comunicado al arribar, pues las noticias y ascensos llegaron antes que los agraciados.

Regresó y se incorporó su división de nuevo a la escuadra de don Luis de Córdova, destinada a dar apoyo al gran bloqueo de Gibraltar, el día 9 de septiembre del año de 1782 se llevó a cabo el ataque con las baterías flotantes, invento del ingeniero francés D’Arçon, en la que según él estaban protegidas de los incendios por tener un sistema de circulación de agua ‹ como la sangre por el cuerpo humano ›, pero falló el sistema y el resto lo hizo las ‹ balas rojas › que disparaban los defensores, provocando los incendios al ver la situación tan complicada se dió orden de acudir con los botes de la toda la escuadra en su socorro, intentando rescatar al máximo posible de sus dotaciones, en las que se sufrieron las bajas de trescientos treinta y ocho muertos, seiscientos treinta y ocho heridos, ochenta ahogados y trescientos prisioneros con su infructuoso ataque al Peñón.

Tampoco se perdió la participación en el combate de cabo Espartel, teniendo lugar el día 20 de octubre del año 1782, en el que la escuadra española, se enfrentó a la británica del almirante Howe.

Los británicos admiraron: « el modo de maniobrar de los españoles, su pronta línea de combate, la veloz colocación del navío insignia en el centro de la fuerza y la oportunidad con que forzó la vela la retaguardia acortando las distancias » El combate tuvo una duración de cinco largas horas.

Los buques enemigos por llevar ya forradas sus obras vivas de cobre tenían mayor andar, permitiéndoles mantenerse en todo momento la distancia conveniente, cuando el resto de la escuadra española iba llegando al combate, decidieron por el mayor número de navíos españoles rehuirlo, viraron y cazaron el viento enseñando sus popas se fueron alejando del alcance de la artillería española. El coloso español, el navío Santísima Trinidad, del porte de 130 cañones sólo pudo hacer una descarga completa de todas sus baterías, su lentitud le impidió poder hacer más. Regresando la escuadra a la bahía de Cádiz en día 28 siguiente.

Después de éste combate, realizó un viaje redondo a Puerto Rico y a la Habana embarcado en la urca Santa Justa, del cual regresó a Cádiz embarcado en la fragata Santa Rosalía, por quedar asignada la anterior al Apostadero y estar cargada con situado la fragata.

Al arribar por orden trasbordó a la fragata Santa Águeda, con la que efectuó un viaje en comisión ante la regencia de Tánger. Eran tiempos de constantes arreglos con nuestros vecinos del Sur, con los que habíamos mantenido enfrentamientos que, si bien no fueron nunca importantes (en este siglo) si lo eran constantes por su típica piratería. Estos arreglos venían a fijar unas condiciones, pues habían sido convencidos y solucionados por las armas por la intervención de don Antonio Barceló, en sus dos bombardeos a la plaza y fortaleza de Argel de los años de 1783 y 1784.

Fue ascendido por Real orden del día 28 de abril del año 1787 al grado de teniente de fragata.

Al ser firmada la paz con el Reino Unido, se le destinó a la escuadra al mando del teniente general don Juan de Lángara, pasando a embarcar en el buque insignia de ella, siendo el navío Conde de Regla, de tres baterías y 118 cañones de porte.

Por Real orden fechada el día 17 de enero del año 1792, se le notificó su ascenso al grado de teniente de navío.

Al declararse la guerra contra la república francesa, transbordó al navío Concepción de la escuadra del general don Juan de Lángara, en concepto de Ayudante de ella, siendo el insignia el navío Reina Luisa, zarpando la escuadra del Arsenal de Cartagena a mediados del año 1793 con rumbo a Tolón, uniéndose a la escuadra británica del almirante Hood, arribaron a la base francesa y el día 27 de agosto desembarcó la tropa y tomó el puerto, arsenal, fortalezas y plaza. De la escuadra británica entraron en él veintiún navío, de la española diecisiete y en su fondeadero se encontraban veintiuno de Francia, más los que estaban en grada construyéndose.

La plaza fue contraatacada por el ejército revolucionario francés, estando al mando del general Dugommier y entre sus jefes un joven comandante de Artillería llamado Napoleón Bonaparte, quienes atacaron con tantas unidades y fuerza, por medio de la artillería en tierra que inutilizó la de los buques, siendo tomados los fuertes de Faraón, Malburque, Artiga y otros, obligando al ejército aliado a reembarcar, siendo dirigida esta maniobra con el mayor de los aciertos por el Mayor General de la Escuadra española, el general don Ignacio María de Álava.

Por los hechos realizados, su comportamiento y valor demostrados; por las indicaciones de su comandante general de la escuadra, fue propuesto para su ascenso por méritos de guerra, siéndole otorgado el grado de capitán de fragata por Real orden fechada el día 3 de enero del año 1794.

Con este grado se le nombró segundo comandante del navío San Agustín, manteniéndose en los combates del sitio de Rosas. Posteriormente con el mismo navío, continuaron la navegación asistiendo a los combates de la isla de Santa Margarita y de las islas Hyères.

En el mes de marzo del año 1795, se le otorgó el mando de la fragata Santa Lucía, entrando en la bahía de Cádiz para abastecerse, pues tenía orden de continuar viaje a las islas Filipinas, (esto cada vez que lo escribimos, casi nos suena a broma, pues con poco más de seis palabras se resume un viaje de ocho meses, con todos los peligros de una larga navegación y atravesando casi tres océanos, más el cabo de Buena Esperanza ¡y parece tan normal!) zarpando en el mes de abril y sin mayores problemas arribó a Manila, donde espero la incorporación de la escuadra del general don Ignacio María de Álava, permaneciendo en aquellas aguas y realizando distintas comisiones a China y Bengala, he iniciando el regreso a la península integrado en ésta escuadra, zarpando de Manila el día 7 de enero del año de 1803 con rumbo a la península arribando a la bahía de Cádiz el día 15 de mayo del año de 1803, por su pericia y buenas dotes marineras, fue propuesto por su general para el ascenso, otorgándosele el grado de capitán de navío por Real orden del día 5 de octubre del mismo año de 1803. (Aclarar que en este viaje como se podrá comprobar estuvo ausente de la península casi ocho años)

Vino una época de trasbordos y cambios, por la nefasta costumbre de desarmar los buques cuando se estaba en paz, por esta razón le fueron otorgados diferentes mandos de fragatas y navíos, con los que efectuó cruceros sobre las costas de la península, y en misión de corso contra las regencias norteafricanas, así como a la constante tropelías de los británicos, permaneciendo en esas comisiones hasta la declaración de guerra de nuevo a los británicos, siendo en el año 1805 cuando se le ordenó trasbordar a otro buque.

A principios de este año se le nombró segundo comandante del navío Santa Ana, era uno de tres baterías y 120 cañones, en el que enarbolaba su insignia el teniente general don Ignacio María de Álava.

Después de todos los avatares que tuvieron lugar en el fondeadero de la bahía de Cádiz, el almirante francés resolvió zarpar desoyendo los avisos de tener casi encima un temporal, así se fue haciendo a la mar la escuadra combinada franco-española el día 20 de octubre del año de 1805.

Dando pasó al conocido combate del día 21 de octubre, llamado de Trafalgar por hallarse frente al cabo de ese nombre en tan nefasta ocasión, en el transcurso del enfrentamiento, fueron siendo heridos tanto el general Álava, como el comandante del buque, el brigadier don José Gardoquí, por ello tuvo que hacerse cargo del mando del buque, en el que se comporto de manera heroica, guiado por su bravura y energía.

Era el fatídico día 21 de octubre, cuando el almirante británico Nelson consiguió una gran victoria sobre la escuadra combinada, aunque él también perdió la vida. En realidad pasados unos meses los tres generales al mando de las respectivas escuadras fallecieron. Por Real orden del día 9 de noviembre del mismo año 1805 se le ascendió al grado de brigadier, siendo esta una promoción para todos los oficiales y generales que habían participado en el combate anterior, como gracia Real de don Carlos IV.

Sobrevino la invasión napoleónica, se había firmado la paz con el Reino Unido y pasaban de ser enemigos a amigos y Francia no tenía escuadra, todo esto le llevó a decidir que no teniendo enemigos en la mar era mejor pasara tierra, para ello puso rumbo a Ferrol, donde al arribar ordenó desembarcar a todos sus hombres, pues sus buques ya estaban necesitando una carena, pero dada la escasez económica, decidió junto a sus hombres incorporarse al ejército de Galicia, al mando del general don Joaquín Blake.

Incorporado a éste ejército, en su ala izquierda se pusieron en camino, librándose el combate de Espinosa de los Monteros el día 11 de noviembre del mismo año 1808, estaba a la cabeza de una de las divisiones del ejército, en el enfrentamiento cayó mortalmente herido quedando su cuerpo sobre el mismo campo.

Fue uno más de los muchos Marinos, que al no tener buques se convirtió en combatiente de tierra y en ella se comportó como siempre lo hicieran los famosos Tercios de Mar y Tierra como cualquier infante más, dejando muy alto el lema del Real Cuerpo de Infantería de Marina « Bravos por la Mar y por Tierra »

Por toda su trayectoria, como oficial de Marina y su denodado espíritu de combatiente nato, valor, firmeza, lealtad y honor, la Armada quiso perpetuar su memoria, en el Panteón de Marinos Ilustres, por ello se colocó en el muro de la quinta capilla del Este, donde se encuentra el mausoleo del general Armero, una lápida recordándole, que dice:

Lápida en el Panteón de Marinos Ilustres del brigadier don Joaquín Riquelme y Ponce de León.
Joaquín Riquelme y Ponce de León
Cortesía del Museo Naval. Madrid.


A la memoria

del Brigadier de la Armada

D. Joaquín Riquelme

Muerto gloriosamente en la batalla de Espinosa

de los Monteros contra el ejército francés

mandando una división del ejército

del General Blake. 11 noviembre 1808.


(Como puede observarse, en la inscripción se le cambia el nombre de Francisco, por el de Joaquín. No entendemos el porqué de este error, a no ser que llevara los dos nombres como ocurre con otros muchos y se eligiera el más familiar.)

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