Santisimo Sacramento (1693)

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Construcción:

Dibujo del más pequeño de los navíos, por su porte de cincuenta a cincuenta y cuatro cañones, repartidos en dos baterías o puentes, sobre todo se utilizaban para mantener la vigilancia de las costas, aunque al principio del siglo dieciocho también formaban parte de las escuadras.

Construido en Guayaquil como nave capitana, al igual que el Concepción (almiranta) y el Santa Cruz (patache), para la Armada del Mar del Sur con las especificaciones técnicas del general de la Armada don José de Alzadora por orden del virrey del Perú don Melchor Portocarrero Laso de la Vega, conde de la Monclova, en 1690.

Su construcción, financiada por el Consulado de Comercio de Lima, era tan irregular como los mercantes construidos en aquellos astilleros. Medía 48 codos de quilla y 18 de manga (1 codo=548 mm). Desplazaba 845 toneladas. Eran tan cortos de eslora como una fragata, con el aspecto de un galeón de dos baterías y media, aunque la baja no se utilizaba por estar casi siempre anegada. Botado en 1692 y entregado en 1693.

Los dos galeones, capitana y almiranta, costaron 300.000 pesos, relativamente baratos al ser construidos por la iniciativa privada, que abarató los costes en un 25%, aun así costaron más del triple que los buques construidos en astilleros de la península, comparando los 122 ducados por tonelada que costaron estos dos buques con los 40 ducados por tonelada que es la media de los buques construidos en la península o en la costa atlántica americana.

Historial:

Además de estos tres buques, el comercio ofreció la compra de la fragata San Miguel. A comienzos de 1692, durante la construcción de los dos galeones, el comercio compró el navío Jesús, María y José, armado con 40 cañones, que estuvo en servicio mientras se construían los dos galeones. El general don José de Alzamora recogió a la capitana en Guayaquil y entró con ella en El Callao de Lima el 25 de septiembre de 1693. La capitana y almiranta fueron buques poco apropiados para combatir a los corsarios y contrabandistas por sus pobres cualidades marineras. Los servicios de los buques de la Armada se redujeron a la escolta de los buques de comercio, sobre todo en las épocas de feria, como a finales de 1707 cuando zarparon de El Callao con ocasión de la llegada a Portobelo de la Flota de Galeones de don José Fernández Santillán.

Con el reglamento de galeones de 1720 se estableció que llegaran expediciones a Portobelo cada año. En agosto de 1721 llegaron a Cartagena de Indias los galeones de Baltasar de Guevara. Hasta mayo de 1722 no partieron rumbo a Portobelo, esperando la llegada de la Armada del Mar del Sur, que finalmente llegó a Panamá con tres navíos y un mercante al cargo de don Bartolomé de Urdinzu para celebrar la feria.

Cuando todavía no se habían vendido todas las mercancías de la última feria, llegó una nueva flota de galeones a Cartagena de Indias en febrero de 1724 al cargo de Carlos Grillo. Los comerciantes limeños estaban reacios a embarcar en la Armada para celebrar la nueva feria. Además, debían pagar de su bolsillo las costosas carenas de los buques de la Armada debido a su mal estado de conservación y la falta de caudales de la hacienda. Contaba la Armada con los viejos galeones capitana y almiranta que entraron en servicio a finales del siglo anterior.

A primeros del año 1724 Blas de Lezo dirigió una reforma casi total en el Sacramento y el Concepción, que costó más de 300.000 pesos, lo mismo que se pagó en su construcción, pero siguieron siendo unos buques mediocres. La reforma de estos buques, con aspecto de antiguos galeones, consistió en quitarles una batería y dejarles con 30 cañones de a 12 y 6 libras. No fue hasta finales de 1725 que quedó lista la Armada, partiendo en 1726 rumbo a Panamá para celebrar la feria.

Una nueva Flota de Galeones llegó a Cartagena de Indias a primeros de agosto de 1730 al cargo de don Manuel López Pintado, llegando a Panamá la Armada del Mar del Sur a primeros del año siguiente, terminando la feria con un nuevo fracaso, quedando muchas mercancías sin vender.

Con la llegada de la guerra de Asiento en 1739 finalizó en envío de Flotas a Tierra Firme. La Armada del Mar del Sur había terminado en su principal cometido, pero con esta nueva guerra debían realizar servicios de defensa de la costa del Pacífico. El 17 de octubre de 1740 salió de El Callao la capitana Sacramento en compañía del patache Socorro, de 24 cañones, para interceptar a la escuadra de Anson, en unión de la almiranta Concepción y del navío San Fermín.

La carena de la capitana Sacramento tuvo que ser bastante deficiente, pues al poco de zarpar hubo de volver a Callao con averías y someterla a nuevas reparaciones. Reunida de nuevo, la Armada llegó al puerto de Concepción al mando del almirante Jacinto Segurola en mayo de 1741.

En 1743 estaba ya excluido del servicio, al ser las reparaciones tan costosas que no podían ser asumibles por las arcas.

Bibliografía:

Barros Arana, Diego.: Historia General de Chile. Tomo VI. Editor Rafael Jover. Santiago de Chile, 1886.

González Suarez, Federico.: Historia General de la República de Ecuador. La colonia (1564-1809). Tomo V. Imprenta del Clero. Quito, 1893.

Juan y Santacilia, Jorge, Ulloa, Antonio de. Noticias secretas de América. Ediciones Istmo. Madrid, 1988.

Odriozola, Manuel de.: Colección de documentos literarios del Perú. Tomo II. Lima, 1848.

Pérez-Mallaina Bueno, Pablo Emilio, Torres Ramírez, Bibiano.: La Armada del Mar del Sur. Escuela de estudios hispano-americanos, CSIC, Sevilla, 1987.

Zaragoza, Justo.: Piraterías y agresiones de los ingleses en la América española. Edición de José María Sánchez Molledo. Editorial Renacimiento, 2005.

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