Torres y Morales, Rodrigo de Biografia

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Biografía de don Rodrigo de Torres y Morales



Teniente general de la Real Armada.

Caballero de Justicia de la Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta.

I Marqués de Matallana.

Orígenes

Vino al mundo en la ciudad de Guadalajara el día 7 de abril del año de 1687 siendo sus padres don Rodrigo de Torres y Messía, señor de los términos de Albatajar, Mejorada la Vieja y Camolijo, Caballero de la Orden Militar de Calatrava y Alcalde de la Santa Hermandad de Guadalajara, y doña Isabel María de Morales y Zupide, señora de las Villas de Romanones, Valdemorales e Irueste.

Sus padres moldearon su alma con gran delicadeza, pusieron en su corazón muy sólidos cimientos, pues en su brillante carrera acreditó cumplidamente que a la Patria y al Rey rendía culto y en holocausto de aquélla y de éste, afrontaba con la serenidad augusta que brota de las hondas convicciones, su vida y su hacienda, cuanto era, cuanta significaba, cuanto valía.

Hoja de Servicios

Comenzó su vida marinera como soldado aventajado a principios de la última década del siglo anterior, en las galeras y navíos de Malta, pasando a Sicilia como teniente graduado, llegando a capitán de una compañía, cargo con el que capturó varias presas.

Llegó a España en el mes de octubre del año de 1713, concretamente a la ciudad Alicante, para servir al rey Felipe V como capitán de la compañía de granaderos de su batallón.

Participó en el sitio de Barcelona en el mismo año al mando la goleta San José, con la que hizo varios viajes para llevar pertrechos a los sitiadores y efectuando el bloqueo capturó más de veinte embarcaciones que venían de Cerdeña y Mallorca.

El día veinticuatro del mes de julio del año de 1714 después de un combate de casi tres horas con dos goletas enemigas es herido y hecho prisionero.

Con su nave presa es llevado a Mallorca, siendo liberado al año siguiente cuando en el mes de junio del año de 1715 desembarcaron las tropas de Felipe V, yendo la escuadra al mando de don Pedro de los Ríos conquistando la ciudad e isla a los imperiales.

Dos años después participó en la ocupación de Cerdeña con la escuadra de marqués de Mary y el ejército al del marqués de Lede, zarpando de Barcelona a finales de julio y regresan a la misma ciudad el día veintitrés de septiembre del año de 1717, al concluir la conquista de la isla.

Este mismo año de 1717 zarpa en misión de correo con rumbo a la Habana al mando de una fragata, el Águila, para entregar y recibir los pliegos, concluido el trasiego de entregas y recogidas volvió a hacerse a la mar regresando al poco tiempo.

La noche del día veintitrés de enero del año de 1718 al mando del navío San Juan Bautista y en compañía de la fragata Galera de España se enfrenta a tres navíos holandeses en aguas del cabo de Gata, el combate duró hasta el día siguiente, en que los navíos holandeses se retiraron muy dañados, pero había muerto al ser alcanzado por una bala de cañón el primer guardiamarina en acción de guerra, don Antonio Hermenegildo de Barrutia, uno de los ocho guardiamarinas que se dirigían en el San Juan a la Real Compañía recién creada en Cádiz.

Al año siguiente participó en la toma de Palermo, Messina y otras ciudades de la isla de Sicilia, integrado en las fuerzas del marqués de Lede. Con estas mismas fuerzas, participó en el combate de cabo Passaro, cuando la escuadra británica al mando del almirante Bing, atacó sin declaración de guerra a la escuadra española por su retaguardia, quedando dividido el combate en parciales, sufriendo cada uno de los españoles el ataque de no menos de tres enemigos.

En la siguiente expedición a Sicilia en el mes de julio del año de 1718 estuvo al mando del navío Hermiona, una de las pocas naves que se salvaron del desastre de cabo Passaro, por encontrarse en la vanguardia y por tener los vientos contrarios no pudo como el resto de sus compañeros acudir al fuego.

Ya de regreso en Cádiz se incorporó a la escuadra del general don Baltasar de Guevara como segundo comandante y al mando del navío Nuestra Señora de Guadalupe.

La escuadra destinada a las costas escocesas sufre fuertes temporales en el mes de marzo del año de 1719, siendo dispersada regresando cada comandante como pudo a las costas del Cantábrico y Ferrol.

Encontrándose en el Cantábrico ya con el grado de capitán de navío, patrullando al mando de una división de tres navíos, apresó a una fragata británica y unos días después a una balandra, lo que dice mucho de su buen saber navegar, pues era materialmente imposible con sus buques darle alcance a tan ligero buque, a los pocos días recibe orden de dirigirse a Cádiz para dar protección a los buques provenientes de Indias del acoso británico y francés sobre el inexorable paso por el cabo de San Vicente.

El capitán de navío don Rodrigo Torres, había zarpado de la bahía de Cádiz el día diecinueve de diciembre, rumbo al cabo de San Vicente al mando de tres navío, estando en estas aguas el día veintiuno siguiente avistan tres velas que, al acercarse se distinguen siendo tres navíos británicos de mayor porte que los suyos al mando del almirante Cavendish, se entabla combate y tras un duro y largo enfrentamiento los enemigos se ven obligados a abandonar las aguas por los españoles al estar sus buques muy maltrechos, sus bajas fueron de ciento cincuenta y cuatro hombres en total, las españolas de veinte muertos y veintisiete heridos.

El día seis de enero del año de 1720 se le entrega el mando del recién terminado navío Catalán, de 64 cañones incorporándose a la escuadra del general don Baltasar de Guevara, junto al Cambi, de 66, e insignia y la fragata Fidela, zarpando de la bahía de Cádiz el día veintitrés de febrero, con rumbo a la Habana llegando a la vista el día veintiocho de abril.

Al mismo tiempo se avistan dos velas enemigas, siendo una conserva al mando del capitán Vernon, con el navío Mary de 60 cañones y la fragata Ludlow Castle, de 40, que se interponían en el rumbo, pero ya comenzaba el ocaso y se mantuvieron alejados, al amanecer del día siguiente veintinueve, fue la fragata enemiga la que comenzó el fuego pasando por las bandas de los buques españoles, pero por su inclinación y mar le impidió poder hacer fuego con la batería baja al no poder abrir las portas, resultando por ello desarbolada del palo trinquete, lo que le obligó a caer a sotavento, momento en el que el Mary quiso protegerla y se interpuso por su popa para evitar que fuera deshecha por el fuego español, lo que consiguió, pues al estar a sotavento los españoles no les interesaba combatir, además con ese movimiento les quedaba expedito el rumbo a la Habana y prosiguieron en él.

A pesar de lo corto del relato el combate tuvo una duración de cuatro horas, fondeando en la Habana el día uno de mayo.

El navío Mary de 60 cañones, al mando del capitán Edward Vernon, más la fragata Ludlow Castle de 40, eran parte del escuadrón de Jamaica, estando al mando de él desde el verano del año de 1719.

A Rodrigo de Torres se le otorga el mando de la Armada de Barlovento, siendo ascendido en el año de 1724 al grado de jefe de escuadra.

En el año de 1727 recibe la orden de cruzar por el Canal de la Mancha, con una escuadra formada por cuatro navíos y tres fragatas, alcanzándolo a primeros del mes de junio, en sus navegaciones capturaron a cinco buques mercantes británicos, que compensaron los gastos del envío de la escuadra, los sucesos alarmaron a la Marina Real recibiendo la orden de hacerse a la mar varias escuadras en su búsqueda, pero consiguió burlarlos regresando con todos sus buques a finales del mismo mes de junio.

Al año siguiente conduce a Veracruz la Flota de Indias, cargada de azogue, regresando en el año de 1729, con caudales a la bahía de Cádiz a pesar de los intentos de los británicos de cazar el tesoro que transportaba.

Vuelve a embarcar en el año de 1730 al mando de otra Flota, realizando la conocida derrota de La Guaira, Cartagena de Indias, Veracruz y la Habana, desembarcando los azogues que transportaba y cargando de nuevo el situado, regresando sin problemas al año siguiente fondeando en la bahía de Cádiz.

La escuadra al mando del marqués de Mary y como tercero al mando don Rodrigo Torres compuesta por: los navíos: San Felipe y Santa Isabel, de 80 cañones; La Reina, Santa Ana, Galicia, León y Príncipe, de 70; Conquistador, Gallo Indiano, Santiago, Castilla, Andalucía, Hércules, San Isidoro, Guipúzcoa, Santa Teresa y Rubí, de 60, las fragatas: Incendio, de 54, San Esteban y Fama Volante, de 50, Javier, de 46 y Atocha, de 30 y los avisos: Júpiter y Marte, de 16, con cuarenta y ocho mercantes, que transportaban cinco regimientos de infantería y uno de caballería, con un total de siete mil cuatrocientos ochenta y tres hombres.

A la que se agregó una británica al mando del almirante Wager compuesta por doce navíos, dos fragatas y dos avisos, reunidas ya en el puerto de Barcelona comenzaron a hacerse a la mar al levantarse un viento favorable el día diecisiete de octubre, pues en conjunto eran noventa y seis velas, arribando a Liorna y desembarcando las tropas sin ningún problema añadido, para conquistar a los imperiales la Toscana, Parma y Plasencia para el infante de España don Carlos.

Mientras transcurrían los combates en tierra don Miguel Reggio se hizo a la mar con sus seis galeras más cuatro del ducado de Toscana, para arribar a Antives en el mes de diciembre siguiente, donde embarcó don Carlos VII (después Carlos III de España) en la galera Capitana del mando directo de don Miguel, zarpando el día dieciséis con rumbo a Liorna, arribaron el día veintisiete siguiente desembarcando el Rey, lo dilatado del viaje fue la consecuencia de sufrir un duro temporal del N. que obligó a cada capitán a maniobrar a su entender, lo que no impidió que la escuadra quedara dispersada, aunque poco a poco fueron incorporándose todas a ella, regresando a la bahía de Cádiz el día dieciocho de diciembre dejando caer las anclas.

Iba al mando del general don Rodrigo Torres la escuadra formada por el navío Rubí, de 60 cañones, capitana, Gallo Indiano, de 64, almiranta, Infante, de 60 y África, de 60, más la Flota compuesta por los mercantes, San Pedro, San Francisco, San Ignacio, El Sueco, Aviso, San José, Tres Puentes, San Felipe, Rosario, Poder, Carmen, Belén, Pingue, Angustias, San Fernando, la fragata Floridana y una balandra, cuando estando en el canal de Bahamas se desató un huracán el día quince de julio del año de 1733 causando las pérdidas de los buques: Gallo Indiano, San Francisco, Poder, El Sueco, San Fernando, San Felipe y Angustias, embarrancados en el cayo Víboras donde se deshicieron; Infante y San José en cayo Largo deshaciéndose; Tres Puentes y Carmen, en cayo Matacumbe, sin dejar casi rastro; San Pedro y Rosario, en el cayuelo de Matanzas, sin poderse recuperar; San Ignacio, en cayo Vacas, muy mal parado; Aviso y Pingue, en los Mártires; Floridana se fue al fondo. Sabido en la Habana el desastre se envió auxilios, con los primeros se recuperó a casi toda la gente y el resto con los buzos, se fue recuperando parte de los que se habían quedado encallados y no idos al fondo. Por lo que solo se salvaron, los navíos Rubí y África, y el mercante Belén, los casos en que los cascos habían quedado a la vista una vez recuperado todo lo que se pudo, tanto los caudales como artillería se les dio fuego para no dejar rastro del naufragio.

A su regreso a Cádiz, al mando de otra Flota de Indias al año siguiente de 1734, al fondear en la bahía de Cádiz, tuvo que pasar el Consejo de Guerra por la pérdida de la Flota del año anterior, recogidas todas las informaciones de comandantes, pilotos y otros contramaestres, se vio claro que no fue una imprudencia, si no solo y una vez más una mala pasada del Dios Eolo, por ello y en reconocimiento del aprecio del Monarca, se le otorgó el ascenso al grado de teniente general, por Real orden del día seis de junio del año de 1734.

Entre los años de 1735 y 1737 se le encomendó el mando del Departamento Marítimo de Cádiz, en el que permaneció hasta ser llamado a la Corte.

El Rey quiso que el infante don Felipe recibiera una buena formación, por esta razón pensó que lo mejor era darle una responsabilidad, así decidió S. M. crear el Almirantazgo que con fecha del día catorce de marzo del año de 1737, quedó constituido siendo nombrando el Infante don Felipe Almirante General de España e Indias.

Siendo los vocales los tenientes generales marqués de Mari, don Francisco Cornejo y don Rodrigo de Torres, y el secretario don Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada, el lugar se designó en el mismo palacio de San Ildefonso, donde comenzando las reuniones el día diecisiete de julio. Siendo desactivado el día veintidós de febrero del año de 1742, por haberle nombrado el Rey a su hijo Gran Duque de sus Estados de Parma, Plasencia y Guastala.

Comenzada la guerra de Asiento el Rey le ordena dejar el Almirantazgo momentáneamente y tomar el mando de una escuadra para acudir en socorro de la Habana y Cartagena de Indias la escuadra queda compuesta por los navíos: San Felipe, Príncipe, Santa Ana, Castilla, San Luis, Nueva España, Andalucía, Reina, San Antonio, Santiago, Fuerte y Real Familia, y como avisos los bergantines: Pingüe, Isabela y Hermosa, donde arriba el día treinta y uno de octubre del año de 1740, desembarcando algunos auxilios permaneciendo en Cartagena de Indias hasta el día ocho de febrero del año de 1741, viéndose obligado a zarpar con rumbo a la Habana, por llegarle noticia que sobre ella se encontraban los británicos amenazando con tomarla.

En la Habana se incorporó a la escuadra del general don Rodrigo Torres el navío Invencible, habiendo sido construido en el apostadero de la capital de Cuba, era un bajel de muy buenas hechuras cuyo aspecto de daba una gran apariencia de ser muy robusto, tanto que el propio general ordenó izar su insignia en él, estando fondeado sin haber salido a la mar tan siquiera, se desató una de las típicas tormentas de la zona, yéndole a dar un rayo en el palo mayor, por el cual se deslizó alcanzando la santabárbara, lo que le hizo saltar hecho astillas, menos mal que la marinería ya estaba alertada en estas cuestiones y al comenzar la tormenta fueron abandonando el buque, (como en el resto) dejando solo una dotación de guardia, razón por la que solo se sufrieron las pérdidas de dieciséis hombres y otros veintiún heridos.

Cuando pudo se hizo a la mar con rumbo a la bahía de Cádiz siendo desembarcados de sus buques nueve millones de pesos, tanto para la Real Hacienda como de comerciantes particulares. Antes de acabar la guerra es relevado de su mando por el teniente general don Andrés Reggio Brachiforte, el Rey en agradecimiento le concede el título de Castilla de marqués de Matallana.

Pero esto no le privó de seguir navegando, ya que en el año de 1744 enarbolando su insignia en el navío Glorioso, bombardeó la fortaleza de la regencia de Argel y la plaza de Tánger, mientras iba de una a otra y en sus navegaciones contra el corso apresó a tres jabeques moros.

En una de sus arribadas, se le entregó una Real orden fechada el día cuatro de enero del año de 1745, para que se presentase en la Corte, para ello dejó el mando de la escuadra a don Isidro de Antayo el día uno de febrero siguiente.

Todo para ser recibido por el Rey y éste nombrarlo Ministro del Consejo y Cámara de Indias, permaneciendo en la Villa y Corte.

Ocupando este cargo, le sobrevino el óbito en la ciudad de Madrid el día catorce de diciembre del año de 1755, contando con sesenta y ocho años de edad y cincuenta de servicios a España.

Dejó ordenado que sus restos fuesen enterrados en la Iglesia o Bóveda de los capuchinos de la Corte.

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana. Espasa-Calpe.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Solar y Tabeada, Antonio del. “Don Rodrigo de Torres. Primer Marqués de Matallana”, Ed. Arqueros. Badajoz, 1930.enlace

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