Torres y de la Pezuela, Manuel de Biografia

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Manuel de Torres y de la Pezuela Biografía


Teniente de navío de la Real Armada Española.

Orígenes

Vino al mundo en la villa de Naval actual provincia de Huesca en 1757, siendo sus padres don Francisco de Torres y Corzán, y doña Catalina de la Pezuela Muñoz Isla y Velasco.

Hoja de Servicios

Sentó plaza de guardiamarina en la Compañía del Departamento de Cádiz el 26 de mayo de 1774. Expediente N.º 1.287.

Al aprobar sus exámenes teóricos embarcó en buques destinados al corso, participando en varios encuentros con los de la regencia de Argel, al regreso de uno de ellos se le ordenó regresar a la Compañía donde se le examinó de las prácticas, al aprobarlas le fue concedido su ascenso a alférez de fragata el 3 de marzo de 1776.

Continuó en su comisión anterior para perfeccionar su aprendizaje, cruzando en varias ocasiones el océano en tornaviajes con los buques correo, visitando por ello las aguas del seno mejicano y Antillas.

Poco después pasó embarcado a un navío de la escuadra del general don Luis de Córdova, zarpando el 22 de junio de 1779 de la bahía de Cádiz, arrumbando al Norte para unirse a la escuadra francesa al mando del conde d'Orvilliers, formando una escuadra fuerte de sesenta y nueve buques, prosiguiendo su navegar rumbo al canal de la Mancha, al ser divisada por la escuadra británica al mando del almirante Hardy, por su manifiesta superioridad éste dió la orden de guarecerse en sus puertos, dejando el pasó franco a la combinada, la cual por haber enviado de aviso al navío español Princesa y las fragatas francesas Junon y Gentille, el 9 de noviembre éstas pudieron dar caza al navío británico Ardent, al ser atacado por las aletas y destrozando parte de la arboladura le dio alcance el navío, siendo rendido, apresado y marinado, regresando sin mayor oposición a la francesa a Brest y más tarde a la española de Cádiz.

Encontrándose en la bahía le fue entregada la Real orden del 27 de mayo de 1780, con su ascenso al grado de alférez de navío, permaneciendo en la misma escuadra y general, zarpando a primeros de agosto de la bahía de Cádiz con rumbo al océano, el 9 siguiente se divisaron velas, por consejo del Mayor General de la Escuadra don José de Mazarredo, su general don Luis dio la orden de caza general, como consecuencia de ella fue apresado un convoy de cincuenta y cinco velas británico, escapando solo tres buques por la constante lluvia que dificultaba ver el horizonte.

De los buques apresados se incorporaron a la Real Armada las fragatas: Helbrech, de 30 cañones, pasó a ser Santa Balbina, de 34 cañones; la Royal George, de 28, la Real Jorge, de 30; la Monstraut de 28, la Santa Bibiana, de 34, y las Geoffrey, y Gatton ambas de 28, fueron respectivamente, la Santa Paula, de 34 y Colón, de 30 cañones. A su vez el valor de lo capturado era de 1.600.000 libras, cifra tan alta que hizo por primera vez temblar la Bolsa de Londres.

Encontrándose en la bahía se le entregó la Real orden del 21 de diciembre de 1782, comunicándole su ascenso al grado de teniente de fragata, pasando destinado al Departamento de Cartagena, siendo elegido por el general don Antonio Barceló para formar parte de la expedición contra Argel de 1783, repitiendo en 1784, participando por ello en todos los bombardeos que se realizaron y dieron el fruto de firmar una paz en 1785 con la regencia norteafricana.

Por Real orden del 14 de enero de 1789 se le ascendió al grado de teniente de navío, siéndole otorgado el mando del jabeque Gamo un tiempo más tarde, el 6 de mayo de 1801 se encontraba navegando de Palma de Mallorca a Barcelona, divisando un bergantín que para pasar más desapercibido llevaba la batería oculta y algo descompuesto su velamen, dando a entender a quien se cruzaba era un mercante más de los muchos en esas aguas, al irse acercando el español, confiado, el británico abrió fuego y arribó con intención de abordarlo, ante esto Torres intentó reaccionar pero ya era tarde, pues sus hombres corrieron a refugiarse en la bodega, por no llevar la artillería en zafarrancho, pasando sable en mano a impedir el abordaje, lo que se conseguía hasta que una bala enemiga le acertó entre ceja y ceja, cayendo muerto en el acto, pasando los enemigos a bordo dominando a los pocos que apoyaban a su Comandante.

Como es Ley se formó un Consejo de Guerra de Generales para juzgar las causas de la pérdida del buque, siendo su fallo:

«Excmo. Sr. — Enterado el Rey del proceso formado á la oficialidad, guarnicion y tripulacion del jabeque Gamo, apresado el día 6 de mayo de 1801 por un bergantín inglés sobre la costa de Cataluña, así como de la sentencia impuesta á los reos por el Consejo de guerra de Generales que lo ha examinado en el Departamento de Cádiz, y de lo que sobre el particular ha espuesto el Supremo Consejo de la guerra, á quien tuvo á bien consultar; se ha servido S. M., conformándose con el dictámen del Fiscal militar de este Tribunal, resolver lo siguiente:
Que el teniente de navío D. Manuel de Torres, comandante del jabeque Gamo, aunque murió en la accion, y parece que con su sangre lavó los graves defectos que originaron la toma del buque que le estaba confiado, como un Comandante no cumple con morir como un simpe soldado cuando no ha llenado antes los deberes á que le constituye su ciencia, celo y prevision de los lances, es deudor á su Real Persona, á la patria y al cuerpo de la Armada, de la ignominia con que aquel dia cubrió al pabellon su torpe proceder.
Que el teniente de navío D. Ramon Garnica, segundo comandante del jabeque, sufra cuatro años de suspension de empleo, haciendo en ellos dos campañas de aventurero.
Que el teniente de fragata D. Manuel Rovira, sin embargo de que se portó con bizarría en la accion, sea reprendido por las faltas de prevision que tuvo en dicho acto.
Que el teniente de fragata D. Antonio Pardo, sea suspendido de su empleo por dos años, haciendo en ellos una campaña de aventurero.
Que el alférez de navío D. Agustin Manglano sufra un año de suspension de empleo, y que concluido éste haga una campaña de aventurero.
Que el alférez de navío D. Pablo Vila, se le deponga de su empleo indecorosamente por su cobardía, y que quede sin opcion para volver al servicio.
Que al alférez de navío Perez Chuecos, sin embargo de que ha muerto, se le declare libre de todo cargo.
Que al alférez de navío D. Manuel Geraldino, se le suspenda de su empleo por un año, y que haga en él una campaña de aventurero.
Que el alférez de fragata D. Juan Zorrilla, sufra tres años de suspension de empleo.
Que el alférez de fragata D. Pedro García Navarro, quede absuelto de las cortisimas faltas de que es acusado.
Que el alférez de fragata D. Francisco de Paula Zayas, sirva seis meses en clase de aventurero.
Que á la tripulación y guarnicion, se ponga en sus asientos la nota de haberse hallado en la indecorosa rendicion del jabeque Gamo, la misma que deberá borrarse luego que acrediten su buena conducta en otra ocasion de armas, exceptuando de esta pena á los que consta en el proceso haber estado en el alcázar y castillo; á los heridos y á los que fueron destinados desde el principio á los lugares de poco riesgo.
Y últimamente, que al sargento Francisco Jerez, al de igual clase Francisco Soto, al granadero Pascual Esteller y al soldado Bernardo Monzo, se les ponga la misma nota con el recargo de que les sirva de atraso en su primer premio de constancia, como no hayan borrado esta nota en alguna accion de armas.
Todo lo que participo á V. E. de Real órden con inclusion del proceso, á fin de que disponga su pronto y puntual cumplimiento y lo hago notorio en la Armada para que llegue á noticia de todos y les sirva de escarmiento. — Dios guarde á V. E. muchos años. — San Lorenzo 1º de diciembre de 1804. — Domingo de Grandallana. — Sr. D. Francisco Gil de Lemos.»

Como pensamos viene a razón, añadimos el comentario de don Francisco de Paula Pavía: «Se ve la severidad y rigidez con que en lo antiguo se examinaban los hechos en que intervenia el honor del uniforme y el lustre de las armas; pues al comandante D. Manuel de Torres y Pezuela no le valió su limpia y distinguida historia militar, contar con doce años de clase y haber con su sangre si se quiere, lavado las faltas que cometió en el combate de referencia: ejemplo que deben tener presente nuestros jóvenes oficiales, considerando que en la guerra, y más en la mar que en la de tierra, no hay vigilancia y precaucion que no deba adoptarse para evitar sorpresa de enemigos, siempre funestas á su reputacion y al interés del servicio.»

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Válgoma y Finestrat, Dalmiro de la. Barón de Válgoma.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

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