Velazquez de Cuellar, Diego de Biografia

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Diego de Velázquez de Cuellar Biografía


 Retrato en blanco y negro de don Diego Velázquez de Cuellar
Diego de Velázquez de Cuellar


Conquistador, colonizador y político español.

Adelantado y I Gobernador de Cuba.

Orígenes

Nació en 1465 en la población de Cuellar, en la actualidad pertenece a la provincia de Segovia.

Provenía de una familia muy acaudalada e ilustre, por lo que había cursado estudios que le conferían unas ciertas dotes de mando y don de gentes.

Hoja de Servicios

Después de un tiempo de servicios en el ejército español destacado en Nápoles, regresó a la Península y se estableció en la ciudad de Sevilla, al saber de la oportunidad de poderse sumar al segundo viaje de Cristóbal Colón a las Antillas en 1493, se enroló en una de las naves y realizó el viaje.

A su llegada se construyó un hogar en la isla de la Española, por lo que consiguió llegar a ser una de las personas más influyentes y consideradas, al mismo tiempo que mantenía unas amistades de muy alto rango, como Bartolomé Colón, Ovando y Bobadilla.

Por lo que consiguió los permisos para la fundación de varias poblaciones, entre ellas Salvatierra de la Sábana, Verapaz, San Juan de Xaragua, Villanueva de Jáquino, Sábana de Armilla y Aznar, siendo de esta última su teniente.

Poco tiempo después, Bartolomé Colón le nombró capitán general de Indias y Nicolás de Ovando le nombró su teniente, por lo que le entraron ganas de realizar alguna labor que ayudase a levantar aquellas tierras y se le encomendó la conquista de la isla de Cuba.

Por lo que primero se dirigió a la isla de Guajaba y después de colonizarla, lo hizo sobre la de Haniguayaba la cual le costó poco tiempo ponerla en orden, ya que lo primero fue capturar al principal rebelde de la isla, Guaroa y consiguiendo hacer preso al cacique Guarocuya.

Diego Colón se propuso el poblar aquella parte de la isla y eligió para ello a su lugarteniente que era Velázquez, por lo que en noviembre del año de 1511, se hizo a la mar con cuatro naos y trescientos hombres, pero el problema estaba en que la mayoría de todos ellos eran gente de mal vivir, aún así se hizo un poco con el control de ellos y consiguió desembarcar en Puerto de Palmas, un lugar cercano a Guantánamo.

Poco tiempo después se le unió Pánfilo de Narváez, que se puso al frente de las tropas teniendo un encuentro con el valiente jefe indio Hatuey, que era el cacique de Guajaba, al que hizo prisionero y Narváez le condenó a morir en la hoguera, una decisión que no le hizo mucha gracia a Velázquez.

En 1512, ya en la orilla de la zona conquistada fundó la población de Macaganiguas, que fue la primera villa con el nombre de Asunción de Baracoa, prosiguió sus exploraciones y se dirigió a Camagüey, y desde aquí se puso en marcha llegando a un punto que eligió en un lugar de la costa en el que fundo una nueva población, a la que se le bautizó con el nombre de Santiago de Cuba.

No paró aquí, pues continuó su búsqueda de lugares apropiados para nuevos asentamientos, por lo que en el año de 1513 fundó la población de San Salvador del Bayamo y en el año de 1514, Puerto Príncipe, así continuó su trabajo y le siguieron las fundaciones de Sancti-Spiritus, Remedios, San Cristóbal del Hauana y otras varias.

En 1517, preparó en el puerto de Santiago de Cuba una expedición formada por tres naos y ciento diez hombres, que zarpó a las órdenes de Francisco Fernández de Córdoba con rumbo al a Tierra Firme, llegando a lo que ahora es el Yucatán por lo que era el primer español que ponía el pie en aquella tierra, pero se tuvo que enfrentar a los indios en el combate de Pontocha en el que resultó vencido, lo que le decidió a dar la orden de reembarcar y proseguir viaje, lograron llegar al puerto de Carenas pero solo con cincuenta y cuatro hombres.

Al año siguiente y no dándose por vencido volvió a organizar otra expedición, ésta con tres naos y doscientos cincuenta hombres al mando de Juan de Grijalva, que se limitó a costear la costa de Nueva España, fondeando especialmente en las descubiertas en el año anterior por Córdoba.

No contento con esto preparó otra expedición, en la cual iba a ir él de jefe, pero la Audiencia de la isla de Santo Domingo le realizó la petición de que delegara en otro, pues él era más necesario en la organización que en exponer su vida en tales descubrimientos.

Por ello nombró a su lugarteniente Hernán Cortés, para que se pusiera al frente de ella y le entregó una instrucción:

«…porque más ampliamente en este viaje podáis servir á Dios nuestro Señor, no consentiréis ningún pecado público, ansí como amancebados públicamente, ni que ninguno de los castellanos de vuestra compañía hayan acceso ni yunta carnal con ninguna mujer fuera de nuestra ley, porque es pecado muy odioso á Dios, é que las leyes divinas é humanas prohíben, é procederéis con todo el rigor contra el que tal pecado ó delito cometiere, é castigarlo heis conforme á derecho por las leyes que en tal caso hablan é disponen…»

A lo que añade:

«…que se evite el juego, que origina desórdenes é induce a pecado, como también los desmanes contra cristianos é indios y que en la tierra donde saltáredes no faga la gente que con vos fuere enojo alguno, ni tome cosa contra su voluntad á los vecinos é moradores é indios de ella…»

La expedición se hizo a la mar el día diez de febrero del año de 1519 llegando a tierras de Montezuma, pero sucedió que Cortés al llegar se desentendió de toda obediencia a las órdenes recibidas, por lo que comenzó a actuar a su libre albedrío.

Enterado de algunos de los desmanes cometidos por su lugarteniente organizó otra expedición, pero esta vez de once naos y novecientos hombres dándole el mando a Pánfilo de Narváez y poco después otra de refuerzo, ésta al mando de Pedro de Barba, pero con la mala suerte de que al llegar estas fuerzas, asombradas por las victorias de Hernán Cortés, lo único que hicieron fue ponerse a sus órdenes y no cumplir las recibidas de Velázquez de Cuellar.

Para salir airoso de su desobediencia, Cortés recurrió al truco de pasar por encima de todos sus jefes y remitir pliegos al propio Rey, quién a la vista de sus brillantes aciertos le concedió el perdón Real y le añadió el nombramiento de Capitán General de Nueva España, corriendo el año de 1522.

Según cuentas las crónicas, el enojo por la afrenta sufrida por Velázquez de Cuellar fue de tal magnitud, que enfermó y falleció ese mismo año: «…acabando pobre y enfermo é descontento, y la burla quél avía hecho al almirante D. Diego Colón en se le quedar en la gobernación de la Isla de Cuba, esa misma hizo del y más Hernán Cortés en se le quedar con la gobernación de Nueva España.»

Por lo que se añade, que si hay controversia sobre su fecha de fallecimiento, también la existe sobre su carácter, porque para unos fue rígido en exceso, otros lo disculpan por las extremas preocupaciones que tuvo que soportar en su vida y su alta responsabilidad, pero la mayoría está de acuerdo, en que fue moderado y benévolo.

Su decisión de repartir encomiendas era muy rigurosa, pues siempre contaba con el proceder de los castellanos sobre los indios que no fueran maltratados, ni se les obligara a trabajo de mucho exceso o penosos para ellos. Pero según nos cuenta el cronista Gomara, fue tal el desacato que sufrió: «…que ya no habían brazos en 1554, bajo el gobierno de Mazareigo».

También nos trasmite, que siempre que escribía a Pánfilo de Narváez, era con llamada de atención, de que no se hiciera daño a nadie innecesariamente y solía añadir: «…y que primero aguardase á que los indios tirasen flechas ó varas que los castellanos sacasen espadas».

Una nota final: la mayoría de historiadores cubanos, están de acuerdo con las grandes dotes de Velázquez de Cuellar, llegando a decir uno de ellos llamado Manuel Mariano Acosta, en una biografía de Cuellar, en la que después de dedicarle todos los elogios posibles, dice:

«¿Y es posible que Diego Velázquez no tenga en esta isla ni tan siquiera una estatua, el modelo de la honradez y de la piedad, el héroe singular de la justicia?».

Bibliografía:

Casas, Fray Bartolomé de las.: Historia de las Indias. Biblioteca de Autores Españoles. Ediciones Atlas. Madrid, 1957.

Enciclopedia General del Mar. Garriga, 1957. Sin iniciales del compilador.

Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo, 67, 1929, páginas 674 y 675.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

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