Vespucio y Mini, Americo Biografia

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Américo Vespucio y Mini Biografía


Retrato a carboncillo en blanco y negro de Américo Vespucio.
Américo Vespucio y Mini.
Fuente Wikipedia.


Primer Piloto Mayor de Castilla.


Navegante florentino al servicio del reino de España.

Orígenes

Vino al mundo el 19 de marzo de 1454, siendo sus padres Anastasio Vespucio é Isabel Mini, familia de noble linaje, pero sin muchos fondos.

Por lo que en 1493, llegó a España para tratar de mejorar su fortuna, pues hacía poco tiempo que se había corrido la voz del descubrimiento de un nuevo continente, lo que daba opciones a participar en los viajes al Nuevo Mundo.

Pero hay otra versión y es la de al parecer estaba empleado en la banca de los Médici, por lo que estos lo enviaron a Sevilla, encontrándose en una ciudad que en esos momentos era un bullicio de ir y venir, por contener el principal puerto de salida al Nuevo Mundo, en la que habían crecido las empresas de contratación y marítimas.

Además de contar con el apoyo de todas las repúblicas que después conformaron Italia y especialmente de las pertenecientes a los sucesivos Reyes de España, ya que a su vez en éstas estaban ubicados la mayor parte de las casas de comerciantes y de la banca, con las que los Monarcas españoles solían realizar sus intercambios comerciales y préstamos.

Entre ellas, las principales estaban en Génova, Pisa y Florencia que, eran las que recibían las mercancías y desde estas se transportaban al resto de Europa.

A su vez, eran las encargadas, de hacer las contrataciones de las construcciones navales y el abastecimiento de ellas; por ejemplo se sabe que el florentino Sernigi fue el que procuró las naves y los bastimentos de ellas, con las que el portugués Vasco de Gama llegó a Calcuta y que tanto Sernigi, y Marchioni, fueron los receptores de gran parte de las mercancías que se trajeron desde la India en el viaje de Cabral.

También, que Gianetto Berardi, que era representante de la banca de los Médici, en el segundo viaje de Colón aportó una nave, pero al mismo tiempo se había comprometido a aportar otras doce, para el tercer viaje pero por fallecer en el mes de diciembre de 1495, no pudo cumplir su promesa, por lo que pasó a ser el representante de la banca Américo Vespucio.

Parece ser que, esto fue la causa de que se dedicase a realizar los estudios del «arte de marear» y pasar de un comerciante, a ser un descubridor y explorador.

Existe un documento que deja esto algo claro, pues lo envía Vespucio al alcalde de Florencia y en él se dice: «Hay un momento en que el hombre está atado a la rueda del destino y otro en que ésta lo rechaza y lo priva de todos sus bienes como si hubieran sido prestados. De manera que, conociendo las continuas fatigas que el hombre soporta para conquistarlos, las molestias y los peligros, resolví abandonar el comercio para dedicarme a cosas más encomiosas y me dispuse a recorrer otras partes del mundo.»

Hoja de Servicios

Existe controversia sobre los viajes que realizó Vespucio, ya que se mencionan que fueron cuatro, pero por los aprestos del tercer viaje, no está claro que el primero fuese antes del tercer viaje de Colón que zarpó de Sanlúcar en mayo del año de 1498.

Vuelve a haber discrepancias, pues se sabe que participó en la travesía que al mando de Alonso de Ojeda, acompañado de Juan de la Cosa y que Vespucio, había sido designado por la corona: «…para ayudar a descubrir», por lo que llegaron a lanzar las anclas en la actual Guayana holandesa, tierras que ya habían sido visitadas por Colón en su tercer viaje, llamadas tierras de Paria y donde él llegó el día 31 de julio del año de 1498. Por lo que unas fuentes dan este viaje como salido en mayo de 1497, mientras que otras lo dan como en el mes de mayo del año de 1499, por ello si nos basamos en la fecha del primer descubrimiento es imposible que fuera en 1497, ya que lo hubiera hecho antes que el propio descubridor.

A la llegada a la tierra de Paria, se continuó costeando para verificar la costa, pero les pasó lo mismo que a Pinzón cuando se encontró con la desembocadura del Amazonas, pero a ellos con la del Orinoco, pues se dieron cuenta que el agua era dulce por lo que llegaron a la conclusión, de que ese efecto solo podía ser producido por ser la salida al mar de un gran río.

No hicieron más caso y prosiguieron viaje, hasta alcanzar la costa más septentrional de la isla de la Española, aquí hay un escrito de Vespucio que dice: «…encontramos una población que se levanta sobre el agua, como en Venecia; alrededor de veinte casas en total, como chozas levantadas sobre gruesos palos y sus puertas o entradas dispuestas como puentes levadizos, pudiéndose ir de una casa a otra por medio de los puentes levantados de casa en casa».

Por eso se le conoció como Venezuela a esta región, a pesar de que los nativos la llamaban Maracaibo, pero para los españoles como se parecía a Venecia, pues la bautizaron con el diminutivo de ésta.

Desde aquí pusieron rumbo a las islas Lucayas, pero ya estaba de regreso a la Península, a donde arribaron y lanzaron las anclas en la bahía de Cádiz en junio de 1500.

Todavía no se saben las razones, pero sí que se pasó al servicio del rey de Portugal don Manuel en el año de 1501, ya que el monarca quería saber si la ruta descubierta por Cabral, podía ser la idónea para realizar sus viajes a la India por ello le encomendó una gran misión y quizá su mejor hazaña.

Ésta tuvo lugar entre el 14 de mayo de 1501 y hasta el 7 de septiembre de 1502, la expedición estaba formada por tres naos, zarpando de Lisboa en la primera fecha mencionada cruzando muy rápido el océano, llegando primero al cabo de San Roque situado en la costa norte oriental del actual Brasil, donde fueron atacados por los indios, esto causo la muerte a dos de los miembros de la tripulación y a otro a quien en su presencia sencillamente lo devoraron, lo que causo un gran efecto moral en las tripulaciones, ya que tal barbarie nunca la habían presenciado.

Por lo que zarparon en dirección al Sur, se encontraron con la extraordinaria bahía de Todos los Santos y posteriormente con la inmejorable de Río de Janeiro, que se le puso este nombre por considerar que la formaba la desembocadura de un gran río.

A partir de aquí y como siempre iban en dirección Sur, al cruzar el trópico de Capricornio las estrellas del firmamento del hemisferio Norte fueron desaparecieron, por lo que se quedaron sin guía al ser ocultada por la curvatura terrestre la estrella Polar, pero al seguir buscando alguna que le sirviera de referencia, se encontraron la estrella de la Cruz del Sur que a partir de ese instante se convirtió y hasta hoy, en la principal guía de las navegaciones en el hemisferio Sur.

Existe una carta en la alcaldía de Florencia, que fue escrita por Vespucio al alcalde de su ciudad natal, en la que dice: «Ordené que toda la tripulación se aprovisionara de agua y de leña para seis meses, y una vez cumplida esta providencia nos alejamos de esta tierra y reanudamos nuestra navegación el 13 de febrero».

Las descripciones de Vespucio en este viaje, si que hacen pensar que fue real, pues describe lo desértico del paisaje y el frío reinante en aquellas latitudes, lo que hace pensar que estuvo o viajó por la Patagonia y por las descripciones posteriores, muy posiblemente estuviera en las islas Malvinas.

No se sabe con certeza cuál fue su derrotero de regreso ni por donde pudo cruzar el océano, lo que sí se puede afirmar es que consiguieron cruzarlo y llegar a las aguas de la actual Sierra Leona, donde se les permitió reponer víveres, agua y leña que les permitieron regresar a la desembocadura del río Tajo, en la fecha ya citada y habiendo realizado una navegación de descubrimiento muy apreciable, pero por falta de documentación se queda un poco en conjetura.

Un nuevo viaje muy parecido al anterior lo realizó, entre el mes de mayo de 1503 y el mes de junio del año de 1504, pues pensaban que debía de haber una zona franca por donde pasar a las Indias, pero lo que seguían sin saber es que a la otra parte le estaba esperando solo el océano Pacífico, ignorancia natural ya que todavía no se había descubierto.

En el mes de diciembre del año de 1504 volvió a España y por ello aceptado por los reyes Católicos, al fallecer la reina Isabel, don Fernando Regente del reino de Castilla convocó a las Cortes de este reino en la ciudad de Toro, donde se le pidió que acudiera por ello partió de la ciudad de Sevilla para conversar con el Rey.

Habiéndose recuperado las relaciones entre los dos reinos Peninsulares, se le nombró «Maestro» de marina y «Piloto Mayor del Reyno», por lo que se le encargó de que vigilase y actualizase por las conversaciones con otros pilotos descubridores, del enorme «Padrón Real», primera obra oficial con todas las derrotas y alzadas de perfiles de las nuevas costas descubiertas; por lo que se anunció las dignidades que había alcanzado en las ciudades de Cádiz y Sevilla con grandes voces y trompetas.

Se le asignó un sueldo de doce mil maravedíes como salario por sus desvelos, más una carta documento que dice entre otras cosas: «…por su fidelidad y algunos buenos servicios, y por la confianza de que los continuaría», añadiendo: «…muy hombre de bien y desgraciado, no habiéndole aprovechado sus trabajos», por lo que ahora se le reconocía con cierta duda, pero se le confirmaban sus buenos servicios prestados a la corona.

Después de recibir estos títulos se puso en camino a Palos, donde con la ayuda de Vicente Yáñez Pinzón se propusieron armar una nueva expedición para tratar de llegar a la Especiería, pero esta vez las cosas no salieron bien porque los dos iban como capitanes, lo que produjo discusiones y al final el rompimiento de las amistades, esas desavenencias solo consiguieron que ni siquiera se llegará a armar las naves.

Por ello Vespucio resolvió acercarse a la Corte, lo realizó en dos ocasiones y el Rey le nombró «Piloto Mayor», con fecha del 22 de marzo de 1508.

Por una Real cédula de la misma fecha se sabe le fue asignado un sueldo de cincuenta mil maravedíes anuales, más una aportación por costas también anual de veinticinco mil maravedíes.

Con esto se mantuvo en la ciudad de Sevilla permaneciendo en su empleo y ejerciéndolo, hasta fallecer en la ciudad de Sevilla el 22 de febrero de 1512.

Dos días después de su óbito su albacea, don Manuel Cataño que era canónigo de la catedral, libró el salario que tenía vencido desde el 1 de enero.

Pero su viuda doña María Cerezo no tenía derecho a pensión, por ello el Rey le concedió una de diez mil maravedíes anuales por Real cédula de fecha del día 28 de marzo del mismo año.

Al mismo tiempo que pasaba a ocupar su puesto de «Piloto Mayor», su sobrino Juan Vespucio con el sueldo ya dicho que era el que le correspondía, por Real cédula del día 22 del mes de mayo del mismo año.

Hasta aquí la vida, lo poco que se sabe y lo contradictoria de ella de este famoso navegante y descubridor, que ha resultado trabajosa por la cantidad de datos cruzados, sus constantes cambios de monarquía y sus más que dudosas aportaciones a algunos de sus escritos por la falta de documentación fiable, por eso se ha incluido todo aquello que es real y no las ficticias, para no alargar sin provecho alguno su biografía.

Ahora veremos, el porqué el desagradecimiento al verdadero descubridor de aquel continente y por qué se llevó Vespucio el triunfo de algo que, si verdaderamente no se le puede negar parte de ese triunfo, la verdad es que ya sabía dónde iba. Lo peor es que fue una maquinación de la que él es inocente total, pues sucedió ya una vez fallecido y no se sabe muy bien, con que intereses se manipuló para conseguir que el nuevo continente se le diera el nombre de América.

Pero lo gracioso, es que esta lucha de nombres la ganó la imprenta, por lo que hace buena la frase de su inventor; Gutenberg: «La imprenta es un ejército de veintiséis soldados de plomo, capaces de conquistar el mundo.»

Una primera aportación a ello fue la obra escrita por Pedro Mártir de Anglería, escrita en un mal latín y titulada: «Décadas de Orbe Novo», conteniendo muchas falsedades, pero se publicó en varios idiomas para que el mundo civilizado que era entonces Europa se enterara de los descubrimientos de Américo Vespucio.

Una segunda obra que se publicó en su primera edición en el año de 1507 y que es más respetable que la anterior, y conocida como: «Colección Vicenza», en honor a la población en la que se editó; Vicenza y escrita don Francisco Zorzi.

En este mismo año se publicó en Sain-Die, Lorena, por Marin Valdssemuller: «Cosmographiae Introductio», en el que figuraba como apéndice de ella la obra del propio Américo Vespucio: «Quator Americi Vespuccii Navigationes», en la que se hacía referencia a que Américo había llegado antes al continente que Colón, ya que éste solo lo consiguió en su tercer viaje, por lo que ya propuso que se le diese el nombre de América a la Tierra Firme ya descubierta.

A esta obra hay que añadir la publicada en Estrasburgo en el año de 1509, que parece en sí una nueva edición de ella: «Cosmographiae Introductio; cum quibusdam Geometriae ac Astronomiae principiis ad eam rem necessariis. —Insuper quator Americi Vespuccii navigationes. — Universalis Cosmographiae descriptio tam in solido quam plano, eis etiam insertis quae Ptholomaeo ignota a nuperis reperta sunt»

Como siempre hubo un erudito español de nombre Pedro Margallo, catedrático de la Universidad de Salamanca, quien en su obra: «Phisices Compendium» publicada en el año 1520, ya daba por bueno el nombre de América lo que lógicamente aumento la fama de ese nombre en nuestro país.

Vino a rematar el trabajo, una obra publicada en Basilea por Grineo y titulada: «Novus Orbis», que tuvo tanto éxito que fue editada en los años de 1532, 1537 y 1555, siendo la segunda la de más tirada y en la que se decía, que el descubrimiento del Nuevo Mundo: «ab Alberico Vesputio et Christoforo Colombo» por lo que ya anteponía el nombre de Américo, al de Colón.

Pero hubieron otros españoles que intentaron en vano que fuera otro el nombre, por ejemplo en la edición española impresa en Amberes de la obra de Apiano: «Geografía» publicada en el año de 1584, se dice: que el nombre más apropiado para la denominación de esas nuevas tierras era el de: «Las Indias»

Mientras otro español Jerónimo Jisava Tarragones en su obra: «Dos libros de Cosmografía» publicada en Milán en 1556 comenta los siguiente: «Han llamado algunos la provincia de América y otros del Nuevo Mundo y comúnmente Indias».

Todo esto nos lleva a que al final se le llama América por incluir ese nombre de un descubridor que, si bien tiene mucho mérito como a tal, pero para los que pudiéramos pensar de otra manera no se le hizo a su verdadero descubridor el honor que se merecía.

Pero lo que queda demostrado en esta ocasión quizás la más grande que vieron los tiempos, la imprenta ganó la batalla al conocimiento, pues si bien Colón en realidad nunca supo lo que había descubierto, no es suficiente para quitarle el honor de llevar su nombre y solo quedó como representante de ello, lo que entonces se llamó con el tiempo la Gran Colombia, que después por partición de su territorio quedo algo más reducido su nombre, como vestigio y agradecimiento al descubridor del Nuevo Mundo, Indias, o Tierra Firme.

También decir que muchas de las publicaciones que le dieron la fama, se imprimieron estando vivo, pero nada hizo para que se le quitase o pusiese su nombre, quedando en el anonimato más absoluto que se le pasó por la cabeza en aquellos históricos momento, aunque es fácil pensar que si bien no hizo nada en contra, simplemente se vió reflejado y dejó hacer pues algún beneficio se llevaría.

Por otra parte, se sabe que Colón falleció pensando que él había llegado a las Indias de las Especias, pero no había podido dar con ellas directamente por lo que no supo nunca que, lo descubierto era ni más ni menos que todo un continente intermedio que, por la falta de buenos cálculos de las distancias se suponía a la tierra mucho más pequeña, pues prácticamente faltaba por recorrer ni más ni menos todo el océano pacífico, el cual en sí es ya casi medio planeta.

Por ello y en buena justicia, aunque ninguno de los dos supo en vida que era lo que se habían interpuesto en su camino hacia Asia, bien merecen ambos lo sucedido aunque quizás algo desmesurado para el logro de Américo, en detrimento de Cristóbal Colón.

Por esta razón nos reafirmamos en las frase de Gutenberg y que aún hoy día muchos siguen utilizándola, con fines parecidos pero con mucha menor importancia, comparando aquello con lo que se intenta en la actualidad.

Bibliografía:

Casas, Fray Bartolomé de las.: Historia de las Indias. Biblioteca de Autores Españoles. Ediciones Atlas. Madrid, 1957.

Enciclopedia General del Mar. 1957. Compilada por Felipe González Ruíz.

Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 68, 1929, páginas. 175 y 176.

Fernández de Navarrete, Martín.: Biblioteca Marítima Española. Obra póstuma. Imprenta de la Viuda de Calero. Madrid, 1851.

Fernández de Oviedo Valdés, Gonzalo.: Historia General y Natural de las Indias. Edición y Estudio de Juan Pérez de Tudela Bueso. Biblioteca de Autores Españoles. Atlas. Madrid, 1992. Basada en la obra original del año de 1548.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Pereyra, Carlos.: Historia de la América Española. Saturnino Calleja, S. A. Madrid 1920.

Vázquez de Espinosa. P. Antonio. O. Carm.: Compendio y descripción de las Indias Occidentales. Autores Españoles. Atlas. Madrid, 1969.

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