Carranza y Vivero, Juan Jose Biografia
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Revisión de 08:57 13 ene 2015
Teniente de navío de la Real Armada Española.
Orígenes
Vino al mundo en la ciudad de Cádiz, a lo largo del año de 1784. Sus padres, don Cosme de Carranza, capitán de fragata de la Real Armada y Caballero de Santiago, nacido en Trucios, Señorío de Vizcaya. Su madre doña María Concepción Vivero y Salaverría, nacida en Sevilla.
Hoja de Servicios
Solicitó Carta Orden de ingreso en la Armada y le fue concedida, sentando plaza el día tres de noviembre del año de 1800 en la Compañía de Guardiamarinas del Departamento de Cádiz. Expediente 2.821.
Al aprobar sus estudios teóricos paso embarcado el día uno de junio del año de 1802 al navío Príncipe de Asturias, con el que realizó varios cruceros por las costas norteafricanas, regresando al Arsenal de Cartagena el día veintiséis siguiente, trasbordando a la fragata Sabina, con la que prosiguió la vigilancia de las costas citadas con la intención de controlar la piratería berberisca.
Pero no estuvo mucho tiempo en ella, ya que el día uno de agosto siguiente se le dio la orden de trasbordar a la fragata Soledad de la escuadra del mando del marqués del Socorro, que había sido comisionado para hacer de transporte Real, por lo que zarpó la escuadra rumbo a Nápoles y embarcar allí a la futura Princesa de Asturias, arribando a la ciudad Condal donde desembarcó S. A.
Estando en este mismo puerto, el día nueve de octubre siguiente recibió la orden de trasbordar al navío insignia Príncipe de Asturias, zarpando de nuevo llevando a bordo a la Infanta de España, para matrimoniar con el Príncipe heredero del Reino de las Dos Sicilias, volviendo a arribar al puerto de Nápoles, al finalizar la comisión arribó al Arsenal de Cartagena el día cuatro de diciembre del mismo año de 1802.
El día once siguiente la brigada de guardiamarinas trasbordó al navío Reina Luisa con el que se transportó a Liorna a los reyes de Etruria, concluida la comisión regresó al Arsenal de Cartagena el día uno de febrero del año de 1803.
El día siete siguiente recibió la orden de trasbordar a la fragata Flora, con la que se trasladó a la bahía de Cádiz, lanzando el ancla el día veintiocho, por haber realizado una corta misión de corso sobre las regencias norteafricanas. El día siete de marzo recibió la orden de trasbordar a la Sabina. El buque fue destinado para realizar el transporte del nuevo Virrey de Santa Fe, por lo que zarpó el día dos de junio con rumbo al puerto de Cartagena de Indias, pasando posteriormente al puerto de Veracruz y desde éste al de la Habana, donde se le dio orden de trasbordar a la urca Polonia, con la que efectuó el viaje de regreso a la Península, arribando a la bahía de Cádiz el día ocho de octubre de 1804, encontrándose con el ascenso a alférez de fragata, que por Real Orden se le había concedido el día nueve del mes de junio próximo anterior. Así que solo siete días después de zarpar se le ascendió, pero no se pudo enterar hasta su regreso.
Quedó desembarcado, siendo destinado a los Batallones del mismo Departamento por orden del día veinticuatro de noviembre siguiente, permaneciendo hasta el día veinticinco de febrero del año de 1805, en que por Real Orden se le otorgó su primer mando de mar, al serle entregado el falucho 104, que junto a los 108 y 111 formaban una división de las fuerzas sutiles, con destino en el apostadero de la Puerta de Sevilla, realizando el conjunto varias navegaciones dando escolta a unidades con rumbo a Tierra Firme y Antillas.
El día dieciocho de octubre del año de 1805, recibió la orden de embarcarse como oficial subordinado en el navío Argonauta, por lo que zarpó el día veinte de la bahía de Cádiz, formando parte de la escuadra española que al mando del general don Federico Gravina, junto a la francesa al mando del almirante Villeneuve, que a su vez era el Jefe de la escuadra combinada, se encontró al día siguiente veintiuno de octubre en el desafortunado combate naval de Trafalgar, enfrentándose a la escuadra británica al mando del almirante Nelson.
En éste combate fue herido y hecho prisionero, por lo que se le transportó al Peñón, donde recibió atención médica hasta el día diez de noviembre siguiente, que por estar recuperado se le dio la libertad bajo palabra, incorporándose el día quince a su Departamento donde se presentó a sus superiores. Se le ingresó de nuevo en el hospital y estando en él recibió la Real Orden del día nueve de noviembre del año de 1805, por la que se le comunicaba su ascenso al grado de alférez de navío.
El día uno de abril siguiente se presentó de nuevo y como estaba bajo palabra de honor de no combatir a los británicos, se le respetó como a muchos compañeros de aquel desafortunado combate y como excepción (entonces una palabra de honor dada por un oficial, tenía más valor que la firma de un notario hoy), para no incurrir en falta a ella se le destinó a los Batallones de Infantería de Marina, hasta que se llegó al acuerdo del canje el día veintinueve de junio del año de 1807.
Pero al estar ya libre de su palabra, el día uno de agosto del mismo año se le ordenó embarcar en el navío Terrible, estuvo poco tiempo, pues el día veinticuatro siguiente se le otorgó el mando del cañonero número 28, que estaba destinado en el apostadero de la Puerta de Sevilla, volviendo a realizar salidas en protección del tráfico mercante.
Estuvo al mando, hasta el día veinticuatro de octubre, en que recibió la orden de trasbordar al navío Terrible y con él participó en la rendición de la escuadra francesa del almirante Rosilly, en un combate que duró entre los días nueve a catorce de junio del año de 1808, siendo la primera victoria española sobre el invasor napoleónico.
Esta victoria produjo un gran botín, porque la escuadra francesa que estaba en la bahía de Cádiz desde el desastre de Trafalgar se mantenía en perfecto estado de combate gracias al dinero de la Real Hacienda, por ello se hicieron; tres mil seiscientos setenta y seis, prisioneros, recuperándose 442 cañones de a 24 y 36, mil seiscientos cincuenta y un quintales de pólvora, mil cuatrocientos veintinueve fusiles, mil sesenta y nueve bayonetas, ochenta esmeriles, cincuenta carabinas, quinientas cinco pistolas, mil noventa y seis sables, cuatrocientos veinticinco chuzos, ciento una mil quinientas sesenta y ocho balas de fusil, más toda la carga de munición de la artillería de los buques y sobre todo, fueron los víveres los que calmaron al menos el hambre de los españoles.
Al no tener casi buques mayores la Real Armada, fue destinado como otros muchos oficiales a combatir pie a tierra siendo incorporados en los Batallones del Real Cuerpo de Infantería de Marina, saliendo a campaña en su nuevo destino de la primera brigada, participando en varios combates menores y por su ejemplar comportamiento, por Real Orden del día veintitrés de febrero del año de 1809, se le ascendió al grado de teniente de fragata.
Por Real Orden del día veinticinco de febrero del mismo año, se le otorga el grado de segundo capitán de la tercera compañía del primer batallón del tercer regimiento, permaneciendo en campaña sin descanso, hasta que por Real Resolución del día uno de abril siguiente, estando su unidad en el cantón de Santa Olalla, se le nombra Ayudante Mayor de las Brigadas.
Continuó en su destino, hasta que por Real Resolución del día cuatro de agosto del mismo año, se le destina a ocupar el mismo cargo en el segundo regimiento de la misma brigada, tomando parte en el combate de Ocaña, siguió en su unidad hasta recibir la orden de presentarse en el Departamento de Cádiz, a donde llegó el día seis de febrero del año de 1810.
Se le otorgo el día ocho siguiente el mando de la lancha bombardera nº 6, que pertenecía al apostadero de Gallineras, donde al poco tiempo recibió la Real Orden del día veinticuatro de mayo del año de 1811, por la que se le ascendía al grado de teniente de navío, en la que se añadía el nombramiento, de ayudante del comandante de la división naval.
Permaneció en el puesto hasta que por el alejamiento de los napoleónicos, con fecha del día veinte de octubre se recibió la orden de incorporarse la división a la bahía de Cádiz, donde quedaron para desarme los buques.
Pero para los hombres no había descanso, por lo que nada más arribar se le destinó a las órdenes del brigadier don Tomás de Ayalde, que estaba al mando de las unidades de los batallones destinados al puente de Suazo, permaneciendo en este puesto hasta el día treinta y uno de enero del año de 1813, por pasar destinado como capitán a la primera Brigada, que junto a otras tres formaban la primera división, continuando en campaña hasta que se expulsó a los napoleónicos de la Península en el año de 1814.
Como la escasez de buques era patente, a unos se les dio la oportunidad de abandonar el servicio y otros pasaron a distintos servicios en tierra, a Carranza se le confirmó en el cargo en los Batallones, donde permaneció hasta el día veintisiete de junio del año de 1818.
Con esta fecha se le destinó a Cartagena de Indias, para ello zarpó de transporte en el bergantín Vengador, el cual arribó a la plaza dicha el día treinta de septiembre del año de 1820. Pero nada más llegar se le otorgó el mando del bergantín Andaluz, con el que continuó en los cruceros y combates contra los buques insurgentes, que si no eran diarios lo parecían, al menos a las dotaciones. Porque hubieron de los anteriores virreinatos nuevos presidentes de las nacientes Repúblicas, que estaban intentando tomar o bien Puerto Rico o bien la misma isla de Cuba, aprovechándose de la invalidez del poder naval de España.
Se encontraba en una de sus navegación de control, cuando en la noche del día veinticuatro de junio del año de 1821, fue atacado por una corbeta independentista que le doblaba en poder artillero, el combate fue duro y sin cuartel, al quedar su bergantín casi sin gente y mocho como un pontón, el buque enemigo se lanzó a su costado aferrándolo para abordarlo, en este intento de rechazar el abordaje Carranza se encontró con la muerte en plena acción de guerra.
Su cuerpo fue arrojado a las aguas del océano Atlántico, donde tantos otros le habían precedido y más que le siguieron, por no poder recuperar sus restos la Armada, con el beneplácito del Gobierno se colocó una lápida en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando, quedando colgada de la pared en la cuarta capilla del Oeste, junto a los restos de don Santiago de Liniers y don Juan Gutiérrez de la Concha, que dice:
A la memoria
del Teniente de navío
Don Juan José Carranza
Muerto gloriosamente en el bergantín “Andaluz” de su mando
en abordaje con una corbeta insurgente en Costa Firme
24 de junio de 1821.
Bibliografía:
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Cervera Pery, José.: El Panteón de Marinos Ilustres, trayectoria histórica, reseña biográfica. Ministerio de Defensa. Madrid. 2004.
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Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.
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