Herrera y Cruzat, Francisco Biografia
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Biografía de don Francisco Herrera y Cruzat
Brigadier de la Real Armada Española.
Caballero profeso de la Militar Orden de Santiago.
Orígenes
Vino al mundo en la ciudad del Puerto de Santa María, en el año 1738, sus padres fueron don Francisco de Herrera Toledo y Navarro, caballero de Santiago y doña María Cruzat y Vela, su familia era de noble abolengo.
Hoja de Servicios
Se le concedió la Carta-orden sentando plaza de guardiamarina el día 1 de febrero del año 1752, en la Compañía del Departamento de Cádiz. Expediente N.º 571.
Al aprobar los exámenes teóricos se le ordenó embarcar, siendo el día 20 de marzo del año de 1755 cuando pisó la cubierta del navío Firme, trasbordando más tarde al Eolo, con el que realizó cruceros sobre los cabos de Santa María y San Vicente, en misión de protección de la recalada de los buques de transporte provenientes de ultramara, siendo destinado el buque a Ferrol por pasar a desarme, el día 15 de julio del año 1756 embarcó ya como oficial habilitado en el navío Soberano, con el que regreso a la bahía de Cádiz.
El día 8 de septiembre siguiente embarcó en la fragata Juno, zarpando con rumbo al Mediterráneo en comisión de combatir el corso, al terminar el crucero arribó a Cartagena el día 9 de noviembres, quedando desembarcado.
Por orden superior del día 6 de abril del año 1757 embarcó en la fragata Astrea, realizando el corso contra los buques moros tanto por el Mediterráneo como por el océano Atlántico, realizando en ellos varias presas de buques, permaneciendo a bordo hasta que recibió la orden de presentarse en la Compañía, para notificarle su ascenso a alférez de fragata, siendo el día 4 de diciembre del propio año, pasando destinado a los Batallones de Infantería de Marina.
Se le ordenó embarcar en el jabeque Vigilante el día 11 de junio siguiente, realizando una campaña contra el corso sobre las regencias norteafricanas, al finalizar regresó a Cartagena quedando desembarcado.
Por orden del día 25 de agosto del año 1759 pasó de nuevo a embarcar en la fragata Astrea, la cual en conserva del jabeque Cuervo, permanecieron cruzando sobre las costas de berbería y del Estrecho, por orden de su comandante pasó destinado al jabeque, con el que prosiguió la lucha contra el corso.
Se retiró la fragata a Cartagena y fue relevada por el Vigilante, ambos jabeques al mando de don Diego de Argote, divisando un pingue argelino del porte de 14 cañones que tras duro combate fue apresado, siendo capturados ciento cincuenta y nueve moros y turcos, siendo llevados a Cartagena con el buque a remolque, arribando el día 10 de diciembre del mismo año, siéndole entregada la Real orden del día 13 de julio anterior con su ascenso al grado de alférez de navío, regresando destinado a los Batallones de Infantería de Marina.
El día 1 de abril del año 1764, volvió a embarcar en el navío Princesa, regresando a la comisión de lucha contra el corso, al regresar de su crucero, se le dio la orden superior del día 26 de marzo del año 1765 para trasbordar al navío Rayo, siendo éste el buque insignia del capitán general marqués de la Victoria, a quien S. M. le había comisionado para un viaje especial.
En Cartagena se encontraba la Infanta de España doña María Luisa, donde llegó la escuadra embarcando el mismo día 24 de junio, volviendo a hacerse a la mar al amanecer del 25 rumbo a Génova, donde fondearon el día 17 de julio siguiente, para convertirse en la esposa de Leopoldo el Gran Duque de Toscana, quien posteriormente ocupó el trono imperial, hubieron fiestas y convites para las dotaciones y mandos, zarpó de nuevo la escuadra rumbo al puerto de Liorna, donde embarcó la Princesa María Luisa de Parma, quien venía a contraer nupcias con el Príncipe de Asturias, futuro don Carlos IV regresando la escuadra a Cartagena el día 11 de agosto.
En el viaje todos observaron la disposición de la escuadra, estando partida en tres divisiones de tres navíos, navegando de tres en línea y de fondo, estando en el centro de la formación el Rayo para resguardo de mares y casi de vientos, de ahí que los trayectos fueran a poca velocidad para no molestar a las nobles damas.
Al regresar a la bahía de Cádiz el día 31 de diciembre continuo con más comisiones y en otros tantos buques, en una de sus arribadas se le entregó la Real orden del día 17 de septiembre del año 1767, por la que fue ascendido al grado de teniente de fragata, siendo destinado de nuevo a los Batallones de Infantería de Marina.
Se encontraba en su destino, cuando le fue entregada la Real orden del día 13 de enero del año 1771, por la que se le ascendía al grado de teniente de navío prosiguiendo en los Batallones, hasta que por orden superior del día 1 de abril del año 1773, pasó a formar parte de la dotación del navío España, siéndole encomendada la misión a su comandante de transportar presidiarios a Puerto Rico y la Habana, así como descargar azogue en Veracruz, regresando con situado a la Habana donde se le cargó más, quedando incorporado a la escuadra del mando de jefe de escuadra don Luís de Córdova, cruzando el océano de nuevo y arribando a la bahía de Cádiz, donde recibió la orden de desembarcar el día 20 de abril de 1774.
Por orden superior pasó a embarcar en la fragata Carmen, que se unía a la expedición contra Argel del año de 1775, al mando del teniente general don Pedro Castejón, al llegar a la ciudad realizó el desembarco con el resto de fuerzas, teniendo que proceder al reembarque por el ataque de la caballería mora que, no dio tiempo a organizar las defensas en la playa, al mismo tiempo que se levantaba un temporal de Levante, impidiendo a los buques prestar su apoyo con su fuego, siendo la causa del fracaso de la desafortunada expedición, regresando a la bahía de Cádiz, donde el día 30 de octubre se le dió la orden de desembarcar.
Al regreso de esta expedición, pasó a embarcar en el navío San Miguel y casi sin tocar su cubierta, se le ordenó trasbordar al de su misma clase San Agustín, el cual correspondía a la escuadra de don Juan de Lángara, por lo que participó en el combate del día 16 de enero del año 1780, contra la escuadra británica del almirante Rodney, el encuentro tuvo lugar sobre las aguas del cabo de Santa María; fue tan bizarro y valeroso su comportamiento que, por iniciativa de sus superiores fue ascendido por méritos de guerra, al grado de capitán de fragata por Real orden del día 3 de febrero siguiente.
Al poco tiempo fue nombrado segundo comandante, primero del navío San Pedro Apóstol a continuación del San Juan Bautista, perteneciente a la escuadra del general don Luis de Córdova, por ello el día 20 de octubre del año 1782, se halló en la desembocadura del Estrecho, en aguas del cabo Espartel, donde se enfrentó la escuadra española a la británica del almirante Howe.
El día 14 de enero del año de 1783, se le dio el mando de la tropa embarcada en la escuadra combinada franco-española, la primera al mando del conde D’Esteing y la española al mando del general don Juan de Lángara, permaneciendo en cruceros por el océano Atlántico.
Permaneció en la escuadra combinada hasta que ésta, retornó cada una a su puerto de partida. Se encontraba en su destino de los batallones, hasta recibir la orden superior de tomar el mando como comandante, del décimo batallón de Infantería de Marina.
Proseguía en el destino anterior cuando le fue entregada la Real orden del día 14 de enero del año 1789, por la era ascendido al grado de capitán de navío.
El día 1 de junio del año 1790, fue nombrado Ayudante Mayor General interino de la Real Armada, permaneciendo en el destino hasta que por Real orden del día 1 de septiembre del año 1791 se le entregó en propiedad.
El día 1 de julio del año 1793, se le nombró Inspector de los Batallones embarcados en la escuadra del general don Juan de Lángara, con la que zarpó al declararse la guerra contra la República francesa, junto a la escuadra británica del almirante Hood, se desplazaron a auxiliar a los monárquicos franceses perseguidos y refugiados en la base naval de Tolón, tomando parte en la mayoría de combates que tuvieron lugar, singularmente en la toma de las alturas del Faraón, estando a las órdenes directas del general don Federico Gravina, así como en la evacuación de la plaza a las órdenes del general don Ignacio María de Álava.
En el año de 1794, continuando en la misma escuadra, fue nombrado segundo comandante del navío Mejicano y después de un penoso transito por el golfo de León, por desatarse un fuerte temporal tuvo que soportarlo por tener la orden su buque de ser uno de los que permanecía en el bloqueo de Columbres y Portvendre y resto de operaciones que se realizaron en la defensa del Rosellón.
Posteriormente en el mismo año se le otorgaron los mandos sucesivamente de los navíos San Felipe y San Pedro Alcántara, con éste fue comisionado a transportar azogues al puerto de Veracruz, pasando seguidamente a dar protección a los convoyes y lucha contra el contrabando en el seno mejicano, realizando un transporte de situado a la Habana, donde se le dió el mando del navío San Juan Bautista, recibiendo la orden superior de regresar a la península, al arribar a la bahía de Cádiz, se le ordenó trasladar el buque al Arsenal de la Carraca, donde quedó desembarcado por pasar a desarme el navío.
Se encontraba en el Departamento de Cádiz, cuando le fue entregada la Real orden del día 5 de septiembre del año 1795, con su ascenso al grado de brigadier.
Aprovechando este momento pasó a cumplir las ordenanzas de la Orden de Santiago, para profesar en la misma, puesto que desde oficial pertenecía a ella.
A su regreso después del año de claustro, se presentó en el Departamento de Cádiz, donde se le entregó el mando del navío Mejicano del porte de 112 cañones y tres baterías, siendo a su vez el buque insignia del jefe de escuadra don Pedro de Cárdenas incorporado a la escuadra del mando del teniente general don José de Córdova.
Al comenzar el año de 1797, la escuadra del océano se encontraba en el puerto de Cartagena al mando de su general don José de Córdova: la componían veintisiete navíos de línea, de ellos uno de 130 cañones, seis de 112, uno de 80, y 19 de 74, más ocho fragatas, tres urcas y un bergantín, pero todos ellos estaban faltos en parte de su dotación, pues según datos del propio Córdova, no eran menos de cuatro mil hombres los que le faltaban para afrontar un combate con garantías, de ahí su intención de entrar en la bahía de Cádiz y reforzar las dotaciones para proseguir la guerra, aparte de esto a algunos buques también les faltaba algún cañón.
El día 1 de febrero del mismo año zarpó la escuadra de Cartagena con rumbo a la bahía de Cádiz, se aprovechó su salida y se le incorporaron un convoy con derrota a la misma bahía, además de veintiocho lanchas cañoneras y obuseras que se habían construido en el Arsenal que, se separaron para entrar en el apostadero de Algeciras, para ser utilizadas en la defensa y ataque al peñón de Gibraltar; con el convoy entró en la bahía la división al mando del general don Domingo Nava, compuesta por los navíos Bahama, al mando del capitán de navío don José Aramburu e insignia de la división; Neptuno, al mando del capitán de navío don José Lorenzo Goicoechea y Terrible, al mando del capitán de navío don Francisco Uriarte.
Al estar a la altura de la bahía y decidido a entrar, de pronto se desató un fuerte y duro temporal de Levante, el cual al correrlo arrastró los buques durante ocho días, tal esfuerzo y tan continuado aún dejó más mermadas a las dotaciones, los que no estaban enfermos estaba casi reventados del duro trabajo y mal comer, comenzando a calmar cuando se hallaban a la altura del cabo de San Vicente, por efecto del Dios Eolo los buques quedaron desordenados, dispersos, algunos sotaventados, quedando formada en tres líneas, sin conexión entre ellas, más otros cinco navíos desperdigados y otros sueltos, o sea, en pleno desorden.
El día 14 de febrero se divisaron las fuerzas; la escuadra española al mando del general don José de Córdova que en esos momentos contaba con veinticuatro navíos y varias fragatas, contra la británica del almirante Jervis, compuesta por diecisiete navíos y varias fragatas y en excelente estado de armamento, dotación e instrucción.
Éste aciago día, su buque fue el que sufrió el primer contacto y después el de toda la escuadra británica, siendo uno de los navíos que mejor se batió en este combate, experimentó averías y pérdidas de consideración, Herrera fue gravemente herido y de resultas de ellas falleció a bordo del buque de su mando unos días después, siendo su navío junto a los Soberano y Concepción, los que estaba en peor estado a parte de los cuatro apresados siendo los San José y Salvador del Mundo, de 112 cañones y tres baterías, el San Nicolás, de 80 y San Isidro, de 74, de dos baterías.
El Estado mando colocar al lado de las memorias de sus compañeros muertos en el combate del cabo de San Vicente, en la tercera capilla del Este, donde reposan los restos del general Laborde y que dice así:
A la memoria
del Brigadier de la Armada
Don Francisco Herrera
y Cruzat
Muerto gloriosamente sobre el navío de su mando
el « Mejicano » en el combate naval
de San Vicente el 14 de febrero de 1797.
Bibliografía:
Cervera y Jácome, Juan. El Panteón de Marinos Ilustres. Ministerio de Marina. Madrid. 1926.
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Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.
Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.
Válgoma y Finestrat, Dalmiro de la. Barón de Válgoma.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.
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