Gibraltar conquistado por ingleses 1704
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Revisión de 09:29 30 ene 2021
Fue promovido por el príncipe de Hesse-Darmstadt ministro del pretendiente, quien convenció a Rooke que no sería bien visto en las dos Cortes, la británica y la bátava que con la fuerza que disponía no lograse ningún buen resultado, para la causa del Archiduque pretendiente don Carlos III, tanto le atracó que le hizo dudar por ello llamó a Consejo de Guerra a los almirantes de las dos escuadras, los cuales estuvieron de acuerdo en atacar lo que pedía Hesse-Darmstadt, que no era otra posición que el peñón de Gibraltar por saber que estaba descuidado.
Se preparó la operación estando fondeados en Tetuán, desde donde zarparon el día uno de agosto, con una escuadra compuesta por cuarenta y cinco navíos, seis fragatas, dos bombardas, siete brulote, dos buques hospital y un yate, la escuadra británica estaba dividida en cuatro agrupaciones al mando de los almirantes, Rooke, Byng, Dilkes, Clowdisley Shovel y Leak, mientras que la holandesa a su vez en dos divisiones al mando de en jefe de Kallenberg, y Vassenaer y Vanderdussen.
Las defensas de Gibraltar, típico de los españoles que nunca se creen que pueden ser atacados, todo lo contrario que los británicos que se aprovechan de esa deficiencia española, siendo a su vez maestros en la doblez cuando tienen un objetivo. La plaza estaba defendida por cincuenta y seis hombres de tropa, las fortificaciones eran pocas pero buenas lo peor la falta de hombres para sostenerlas, existía una larga batería en dirección Norte a Sur, que terminaba en los muelles llamados Nuevo y Viejo, todo ello con artillería de grueso calibre, y un poco más al Norte un bastión también muy bien artillado con el mismo tipo de piezas; en caso de ataque estaban listos otros ciento cincuenta hombres de la milicia.
Los días 2 y 3 fueron tomando sus posiciones los enemigos, lo que llamó la atención y comenzaron a acudir civiles armados para ayudar a los del ejército, que así reforzados comenzaron a hacer fuego sobre los navíos, aunque estos estaban fuera del alcance de la artillería, por lo que continuaron con sus preparativos, planificando atacar principalmente el muelle Nuevo, pero que sería en toda la línea. Mientras el príncipe de Hessen-Darmstadt remitió al Gobernador don Diego de Salinas una intimidación, pero tuvo que desistir de conseguir el peñón por las buenas, dado que el mismo pueblo le increpó y casi se lanzan sobre el emisario.
Convencidos de que no había otra forma el día 4 comenzó el fuego sobre la plaza, siendo las divisiones de almirante Bing y Vanderdusen las que contando con 1.490 cañones, es seis horas arrojaron sobre la plaza no menos de quince mil proyectiles, más los que dispararon las bombardas (según autores españoles fueron el doble) aprovechando este tiempo desembarcaron en la desembocadura del río Guadarrán un cuerpo de infantería, de unos cuatro mil hombres al mando de príncipe de Hessen-Darmstadt al que solo se les pudo enfrentar una sección de caballos de unos treinta españoles de la milicia, que no pudieron impedir que lograran cerrar el paso por el istmo, impidiendo así que se pudieran enviar más refuerzos, a su vez facilitaron los invasores que fueran desembarcando en los botes y pinazas de la escuadra más refuerzos, que fueron tomando de través los muelles y su artillería.
El gran golpe los recibieron al atacar el bastión del Norte, pues dio la orden el Gobernador de hacer estallar una mina, de cuyos efectos volaron siete de los botes, desapareciendo en ellos dos oficiales y cuarenta hombres de tropa, dejando en el mismo muelle a sesenta heridos más, pero eran tantos los asaltantes que esto no les paró, consiguiendo poco a poco hacerse con toda la línea de batería y el castillo. Fue el momento en que tanto Rooke como el príncipe de Hessen-Darmstadt, intimidaron de nuevo al Gobernador a una honrosa rendición, a lo que aceptó don Diego de Salinas, para evitar más muertes innecesarias, pues era manifiesta la superioridad de los asaltantes.
Las bajas según se puso comprobar por los españoles, fueron por parte de los enemigos, dos tenientes, un capitán mercante y cincuenta y siete hombres, muertos, siendo los heridos: un capitán, siete tenientes, un contramaestre y doscientos siete hombres, entre marineros y tropas. Po parte española, aunque las fuentes dicen que fueron parecidas, siendo imposible ya que no habían tantos defensores, pero comparativamente debieron de ser muy altas, pues entorno a los cincuenta abandonaron la plaza, transportando a sus compañeros heridos.
Don Diego Salinas firmó la rendición que contenía seis artículos, sucintamente consistía en que; se permitía la salida de la guarnición en el plazo de tres días, con sus armas, caballos, víveres para seis días y bagaje, más tres cañones de bronce con doce cargar completas.
Cuando comenzaron a escasear los víveres en el Peñón sus ocupantes salían de tropelía para abastecerse, enterado el marqués de Villadarias ordenó el envío de caballería, obligando a los británicos a mantenerse encerrados en su nuevo dominio. Como siempre la reacción fue tardía y en nada pudo ayudar a la recuperación de la Roca, todo por no acudir cuando el Gobernador don Diego Salinas lo había reclamado.
Parece ser, que la escusa a la que se acoge el Reino Unido para permanecer y seguir manteniendo la propiedad del Peñón de Gibraltar, se basa en que: la guarnición que quedó de protección era británica, la reconstrucción y fortalecimiento de las defensas fue a costa del tesoro británico y como la plaza se había tomado por el ministro del Pretendiente el príncipe de Hessen-Darmstadt, al llegar el Pretendiente a ser Emperador del Sacro Imperio, hizo cesión del Peñón de Gibraltar al Reino Unido de por vida, ya que como Emperador no podía reclamar nada a España.
(Como se puede apreciar más banal la cuestión no puede ser, ya que el Pretendiente nunca pudo ser Rey en Andalucía, no siendo posible "regalar" nada que no es de uno, pero el león británico como siempre que puede se aprovecha de la flojedad de los demás)
Para no distorsionar la Historia, transcribimos la carta que el Gobernador de Gibraltar don Diego Salinas, remitió al marqués de Villadarias, a forma de un parte de guerra:
Bibliografía:
Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1968. Sin iníciales del compilador
Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra. Madrid 1895-1903.
Hills, George.: El Peñón de la Discordia. Historia de Gibraltar. San Martín. Madrid, 1974.
Mariana, Padre.: Historia General de España. Imprenta y Librería de Gaspar y Roig. Madrid, 1849-1851. Miniana fue el continuador de Mariana.
Sáez Abad, Rubén.: Grandes Asedios en la Historia de España. Susaeta Ediciones. Madrid, 2010.
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