Mediterraneo combate contra genoveses 1/IX/1638

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Estaban reunidas las dos escuadras de galeras, la de Sicilia con seis, las de España con nueve de ellas al mando de su cabo don Juan de Orellana, por estar ausente su capitán general el marqués de Villafranca, pues los dos capitanes generales habían sido llamados a la Corte. Se encontraban realizando un transporte de tropas a Finale, cuando les salió al encuentro una escuadra francesa de galeras al mando del marqués de Pont-de-Courlay, compuesta también por quince de ellas, pero todas nuevas, bien armadas y aparejadas todo lo contrario que las españolas.
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Estaban reunidas las dos escuadras de galeras, la de Sicilia con seis, las de España con nueve de ellas al mando de su cabo don [[Orellana,_Juan_de_Biografia|'''Juan de Orellana''']], por estar ausente su capitán general el marqués de Villafranca, pues los dos capitanes generales habían sido llamados a la Corte. Se encontraban realizando un transporte de tropas a Finale, cuando les salió al encuentro una escuadra francesa de galeras al mando del marqués de Pont-de-Courlay, compuesta también por quince de ellas, pero todas nuevas, bien armadas y aparejadas todo lo contrario que las españolas.
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El 1 de septiembre de Orellana llamó a Gutiérrez, pues por ser el General de las galeras de España tenía el mando, conversaron y Gutiérrez le dijo no era hora de batirse, primero porque ninguno de los dos generales estaba a bordo y mucho más importante, las galeras de ambos estaban escasas de brazos para el remo y algunas hacían agua, esto inevitablemente les llevaría a la derrota, por ello aconsejó intentar zafarse del encuentro. Pero Orellana no era de ese parecer dado que evitar el combate era señal clara de aceptar la derrota de antemano y no estaba dispuesto a que esto lo pensaran los franceses, por ello ordenó la formación de combate en línea de frente, ocupando el centro las dos capitanas.
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El 1 de septiembre de '''Orellana''' llamó a Gutiérrez, pues por ser el General de las galeras de España tenía el mando, conversaron y Gutiérrez le dijo no era hora de batirse, primero porque ninguno de los dos generales estaba a bordo y mucho más importante, las galeras de ambos estaban escasas de brazos para el remo y algunas hacían agua, esto inevitablemente les llevaría a la derrota, por ello aconsejó intentar zafarse del encuentro. Pero Orellana no era de ese parecer dado que evitar el combate era señal clara de aceptar la derrota de antemano y no estaba dispuesto a que esto lo pensaran los franceses, por ello ordenó la formación de combate en línea de frente, ocupando el centro las dos capitanas.
Cuando llegaron a distancia del alcance de artillería, las dos escuadras enfrentadas abrieron fuego, resultó de una gran mortandad y siguió el combate ambas por sus proas. Pero se daba la circunstancia que el viento era contrario a los españoles, por ello al hacer fuego las artillería se quedaron sin poder ver a los enemigos, por quedar envueltos en una densa nube de humo, tanto la enemiga como la propia. Esta nube artificial provoco un resultado aparente hasta que se deshizo, pues conforme unos vencían a su enemiga se pasaban a la siguiente, pero todo esto sin ver en realidad muy bien donde estaba cada uno, para terminar de confundir más el viento calmó de pronto, quedando casi sin visión. Al levantarse un poco se pudo advertir que por estar en aguas del puerto de Génova, las españolas estaban remando con tres enemigas a remolque hacía él. Los franceses se mantenían en el lugar del combate, habiendo apresado seis españolas entre ellas las dos capitanas, con ello habían conseguido hacer más de ochocientos prisioneros y muerto Gutiérrez en el combate.
Cuando llegaron a distancia del alcance de artillería, las dos escuadras enfrentadas abrieron fuego, resultó de una gran mortandad y siguió el combate ambas por sus proas. Pero se daba la circunstancia que el viento era contrario a los españoles, por ello al hacer fuego las artillería se quedaron sin poder ver a los enemigos, por quedar envueltos en una densa nube de humo, tanto la enemiga como la propia. Esta nube artificial provoco un resultado aparente hasta que se deshizo, pues conforme unos vencían a su enemiga se pasaban a la siguiente, pero todo esto sin ver en realidad muy bien donde estaba cada uno, para terminar de confundir más el viento calmó de pronto, quedando casi sin visión. Al levantarse un poco se pudo advertir que por estar en aguas del puerto de Génova, las españolas estaban remando con tres enemigas a remolque hacía él. Los franceses se mantenían en el lugar del combate, habiendo apresado seis españolas entre ellas las dos capitanas, con ello habían conseguido hacer más de ochocientos prisioneros y muerto Gutiérrez en el combate.
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Lo curioso fue que al anochecer se levantaron los prisioneros españoles, consiguiendo hacerse con la '''''Patrona''''' de España arrumbando a Génova, lo mismo ocurrió con la '''''Santa Marta''''', pero en ésta por ser mayoría los forzados norteafricanos lo hicieron a su tierra, mientras la capitana de Sicilia se le partió el cable de remolque y se fue a varar a la playa. Los franceses en el combate perdieron dos de ellas que se fueron a pique, por esto en total ellos perdieron cinco y las españolas igual número, si la huida a tierras norteafricanas se hubiera unido en Génova al resto, el combate se hubiera ganado, pero las dos escuadras cada una se quedó con tres de la contraria.
Lo curioso fue que al anochecer se levantaron los prisioneros españoles, consiguiendo hacerse con la '''''Patrona''''' de España arrumbando a Génova, lo mismo ocurrió con la '''''Santa Marta''''', pero en ésta por ser mayoría los forzados norteafricanos lo hicieron a su tierra, mientras la capitana de Sicilia se le partió el cable de remolque y se fue a varar a la playa. Los franceses en el combate perdieron dos de ellas que se fueron a pique, por esto en total ellos perdieron cinco y las españolas igual número, si la huida a tierras norteafricanas se hubiera unido en Génova al resto, el combate se hubiera ganado, pero las dos escuadras cada una se quedó con tres de la contraria.
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Sobre las bajas nos remitimos a un documento de la época que dice: '''''«Murieron 4.500 franceses soldados, y entre ellos número excesivo de monsieures y personas de calidad de la Provenza; de los nuestros faltaron 1.400 entre soldados y esclavos; salieron heridos el cabo don Juan de Orellana y don Alonso Pérez de los Ríos; mataron dos capitanes de galeras de España; cautivaron á Miguel de Barrio, capitán de la Santa María; murió don Rodrigo de Velasco, cabo de las de Sicilia; don Cristóbal de Heredia y un maestres de campo; quedando 450 españoles y franceses heridos, que reconocieron en Génova, habiendo llevado allá por prisioneros los últimos. Suplióse los que nos tomaron con los que les ganamos; pero el destrozo de la gente fue notable, y parece que no se juntaron allí sino á deshacerse, instigados del odio y la emulación envejecida de ambas naciones. Sin embargo, fue mayor la pérdida de su gente, y con particularidad en personas nobles, que es mucho de ponderar, porque hubo galera de las suyas que no quedo con 12 hombres.»'''''
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Sobre las bajas nos remitimos a un documento de la época que dice:
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:'''''«Murieron 4.500 franceses soldados, y entre ellos número excesivo de monsieures y personas de calidad de la Provenza; de los nuestros faltaron 1.400 entre soldados y esclavos; salieron heridos el cabo don Juan de Orellana y don Alonso Pérez de los Ríos; mataron dos capitanes de galeras de España; cautivaron á Miguel de Barrio, capitán de la Santa María; murió don Rodrigo de Velasco, cabo de las de Sicilia; don Cristóbal de Heredia y un maestres de campo; quedando 450 españoles y franceses heridos, que reconocieron en Génova, habiendo llevado allá por prisioneros los últimos. Suplióse los que nos tomaron con los que les ganamos; pero el destrozo de la gente fue notable, y parece que no se juntaron allí sino á deshacerse, instigados del odio y la emulación envejecida de ambas naciones. Sin embargo, fue mayor la pérdida de su gente, y con particularidad en personas nobles, que es mucho de ponderar, porque hubo galera de las suyas que no quedo con 12 hombres.»'''''
==Bibliografía:==
==Bibliografía:==

Última versión de 13:58 18 nov 2022



Mediterráneo combate contra genoveses 1/IX/1638



Estaban reunidas las dos escuadras de galeras, la de Sicilia con seis, las de España con nueve de ellas al mando de su cabo don Juan de Orellana, por estar ausente su capitán general el marqués de Villafranca, pues los dos capitanes generales habían sido llamados a la Corte. Se encontraban realizando un transporte de tropas a Finale, cuando les salió al encuentro una escuadra francesa de galeras al mando del marqués de Pont-de-Courlay, compuesta también por quince de ellas, pero todas nuevas, bien armadas y aparejadas todo lo contrario que las españolas.

El 1 de septiembre de Orellana llamó a Gutiérrez, pues por ser el General de las galeras de España tenía el mando, conversaron y Gutiérrez le dijo no era hora de batirse, primero porque ninguno de los dos generales estaba a bordo y mucho más importante, las galeras de ambos estaban escasas de brazos para el remo y algunas hacían agua, esto inevitablemente les llevaría a la derrota, por ello aconsejó intentar zafarse del encuentro. Pero Orellana no era de ese parecer dado que evitar el combate era señal clara de aceptar la derrota de antemano y no estaba dispuesto a que esto lo pensaran los franceses, por ello ordenó la formación de combate en línea de frente, ocupando el centro las dos capitanas.

Cuando llegaron a distancia del alcance de artillería, las dos escuadras enfrentadas abrieron fuego, resultó de una gran mortandad y siguió el combate ambas por sus proas. Pero se daba la circunstancia que el viento era contrario a los españoles, por ello al hacer fuego las artillería se quedaron sin poder ver a los enemigos, por quedar envueltos en una densa nube de humo, tanto la enemiga como la propia. Esta nube artificial provoco un resultado aparente hasta que se deshizo, pues conforme unos vencían a su enemiga se pasaban a la siguiente, pero todo esto sin ver en realidad muy bien donde estaba cada uno, para terminar de confundir más el viento calmó de pronto, quedando casi sin visión. Al levantarse un poco se pudo advertir que por estar en aguas del puerto de Génova, las españolas estaban remando con tres enemigas a remolque hacía él. Los franceses se mantenían en el lugar del combate, habiendo apresado seis españolas entre ellas las dos capitanas, con ello habían conseguido hacer más de ochocientos prisioneros y muerto Gutiérrez en el combate.

Lo curioso fue que al anochecer se levantaron los prisioneros españoles, consiguiendo hacerse con la Patrona de España arrumbando a Génova, lo mismo ocurrió con la Santa Marta, pero en ésta por ser mayoría los forzados norteafricanos lo hicieron a su tierra, mientras la capitana de Sicilia se le partió el cable de remolque y se fue a varar a la playa. Los franceses en el combate perdieron dos de ellas que se fueron a pique, por esto en total ellos perdieron cinco y las españolas igual número, si la huida a tierras norteafricanas se hubiera unido en Génova al resto, el combate se hubiera ganado, pero las dos escuadras cada una se quedó con tres de la contraria.

Sobre las bajas nos remitimos a un documento de la época que dice:

«Murieron 4.500 franceses soldados, y entre ellos número excesivo de monsieures y personas de calidad de la Provenza; de los nuestros faltaron 1.400 entre soldados y esclavos; salieron heridos el cabo don Juan de Orellana y don Alonso Pérez de los Ríos; mataron dos capitanes de galeras de España; cautivaron á Miguel de Barrio, capitán de la Santa María; murió don Rodrigo de Velasco, cabo de las de Sicilia; don Cristóbal de Heredia y un maestres de campo; quedando 450 españoles y franceses heridos, que reconocieron en Génova, habiendo llevado allá por prisioneros los últimos. Suplióse los que nos tomaron con los que les ganamos; pero el destrozo de la gente fue notable, y parece que no se juntaron allí sino á deshacerse, instigados del odio y la emulación envejecida de ambas naciones. Sin embargo, fue mayor la pérdida de su gente, y con particularidad en personas nobles, que es mucho de ponderar, porque hubo galera de las suyas que no quedo con 12 hombres.»

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

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