Alava y Esquivel, Miguel Ricardo de Biografia
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Miguel Ricardo de Álava y Esquivel Biografía
Capitán de fragata de la Real Armada Española.
Teniente general de los Reales Ejércitos.
Caballero profeso de la Militar Orden de Santiago.
Gran Cruz de la Real y Muy Distinguida Orden Española de Carlos III.
Prócer del Reino.
Ministro de Marina.
Orígenes
Vino al mundo en Vitoria el 7 de febrero de 1772.
Hoja de Servicios
El 19 de julio de 1785 entró en el regimiento de Sevilla como cadete, el 30 de diciembre de 1787 fue ascendido a subteniente, donde permaneció hasta serle aceptado su pase a la Armada.
Después de aprobar el pertinente examen fue incorporado el 9 de noviembre de 1790 con el grado de alférez de fragata y destinado a la fragata Santa Casilda transportando tropas a la bahía de Cádiz, a su regreso pasó con el mismo buque a prestar auxilio a la plaza de Orán, pues había sufrido un terremoto que destruyó todas sus defensas y por ello fue sitiada por los moros, permaneciendo en esta comisión hasta el total abandono acordado por el Gobierno, dándose por concluido en agosto de 1792, operación dirigida por el brigadier don Federico Gravina.
Regresando a su puerto base de Cartagena, donde se le entregó la Real orden con su ascenso al grado de alférez de navío por su meritorio trabajo demostrado. Zarpó de nuevo a primeros de 1792 a las órdenes del capitán de navío don Juan María de Villavicencio a cruzar sobre las aguas de Siria y el archipiélago griego, donde se levantaron cartas náuticas, fondeando de regreso a principios de 1793.
Al declararse la guerra a los convencionales franceses, se armó una escuadra en Cartagena al mando del general don Francisco de Borja, compuesta por veinticuatro navío y cuatro fragatas zarpó el 6 de mayo de 1793, para realizar la campaña de Cerdeña, con rumbo al golfo de Parma en la misma isla, en el trayecto las fragatas Perla y Santa Casilda, divisaron una vela a la que dieron caza apresando a la fragata republicana francesa Hèléne, del porte de 34 cañones, pasando a incorporarse a la escuadra española con el nombre de Sirena. Arribaron al golfo de noche, su entrada no era fácil, pero la pericia de los mandos suplió la falta de luz y señales, fondeando para desembarcar las tropas, uniéndose a los corsos que aún resistían, revisaron la isla de San Antíoco y los enemigos ya no estaban, regresando a embarcar las tropas, para saltar a la de San Pedro, donde encontraron alguna resistencia y la fragata Richmond, atracada a un muelle, se le ofreció rendición, pero su capitán decidió darle fuego. Continuaron viaje a Génova y posteriormente a Córcega, pasando a dar protección a los ejércitos napolitano y piamontés sobre la ribera del Var, continuando hasta Niza y Villafranca, estando aquí se desató una epidemia por el mal estado de los víveres, obligando al general Borja a regresar a Cartagena, arribando entre los días 8 y 9 de agosto siguiente, donde fueron desembarcados más de tres mil hombres enfermos.
A mediados de agosto tomó el mando de la escuadra el general don Juan de Lángara, quien se unió a la británica del almirante Hood con rumbo a Tolón, donde arribaron el 27 seguido desembarcó la tropa y se tomó el puerto, arsenal, fortalezas y plaza, de la escuadra británica entraron en él veintiún navío, de la española diecisiete y en su fondeadero se encontraban veintiuno franceses, más los que estaban en grada, continuó reforzándose la plaza con nuevas unidades, entre ellos cuatro navíos napolitanos, formando al final más de dieciséis mil hombre el ejército desembarcado, tomando posiciones en los fuertes de Balaguer, Mulgrave y San Luis, los cuales protegían el arsenal. El almirante Hood dividió el mando de las fuerzas pues como jefe inicial de todas ellas se había designado a don Federico Gravina, pero se le dio solo el mando de las españolas y el resto al general O’Hara, británico.
La plaza fue contraatacada por el ejército convencionalista francés compuesto por cuarenta y cinco mil hombres, estando al mando del general Dugommier y entre sus jefes un joven comandante de Artillería llamado Napoleón Bonaparte, comenzando el ataque el 17 de diciembre de 1793, fue tan eficiente que propicio fueran tomados los fuertes de Faraón, Malburque, Artiga, Malga y otros, obligando al ejército aliado a reembarcar, siendo dirigida esta maniobra con el mayor de los aciertos por el Mayor General de la Escuadra española, el general don Ignacio María de Álava, siendo el último en embarcar el 19 siguiente.
El británico almirante lord Hood, dio la orden de quemar los buques franceses allí surtos o en construcción, cumpliéndola el capitán Sidney-Smith, quien dio al fuego veintidós navíos, ocho fragatas y otros veintisiete buques menores, logrando gracias a la velocidad del avance republicano salvar alguno de ellos.
Los españoles se volcaron en salvar a los franceses monárquicos, pues el rápido avance de los franceses amenazaba sus vidas, para ello se formaron tres líneas de buques en base a su calado, siendo los de menor los más cercanos a la playa, así se iban transportando de una línea a la siguiente hasta dejarlos en los buques mayores, pudiendo casi embarcarlos a todos, al finalizar el rescate la escuadra arribó a Cartagena el 31 de diciembre siguiente.
Por su buen comportamiento fue elegido por el general Álava como su ayudante, por ello zarpó de la bahía de Cádiz el 11 de noviembre 1795 en la escuadra al mando del mismo general compuesta por los navíos: Europa, San Pedro Apóstol y Montañés, más las fragatas Nuestra Señora del Pilar y Fama, visitando los puertos de Montevideo, arribando a puerto Soledad (islas Malvinas) el 26 de enero de 1796, zarpando con rumbo a doblar el cabo de Hornos, arribando al puerto de Concepción, el 4 de marzo siguiente dio la vela a Valparaíso y después fondearon en el Callao, donde se le entregaron unos pliegos y embarcando en un buque mercante regresó a la península, pasando de nuevo a su departamento de destino, Cartagena. Por llevar a buen término la comisión encomendada se le entregó la Real orden de mayo seguido con su ascenso al grado de teniente de fragata.
Por Real orden se le entregó el mando de una escuadra al general don José Solano, embarcando en uno de los buques de ésta, formada por los navíos Príncipe de Asturias, insignia, Bahama y Guerrero, más las fragatas Casilda, Atocha y Soledad, con un bergantín de aviso, zarpando el 22 de julio de 1802 con rumbo a Nápoles para embarcar y transportar a la futura Princesa de Asturias y al Príncipe heredero del Reino de las Dos Sicilias, arribando de regreso a la ciudad Condal el 1 de octubre, donde desembarcaron los egregios viajeros, en la misma ciudad contrajeron matrimonio el Príncipe de las Dos Sicilias, con la Infanta doña María Isabel de Borbón, verificado el ceremonial de la boda, como el nuevo matrimonio debía regresar a sus estados embarcaron de nuevo y el 9 de octubre siguiente se hicieron a la mar, arribando al puerto de Nápoles el 19 de noviembre donde desembarcaron, zarpó la escuadra de regreso, fondeando en el puerto de Cartagena el 4 de diciembre seguido.
Por la promoción general por contraer nupcias el Príncipe de Asturias, se le entregó la Real orden del 5 de octubre de 1802 con su ascenso al grado de teniente de navío.
Al producirse el ataque del 5 de octubre de 1804, en las cercanías del cabo de Santa María a la división de fragatas al mando del jefe de escuadra don José Bustamante, un acto de pura piratería pues ambos países estaban en paz, el rey de España don Carlos IV declaró la guerra al Reino Unido de la Gran Bretaña, el 12 de diciembre seguido.
Fue elegido por el general don Federico Gravina como su ayudante por ello pasó al navío Argonauta realizando la campaña naval de la Martinica en apoyo de la escuadra francesa del vicealmirante Villeneuve, éste al ser conocedor de la presencia en las Antillas de la escuadra del almirante Nelson ordenó poner rumbo a Finisterre, estando en estas aguas el 10 de abril de 1805 se enfrentaron a la escuadra británica del almirante Robert Calder, era un día de poca visibilidad por la espesa niebla, ante la duda Villeneuve dio la orden de virar por avante, ello se tradujo en dejar a retaguardia a la escuadra española, que como no, fue la que sufrió lo peor del combate pues sus buques más lentos los navíos San Rafael, Firme y España, soportaron el fuego de la casi totalidad de los enemigos, quienes se guiaban por el ruido y el fuego de la artillería, sobre los que se les vinieron encima varios de sus navíos entre ellos dos de tres baterías y 98 cañones; al mismo tiempo la niebla iba en aumento, obligando a mantener distancia a la vista y no se dio ninguna orden de ayudar a los tres buques por parte del francés, solo un poco antes de las ocho de la noche, los navíos galos Plutón, Mont Blanc y Atlas, pudieron localizar por el fuego al España y rescatarlo.
A partir de este momento fue imposible seguir el combate, porque la niebla seguía cayendo y la oscuridad de la noche no permitía mantener el contacto, siendo apresados el San Rafael y Firme, en sí no era una gran pérdida, pues eran de los más antiguos de la flota, pero en cambio sus tripulaciones también eran de las más expertas y esto sí hizo más daño. Los españoles perdieron dos navíos, sufriendo seiscientas cincuenta bajas en total, mientras los británicos solo perdieron algo menos de doscientos hombres y algunos importantes daños de las primeras descargas de los españoles. Siendo llevados los prisioneros a Portmouth.
El resto de la escuadra aliada se refugió en Ferrol y otros en la ría de Ares, zarpando reunidos de ésta el 8 de agosto con rumbo a la bahía de Cádiz, justo el rumbo contrario de la orden del Emperador a su almirante, fondeando en la bahía el seguido 20, de donde zarparon el 20 de octubre para al día siguiente participar a bordo del insignia español navío Príncipe de Asturias, en el innecesario combate del cabo de Trafalgar, contra la escuadra británica del almirante Nelson, sufriéndose una derrota pero no la mayor de ellas, lo curioso de este enfrentamiento fue que transcurridos unos meses fallecieron los tres jefes como consecuencia de ella.
Por la promoción general a los participantes en este enfrentamiento el rey don Carlos IV firmó la Real orden del 9 de noviembre seguido resultando todos ascendidos un grado, por ello se le otorgó el grado de capitán de fragata.
Quedó desembarcado en el mismo Departamento hasta sobrevenir el alzamiento nacional del 2 de mayo de 1808, como la Armada había casi desaparecido elevó petición de pasar al Ejército, siéndole concedido con el grado de coronel del Regimiento de Órdenes Militares, participando en los combates sobre Calatayud, Tudela y Medellín, fue nombrado ayudante del capitán general de los ejércitos en la península el británico Lord Wellington, combatiendo a lo largo de toda la guerra en su puesto, participando directamente en los combates de Talavera, Ciudad Rodrigo, Arapiles, Vitoria, San Marcial y Tolosa de Francia, al finalizar la campaña y durante ella alcanzó el grado de teniente general de los Reales Ejércitos, por estar apadrinado por el duque de Wellington.
En 1814 fue nombrado Ministro Plenipotenciario cerca del rey Guillermo VI de Nassau-Orange, pero su país seguía ocupado por el Emperador de Francia, al regresar el Emperador de su primer exilio por su amistad con el duque de Wellington se incorporó a su Estado Mayor, participando entre los días 15 á 18 de junio de 1815, en la batalla de Waterloo donde fue derrotado el ejército francés, al quedar libre Holanda fue proclamado Nassau-Orange como rey Guillermo I de los Países Bajos el mismo año, pasó como embajador interino a Paris, donde entre otros méritos logró recuperar varias obras de arte robadas por los napoleónicos y devueltas a España.
Al producirse el alzamiento del general Riego en Cabezas de San Juan el 1 de enero de 1820 y aceptar jurar la Constitución don Fernando VII el 7 de marzo siguiente, fue llamado por el Gobierno provisional ocupando varios cargos militares como diplomáticos, siendo después nombrado diputado en Cortes por la circunscripción de Álava, por ello al producirse la entrada en la península de ‹Los cien Mil Hijos de San Luis› al mando del duque de Angulema, la Corte abandonó Madrid con destino a Sevilla, de donde pasó a Cádiz, aquí vencidas las tropas españolas, el 1 de octubre de 1823 se desplazó don Fernando VII al cuartel general del Duque, quien le devolvió sus poderes absolutos, al tener de nuevo dominada la situación ordenó fueran encarcelados y ajusticiados todos los componentes de los gobiernos constitucionales, razón por la don Miguel Ricardo se refugió en Gibraltar.
Llegó a Londres donde conservaba muchos amigos, entre ellos el duque de Wellington, realizando algún viaje a Francia para tomar unos baños para recuperar su salud, allí permaneció hasta serle notificado el haber firmado la Reina Regente doña María Cristina de Borbón-Dos Sicilias la amnistía promulgada por Real orden del 19 de octubre de 1832, aprovechando la enfermedad de don Fernando VII, pero las condiciones no le era favorables, en una recaída del Monarca la Reina Regente, firmó el Real decreto del 22 de marzo de 1833, por el que se abolía toda persecución dictada por don Fernando VII ya muy enfermo, de ésta si se fío y regresó a la Corte.
Al fallecer el Rey el 29 de septiembre de 1833, la Regente quiso unir a los mejores a su alrededor, por ello al año siguiente en abril se creó la Cámara Alta toda ella ocupada por los nombrados por la Reina con el título de Prócer del Reino, puesto ocupado poco tiempo por pasar de nuevo por sus altos contactos como Ministro Plenipotenciario a Londres.
Fue llamado a la Corte por haber sido nombrado Ministro de Marina, cartera que ocupó desde el 13 de junio de 1835 al 28 de agosto seguido. Fue nombrado por Mendizábal, Ministro de Estado y más tarde Presidente del Consejo de Ministros, cargos que no ocupó por negarse a ello, disculpándose al decir que no entendía de política, (y había estado como plenipotenciario en Londres, mala escusa) para deshacerse de él fue nombrado Ministro Plenipotenciario en Londres, de donde más tarde se le ordenó trasladarse con el mismo cargo a París.
Regresó a Madrid, poco después se supo el motín de la Granja de San Ildefonso ó de los Sargentos, por encontrarse de vacaciones la Reina Regente con su hija Isabel, Princesa de Asturias, el cual fue aplastado por las armas leales a la Reina, aunque por sus efectos se promulgó una nueva Constitución, la de 1837 que se negó a jurar hasta el siguiente año. Viendo la situación del país demandó de la Regente ser enviado de nuevo como Embajador a París, siéndole concedido.
Murió en Barèges (Francia) el 14 de julio de 1843, donde había ido a tomar unos baños para mejorar su salud, cuando contaba con setenta y un años de edad.
Entre otras condecoraciones estaba en posesión de: Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. Extrajeras: Cruz de la Orden del Baño. Reino Unido; Legión de Honor. Francia; Gran Cruz del Águila Roja. Prusia y Gran Cruz de San Esteban. Austria.
Bibliografía:
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Pegenaute, Pedro.: Represión Política en el reinado de Fernando VII: Las Comisiones Militares (1824-1825). Universidad de Navarra. Pamplona, 1974.
Toreno, Conde.: Guerra de la Independencia. El 2 de mayo de 1808. Círculo de Amigos de la Historia. Editions Ferni. Genève, 1974.
Toreno, Conde. Aumentada por Martínez Valdueza, J. M.: Historia del Levantamiento, Guerra y Revolución de España (1807-1814). Editorial Akrón. Astorga. León, 2009.
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