Zierikzee combate VI y VII/1304
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Desde unos años atrás el monarca francés Felipe IV “El Hermoso”, mantenía una guerra contra los flamencos, y quiso dar un golpe de gracia, que le dejase el camino libre. | Desde unos años atrás el monarca francés Felipe IV “El Hermoso”, mantenía una guerra contra los flamencos, y quiso dar un golpe de gracia, que le dejase el camino libre. | ||
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Salas y González, Francisco Javier.: Marina Española de la Edad Media. Imprenta Ministerio de Marina. Tomo I. Estb. Tipog. de T. Fontanet. Madrid, 1864. | Salas y González, Francisco Javier.: Marina Española de la Edad Media. Imprenta Ministerio de Marina. Tomo I. Estb. Tipog. de T. Fontanet. Madrid, 1864. | ||
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Última versión de 10:38 25 mar 2023
Zierikzee combate VI y VII/1304
Este encuentro naval, tuvo lugar en las aguas próximas al puerto del mismo nombre, en la costa flamenca, sin saber la fecha exacta, pero más o menos, entre finales del mes de junio y principios de julio de 1304, entre una escuadra combinada compuesta de naves francesas, castellanas y genovesas, contra otra escuadra flamenca.
Desde unos años atrás el monarca francés Felipe IV “El Hermoso”, mantenía una guerra contra los flamencos, y quiso dar un golpe de gracia, que le dejase el camino libre.
En este año, se decidió a dar ese paso, para recobrar lo perdido en el combate de Courtrai, para conseguirlo reunió un gran ejército y una gran armada, que en total sumaban unos cien vasos, de entre ellas se encontraban ocho grandes naves castellanas, once galeras genovesas y otras veinte inglesas.
Le llegaron noticias al Rey francés de que el conde de Holanda y Hainaut, a la sazón también aliado de él, se encontraba desde primeros de junio, soportando un asedio de los flamencos, por lo que ordenó a su escuadra, que ya se encontraba en los puertos normandos, zarpara lo antes posible para enfrentarse a la flamenca, que estaba bloqueando la posición por mar.
La escuadra aliada se hizo a la mar pero sin zarpar los ingleses, quedando algo reducida, siendo su composición final así; las ocho naves castellanas, las once galeras de genovesas y treinta y cinco naves de Normandía y Bretaña, estando al mando de los almirantes Pedrogo y Grimaldi.
Cuando alcanzaron las aguas, fue avistada la escuadra flamenca, la cual estaba compuesta de entre ochenta y cien velas, de todos los tipos y tamaños, calculándose entre quince a veinte mil hombres a bordo, estando la escuadra al mando del almirante Guido de Namur.
Éste había distribuido su escuadra en varias líneas, que iban en relación a la potencia de sus diversos tipos de naves, colocando las de mayor tamaño y fuerza en la primera y así disminuyendo en potencia, hasta la cuarta línea.
Viendo ésta formación, los almirantes Grimaldi y Pedrogo, dispusieron la suya de igual número de líneas de fondo, por lo que la primera y la segunda líneas disponían de quince naves, la tercera de catorce y la cuarta compuesta por las once galeras genovesas, a cuyo mando directo estaba su jefe el almirante Grimaldi.
Comenzaron el combate los flamencos, que lo hicieron lanzando su primera línea, contra la primera de los franceses, que estaba al mando de Pedrogo; éste intentó una maniobra de envolvimiento, dando la orden a cuatro de sus mejor artilladas naves, con la intención de sorprender a la gran coca que mandaba Namur, pero por desconocimiento de la zona, fueron a encallar en un banco de arena, quedándose a merced de los enemigos, y desde esta posición tuvieron que soportar un fuerte castigo de las naves flamencas.
La consecuencia inmediata fue, que los franceses habían perdido la iniciativa, para contrarrestar el ataque en masa de los flamencos, se vieron obligados a formar en bloque, para así darse protección unos a otros, pero tuvo la habilidad de que las galeras quedasen fuera y libres, para actuar en el momento que fueran más oportuno.
Los flamencos, reaccionaron lanzando buques incendiados contra la masa de naves enemigas, con la intención de que si prendían en una, el fuego se iría propagando a las demás, pero no contó con el viento y las corrientes, eso siendo conocedor de la zona, y estos actuaron en su contra, pues ninguno de los buques logró alcanzar a la escuadra francesa.
Viéndose libre de ese ataque, Pedrogo, da la orden a su ala derecha, de atacar de flanco a los flamencos, por ello éstos se vieron superados y en vez de aguantar, comenzaron a retroceder, abriendo huecos en su cerrada formación, movimiento que aprovecha el almirante francés para comenzar a lanzar desde las gruesas naves, con las grandes ballestas de torno, que tanto los franceses como castellanos las montaban, por lo que en poco tiempo, consiguieron realizar grandes destrozos y muchas víctimas en sus cubiertas.
Como contrapartida a este ataque por el ala derecha de los franceses, Namur, lo efectúa no con menos fuerza y vigor, sobre el ala izquierda, atacando con siete de sus más poderosas naves, a tres castellanas, que se encontraban en el final de este ala de la escuadra francesa, los castellanos se defendieron con gran tenacidad, pero abrumados por la mayoría en número y el poder de sus enemigos, se vieron en la obligación de impedir caer en sus manos, lo que les llevó a buscar refugio, consiguiendo aproximarse a sus propias naves aliadas, ante lo cual las flamencas dejaron de presionar.
Comenzó a anochecer y la lucha continuaba, aunque con menor intensidad, pero Pedrogo, se apercibió de que la corriente había cambiado, aprovechando el momento para lanzar sus buques incendiarios, sobre la gran masa de buques flamencos que se habían concentrado para evitar ataques, pero las corrientes justo arrastraron contra el centro de la formación de naves flamencas a sus vasos incendiarios.
El resultado fue, que varias de la naves se incendiaron lo que facilitaba su localización, por el resplandor de los incendios, momento que volvió a aprovechar Pedrogo, para proseguir bombardeándolos con sus grandes catapultas y ballestas de torno, consiguiendo hacer mucho daño y causar estragos en el conjunto de naves flamencas, además se volver a sufrir las tripulación muchas bajas.
La reacción de Namur, al darse cuenta que los aliados no perdían proyectil ninguno, por estar sus buques tan agrupados e intentando que aquello no se convirtiera en un desastre total, dio la orden de que se fueran separando, lo cual produjo confusión y desorden, quedando además dispersas y sin poderse dar apoyo mutuo como a tal escuadra.
Viendo este desorden Grimaldi, ordenó a sus galeras que atacaran, lo que hicieron a boga arrancada directas a ir cazando una a una a las naves flamencas separadas, estás fueron atacadas de flanco, por lo que sus enemigos poco pudieron hacer y así, una detrás de otra fueron cayendo en poder de los genoveses, pues cundió el pánico y casi no ofrecieron resistencia alguna en muchas de ellas.
Mientras los aliados, se habían vuelto a organizar en las tres líneas iniciales, por lo que se dirigieron de frente contra la escuadra flamenca, que ya muy mermada no pudo resistir el empuje de los franceses y castellanos.
Pedrogo, que no había cejado en su empeño de conseguir hacer prisionero a Namur, ordenó un ataque de cuatro de sus mejores naves, contra la gran coca en que navegaba Namur, ésta se vió separada de sus naves que iban ya en franca retirada y sin apoyo ninguno, por ello las cuatro naves consiguieron apoderarse de la gran coca.
Concluyendo el combate con la total derrota de la escuadra flamenca, ya que los buques que no se habían ido a pique, ó los abrasados por las llamas, habían sido capturados por los aliados y solo unos pocos, los más ligeros pudieron dispersarse y regresar a sus puertos de partida, siendo la victoria total.
Bibliografía:
Cervera Pery, José. El Poder naval en los reinos Hispánicos. Editorial San Martín. Madrid. 1992.
Condeminas Mascarós, F.: La Marina Española (Compendio-Histórico). Barcelona. Editorial Apolo, 1923.
Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Compilada por Ángel Dotor
Salas y González, Francisco Javier.: Marina Española de la Edad Media. Imprenta Ministerio de Marina. Tomo I, 1925, 2ª Edición. Tomo II, 1927. Edición póstuma.
Salas y González, Francisco Javier.: Marina Española de la Edad Media. Imprenta Ministerio de Marina. Tomo I. Estb. Tipog. de T. Fontanet. Madrid, 1864.
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