Aragoneses contra pisanos y genoveses 1325

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Transcurría 1325 cuando le llegaron noticias al almirante don [[Carros,_Francisco_Biografia|'''Francisco Carrós''']] por la que los gibelinos estaban preparando una expedición para reconquistar Caller en la isla de Cerdeña, para defenderse dado que no disponía de toda la escuadra, ordenó juntar catorce naves gruesas de las que se hallaban en Bonayre, embargó todas las naves mercantes de los Condados y de Valencia que se encontraban en la isla con mercancías, reforzó la empalizada de la fortaleza y del puerto, utilizando un dispositivo para su escuadra con las treinta y una galeras disponibles en línea, detrás de ellas los cuarenta leños amadrinados con gruesas cadenas, aparte de estar al máximo de carga con los efectivos del ejército y a su vez estos protegidos por una empalizada, lo que podía ver el enemigo era una impresionante formación de árboles y resplandor de las miles de picas, que por orden de Carrós se les había convertido sus afiladas puntas casi en espejos.
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Transcurría 1325 cuando le llegaron noticias al almirante don [[Carros,_Francisco_Biografia|'''Francisco Carrós''']] por la que los gibelinos estaban preparando una expedición para reconquistar Caller en la isla de Cerdeña, para defenderse dado que no disponía de toda la escuadra, ordenó juntar catorce naves gruesas de las que se hallaban en Bonayre, embargó todas las naves mercantes de los Condados y de Valencia que se encontraban en la isla con mercancías, reforzó la empalizada de la fortaleza y del puerto, utilizando un dispositivo para su escuadra con las treinta y una galeras disponibles en línea, detrás de ellas los cuarenta leños amadrinados con gruesas cadenas, aparte de estar al máximo de carga con los efectivos del ejército y a su vez estos protegidos por una empalizada, lo que podía ver el enemigo era una impresionante formación de árboles y resplandor de las miles de picas, que por orden de '''Carrós''' se les había convertido sus afiladas puntas casi en espejos.
La escuadra de los gibelinos estaba compuesta por treinta y tres galeras «bastardas» perfectamente armadas, seis uxeres, cinco saetías más varios leños y naves menores al mando de don Gaspar de Oria, la cual arribó a la vista el 25 de diciembre pero al ver lo que les estaba esperando optó por mantenerse en aguas libres. Los días 26 y 28 realizó algunas escaramuzas la armada enemiga intentando romper la formación y las cadenas pero les fue imposible, lo que indudablemente iba mermando la moral de sus fuerzas y Oria era conocedor de los males que produce esto en los hombres, que aún podía ser peor que no atacar, por ello decidió lanzarse contra el despliegue aragonés.
La escuadra de los gibelinos estaba compuesta por treinta y tres galeras «bastardas» perfectamente armadas, seis uxeres, cinco saetías más varios leños y naves menores al mando de don Gaspar de Oria, la cual arribó a la vista el 25 de diciembre pero al ver lo que les estaba esperando optó por mantenerse en aguas libres. Los días 26 y 28 realizó algunas escaramuzas la armada enemiga intentando romper la formación y las cadenas pero les fue imposible, lo que indudablemente iba mermando la moral de sus fuerzas y Oria era conocedor de los males que produce esto en los hombres, que aún podía ser peor que no atacar, por ello decidió lanzarse contra el despliegue aragonés.
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Al amanecer del 29, la escuadra gibelina formaba sus buques en línea de siete, una detrás de otra por el mismo orden, viendo esto Carrós ordenó atacar de frente con sus siete mejores galeras, y el resto pasando por las alas envolvieron la escuadra enemiga, de hecho el ataque frontal de Carrós fue tan contundente que no dio ni tiempo al resto de sus galeras entrar en combate, pues destrozó a la capitana enemiga en la que iba el almirante Oria, quien para salvarse se tiró al mar muriendo ahogado, con su muerte y destrucción de la almiranta se acabó el combate, las seis restantes capturadas. Una completa victoria a muy poco coste de vidas. Sufriendo la escuadra de Aragón doscientos muertos y muchos más heridos; la enemiga más de setecientos muertos y el apresamiento de las siete naves, de las que cinco eran genovesas y dos pisanas, el resto se dio a la más humillante fuga.
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Al amanecer del 29, la escuadra gibelina formaba sus buques en línea de siete, una detrás de otra por el mismo orden, viendo esto [[Carros,_Francisco_Biografia|'''Carrós''']] ordenó atacar de frente con sus siete mejores galeras, y el resto pasando por las alas envolvieron la escuadra enemiga, de hecho el ataque frontal de '''Carrós''' fue tan contundente que no dio ni tiempo al resto de sus galeras entrar en combate, pues destrozó a la capitana enemiga en la que iba el almirante Oria, quien para salvarse se tiró al mar muriendo ahogado, con su muerte y destrucción de la almiranta se acabó el combate, las seis restantes capturadas. Una completa victoria a muy poco coste de vidas. Sufriendo la escuadra de Aragón doscientos muertos y muchos más heridos; la enemiga más de setecientos muertos y el apresamiento de las siete naves, de las que cinco eran genovesas y dos pisanas, el resto se dio a la más humillante fuga.
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Zurita, Jerónimo.: Anales de la Corona de Aragón. C. S. I. C. Institución ‹Fernando el Católico› Zaragoza, 1967. Facsímil de la Edición Príncipe de 1562 y la mejorada de 1585.
Zurita, Jerónimo.: Anales de la Corona de Aragón. C. S. I. C. Institución ‹Fernando el Católico› Zaragoza, 1967. Facsímil de la Edición Príncipe de 1562 y la mejorada de 1585.
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Aragoneses contra pisanos y genoveses 1325



Transcurría 1325 cuando le llegaron noticias al almirante don Francisco Carrós por la que los gibelinos estaban preparando una expedición para reconquistar Caller en la isla de Cerdeña, para defenderse dado que no disponía de toda la escuadra, ordenó juntar catorce naves gruesas de las que se hallaban en Bonayre, embargó todas las naves mercantes de los Condados y de Valencia que se encontraban en la isla con mercancías, reforzó la empalizada de la fortaleza y del puerto, utilizando un dispositivo para su escuadra con las treinta y una galeras disponibles en línea, detrás de ellas los cuarenta leños amadrinados con gruesas cadenas, aparte de estar al máximo de carga con los efectivos del ejército y a su vez estos protegidos por una empalizada, lo que podía ver el enemigo era una impresionante formación de árboles y resplandor de las miles de picas, que por orden de Carrós se les había convertido sus afiladas puntas casi en espejos.

La escuadra de los gibelinos estaba compuesta por treinta y tres galeras «bastardas» perfectamente armadas, seis uxeres, cinco saetías más varios leños y naves menores al mando de don Gaspar de Oria, la cual arribó a la vista el 25 de diciembre pero al ver lo que les estaba esperando optó por mantenerse en aguas libres. Los días 26 y 28 realizó algunas escaramuzas la armada enemiga intentando romper la formación y las cadenas pero les fue imposible, lo que indudablemente iba mermando la moral de sus fuerzas y Oria era conocedor de los males que produce esto en los hombres, que aún podía ser peor que no atacar, por ello decidió lanzarse contra el despliegue aragonés.

Al amanecer del 29, la escuadra gibelina formaba sus buques en línea de siete, una detrás de otra por el mismo orden, viendo esto Carrós ordenó atacar de frente con sus siete mejores galeras, y el resto pasando por las alas envolvieron la escuadra enemiga, de hecho el ataque frontal de Carrós fue tan contundente que no dio ni tiempo al resto de sus galeras entrar en combate, pues destrozó a la capitana enemiga en la que iba el almirante Oria, quien para salvarse se tiró al mar muriendo ahogado, con su muerte y destrucción de la almiranta se acabó el combate, las seis restantes capturadas. Una completa victoria a muy poco coste de vidas. Sufriendo la escuadra de Aragón doscientos muertos y muchos más heridos; la enemiga más de setecientos muertos y el apresamiento de las siete naves, de las que cinco eran genovesas y dos pisanas, el resto se dio a la más humillante fuga.

Bibliografía:

Ibáñez de Ibero, Carlos. Marqués de Mulhacén.: Historia de la Marina de Guerra Española. Espasa-Calpe, S. A. Madrid, 1939.

Laurencín, Marqués de.: Los Almirantes de Aragón. Datos para su cronología. Establecimiento Tipográfico de Fortanet. Madrid, 1919.

Montero Sánchez, Antonio.: Compendio de la Historia de la Marina Militar de España. Rivadeneyra. Madrid, 1900.

Zurita, Jerónimo.: Anales de la Corona de Aragón. C. S. I. C. Institución ‹Fernando el Católico› Zaragoza, 1967. Facsímil de la Edición Príncipe de 1562 y la mejorada de 1585.

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