Portugueses y venganza 1397
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En 1397 fueron los portugueses los que se aprovecharon, sabiendo que la escuadra estaba toda ella en el Cantábrico, saquearon la ciudad de Cádiz y dieron fuego a la iglesia de la población, lo que causó un mal estar sobre todo entre los marineros, pasando por ello a reclamar la presencia de la escuadra en sus aguas. | En 1397 fueron los portugueses los que se aprovecharon, sabiendo que la escuadra estaba toda ella en el Cantábrico, saquearon la ciudad de Cádiz y dieron fuego a la iglesia de la población, lo que causó un mal estar sobre todo entre los marineros, pasando por ello a reclamar la presencia de la escuadra en sus aguas. | ||
Le llegó a don [[Hurtado_de_Mendoza,_Diego_Biografia|'''Diego Hurtado de Mendoza''']] una Real cédula demandando acudiera lo antes posible a reparar los daños o causar los mismos a los enemigos, para lo que rápidamente mandó zarpar su escuadra de galeras que en ese instante eran solo cinco, a pesar de su ínfimo número puso rumbo al Sur alcanzando rápidamente el cabo de San Vicente, doblándolo y arrumbando a Cádiz, pero a su llegada los portugueses habían huido. | Le llegó a don [[Hurtado_de_Mendoza,_Diego_Biografia|'''Diego Hurtado de Mendoza''']] una Real cédula demandando acudiera lo antes posible a reparar los daños o causar los mismos a los enemigos, para lo que rápidamente mandó zarpar su escuadra de galeras que en ese instante eran solo cinco, a pesar de su ínfimo número puso rumbo al Sur alcanzando rápidamente el cabo de San Vicente, doblándolo y arrumbando a Cádiz, pero a su llegada los portugueses habían huido. | ||
- | No teniendo a dónde acudir, dispuso | + | No teniendo a dónde acudir, dispuso su fuerza a navegar cruzando por el Estrecho, por lo que no tardó en encontrar presa, se divisaron siete velas y mandó arriar las velas, se esperó hasta tenerlos cerca y reconocer su pabellón, se llevó gran alegría al ver que eran portugueses y cargados de ricas mercancías provenientes de Génova. |
- | Arremetió contra ellas con tal fuerza que en menos de treinta minutos se había apoderado de cuatro | + | Arremetió contra ellas con tal fuerza que en menos de treinta minutos se había apoderado de cuatro, una quinta en su huida fue a encallar en la costa, las dos restantes pudieron huir a fuerza de remos y vientos que a él le eran contrarios por soplar Levante. |
No se conformó con lo apresado, pues sobre él estaba muy presente lo ocurrido en el combate que pereció su padre, por ello los cuatrocientos hombres apresados, sin compasión ordenó tirarlos al mar, típica venganza de la época. | No se conformó con lo apresado, pues sobre él estaba muy presente lo ocurrido en el combate que pereció su padre, por ello los cuatrocientos hombres apresados, sin compasión ordenó tirarlos al mar, típica venganza de la época. | ||
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Salas y González, Francisco Javier.: Marina Española de la Edad Media. Imprenta Ministerio de Marina. Tomo II, 1927. Edición póstuma. | Salas y González, Francisco Javier.: Marina Española de la Edad Media. Imprenta Ministerio de Marina. Tomo II, 1927. Edición póstuma. | ||
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Última versión de 12:10 6 oct 2023
Portugueses y venganza 1397
En 1397 fueron los portugueses los que se aprovecharon, sabiendo que la escuadra estaba toda ella en el Cantábrico, saquearon la ciudad de Cádiz y dieron fuego a la iglesia de la población, lo que causó un mal estar sobre todo entre los marineros, pasando por ello a reclamar la presencia de la escuadra en sus aguas.
Le llegó a don Diego Hurtado de Mendoza una Real cédula demandando acudiera lo antes posible a reparar los daños o causar los mismos a los enemigos, para lo que rápidamente mandó zarpar su escuadra de galeras que en ese instante eran solo cinco, a pesar de su ínfimo número puso rumbo al Sur alcanzando rápidamente el cabo de San Vicente, doblándolo y arrumbando a Cádiz, pero a su llegada los portugueses habían huido.
No teniendo a dónde acudir, dispuso su fuerza a navegar cruzando por el Estrecho, por lo que no tardó en encontrar presa, se divisaron siete velas y mandó arriar las velas, se esperó hasta tenerlos cerca y reconocer su pabellón, se llevó gran alegría al ver que eran portugueses y cargados de ricas mercancías provenientes de Génova.
Arremetió contra ellas con tal fuerza que en menos de treinta minutos se había apoderado de cuatro, una quinta en su huida fue a encallar en la costa, las dos restantes pudieron huir a fuerza de remos y vientos que a él le eran contrarios por soplar Levante.
No se conformó con lo apresado, pues sobre él estaba muy presente lo ocurrido en el combate que pereció su padre, por ello los cuatrocientos hombres apresados, sin compasión ordenó tirarlos al mar, típica venganza de la época.
Bibliografía:
Fernández Duro, Cesáreo.: La Marina de Castilla. Desde su Origen y Pugna con la de Inglaterra, hasta la Refundición en la Armada Española. Madrid, 1893.
Salas y González, Francisco Javier.: Marina Española de la Edad Media. Imprenta Ministerio de Marina. Tomo II, 1927. Edición póstuma.
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