Britanico ataque sin declaracion de guerra 1803

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El 1 de noviembre de 1803 zarpó de la Coruña la corbeta [[Urquijo_(1799)|'''''Urquijo''''']] en comisión de correo con destino a Tenerife, Puerto Rico, la Habana y Veracruz, armada esta vez con 18 cañones de á 6 libras y tripulada por 105 hombres, embarcando para su defensa 30 infantes de Marina y 10 artilleros. Al anochecer del 30 de diciembre de 1803, a la vista de Monte Cristi, en la isla de Santo Domingo, se encuentra con la fragata británica '''''Eolus''''', armada con 44 cañones de á 18 y 24 libras, más 10 carronadas de grueso calibre y 250 hombres de tripulación, al mando del capitán Andrew Francis Evans.
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El 1 de noviembre de 1803 zarpó de la Coruña la corbeta '''''Urquijo''''' en comisión de correo con destino a Tenerife, Puerto Rico, la Habana y Veracruz, armada esta vez con 18 cañones de á 6 libras y tripulada por 105 hombres, embarcando para su defensa 30 infantes de Marina y 10 artilleros. Al anochecer del 30 de diciembre de 1803, a la vista de Mote Cristi, en la isla de Santo Domingo, se encuentra con la fragata británica '''''Eolus''''', armada con 44 cañones de á 18 y 24 libras, más 10 carronadas de grueso calibre y 250 hombres de tripulación, al mando del capitán Andrew Francis Evans.
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El capitán británico detuvo la corbeta y preguntó qué buque era, quien era su comandante y de dónde venía, a ello el comandante '''Fernández Trelles''' respondió. No satisfecho el pirata, exigió subiera a bordo de la fragata el comandante español con los papeles, a lo que se respondió, enviaría al segundo al mando de la corbeta, a ello el británico amenazó con abordar la corbeta y quemadla si no atendían sus peticiones. Extrañados por las amenazas, preguntaron si estaban las dos naciones en guerra. De la fragata dijeron que no estaban seguros, pero según las últimas Gacetas de Londres la guerra estaba declarada. El segundo al mando, el teniente de fragata don '''Ramón de Moyna''' abordó la fragata. Allí se le comunicó debían arriar la bandera y seguir a la fragata hasta Jamaica donde descubrirían si estaban en guerra. '''Moyna''' se negó a cumplir las peticiones del británico.
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El capitán británico detuvo la corbeta y preguntó qué buque era, quien era su comandante y de dónde venía, a ello el comandante Fernández Trelles respondió. No satisfecho el capitán británico, exigió subiera a bordo de la fragata el comandante español con los papeles, a lo que se respondió, enviaría al segundo al mando de la corbeta, a ello el capitán británico amenazó con abordar la corbeta y quemadla si no atendían sus peticiones. Extrañados por las amenazas, preguntaron si estaban las dos naciones en guerra. De la fragata dijeron que no estaban seguros, pero según las últimas Gacetas de Londres la guerra estaba declarada. El segundo al mando, el teniente de fragata don Ramón de Moyna abordó la fragata. Allí se le comunicó debían arriar la bandera y seguir a la fragata hasta Jamaica donde descubrirían si estaban en guerra. Moyna se negó a cumplir las peticiones del británico.
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A las siete de la tarde rompió el fuego la fragata pirata. A las doce de la noche mandó el comandante '''Trelles''' arriar la bandera al comprobar que la corbeta totalmente destrozada y con muchas bajas. En ese momento, una descarga de la fragata mató al comandante '''Fernández Trelles''', al alférez de fragata '''José de Soto''' e hirió a otros oficiales y tripulantes. Las bajas españolas ascendieron a dos oficiales y otros 13 marineros muertos, quedando heridos 3 oficiales y 16 soldados y marineros, aunque en fechas posteriores varió esta cifra al morir varios de los heridos. Rendida la corbeta fue saqueada y conducida a Port Royal, Jamaica. Al llegar a puerto, las autoridades británicas impusieron la pena de muerte a quien manifestara las bajas de la fragata, aunque se pudo averiguar fueron unos seis muertos e igual números de heridos, mientras otras fuentes dicen eran tres muertos y cuatro heridos.
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A las siete de la tarde rompió el fuego la fragata. A las doce de la noche mandó el comandante Trelles arriar la bandera al ver la corbeta totalmente destrozada y con muchas bajas. En ese momento, una descarga de la fragata mató al comandante Fernández Trelles, al alférez de fragata José de Soto e hirió a otros oficiales y tripulantes. Las bajas españolas ascendieron a dos oficiales y otros 13 marineros muertos, quedando heridos 3 oficiales y 16 soldados y marineros, aunque en fechas posteriores varió esta cifra al morir varios de los heridos. Rendida la corbeta fue saqueada y conducida a Port Royal, Jamaica. Al llegar a puerto, las autoridades británicas impusieron la pena de muerte a quien manifestara las bajas de la fragata, aunque se pudo averiguar fueron unos seis muertos e igual números de heridos, mientras otras fuentes dicen eran tres muertos y cuatro heridos.
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Al no estar declarada la guerra entre las dos naciones, la corbeta fue puesta en libertad y llevada a la Habana por el teniente '''Moyna''', quien estuvo prisionero en la fragata durante el combate. El almirante de la escuadra británica no admitió reclamación alguna ante el atropello, afirmando que el único culpable de lo ocurrido era el comandante español muerto. El teniente '''Moyna''' tuvo muchos problemas para habilitar su buque y ponerlo en estado de navegación al no recibir ningún tipo de ayuda del gobierno británico ni de los comerciantes de Jamaica. El 20 de julio de 1804 regresa finalmente al puerto de Vigo después de una nueva travesía desde la Habana, donde se había reparado el bajel.
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Al no estar declarada la guerra entre las dos naciones, la corbeta fue puesta en libertad y llevada a la Habana por el teniente Moyna, quien estuvo prisionero en la fragata durante el combate. El almirante de la escuadra británica no admitió reclamación alguna ante el atropello, afirmando que el único culpable de lo ocurrido era el comandante español muerto. El teniente Moyna tuvo muchos problemas para habilitar su buque y ponerlo en estado de navegación al no recibir ningún tipo de ayuda del gobierno británico ni de los comerciantes de Jamaica. El 20 de julio de 1804 regresa finalmente al puerto de Vigo después de una nueva travesía desde la Habana, donde se había reparado el bajel.
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Una más de los hijos de Albión, que dicen son demócratas y buenas personas, pero como dice un refrán español: '''<big>Por sus hechos los conoceréis</big>'''.
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==Bibliografía:==
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Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.
Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.
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Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.
Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.
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Todoavante '''<big>©</big>'''
[[Categoría:Combates Navales 1701 a 1833|(1801)1803]]
[[Categoría:Combates Navales 1701 a 1833|(1801)1803]]

Última versión de 10:21 10 may 2022



Británico ataque sin declaración de guerra 1803



El 1 de noviembre de 1803 zarpó de la Coruña la corbeta Urquijo en comisión de correo con destino a Tenerife, Puerto Rico, la Habana y Veracruz, armada esta vez con 18 cañones de á 6 libras y tripulada por 105 hombres, embarcando para su defensa 30 infantes de Marina y 10 artilleros. Al anochecer del 30 de diciembre de 1803, a la vista de Monte Cristi, en la isla de Santo Domingo, se encuentra con la fragata británica Eolus, armada con 44 cañones de á 18 y 24 libras, más 10 carronadas de grueso calibre y 250 hombres de tripulación, al mando del capitán Andrew Francis Evans.

El capitán británico detuvo la corbeta y preguntó qué buque era, quien era su comandante y de dónde venía, a ello el comandante Fernández Trelles respondió. No satisfecho el pirata, exigió subiera a bordo de la fragata el comandante español con los papeles, a lo que se respondió, enviaría al segundo al mando de la corbeta, a ello el británico amenazó con abordar la corbeta y quemadla si no atendían sus peticiones. Extrañados por las amenazas, preguntaron si estaban las dos naciones en guerra. De la fragata dijeron que no estaban seguros, pero según las últimas Gacetas de Londres la guerra estaba declarada. El segundo al mando, el teniente de fragata don Ramón de Moyna abordó la fragata. Allí se le comunicó debían arriar la bandera y seguir a la fragata hasta Jamaica donde descubrirían si estaban en guerra. Moyna se negó a cumplir las peticiones del británico.

A las siete de la tarde rompió el fuego la fragata pirata. A las doce de la noche mandó el comandante Trelles arriar la bandera al comprobar que la corbeta totalmente destrozada y con muchas bajas. En ese momento, una descarga de la fragata mató al comandante Fernández Trelles, al alférez de fragata José de Soto e hirió a otros oficiales y tripulantes. Las bajas españolas ascendieron a dos oficiales y otros 13 marineros muertos, quedando heridos 3 oficiales y 16 soldados y marineros, aunque en fechas posteriores varió esta cifra al morir varios de los heridos. Rendida la corbeta fue saqueada y conducida a Port Royal, Jamaica. Al llegar a puerto, las autoridades británicas impusieron la pena de muerte a quien manifestara las bajas de la fragata, aunque se pudo averiguar fueron unos seis muertos e igual números de heridos, mientras otras fuentes dicen eran tres muertos y cuatro heridos.

Al no estar declarada la guerra entre las dos naciones, la corbeta fue puesta en libertad y llevada a la Habana por el teniente Moyna, quien estuvo prisionero en la fragata durante el combate. El almirante de la escuadra británica no admitió reclamación alguna ante el atropello, afirmando que el único culpable de lo ocurrido era el comandante español muerto. El teniente Moyna tuvo muchos problemas para habilitar su buque y ponerlo en estado de navegación al no recibir ningún tipo de ayuda del gobierno británico ni de los comerciantes de Jamaica. El 20 de julio de 1804 regresa finalmente al puerto de Vigo después de una nueva travesía desde la Habana, donde se había reparado el bajel.

Una más de los hijos de Albión, que dicen son demócratas y buenas personas, pero como dice un refrán español: Por sus hechos los conoceréis.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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