Posada y de la Concha, Antonio Biografia

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Biografía de don Antonio Posada y de la Concha

Teniente general de la Real Armada española.

Cruz de la Real y Muy Distinguida Orden Española de Carlos III, pensionada.

Orígenes:

Vino al mundo en la villa de Villaviciosa a lo largo del año de 1722, muy posiblemente en el Palacio de Estrada, en la calle García Caveda, nº 6, ó en el palacio de Posada, sito en la misma pero en su nº 10. Siendo sus padres don Andrés Posada Álvarez de la Nava y su esposa, doña Teresa de la Concha Blanquín.

Hoja de Servicios

Muy joven comenzó su carrera militar, pues lo hizo en un principio en el ejército y siendo ya oficial, pidió pasar a la Real Armada, sacando buena nota en el examen preliminar, siendo incorporado al Cuerpo General por Real orden del día 19 de diciembre del año de 1740, pero ya con el grado de alférez de navío.

Como era costumbre pasó como oficial subordinado a varios buques, todos ellos destinado al corso, por ser la mejor escuela práctica, no pasando casi ningún día sin tener encuentros o avistamientos, con los que se iba cogiendo una gran experiencia de mar, así como las triquiñuelas de los enemigos, que en el fondo a veces eran más importantes que estar en el puesto combatiendo, ya que no hay nada mejor en un combate, que conocer al enemigo.

En uno de ellos resulto herido, viéndose obligado a ingresar en el hospital de Cádiz, de donde se le dio el alta continuando la convalecencia y recuperación en el Arsenal, al encontrase ya repuesto se le ordenó embarcar y como la vez anterior, fue trasbordando de un buque a otro en la misma misión de corso, en una de sus arribadas a la bahía de Cádiz se le entregó una Real orden fechada el día 20 de marzo del año de 1744, por la que se le notificaba su ascenso al grado de teniente de fragata.

Un tiempo después recibió al orden de pasar a la Habana por ser destinado a ella, permaneciendo en aguas del Caribe en comisión de vigilancia de costas, hasta que en el mes de octubre del año de 1748, se le entrega el mando de una fragata pequeña con el nombre de Industria, con la que sale con rumbo a Cartagena de Indias para notificar el cese de las hostilidades con el Reino Unido, arribando a finales del propio mes. (Al parecer la fragata era una mercante o apresada)

Al cumplir los tres años de destino en la isla pasó a la Península, donde se le otorgaron algunos mandos de buques menores, con los que realizó varios tornaviajes a Tierra Firme y las Antillas en comisión de correo, hasta que le llegó la Real orden con fecha del día 28 de octubre del año de 1751 comunicándole su ascenso al grado de teniente de navío.

Pasó a embarcar en diferentes buques, realizando al principio misiones por el Mediterráneo en comisión de corso, para controlar la piratería de las regencias norteafricanas, así como unos viajes en misión de correo a Tierra Firme y las Antillas, continuando como oficial subordinado en otros buques.

En agosto del año de 1759, estuvo embarcado en el navío Fénix, insignia del marqués de la Victoria zarpando de la bahía de Cádiz, con rumbo a Nápoles para transportar al rey don Carlos III y su Real familia a España, durante el trayecto de regreso estando de guardia en el alcázar y habiendo salido a él la reina María Amalia de Sajonia le llamó, se cogió de su brazo para apoyarse y así dar uno de sus frecuentes paseos por la cubierta del buque. Fue una costumbre de la Reina, en la que prácticamente participó toda la oficialidad del navío, incluidos los generales comenzando por el mismo marqués de la Victoria.

Por el buen viaje que tuvo el nuevo Rey, ordenó una promoción general para todos los habían pertenecido a las dotaciones del Fénix y Triunfante, por esta razón recibió la Real orden con fecha del día 19 de julio del año de 1760, por la que se le ascendía al grado de capitán de fragata, siendo destinado como alférez de la Real Compañía de Guardiamarinas del Departamento de Cádiz, desde el día 8 siguiente.

Como debía cumplir su periodo de mando a bordo, pasó a formar parte de la escuadra del marqués de Socorro, participando en la defensa de la Habana, que fue atacada el día 6 junio del año de 1762 cuando se presentó ante el puerto la escuadra enemiga del almirante George Pocock; estando compuesta por veintitrés navíos, veinticuatro fragatas, tres brulotes y otros buques menores y llevaba un cuerpo de desembarco fuerte de catorce mil hombres, transportados en ciento cincuenta buques al mando del conde de Albemarle.

El castillo del Morro tenía 64 cañones, entre sus frentes terrestre y marítimo. La guarnición inicial la componían tres mil soldados de línea, cincuenta de marina, cincuenta artilleros y trescientos gastadores negros, que se relevaban cada tres días. Más adelante se reforzó el Morro con las dotaciones de los buques y además de los cincuenta soldados de marina se fue reforzando con estos alcanzando al final el número de cuatrocientos setenta y nueve entre condestables, artilleros de mar y marineros. El día 11 los británicos ocuparon la Cabaña.

Desde la fortaleza se oía talar el monte para la fortificación de los asaltantes. El día 1 de julio destacaron los británicos cuatro buques para batir la fortaleza desde el lado de la mar, acercándose los máximo que les permitía su calado, para realizar el fuego más certero y potente.

En este combate que se libró por la parte de la mar, estaba defendido por la batería de Santiago contra los cuatro buques británicos fue de colosal violencia: treinta cañones del castillo contra ciento cuarenta y tres de cada banda de la línea de buques oponentes. El Cambridge, que fue el que se acercó más, por eso perdió a su capitán, tres oficiales, la mitad de su dotación y toda su arboladura, quedando tan maltrecho que se hubiera ido a pique bajo los mismos muros del castillo, de no haber sido tomado a remolque por el Marlborough en una arriesgada maniobra.

Le sustituyó el Dragón que continuó en el empeño, y si bien desmontó a Velasco muchas piezas, tuvo también que apartarse con graves averías. El Stirling se separó ileso y por no haberse acercado más al Morro cometiendo un desatino, fue depuesto su capitán por su almirante y nada pesó en la decisión que fuera el más antiguo de los cuatro capitanes.

El día 30 de julio hizo explosión la mina, que derribó parte del muro por el cual con una rampa de madera se precipitaron al interior los británicos, siendo imposible mantener su defensa, muriendo los insignes capitanes de navío Velasco y González-Valor de Bassecourt, lo cual obligó a izar la bandera blanca, para evitar más muertes irremediables de haberse intentado mantener.

Al ser rendida la ciudad, fue hecho prisionero y transportado a la Península. Estuvo destinado en el mismo Departamento cumpliendo diferentes comisiones, hasta que le llegó la Real orden de fecha del día 15 de enero del año de 1766, por la que se le comunicaba su acenso al grado de capitán de navío.

Siéndole entregado el mando de uno de ellos, con el que realizó cruceros sobre los cabos de Santa María y San Vicente, que a parte de proteger las rutas de acceso a la Península de los buques provenientes de las Antillas, cumplían la misión de la enseñanza en las primeras prácticas de náutica a los guardiamarinas.

Le llegó la Real orden del día 4 de diciembre del año de 1770 por la que se le destinaba como Teniente de la Real Compañía de Guardiamarinas del Departamento de Cádiz.

Estando en su destino, recibió la Real orden de fecha 1 de febrero del año de 1775, por la que se le notificaba su ascenso al grado de brigadier, cuando sólo este empleo llevaba dos años instaurado.

Recibió la Real orden de fecha del día 24 de abril del año de 1779, en la que se le ascendía al grado de jefe de escuadra, pasando a enarbolar su insignia en el navío de tres baterías y 100 cañones Rayo, siendo destinado como general subordinado a la perteneciente al mando del general don Luis de Córdova, con la que participó en el gran bloqueo de Gibraltar del año de 1782, teniendo lugar el día trece de septiembre el desastroso ataque de la baterías flotantes inventadas por el ingeniero francés D’Arçon.

Según él estaban construidas y humedecidas: « como la sangre por el cuerpo humano », pero esto no pudo evitar el desastre, de que al ser bombardeadas por las ‹ balas rojas › de la fortaleza del Peñón se pegaran fuego, por lo que alguna saltaron hechas astillas al explotar su santabárbara, siendo el resultado de trescientos treinta y ocho muertos, seiscientos treinta y ocho heridos, ochenta ahogados y trescientos prisioneros, participando en su rescate todos los botes y lanchas de los navíos de la escuadra, estando Posada al mando del conjunto de botes y lanchas que se formó para el rescate de las tripulaciones de las nefastas baterías flotantes.

En socorro del Peñón los británicos enviaron un convoy con la escolta de la escuadra a las órdenes del almirante Howe, al ser divisados zarpó la escuadra española al mando del general don Luis de Córdova, pero por efecto de un fuerte temporal, la escuadra fue lanzada sobre la costa africana para poder correrlo, por el mismo efecto la británica lo hizo sobre el Mediterráneo.

Al sobrevenir la calma la británica pudo arribar antes al Peñón, no pudiendo interceptarla don Luis quedó a la espera de su salida para batirla, el combate tuvo lugar cuando la escuadra británica del almirante Howe abandonó el fondeadero del Peñón con rumbo al Atlántico y la española lo alcanzó el día 20 de octubre del año de 1782, en aguas frente al cabo Espartel.

Los británicos admiraron: « el modo de maniobrar de los españoles, su pronta línea de combate, la veloz colocación del navío insignia en el centro de la fuerza y la oportunidad con que forzó la vela la retaguardia acortando las distancias » El combate tuvo una duración de cinco largas horas.

Los buques enemigos por ir ya forradas sus obras vivas de cobre tenían más andar, lo que les permitió mantener en todo momento las distancias del combate, al conseguir el resto de la escuadra española ir llegando al fuego, decidieron por el mayor número de navíos españoles rehuirlo, cazaron velas y ciñendo el viento arrumbaron, mostrando sus popas se fueron alejando del alcance de la artillería española.

Por su esmerada acción en el combate anterior, al que no pudo llegar a tiempo por el mal andar de su navío, recibió la Real orden con fecha del día 11 de febrero del año de 1783, por la que se le ascendía al grado de teniente general, no se tienen más datos de si participó en algún combate más ni las escuadras que pudo mandar ni que destinos ocupar.

Lo que si es seguro, es que debió de dársele algún pasaporte para regresar a su casa, bien por enfermedad o por quedar sin destino, pues allí en su villa natal de Villaviciosa y muy posiblemente en la casa de García Caveda nº 6 le sobrevino el óbito el día 28 de noviembre de 1795, contando con setenta y tres años de edad, de ellos cincuenta y cinco de distinguidos servicios en la Real Armada, a parte de cuatro más en el Ejército, por y para el bien de España.

Estaba en posesión de varias cruces y medallas, entre ellas la Cruz pensionada de la Real y Muy Distinguida Orden de Carlos III, nada habitual su entrega en la época y menos aún pensionada.

Hay que hacer notar su fulminante carrera pues alcanzó el grado de teniente general con tan solo cincuenta y un años de edad, y con treinta y tres de servicio en la Real Armada.

Bibliografía:

Colmenares, Germán.: Relaciones de los gobernantes de Nueva Granada. Biblioteca Banco Popular. Bogotá, 1989.

Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 46. 1922. Página 765.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

Fernández Duro, Cesáreo.: Viajes Regios por Mar en el transcurso de quinientos años. Sucesores de Rivadeneyra. Madrid, 1893.

García-Mauriño Ramírez, Carlos.: Descendiente del biografiado, que ha facilitado muchos datos, sin ellos la biografía estaría muy coja. Gracias.

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