Santapau, Poncio de Biografia
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- | [[Archivo:AAragon.jpg|frame|center|alt= Retrato en blanco y negro representando a un soldado medieval con espada y escudo, embarcado en una nave con el escudo de Aragón a color en su pecho.|<center>''''' | + | [[Archivo:AAragon.jpg|frame|center|alt= Retrato en blanco y negro representando a un soldado medieval con espada y escudo, embarcado en una nave con el escudo de Aragón a color en su pecho.|<center>'''''Poncio de Santapau''<br>Recreación ficticia'''</center>]] |
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Revisión de 08:06 6 abr 2015
Poncio de Santapau
XIV Almirante general de Aragón.
En agosto de 1351 llegaron noticias a la Corte de Aragón de la presencia de la armada de Génova en el mediterráneo oriental, saliendo de este puerto con rumbo a Pera, con sesenta galeras, de ellas veinte perfectamente armada y el resto con treinta ballesteros, más ciento veinte hombres al remo.
Fue elegido por don Pedro IV de Aragón don Ponce de Santapau como almirante general del reino de Aragón, como almirante de las escuadras de Valencia, al mando Bernardo Ripoll, Mallorca, don Rodrigo de Sanmartí, Cataluña Bononato Descolls, Venecia Giustiniani.
Ante alguna indisciplina de los segundos jefes en casos anteriores, don Pedro escribe a Santapau el 17 de septiembre de 1351, diciendo: «…respecto que la inobediencia de los individuos de las galeras, ha producido muchas veces mengua y deshonor, como sucedió con las de Gibraltar, que se volvieron sin permiso de su Almirante, quiero y mando que se publique en todas las galeras la Real orden que acompaña por ella se manda á los patrones, cómitres, sotacómitres, nocheros y á todos los demás individuos que sean obedientes á os preceptos de Poncio de Santapau, y que contra el que fuere tan loco que se separara de la Armada sin su permiso, se procederá en personas y bienes, y será habido y reputado por hombre que en el campo de batalla abandona a su señor.»
Por Real orden del 20 de septiembre de 1351, S. M. : «…concede facultad al Capitán de la Armada Poncio de Santapau, el poner en ella el alguacil ó alguaciles que le pareciere, y el destituirlos y removerlos cuantas veces quisiere.»
Salió Santapau con veintiuna galeras, en cada una cuarenta ballesteros con rumbo a Menorca, dejando dos en Colidres y uniéndosele una del Rosellón y otra de Francés de Perellos, incorporándose el vicealmirante de Valencia Bernaldo de Ripoll con la suya más las dos anteriores.
A primeros de septiembre Santapau sale de Mahón con rumbo a Cerdeña, llegando a Caller donde estuvo tres días, volviendo a salir con rumbo a Sicilia, al llegar a Melazo se le une Pancracio Giustiniani con veinte de Venecia, entrando juntos en Messina.
Se reunieron decidiendo salir con destino a Rumania, para perseguir a la genovesa hasta el mar Negro, saliendo al día siguiente, llegando al cabo de Santa Maura en el Epiro, estando en estas aguas se levantó un duro temporal, por sus causas casi se perdieron los buques, abriéndose una de Valencia y casi todas ellas fueron desarboladas y sin remos, logrando no sin esfuerzo entrar en Corón de la señoría de Venecia en la baja Rumania.
Mientras la escuadra de genovesa atacó Negroponto, donde recibió un duro castigo, por ello al recibir la noticia de la presencia de la gran escuadra aliada en Corón, puso rumbo a Constantinopla para reparar averías y reforzar con gente sus bajeles, entrando en el puerto de Pera.
La aliada llegó a Neropronto donde permaneció dos días, saliendo con rumbo a Constantinopla, estando en su navegación se les unió la del Nicolás Pisano con catorce galeras, a su vez un poco más tarde se les unió Bernardo de Ripoll vicealmirante de Valencia con cuatro naves, volvió a levantarse un temporal navegando en busca de refugio encontrándolo en una ensenada a diez millas de Constantinopla, donde quedaron todos reunidos durante dos días hasta amainar. Al abonanzar el tiempo salieron con rumbo a la ciudad, donde a su vez se encontraban nueve galeras armadas por griegos del emperador Juan Paleólogo, reuniendo en total cincuenta y nueve.
El 13 de febrero de 1352 el capitán general de la armada de Génova descubrió galeras contrarias, por ello dio la orden de salir de la isla con su estandarte alzado en orden de batalla por tener a los enemigos tan cerca; y como capitán general de la armada genovesa pensó que las armadas de poniente se querían juntar con otras galeras y entrar en Constantinopla, por ello salió con sus sesenta y cinco galeras muy bien armadas y a punto de batalla para impedirles la entrada al puerto, a donde se podían reparar, avituallarse y reponer pérdidas de gente perdidas por el temporal pasado, no obstante salieron al encuentro las aragonesas con sus aliadas, por estar incitados al enfrentamiento por llevar sus estandarte a pico de palo, para ello viraron para ir proa a los enemigos.
En el mismo momento se levantó un duro temporal, los genoveses para pasarlo súbitamente dieron la vuelta siguiendo la vía de Pera, estando frente a esta plaza por los efectos de viento y mar se dividieron en pequeñas agrupaciones de cuatro, cinco y siete y más galeras, así se esparcieron todas sobre una milla de distancia del primer grupo al último.
Esto obligo a adoptar el mismo dispositivo a los aliados, comenzando el combate en varios lugares pero dispersos siendo quizás la primera vez que esto sucedía, pareciendo más bien una guerra de guerrilla que un combate naval a la usanza de la época, encontrándose además todas ellas en el Bósforo Tracio, el cual solo tiene una distancia entre Asía y Europa de tres millas, esto unido al tremendo temporal y el frío reinante era un espectáculo jamás visto, provocando al ser dañadas muchas de ellas fueran a encallar sobre las rocas de las dos riberas, con indiferencia de las escuadra a que pertenecían.
Pasadas unas horas los genoveses fueron vencidos no sin un duro combate de buque contra buque, del resultado fueron capturadas veintitrés galeras genovesas, sin contar las que fueron estrelladas contra las rocas, al estar tan cerca de tierra los miembros de las dotaciones se lanzaron al mar buscando su salvación, pero muchos por estar herido o cansados fueron desapareciendo de la superficie, el resto de las capturados fueron pasados por las armas; según la relación enviada al Rey por el almirante Santapau.
De las aliadas se perdieron doce ―algunos autores dicen que catorce― estrelladas contras las rocas, pero todos sus hombres pudieron entrar en Constantinopla la misma noche.
Hubieron dos galeras aliadas apresadas, una la del vicealmirante de Valencia don Bernardo de Ripoll, quien murió en el combate. El resto regresaron a Constantinopla, de las heridas sufridas en el enfrentamiento don Poncio de Santapau falleció en marzo seguido.
Lo venecianos perdieron siete u ocho hombres principales, pero los genoveses prácticamente se quedaron los justos para continuar al mando de los pocos buques salvados. Siendo muy castigados sufriendo graves pérdidas.
La victoria no quedo muy clara, los genoveses perdieron 23 apresadas y por el temporal otras muchas fueron arrojadas contra la costa, los aliados se le fueron a pique 12, pero abandonaron el mar en poder de Doria.
Don Pedro IV por carta al Santo Padre Clemente VI le participa haber fallecido el almirante Santapau en marzo de 1352, muchos tiempo después del combate, según unos a consecuencia de las heridas en el combate, otros de muerte natural en Constantinopla, donde se le hicieron los honores correspondientes y una magnificas exequias.
Pensamos tienen razón los últimos, pues en la época si las heridas eran las normales no es concebible tardara un mes (más o menos) en fallecer, dados los pocos medos disponibles en la época para alargar la vida tanto tiempo si de verdad fue a causa de las heridas
Bibliografía.
Cervera Pery, José.: El Poder naval en los reinos Hispánicos. Editorial San Martín. Madrid, 1992.
Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.
Laurencín, Marqués de.: Los Almirantes de Aragón. Datos para su cronología. Establecimiento Tipográfico de Fortanet. Madrid, 1919.
Zurita, Jerónimo.: Anales de la Corona de Aragón. C. S. I. C. Institución ‹Fernando el Católico› Zaragoza, 1967. Facsímil de la Edición Príncipe de 1562 y la mejorada de 1585. En este caso; Libro octavo. Capítulo XLVI.
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