Barcelona sitiada 1714
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Se dio fin a la guerra de Sucesión comenzando por el tratado firmado en Madrid el 2 de enero de 1712, cuyo título dice: «Donación y cesión de los Países Bajos españoles, hecha por su Majestad católica don Felipe V en favor de Maximiliano Manuel, duque y elector de Baviera» Al anterior siguió el «Tratado de tregua y armisticio entre España, Francia y la Gran Bretaña; firmado en París el diecinueve de agosto de 1712.» callando las armas al menos con las potencias extranjeras.
Así embarcó el ejército británico que apoyaba a Carlos III, siguiendo sus pasos las tropas portuguesas que en total sumaban mil ochocientos hombres, al mismo tiempo que en la escuadra británica al mando de John Jenning embarcaba la emperatriz austriaca, abandonando España. Pero en Cataluña se mantenía la esperanza de poder conseguir fuera nombrado Carlos III, de hecho en el tratado de Utrecht figura que, no sería una Paz total puesto que se reconocía a ese territorio como heredero de la casa de Austria, o en todo caso como una república independiente amparada por las potencias de la Gran Alianza.
Don Felipe V no estaba dispuesto a perder ese trozo de España y sabía que a pesar de haber dictado una amnistía, con perdón general y perpetuo olvidando todo lo pasado, no se iba a aceptar por el altivo desprecio mostrado por los dirigentes del virreinato. Mientras firmaba los tratados estaba preparando la invasión del territorio. A su vez en Cataluña aún se encontraban seis mil hombres, más un número parecido de alemanes, quienes se había quedado del ejército al mando de Stahrenberg y contaba con los socorros de los ahora territorios austriacos de Nápoles y Cerdeña, con varios buques de entre 20 y 30 cañones prosiguiendo en su trabajo de trabajo de transportar víveres.
Dio la orden el Rey que al menos la escuadra de galeras de España acudiera a interrumpir en parte el apoyo, pero por su baja cantidad poco podían hacer, pidiendo a su abuelo el Rey de Francia le enviara buques. Se le dio el mando General de todo buque que estuviera en aquellas aguas a Mr. Ducasse, quien acudió con cuatro navíos a vigilar el puerto de Barcelona, obligando a refugiarse a un convoy con escolta proveniente de Nápoles.
Al poco tiempo llegó la escuadra del mando de don Andrés del Pes, con ocho galeones y tropas, poco después se incorporó don Esteban Mary, genovés con asiento de tres navíos, uno de ellos de 70 cañones, se sumó pronto don Carlos Grillo, genovés también quien ya estaba al servicio de España, cuando con don Carlos II estuvo al mando de las galeras de Sicilia y luego las de Nápoles, incorporándose definitivamente don José de los Ríos, al mando de las escuadra de galeras de España, así como otros jefes procedentes de Tarragona, Cádiz, Cartagena y Alicante, sumando al final cincuenta bajeles de velas y remos.
El aguas de Mataró tres galeras de don Baltasar Vélez Ladrón de Guevara, descubrieron dos velas procedentes de Génova con tropas, sus buques eran de 18 y 22 cañones, pero Guevara las acometió con fuerza y valor logrando rendir a los dos enemigos, no sin sufrir grandes pérdidas dado el mayor número de piezas de artillería, al ser apresadas se comprobó transportaban tropas de socorro, siendo reconocida la acción por el mismo Rey contando desde este momento con el mayor aprecio. Otra parte de las fuerzas del bloqueo capturaron en aguas de Ibiza a otro buque de guerra, lo más importante fue la captura de un convoy, compuesto por veintidós mercantes con la escolta de una fragata de 30 cañones, pero ni los unos ni la otra pudieron evitar ser capturados y con ello una grave pérdida, dado que comenzaban a escasear los víveres en la plaza de Barcelona.
A su vez por tierra al ser entregado Flandes, se repatriaron los Tercios viejos allí dislocados, de forma que desde el mes de agosto fueron tomando posiciones en torno a la ciudad al mando del Virrey nombrado por don Felipe V, el duque de Pópoli, quien estuvo lanzando granadas sobre la ciudad pero muy lentamente, por estar a la espera de la llegada del ejército francés de veinte mil hombres al mando del duque de Berwick, al mismo tiempo había ido llegando artillería de toda España, por ello la plaza estaba bajo el fuego de ciento veinte bocas, pero nada de todo esto iba a evitar tener que hacer un ataque en toda regla, con las muertes que acarrearía algo que desde el principio el Rey estaba tratando de evitar.
Para levantar los ánimos de los sitiados su deseado Rey les comunicó, había firmado con el rey de Francia el 6 de marzo en Rastadt un tratado de paz porque: «…sobres la indispensable condición de conservar su justicia, derechos, acción y títulos que como legítimo Rey de España le pertenecían.» firmando la carta como Conde de Barcelona, al recibir la noticia en la ciudad para celebrarlo se celebró un Te Deum con salvas de artillería. Don Felipe V, les dijo hacía tiempo que se había firmado ese tratado pero en ninguna de sus líneas figuraba nada respecto a Barcelona, obviamente no le creyeron.
El 11 de septiembre al amanecer se dio la orden de ataque, se hicieron estallar siete minas que abrieron las mismas brechas en la muralla entrando los españoles y franceses, mientras una brigada de Infantería de Marina lo hizo por el muelle, el enfrentamiento fue muy duro, sin cuartel, hubo posición que fue tomada, pérdida y retomada hasta ocho veces, toda la ciudad se convirtió en un campo de guerra, cada plaza, calle e incluso casa era un reducto a tomar, siendo quizás una de las más sangrientas de la historia para tan reducido espacio, más parecía una pelea que alcanzó a sus máximos extremos llevados más por el odio que por el arte de la guerra, terminando con la toma completa de la ciudad al caer la noche. Las bajas por parte de los atacantes se contaron en unos seis mil hombres, sobre los asediados no se tienen datos. Como en todas las guerras civiles que hemos sufrido quien perdió fue España.
La escuadra destinada al bloqueo de las costas de Barcelona estaba al mando de don Manuel López Pintado y contaba con las siguientes unidades: Nuestra Señora de Guadalupe, de 66 cañones, capitana de la Armada de Barlovento; Nuestra Señora de Begoña, alias Campanela, de 54, capitán de navío don Blas de Lezo; Nuestra Señora del Carmen, alias Lanfranco, de 60; Nuestra Señora de Atocha, de 38; Nuestra Señora del Mar, de 38; Nuestra Señora de los Reyes, de 30; Águila de Nantes, de 36; San Francisco de Paula, de 30; Sacra Familia, de 28; Santo Cristo de Veracruz, de 24; Santo Cristo de San Román, de 18 y Santo Cristo de San Martín, de 8 cañones.
Bibliografía:
Cantillo, Alejandro del.: Tratados, Convenios y Declaraciones de Paz y de Comercio desde el año de 1700 hasta el día. Imprenta Alegría y Chalain. Madrid, 1843.
Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid 1895-1903.
Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.
Mariana, Padre.: Historia General de España. Imprenta y Librería de Gaspar y Roig. Madrid, 1849-1851. Miniana fue el continuador de Mariana.
VV. AA.: Historia General de España y América. Ediciones Rialp. Madrid, 1985-1987. 19 tomos en 25 volúmenes.
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