Castellamare combate 23/VI/1287
De Todoavante.es
Revisión de 11:13 6 mar 2020
1287 Combate naval de Castellamare 23 / VI
Desde 1266 la casa de Anjou se había apoderado de la isla de Sicilia, tratando a los nativos de forma brutal, no teniendo fuerzas propias se limitaron a soportar la ignominia, hasta producirse el 31 de marzo de 1282 las «Vísperas Sicilianas» pasando a demandar ayuda al Rey de Aragón, quien envió fuerzas al mando de su hijo Jaime II, conquistando la isla y devolviendo la tranquilidad al territorio, comenzando de esta forma una larga guerra.
En 1287 estaba ausente Roger de Lauria, por haber sido llamado a la Corte para responder de unas denuncias, su ausencia envalentonó a los Anjou, aún así se le unieron Nápoles, los nobles partidarios del príncipe de Salermo, unas naves de la Provenza y otras de la Santa Sede, todas al mando de Avellá reuniendo un total de 82 buques y dos grandes táridas, estas enarbolaban las insignias de Nápoles y Santa Sede.
Reincorporado Roger de Lauria fue el primero en saber la venida de tan gran escuadra, como no iba sobrado de fuerzas hizo un llamamiento a los nobles reuniendo cuarenta galeras, con sus tropas elegidas y entre ellos dos mil almogávares.
El almirante angevino logró desembarcar cerca de Agosta, de la que se apoderó, siendo la primera victoria desde el comienzo de la guerra, esto les imprimió más valor y confianza.
Don Jaime por tierra se desplazó a sitiar Agosta, Lauria navegó a Catania, pasando a Marsala, por temer un nuevo desembarco en ella, no encontrando enemigos regreso a Agosta prestando apoyo al Rey, al reconquistar la plaza se enteró de estar resguarda la escuadra enemiga en Castellmare, inmediatamente arrumbó al lugar, al llegar a costumbre de los antiguos griegos, desfiló toda la escuadra en signo de reto, los angevino al ver la inferioridad manifiesta lo aceptaron, comenzando a salir del puerto.
Conforme salían fueron componiendo su formación, en vanguardia al mando de Narzone formada por nueve galeras, llevando en cruz dos a cada lado, proa y popa, la suya en el centro, en un banda de este compacto orden de combate, se alinearon 18 galeras en divisiones de tres unidades, cada una al mando de Aquila, Avellino, Brienne, Montfort, Monopoli y Joinville, en ellas los nobles y sus guardias de ballesteros, algo retrasadas y a su lado las de Enrique de Mar provenzales, a la banda contraria las del reino de Nápoles junto a las de la Santa Sede, quedando en el centro detrás de la vanguardia las dos grandes taridas.
Las siciliano-aragonesas formaron en dos líneas, la primera de veinticinco velas y en el centro Lauria, las quince restantes en la segunda cubriendo los huecos de la primera (formación ajedrezada), viendo la disposición enemiga Roger impartió unas órdenes a todos sus capitanes por medio de toques de trompeta.
Al acortar distancia y llegar a tiro de ballesta los aragoneses comenzaron a batir las enemigas, causando gran desconcierto por el certero disparo de los dardos, surgió un inesperado desorden, provocado por el capitán siciliano Guillermo Trara, pues llevado de su ardor guerrero al ver el daño causado a los contrarios rompió la formación, a fuerza de remo se lanzó contra la primera línea enemiga, al llegar fue lógicamente rodeado por varias angevinas, pero esto provocó a su vez la rotura de la formación coaligada, justo el momento aprovechado por Lauria para dar la orden de ir contra la contraria a boga arrancada, distrayendo a cuatro del final de su línea para apoyar a la siciliana y ocho se aproaron a los nobles.
Como es natural se generalizó el combate, pero como le gustaba a Lauria en pequeñas divisiones, pues era conocedor que en la corta distancia sus hombres no tenían enemigo, a ello se sumaba la gran practica de capitanes y cómitres, así como de bogantes, pues no era la primera vez que se encontraban en inferioridad numérica, que no en valor y ganas de de ganar, como saberlo conseguir.
Precisamente ese ataque inesperado por todos (no sabemos si Lauria lo tenía hablado con sus capitanes, pues se consiguió el desorden en la línea contraria, no siendo otra cosa lo que buscaba el gran almirante de Aragón) provocó fuera deshecha la formación de los nobles angevinos, al lograrlo prosiguieron su avance sobre el ala de la segunda línea, la cual fue también deshecha en poco tiempo, así como pasar la segunda línea aragonesa a apoyar al centro.
Curiosamente Lauria no entró en combate directamente en su lugar, pues estuvo todo él dirigiendo uno a uno todos los empeños, incluso ordenó que marineros sicilianos muy prácticos embarcaran en botes y alcanzando los vasos contrarios los desfondaran, esto causo pavor en las líneas angevinas dado que ni siquiera sabían la razón de hacer tanta agua.
No es narrable el hecho que varias galeras aragonesas lograran romper las dos líneas angevinas y llegar a las taridas, (solo esto merece una larga explicación) éstas no pudieron resistir el envite y fueron capturadas, y con ellas los estandartes, lo que inmediatamente se tradujo en la huida total de cuantas pudieron hacerlo, para su honra unas pocas intentaron resistir, pero les fue imposible soportar la reunión de más de una siciliano-aragonesa. De hecho la escuadra provenzal huyó al completo.
Como siempre los datos finales son confusos según la fuente, lo seguro es que el almirante Narzone, los condes, treinta y dos nobles y unos 4.500 hombres cayeron prisioneros, en cuanto a buques apresados enemigos, las cifran van desde los 42 a los 53, lo sí cierto es la captura de las dos grandes taridas y un nuevo éxito del almirante de Aragón.
Es ésta una de las rotundas y resonantes victorias de nuestras armas que demuestra, una vez más que no todo lo hace el superior número aritmético de los combatientes, sino el más complejo, en el intervienen adiestramiento, valor, acometividad… y toda la serie de factores morales.
Bibliografía:
Laurencín, Marqués de.: Los Almirantes de Aragón. Datos para su cronología. Establecimiento Tipográfico de Fortanet. Madrid, 1919.
Salas y Rodríguez Morzo, Francisco Javier.: Marina Española de la Edad Media. Imprenta Ministerio de Marina. Tomo I. Estb. Tipog. de T. Fontanet. Madrid, 1864.
Zurita, Jerónimo.: Anales de la Corona de Aragón. C. S. I. C. Institución ‹Fernando el Católico› Zaragoza, 1967. Facsímil de la Edición Príncipe de 1562 y la mejorada de 1585.
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