Guerra Civil 1936-1939 sinopsis.
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En cuanto al domino negativo de la mar, ejercido por la marina nacional durante la guerra, resultan con los siguientes datos: | En cuanto al domino negativo de la mar, ejercido por la marina nacional durante la guerra, resultan con los siguientes datos: | ||
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Revisión de 13:48 5 feb 2021
A lo largo de todos estos historiales de buques mercantes armados, en algunos de ellos por ser los más importantes, se menciona al Generalísimo, Jefe del Estado Mayor de la Marina y «Terminus»: el primero todos sabemos quién era, el segundo, era el vicealmirante Excmo. Sr. D. Juan Cervera Valderrama, quien ya estaba en la reserva al comenzar el alzamiento, siendo requerido por el primero para ejercer el cargo mencionado, pero siempre (salvo raras excepciones) estuvo en su cuartel general en Burgos; la tercera denominación, es a causa de que el primero siempre quiso estar cerca del frente, para ello se compraron seis (hay quien dice siete) auto-caravanas de la marca Ford, como a tal vehículo disponía de un pequeño lavabo, una cama y en su caso se habilito una mesa, todo para evitar ser bombardeado o simplemente ametrallado, si era localizado por el enemigo, para evitarlo siempre tres de ellos estaban cerca uno del otro, entre 5 y 10 kilómetros, el resto o bien revisando o bien dispuestos en otro frente a donde se desplazaba en un vehículo normal, y su nombre en clave era el denominado. En ningún caso se utiliza como peyorativo, porque la verdad en que no se sabía dónde estaba en ningún momento, por ello nos referimos a él, como «Terminus» y como se verá en un historial, tenía sus razones, más que comprobadas para actuar como lo hacía.
La Junta de Defensa Nacional, formada por el Presidente: General de División D. Miguel Cabanellas Ferrer, por ser el más antiguo; vocales: General de División D. Andrés Saliquet Zumeta; Generales de Brigada: D. Luis Miguel Limia Ponte y Manso de Zúñiga VIII Marqués de Bóveda de Limia, D. Emilio Mola Vidal (jefe del Ejército del Norte) y D. Fidel Dávila Arrondo; Capitán de Navío D. Francisco Moreno Fernández; Coroneles de Estado Mayor, D. Federico Montaner Canet y D. Fernando Moreno Calderón, quienes deciden nombrar Jefe de la Flota nacional al capitán de navío ya nombrado, con fecha del 30 de julio de 1936. El general de división D. Francisco Franco Bahamonde, se incorporó a la Junta el 3 de agosto, el general de división en la reserva D. Germán Gil Yuste, lo hizo el 18 de agosto y por último el general de división D. Gonzalo Queipo de Llano y Orgaz, el 19 de septiembre. A su vez aclarar que incluso en libros, se menciona a D. Francisco Moreno, como integrante y secretario de esta Junta reunida en Salamanca el 21, pero se tomó la decisión entre el 29 y 30 de septiembre, siendo partícipe de la elevación como Generalísimo y Jefe de Estado de D. Francisco Franco Bahamonde, lo que fue efectivo el 1 de octubre, resultando no ser cierto, pues es bien comprobable que estos días, al mando de los cruceros Canarias y Almirante Cervera, se encontraba en el Estrecho, donde el 29 a las 06:40 daba la orden de abrir fuego, sobre el destructor republicano Almirante Ferrándiz, siendo hundido, pasando de inmediato a embarcar en Ceuta ambos buques, tropas del Protectorado a Algeciras, resultan físicamente imposible estar en dos sitios a la vez, al menos de momento no se ha conseguido; de hecho quien sí estaba era el coronel de Estado Mayor D. Fernando Moreno Calderón, quedando aclarado que ambos empezaban su nombre por F y su primer apellido era curiosamente el mismo, de ahí la confusión. Pero queda aclarado que a pesar de ser parte de esa Junta, no participo en absoluto en las decisiones del nombramiento.
La escasez de buques en la zona sublevaba y la falta de medios para poder construir muchos más buques, llevo al Estado Mayor de la Armada a tomar la decisión de armar buques mercantes, para así asegurar las comunicaciones marítimas propias, como interceptar lo máximo posible a los de la República, porque de ser así la guerra duraría menos tiempo, ahorrando vidas y endeudamiento, pero la gran diferencia de estos, consistía en tener menor velocidad (a veces la mitad de un buque de guerra) y su fragilidad ante un combate naval era evidente, por ello siempre navegaban por rutas poco usadas, y entraban en las normales al saber o ser requeridos para interceptar al enemigo, lo que dice mucho del poder de las comunicaciones, tardando algún tiempo en ser posible, pues algunos buques ni siquiera llevaba los medios normales para realizarlas. Decir que al menos entre profesionales los buques se dividieron en dos denominaciones, una Cruceros Auxiliares y otra Mercantes Armados, la diferencia era notable, los primeros llevaban como artillería principal cañones de 152’4 m/m y una pequeña instalación y medios, para una dirección de tiro centralizada, (normalmente de las reservas de los destructores) por el contrario los segundos, su mayor calibre era de 120 m/m y no contaban con dirección de tiro centralizada, por ello cada pieza efectuaba el tiro por sus propios medios, algo muy diferente a los primeros, y de ahí su diferenciación al escribir sobre ellos.
Basándose en el Derecho Marítimo Internacional, en uno de sus artículos ampara a los buques mercantes armados, así enmascarados para poder actuar en defensa de sus intereses, pero cumpliendo las normas legales, las cuales dicen: «Deben primero estar registrados como a tales buques de la Armada del país de origen; su comandante sea un oficial patentado de su Armada; la obligación de largar su pabellón antes del ataque y el gallardete de su Comandante, y limitar su acción de acuerdo a las Leyes de la guerra». Ante esto «Terminus» decidió hacer algo para al menos entorpecer ese libre tránsito en el Canal de la Mancha y Mar del Norte, sin olvidar todo el Mediterráneo, desde el Bósforo, al estrecho de Gibraltar.
Los relacionamos a continuación por parte de los sublevados y los pocos que armó la República, con un pequeño historial de su trayectoria durante el conflicto. Aunque en algunos ampliaremos la información, por disponer de ella, pero prácticamente en los sublevados, dado que los gubernamentales al no llevar oficiales de la Armada en su mayoría, en ninguno de ellos se llevó el oficial Cuaderno de Bitácora, lo que impide no tener datos concretos al respecto y en el mejor de los casos se supo de su existencia, por encontrarlos armados y bien hundidos, o bien atracados en los diferentes puertos.
El entonces capitán de navío de la marina de la URSS, en esta época era el Jefe del Estado Mayor de la marina de la República, quien llegó a ser el Almirante Nicolai G. Kuznetsov, verdadero impulso y creador más tarde del poder naval de su país, quien comunicaba a su gobierno diciendo: «A finales de 1937 la correlación de fuerzas había cambiado muy desfavorablemente para la República española, hasta el extremo de hacerse imposible utilizar las comunicaciones por el Mediterráneo. Hubo necesidad de recurrir al camino que llegaba desde el Báltico hasta los puertos franceses de El Havre y Cherburgo y, de allí, por ferrocarril, a través de Francia» Una aclaración de la efectividad de los nacionales, y pone de manifiesto la inferioridad de los gubernamentales, por la falta consabida de oficiales profesionales a bordo.
El Gobierno de Madrid y a lo largo de la guerra, no pudo prestar mucha atención a su marina, por ello no intento aumentar sus problemas con fuerzas auxiliares, todo debido a que la mayor parte de los mandos, fueron asesinados en diferentes puertos, aunque los más conocidos son los de Cartagena, Bilbao y Málaga, esto provocó una gran falta de oficiales preparados para esta singular misión, pero transcurrido un tiempo, se dio cuenta necesitaba de estos buques, para proteger su tráfico marítimo, de ahí las pocas noticias que se tienen, y muy posiblemente algunas no sean ciertas y otras, han pasado al cajón del olvido, por ello no se da alguna noticia o dato concretos, por lo que pueden perfectamente no ser ciertas, por lo mencionado, tanto por exceso como por defecto. Todo causado porque no han quedado escritos que se puedan contrastar, porque la mayoría de todos ellos no llevaban consabido Cuaderno de Bitácora, por órdenes directas del Jefe del Comité Revolucionario a Bordo, por considerar que todo lo que se hacía era secreto y en algunos casos conocidos, los documentos fueron destruidos o bien han desaparecido, esta es la causa por la que sólo si había enfrentamiento o captura con otro nacional, siendo la causa de haber llegado hasta nosotros algo de información fiable.
Como se relata, en los casos de enfrentamiento entre la Royal Navy y los buques nacionales en la campaña naval del Cantábrico, al concluir ésta el 21 de octubre de 1937, la política cambio radicalmente, no en balde el 11 de octubre anterior, al tener conocimiento del imparable avance de las tropas nacionales, Londres envió a Salamanca a Sir Robert Rodesn, como representante diplomático, pero sin ser embajador, por su parte el Generalísimo, a su vez nombró a D. Jacobo Fritz-James Stuard y Falcó, Portocarrero y Osorio, XVII duque de Alba de Tormes y X de Berwick, más otros muchos títulos, pero el último pertenece a uno de los 20 duques del Reino Unido, con ello y de hecho, unos días antes del alzamiento todo su patrimonio de libros, arte y obras de todo tipo, fueron embaladas y trasladas a la embajada británica en Madrid, con la sola distinción de dos letras: D. B. así pudo salvar una gran parte de la historia de España, pero a su vez se trasladó con su familia a la isla. Por ser duque del Reino Unido, tenía un lugar especial (como todos ellos) en la Cámara de Diputados británica, por ello estaba casi al día de todo lo que sucedía en España, trasladando las informaciones a Burgos y después Salamanca, por lo que en realidad aunque no estaba nombrado, era persona de confianza y conocimientos apropiados para ejercer su nuevo cargo, aunque como se dice ya lo venía haciendo aunque no podía demostrarlo, pero a su vez tampoco se le podía tocar en Albión, gustase su presencia o no, y como colofón, le unía ser primo del Sir Winston Leonard Spencer Churchill, con el que tuvo algún que otro enfrentamiento-conversación.
A su vez, lo ya relatado en alguno de los historiales de buques, somos conocedores de los múltiples encontronazos con los HMS, pero hubo uno que estuvo a punto de causar verdaderos problemas a los nacionales, porque los destructores en poder de los gubernamentales, eran iguales a los de los tipos Douglas y Stuart, y otras series sumando en total más de 45 unidades, de ahí que hasta no estar muy cerca, era imposible saber quién era quién, a ello termino por sumarse el problema por la presencia en el Cantábrico de los Ciscar y José Luis Díez, prácticamente la diferencia más notable consistía, en que el segundo palo de los británicos era más largo que el de los españoles, causando a veces ser ahorquillado por el Almirante Cervera algunos de ellos, (hubo ocasión de la existencia de hasta 8 unidades HMS, en estas aguas) e inmediatamente se presentaba el acorazado de rigor a pedir explicaciones. En uno de los casos (no se ha mencionado en el buque que ocurrió) el comandante nacional, le espetó al contralmirante británico: «Si en vez de traer estos trastos aquí, Uds, cambiaran, porque pueden, por los de otro tipo, estos problemas no se producirían» la cosa no fue a más, pero estuvo cerca, a pesar de todo, ellos no cambiaron un ápice su comportamiento, sólo como se dice arriba, al ver que podían perder el flujo de llegada de mineral de hierro a su isla, cambiaron como siempre a su conveniencia, pero en este caso, también se beneficiaba España, pues en realidad fueron las primeras divisas que entraban en el país y a su vez a la minería norteña le vino muy bien, ya que prácticamente todos siguieron trabajando, no es poco cuando aún quedaban por delante casi dos años de guerra, poder llevar un sueldo a casa.
Aunque no es naval, la noticia en sí dice mucho del interés de Gran Bretaña, cuando las cosas se le están escapando de sus manos: fue el propio ministro de Asuntos Exteriores británico Mr. Eden, quien movió ficha, llamando a las potencias europeas, para intentar llegar a un acuerdo, para que ambas partes en conflicto retiraran los efectivos extranjeros, siendo aceptada por todos los países el 3 de noviembre de 1936, a su vez se produjo un acercamiento entre Reino Unido e Italia, facilitando el statu quo asegurando con ello la paz en el Mediterráneo, el mando nacional ya concluido el frente del Norte, la ayuda italiana no le era necesaria, mientras que el gobierno de Valencia también podía prescindir de la Brigadas Internacionales, pues en esos momentos comenzó a quedar organizado el Ejército Popular de la República, por ello Salamanca firmó a finales de noviembre y Valencia a mediados de diciembre, todo era con referencia a las tropas de tierra, no a las de mar.
Como punto final a la campaña naval del Norte, el presidente de la II República durante toda la guerra, D. Manuel Azaña Díaz, en sus Obras Completas escribe: «Llevo un año a la cabecera del enfermo, observándole día y noche. Creo conocer su mal. En el orden militar, aunque se ha progresado mucho en organización y disciplina, subsisten defectos de casi imposible remedio. En cuanto a los aprovisionamientos, dependemos casi en absoluto de las importaciones. Ninguna guerra se puede ganar en la Península si no se domina el mar, sobre todo estando cerrada o siendo hostil la frontera francesa. Desgraciadamente, nosotros perdimos el domino del mar, gracias a la situación de la Escuadra. Bastará que aprieten un poco el bloqueo para que nos priven de materiales, indispensables, como la gasolina. Por este lado vivimos en precario.» Un reconocimiento total al poder naval cuando se está en guerra, algo que incluso costó admitir en el bando vencedor y tras muchos años no se logró sacar la cabeza debajo del agua.
Para refuerzo de los cruceros auxiliares se había pedido al gobierno de Italia, les facilitara un puerto donde repostar los buques, por ello el 20 de julio de 1937 comunica el agregado naval en Roma, el capitán de fragata D. Arturo Génova Torruella, quien estaba al mando de toda la vigilancia en su zona, al Almirante Jefe de la Flota que, el gobierno italiano habían autorizado su vieja proposición, no siendo otra que, poseer una base en isla de Favignana, al E. de Sicilia, donde se trasladó como apoyo el transporte Mina Piqueras, para servir como pontón con todo tipo de personal, combustible e incluso munición, lo que permitía enviar a ella los buques que lo necesitaran, para su abastecimiento y si era posible algún descanso de las dotaciones, por ello a partir de este momento, fueron asignados los mercantes armados, Antonio Lázaro, Vicente Puchol, Mallorca y Rey Jaime I, facilitando así converger con rapidez a vigilar el estrecho que, la isla de Pantelaria produce, por su parte Norte y Sur, al encontrase en la boca entre el SO., de Sicilia, en el cabo de Granitola y el cabo Bon en Túnez. El puerto de embarque en Italia fue siempre, salvo raras excepciones el de Cagliari, donde a su vez se cedió a los nacionales unos almacenes y un depósito de combustible con capacidad para 15.000 tn.
Un logro más del Almirante, quien en realidad aún llevaba su galones de capitán de navío, algo fuera de toda lógica, pues a pesar de ser pocos, en los sublevados habían varios Vicealmirante y Contraalmirantes, pero queda demostrado con esto, todo su gran trabajo durante la guerra, que sin duda ninguna era el mejor y no le iba mucho a la zaga, del que estaba al mando de la guerra, el Generalísimo, además entre otras cosas ya se conocían, pues cuando estuvo al mando de patrullero Larache, con ocasión del desembarco de Alhucemas, lo transportó cediéndole su cámara para que descansara, hasta dejarlo entre sus compañeros, pero ni con esas se le ascendió como merecía, de hecho y por reglamento fue ascendido a contralmirante el 29 de julio de 1937, eso sí, ya estaba estampillado con este grado, desde que fue nombrado Almirante de la Flota y Jefe del Bloqueo de todas las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire del Mediterráneo. Lo que más llama la atención es que, entre sus superiores había en el Cuerpo General, 4 Vicealmirantes, 4 Contralmirantes y 11 Capitanes de Navío por delante de él en el escalafón, pero el Generalísimo decidió fuera él y no otro (los números que se dan son los vivos, otros como sabemos no lo estaban). Por nuestra parte sólo añadir que, el título en sí merece un marco.
En el caso de la guerra naval en el Mediterráneo, se vino a solucionar un problema, éste eran las falsas alarmar de salida de buques con carga militar del puerto de Odessa, lo que inmediatamente era comunicado al Jefe del Estado Mayor de la Armada, y éste al Almirante Jefe de las fuerzas de bloqueo, causando con ello la movilización de buques para su interceptación, pero al mismo tiempo se dejaba sin vigilancia de los sublevados, las costas francesas y españolas del mismo mar, lo que producía un gran desgaste innecesario de los buques y facilidad para conseguir sus objetivos, ante esto el Almirante de la Flota nacional, propuso al Jefe del Estado Mayor, enviar a algún marino que vigilara el paso del Bósforo, para así confirmar las informaciones, lo que fue aceptado por «Terminus» el 5 de agosto de 1937, siendo nombrado para ello el capitán de corbeta D. Manuel Espinosa Rodríguez, quien había salido de una enfermedad, causada por una afección hepática, sumada a una crisis por cansancio a lo largo de la campaña naval, por ello días después fue transportado en un avión de la compañía Ala Litoria italiana, llegando a Génova, donde le recibió el agregado naval de la Embajada de España en Roma el capitán de fragata D. Arturo Génova Torruella, a su vez le acompañó al Ministerio de Marina de Italia, donde se pudieron concretar datos y formas.
El problema consistía en que el pasaporte de los oficiales, sólo era reconocido por Alemania e Italia, a su vez coincidió que Espinosa en 1931 había estado embarcado en buques de la Marina Alemana, por ello conoció al entonces capitán de fragata Wilhelm Canaris, quien era a su vez el jefe del Estado Mayor del Arsenal de Wihelmshaven, aparte de conocer a otros muchos oficiales, por ello no dudaron en ponerse en contacto con el ahora, Almirante jefe de los Servicios Secretos de la Defensa de Alemania (Abwehr), todo ello como es obvio mejoró las relaciones, facilitando la instalación de los servicios secretos españoles en la zona, de hecho visitó Turquía, Rumanía y Grecia (todo con un pasaporte entregado por el Almirante alemán), fue trasladado Espinosa a Sofía y Estambul, lo que pudo realizar por ostentar el cargo de Agregado Naval adjunto de la España nacional en Roma, en ésta última capital comenzó la organización de los servicios, para evitar delatarse, sus mensajes en clave eran trasmitidos al agregado naval en Roma, y éste los hacía llegar a Salamanca y Palma, fue un alivio para el Almirante Jefe de la Flota nacional, pues ahora tendría información de primera mano y fiable. Añadir que, Espinosa permaneció en esta comisión hasta diciembre de 1937, por recibir la orden de trasladarse a Roma, donde permaneció hasta octubre de 1938, pasando como Agregado Naval a Berlín, desde aquí logro incluso impedir la salida de mercantes con armas, quedando estos en puerto del norte de Europa hasta finalizar el conflicto.
Algo que se incorporó a estos buques fueron las tablas de la artillería naval, estas estaban en vigor desde que el teniente de navío D. Jaime Janer Robinson, las puso en práctica demostrando su valía en 1912, siendo publicadas en 1914, por ello pidió a sus jefes la construcción de un edificio donde impartir sus clases, creando la Escuela Naval de Tiro Janer, por su experiencia fue nombrado director de tiro del acorazado España, como es lógico aplico su sistema y muy pronto se dio por bueno por toda la armada, publicó «Balística Exterior, Telemetría y Tiro Naval», en 1920 y «Estereofotogrametría y su aplicación a la calibración de la artillería» en 1923, las cuales por su gran interés fueron la base de la nueva Escuela.
Para no extendernos en el tema la aplicación consistía en: abrir fuego en dos salvas seguidas, desfasadas en deriva en una corrección llamada “K”, consistiendo, en medir aproximadamente en el ángulo, en milésimas, subtendido por la eslora del buque enemigo, a partir de aquí venían las correcciones, si la primera salva caía a la izquierda (daba igual que el buque enemigo fuera al mismo rumbo o al contrario) salva (“K” izquierda) y la segunda a derecha (“K” derecha), el director de tiro por las tablas, calculaba el tiro en deriva, para ello debía deshacer las “K”, una vez hecho se daba la orden de abrir fuego, y casi siempre el buque quedaba centrado en deriva, una vez conseguido esto, el director de tiro ordenaba por salvas sucesivas para alcanzar el blanco, para ello estaban las tablas de distancia, que eran notificadas por los cabos de artillería al director, y en pocos disparos ahorquillar el buque enemigo, con el dicho «periodo de centrado», momento en el que daba la orden de efectuar «fuego rápido» o «periodo de eficacia», logrando siempre hacer algún blanco, de aquí se pasaba a ir corrigiendo las distintas torres, para que todo el fuego fuera certero. Este sistema se aplicaba igualmente en los cruceros auxiliares y mercantes armados, por llevar en cada pieza una dirección de tiro portátil, la cual era manejada por un experto artillero, de ahí la cantidad de tiros a las proas de los mercantes para que estos se vieran obligados a parar, las cuales se relatan en los varios episodios de este trabajo, en cada uno de los buques.
Por decreto nº 381 del 11 de octubre de 1937, se estampillaba al contralmirante Excmo. Sr. D. Francisco Moreno Fernández, como vicealmirante, (aquí habría que explicar que, a pesar de ser sublevados, se respetaron los grados de la II República, la cual rebajo las graduaciones, desapareciendo los grados de Capitán General y Teniente General, como Capitán General y Almirante en la Armada, por ello quedaba como máximo, el de General de División y Vicealmirante. Además está la confusión lógica, de que tanto el General de División como el de Brigada, se distinguían sólo por el color de la estrella de cuatro puntas, en el primer caso era dorada, y el segundo plateada, por ello en fotos de la época, no se puede apreciar la diferencia por no existir el color en ellas, no se restablecieron los rangos superiores, hasta mediados de 1939).
Por Decreto del 10 de octubre de 1937, se creaba el mando de las Fuerzas de Bloqueo, ambos decretos publicados en el B.O.E. nº 256 del 11 de octubre de 1937, y decía así:
«Nombro Jefe de las operaciones del Bloqueo en el Mediterráneo con mando de la Flota y buques sueltos y de todas las fuerzas aéreas y terrestres afectas a aquel servicio al contralmirante de la Armada Excmo. Sr. D. Francisco Moreno Fernández, habilitado de vicealmirante, quien establecerá su Cuartel General en Palma de Mallorca.
Dado en Burgos a diez de octubre de mil novecientos treinta y siete. Segundo Año Triunfal.
Francisco Franco.»
Las fuerzas navales estaban compuestas a finales de 1937 por:
División de cruceros al mando del contralmirante Excmo. Sr. D. Manuel Vierna Belando, con los buques, Baleares, Canarias y Almirante Cervera. El Baleares insignia de la división. El Canarias era el insignia del Almirante de la Flota, más tarde por la necesidad de buques, la enarboló indistintamente en los cruceros auxiliares Mar Cantábrico, o Mar Negro; pero esto no lo sabían los gubernamentales y por ello fue hundido el Baleares, creyendo era su gran enemigo, el Canarias, al lanzar los torpedos al cabeza de línea.
Destructores: Velasco, Velasco Melilla y Velasco Ceuta. Más tarde se incrementó con los: Huesca y Teruel, al mando todos ellos del capitán de fragata D. Francisco Regalado Rodríguez.
Cañoneros: Dato y Cánovas del Castillo. Más tarde se incorporarían los Calvo Sotelo y Canalejas.
Minadores: Júpiter, Vulcano y Marte, pero todos ellos también mucho más tarde.
Flotilla de lanchas torpederas al mando del capitán de corbeta D. Pedro Pérez de Guzmán, con las Requeté, Badajoz y Oviedo.
Submarinos: General Mola-Torriceli, General Sanjurjo-Archimede, General Mola II-Galileo, General Sanjurjo II-Ferraris, Aguilar Tablada-Onice y González López-Iride. Todos eran italianos, los últimos cuatro participaban en algunas operaciones como ayuda, pero siempre por orden del Almirante Jefe de Estado Mayor, llevando obligatoriamente a bordo un oficial español, como Comandante Adjunto, porque al principio hubieron problemas por ser visto y los mismos a quienes ayudaban, al no saber de su presencia en algún momento pudo ocurrir un desastre. Los nombres separados por un guion, son los que tenían en la escuadra italiana y los dos primeros fueron comprados por los nacionales, siendo más pequeños los dos siguientes, que también se intentaron comprar, pero la marina italiana se negó en redondo.
Cruceros auxiliares: Mar Cantábrico.
Mercantes armados: Antonio Lázaro, Ciudad de Alicante, Mallorca, Malaspina, Rey Jaime I y Vicente Puchol.
Bous: Ciudad de Alcudia, Ciudadela, Juan Mary, Juan Miguel, Pedro I y Santa Urbana.
Más otros muchos buques, como dragaminas, petroleros y motoveleros como avisos, aunque a su vez los primeros al recuperar alguna ciudad con mar, su primera misión era precisamente limpiar de minas los accesos.
A su vez el Almirante ordenó se diera protección a la base de Palma, porque como puerto abierto debía ser protegido, para ello se instalaron cinco piezas de 150 m/m González Rueda, dieciséis del mismo calibre Munáiz y cuatro obuses de 240 m/m en Regana y otros cuatro iguales en Cala Figueras, la falta de artillería DCA era total, por ello se instalaron cuatro piezas Vickers de 76’2/45 m/m y los italianos quedaron en traer otras cuatro Ansaldo de 105/45 m/m, con esto quedo conforme por ser muy apropiado.
Un dato comparativo: Según fuentes, en julio se transportaron por vía aérea desde África a la Península, 800 hombres en 102 vuelos, en agosto 6.445 en 359 viajes y en septiembre, 5.455 en 324 vuelos, sumando nos da 12.700 efectivos por vía aérea en 785 vuelos (hay diferencias entre las diversas fuentes, Martínez Bande, dice: 11.998, Kindelán: 13.952 y Gomá: 13.962). Mientras que por vía marítima, sólo el Convoy de la Victoria el 5 de agosto, transporto 1.630 efectivos en un viaje, quedando demostrado para la época, que la vía marítima era todavía la más importante, pues hasta el mencionado 5 de agosto, por vía aérea (800 en julio y 830 en agosto, hasta el 5) se había trasportado igual número de efectivos, por todo ello era imprescindible conseguir el dominio al menos del Estrecho. Aunque tampoco hay que despreciar a pesar de los pocos medios, el sacrifico y constancia de la aviación de transporte; pudiera a su vez ser un hito a tener en cuenta. Luego ya vinieron otros tiempos, pero en su momento fue sin duda ninguna, un gran éxito. Decir que un JU-52 sólo transportaba 16 efectivos por viaje; para muestra un botón.
Bases:
Por las circunstancias dadas, nada más producirse el alzamiento y la necesidad de transportar las tropas profesionales de África a la península, fueron armados varios buques, al mismo tiempo y por obligación se crearon las flotillas Cádiz, Huelva, Ceuta, Melilla y Alhucemas, pero esto provocaba un pequeño desorden, por no existir un mando superior que los organizara y decidiera las comisiones, para evitar que unos a otros en su afán de dominar la mar, se mezclaran duplicando zonas, pero a su vez dejando otras sin vigilancia, todo ello llevó a que el 16 de diciembre de 1936, por orden del Almirante de la escuadra alzada se reorganizaran en una, aunque permaneciendo en sus bases anteriores, ésta fue denominada Flotilla del Estrecho, y a ella también se incorporaron los cañoneros y minadores algo más tarde, o más bien cuando se pudo disponer de ellos.
Ferrol: Por las prisas en dominar la mar, la primera base de estos pequeños buques fue el mismo arsenal de Ferrol, estuvieron en ella desde el comienzo del conflicto, la lancha de Tabacalera I-2 y los remolcadores R-16 y Galicia, la flotilla casi al completo apresó entre otros buques, al mercante Nuestra Señora del Carmen, de 4.900 TRB, el 2 de abril de 1937.
Ribadeo: Al comenzar la guerra, por la falta de buques en los nacionales, se pensó que Ferrol, como base de los pequeños buques estaba algo lejos, por ello decidió el mando construir o aprovechar puertos que estuvieran más cerca, de ahí nació la base de Ribadeo el 6 de agosto de 1936, para prestar el natural apoyo, fue trasladado un viejo carbonero el Hernani, y al también viejo Aljibe Nº 4, instalando un cañón del acorazado España 2º un Vickers de 101’6/50 m/m en la punta norte, destinado a dar protección a los allí existentes, a su vez fue destinado para proveer de todo lo necesario el carguero Alejandro, siendo nombrado su primer jefe el teniente de navío D. Félix de Ozámiz Rodríguez, quien al mismo tiempo era comandante del bou Tritonia, junto al Ciriza nº 4, Santa Urbana y Juan Mary. Más tarde se incorporaron los Chamorro, Cabo Home, Torpedero nº 2 y el destructor Velasco. En sus ausencias tomaba el mando el teniente de navío D. Luis Martín Pinillos, quien hizo famosa la frase de: «Esto va que chuta», creándola el comandante de la Flotilla, ésta quedo denominada 1ª; por órdenes de su jefe, siempre patrullaban en parejas, o como en siglos anteriores se denominaba «en conserva».
Pasajes: Activada el 12 de septiembre de 1936. Jefe de la flotilla teniente de navío D. Ángel Bona Orbeta y el Galerna quedo incorporado a esta base al mando del capitán de corbeta D. Pablo Suances y Jáudenes, a su incorporación el 21 de octubre, tomó el mando de la flotilla. La base fue protegida con dos cañones Vickers de 152’4 m/m. Al activarse esta nueva base, por estar más cercana a Bilbao, el jefe de la base fue el Comandante de Marina de San Sebastián, capitán de navío, retirado D. Luis García Caveda, fueron destinados a ella los ya activos en Ribadeo, siendo: los Alcázar de Toledo, Denis, Juan Ignacio, Virgen de Iciar y Virgen del Carmen 1º, a su vez era la base de la denominada 2ª Flotilla, aunque parte en principio eran de la 1ª, pero en ésta se encontraban otros que vinieron desde Ferrol, reforzando como la de Ribadeo con un buque cisterna, otro para almacenar municiones, incluidas minas y otro buque para poder reparar averías de no mucha importancia, o bien solucionarlas para poder arribar a Ferrol.
Bilbao: Al entrar los nacionales en Bilbao el 19 de junio de 1937, el Estado Mayor de la Marina nacional dispuso la creación de una base para los buques, al mismo tiempo se ordenaba el traslado de la 2ª Flotilla de los estacionados en Pasajes, y ésta se reforzaba con los de Ribadeo, siendo los Ciriza nº 4 y Tritonia, (estos ya citados) y el Aljibe nº 4, más varios pontones y gabarras; el 7 de julio quedo organizada la Comandancia de Marina, y a su vez fue nombrado jefe de la nueva base, el capitán de navío (retirado) D. Félix Bastarreche y Díez de Bulnes (quien tenía a tres hermanos en la Marina, con grados de capitán de navío, capitán de fragata y capitán de corbeta, y un hijo como Aspirante) al mismo tiempo que los buques estacionados en el mismo puerto también quedaron incorporados, así como el resto de los capturados en toda la campaña del norte.
Vigo: A su vez, el Estado Mayor decidió que fueran destinados a Vigo, varias unidades, para mejor control de la mar en las rías bajas, entre los buques allí destinados se encontraban los: Aquiles, Artabro, Argos, Atlante, Audaz, Cartagenero y Ferrolano. Hay que recordar que, estas fuerzas sutiles, siempre se utilizaban dependiendo de las necesidades, por ello igual estaban unos que otros en su base designada.
Palma de Mallorca: Al quedar aseguradas las isla de Mallorca e Ibiza, y disponer de un punto fijo a no mucha distancia, de las costas Mediterráneas de la Península y algo más distante de la costa africana, a pesar de las carencia como base militar, fue elegida la primera como base del Cuartel General del Almirante Jefe de la Flota, el 10 de octubre de 1937, siendo dotada de todo lo posible para prestar apoyo a toda la Flota, pero a su vez se creó la flotilla de guardacostas y bous, para que la defendieran de posibles ataques, pues tampoco estaba muy lejos de Cartagena, principal arsenal de la escuadra gubernamental.
En principio se destinaron unos buques, pero al ir logrando acortar el frente Mediterráneo, de la flotilla del Estrecho, (como ya se menciona) fueron a su vez destinados a ésta varios bous, sobre todo, dado que los buques de la Armada, igual estaban vigilantes en Pantelaria, Nápoles, Sicilia, Barcelona, Valencia, Mallorca, Cádiz o puertos norteafricanos. A su vez más tarde, se creó la base de apoyo en Ibiza, utilizada sobre todo por las lanchas torpederas, lo que no restaba que estuvieran otros buques en ella, por seguridad o necesidad. La protección de la bahía de Palma, ya se ha comentado más arriba, pero por el contrario quedaron sin ella los puertos de Alcudia y Pollensa.
Republicanos
El Gobierno de la República al producirse el alzamiento militar, incauto muchos buques pequeños, a su vez también lo hicieron y por separado, los afiliados a la CNT, UGT, FAI y otros sindicatos o partidos afines, por ello es muy difícil saber con exactitud de todos ellos, dado que no tenían una organización militar propiamente dicha, causando a la Historia el problema de no saber cuáles y quienes estaban o no encuadrados en estos menesteres. Sólo con alguna exactitud se conocen precisamente, los que fueron activados como a tales bous, los del gobierno vasco y la generalidad catalana, el resto por falta de información, se relacionan los que sí sabemos, pero obviamente fueron los menos, bien por ser hundidos o capturados por los sublevados, por noticias de personas que a ciencia cierta, fueron integrantes de esas fuerzas, e incluso por recortes de prensa del momento, o publicaciones posteriores que a veces aclaran algo, pero siempre poco, por lo comentado arriba, ya que ni siquiera llevaban un cuaderno de bitácora o simplemente un diario de abordo, o uno personal, y éste quizás se guarda bajo llave por los descendientes. Queda demostrado que no existió en ningún momento una organización fiable, excepto los que se mencionan en este listado, al disponer de bases más o menos fijas, y en ellas sí consta algo de información.
Existieron las bases de: Barcelona, Valencia o Levante y del Sur, y Cantábrico o Norte.
A la base de Barcelona se sabe pertenecieron no menos de 40 buques, de diferentes tamaños y tonelajes, entre ellos algunos remolcadores armados y las muy utilizadas lanchas de Tabacalera, por no existir datos fiables de todos ellos, sólo damos el número aproximado de buques, para dejar constancia disponían de unidades para todo, otra cosa es como se utilizaban, dado que algunas se perdieron en la mar y otras por los bombardeos aéreos, y los cruceros nacionales.
A la flotilla de Valencia o Levante y del Sur, quedaron incorporados varios remolcadores, así como diferentes buques pequeños, más otras 25 unidades sin saber más de ellas, a parte las lanchas de Tabacalera I 2, I 4, C 4, C 16 y C 20, estas últimas fueron todas capturadas en Málaga, al entrar los nacionales en la ciudad. Esta base en la que estaban incluidos muchos buques, seguramente por ser la capital de la República, desde el principio de la guerra, fue la que controlaba al resto de todas ellas, desde Málaga a la desembocadura del Ebro, de ahí que se citen buques que estaban en cualquiera de los puertos de esta zona, incluso al ser tomada Tarragona, Barcelona y Gerona hasta el cabo de Creus, todos lo que pudieron escapar pasaron a depender de Valencia, o bien con refugiados pasaron a diferentes puertos franceses del Mediterráneo.
En la flotilla del Norte, a su vez recordar que la mayor parte de los yates, atracados en San Sebastián, por ser una puerto muy afamado, fueron incautados por el gobierno de Madrid, (los que se salvaron, fue por ser muy pequeños) como es natural cada uno tenía unas características distintas, se calcula que entorno a veinte fueron armados, aunque sólo fuera con una ametralladora, pasando a prestar servicios sobre todo de vigilancia y algunos fueron dotados de rastras, sirviendo como dragaminas, de ellos tenemos noticia de existir entre el D-1 y D-24. Sobre todo se sabe algo del D-17, pues saltó por los aires al tocar una mina el 14 de agosto de 1937, en el bajo de Las Hermanas, frente a la playa de Noja, en la provincia de Santander.
Otro de ellos encontrándose en el abra de Bilbao, el 24 de septiembre de 1936 en un bombardeo nocturno, fue hundido por la artillería del destructor sublevado Velasco. La lista es muy larga y algún otro que si se relaciona, pero por su nombre. Aclarando que muchos de ellos fueron utilizados como dragaminas o lancha de vigilancia, de ellos los hubieron que ni siquiera fueron armados o como mucho con armas portátiles, también como queda demostrado en alguno relacionado, sólo se activaron para poder salir de Bilbao con rumbo a puerto francés, embarcando a la mayor cantidad posible de refugiados, por ello la mayoría no se incluyen en este trabajo, por no ser buques en sí representativos, como los cruceros auxiliares, mercantes armados, patrulleros o bous que sí están en esta relación.
En este trabajo diferenciamos a los cruceros auxiliares, de los mercantes armados, aunque no se hace normalmente mezclando a ambos, la división realizada la dicta que, en los primeros montaban artillería de 152 m/m y sobre todo, una dirección de tiro centralizada, lo que facilitaba a estos hacer blanco, mientras los segundos, las piezas no pasaban del 120 m/m y su dirección de tiro era local. Hay otro factor importante, el cual es que los primeros buques eran más grandes, lo que permitió a su vez reforzar con planchas interiores su protección, algo que sólo sucedió con dos de los segundos, siendo los que permanecieron en la campaña del Mar del Norte, pero no llevaban el calibre propio de un crucero auxiliar, de ahí que estén incluidos en los segundos.
Estadísticas:
El total de los evadidos que se ha podido contrastar al ser tomadas Bilbao y Santander:
En buques británicos: . .20.554 personas.
En buques franceses: . . .1.100. . . “
En buques españoles: . . .7.031. . .“
Total:. . . . . . . . . . . . . . .: 28.685. . .“
Los evacuados desde Gijón y Avilés.
En buques británicos: . . .7.106 personas.
En buques españoles: . . . . 305 . . “. . . Entre ellos miembros del gobierno asturiano, unos militares de graduación, tres comisarios y un mayor de milicias.
Total: . . . . . . . . . . . . . . . .: 7.411. . . “
A su vez los buques que quedaron inmovilizados en puertos franceses, la mayoría devueltos al finalizar la guerra y algunos mucho antes, por ser reclamados por sus propietarios y a su vez ser necesarios para seguir transportando de todo a España y para que las empresas ganaran algún dinero, son los siguientes: Bayona: 78; Rochefort: 34; La Pallice: 2; Arcachon: 3; Saint Nazaire: 5; Burdeos: 37; Saint Gilles: 1; Ile d’Dev: 3; Lorient: 4; Dovarnenez: 3 y Quimper: 1. La relación de todos ellos se conserva en el Archivo AM.
Mientras en los puertos de Suecia, Noruega, Dinamarca, Holanda, Reino Unido, Finlandia y la URSS, también quedaron muchos que no se atrevieron a salir al mar, por la presencia de los dos mercantes armados, entre otros en Christiansand y Bergen, se encontraban 12 de ellos, y en el mismo Támesis, 5, en Bristol, 2, en Grimsby, 3 y Inmingham, 2. Así como en Copenhague, más los que nunca regresaron de los puertos de la URSS, (de los cuales algunos están en su historial) al parecer se los quedó como pago por lo servido, es lógico pensar que no tenía suficiente con el oro y plata allí transportado al comenzar la guerra, siendo la realidad que su marina mercante, era muy inferior en buques y tonelaje a la española y aprovecho la ocasión servida en bandeja; en una aproximación podemos asegurar que, no menos de 40-45 buques quedaron atrapados en estos puertos, por temor a ser hundidos o apresados; algunos casos se relatan en los historiales de ambos mercantes armados.
Gracias al tráfico marítimo se pudo transportar de todo, éste estuvo en zona nacional (es la única que tenemos datos) de entrada en puertos, 25.073 buques españoles, 13.076 extranjeros, en total 38.149, que transportaron 8.543.768 tn. de carga y 175.264 personas, tanto militares, como los consabidos viajes a La Meca y otros, de estos mismo puertos, salieron 25.450 buques españoles, 11.792 extranjeros, con un total de 37.242, transportando 16.231.058 tn. y 138.787 viajeros, aquí se suman las distintas expediciones para la toma de islas, como los intentos de desembarco en otros zonas, como se narran en los historiales de los participantes.
En cuanto al domino negativo de la mar, ejercido por la marina nacional durante la guerra, resultan con los siguientes datos:
Buques de guerra hundidos: . . . . .8 . . . 5.676 tn.
Mercantes españoles hundidos: . 35 . . .57.159 tn.
Mercantes extranjeros hundidos: . 18 . . .71.668 tn.
Total parcial:. . . . . . . . . . . . . . . . .61 . . 134.323 tn.
Apresados españoles:. . . . . . . . .227. . .257.577 tn.
Apresados extranjeros:. . . . . . . 97. . .225.483 tn.
Total parcial:. . . . . . . . . . . . . . . 324 . . .483.060 tn.
Total de pérdidas:. . . . . . . . . . . . .382 . . .617.060 tn.
A su vez la aviación también aporto no poco: 5 buques de guerra hundidos en puerto con 5.215 tn., mercantes españoles hundidos: 39 . . .79.252 tn., mercantes extranjeros 28 . . .72.213 tn., sumando un total de 72 buques y 151.465 tn., siendo su total, 72 buques con 156.680 tn.
Con respecto a los hundidos por los gubernamentales, como se dice no hay datos de ello, pero si sabemos el caso del crucero Baleares y el mercante Castillo Olite, entre otros se sabe del apresamiento de unos pocos pesqueros y dos mercantes de poco tonelaje; lo que sí quedó demostrado es que, la marina de guerra gubernamental estaba falta de mandos idóneos, (esto lo hemos repetido hasta la saciedad) lo que dio por resultado una desorganización interna, causando por el propio desorden, entregar el mando más por cuestiones políticas que militares, dándose el caso peregrino en varios buques, de estar al mando el personal de máquinas, por ser la base de la revolución planteada, pero sin conocimiento propio de las armas y su poder de destrucción, y menos aún de tomar el mando de un buque de guerra.
El General Excmo. Sr. D. Alfredo Kindelán Dunay, jefe de la aviación, la cual no estaba aún separada como ejército, pues no lo fue hasta ser creado en agosto de 1939 el Ministerio del Aire y por Decreto del 7 de octubre de 1939 quedo terminado el ejército, el Jefe del Estado al emitir su primera directiva de organización, quedando por ello separado del Ejército de Tierra, así como la aviación naval, continuo incorporada a la Armada, hasta ser disuelta por ello sus aparatos e instalaciones (como San Javier) quedaron incorporados al nuevo Ejército, y en algunos casos por ser muy viejos ni obtener repuestos, fueron dados de baja, de hecho algunos oficiales expertos en anaveajes, continuaron con sus aviones, pero con grados del Ejército equivalente a la Armada.
Comisión de la Armada para Salvamento de Buques.
Aunque fue fundada posteriormente, en realidad ya se formó el 22 de octubre de 1937, siendo el primer buque rescatado el destructor Ciscar, hundido en el puerto de Musel; el primer director de la Comisión fue el teniente coronel de Ingenieros Navales de la Armada, D. Juan Antonio Suanzes Fernández, estando al mando desde el 2 de noviembre de 1937, quedando formalizada su organización por Decreto del 9 de noviembre seguido, permaneciendo al mando hasta el 1 de febrero de 1938, siendo cesado por pasar a ser el Ministro de Industria y Comercio, con sede en Bilbao, ocupando su puesto el teniente coronel de la misma Arma D. Luis Santomá Casamor, permaneciendo la Comisión en sus trabajos, conforme se iban tomando puertos a los gubernamentales, pues era necesario limpiarlos para poder empezar a moverse con normalidad el tráfico marítimo, hasta que por Decreto del 9 de febrero de 1939, se amplió sus responsabilidades y medios para dejar limpios los puertos y accesos, permaneciendo al mando hasta finalizar la Comisión por innecesaria.
Al finalizar la guerra fue cuando se pudo actuar con mayor rapidez, por contar con más personal y tranquilidad, por ello en total se recuperaron 95 buques por la comisión, más 12 por particulares, sumando en total 107 buques, con sus 146.500 tn., quedaron pendiente en puertos 10 buques con sus 16.000 tn., otros 6 con 20.000 tn, de salvamento problemático, algunos de ellos por estar inservibles fueron dinamitados, el resto se recuperó, y 23 con 43.000 tn., que estaban en situación imposible de ser salvados, estos todos fueron destruidos in situ, y posteriormente, se sacaron sus restos mediante grúas flotantes, para ser aprovechados como chatarra, dejando a su vez los fondos limpios, para tratar de impedir posibles accidentes.
Todo ello se llevó a buen término por los 526 hombres que formaban fijos la Comisión, entre ellos el trabajo más pesado el realizado por los 34 buzos de la Armada, más unos pocos civiles, el personal de apoyo solía ser de la misma población del rescate, por ser conocedores de sus costas y a veces muy importante, de su fondos, permitiendo a los ingenieros sacar cálculos muy aproximados a la realidad, por lo que durante todo el tiempo prácticamente no hubo sorpresas desagradables, las cuales suelen ocurrir por la falta de experiencia en estos trabajos; la Comisión fue disuelta el 31 de diciembre de 1940, aunque permaneció con las responsabilidad de continuar los trabajos, en los Capitanes Generales de las tres zonas marítima de España, eso sí con los medios disponibles en cada uno y menos personal.
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