Castillo Peñafiel-Pasajes-Noord-Smidovich

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Castillo Peñafiel-Pasajes-Noord-Smidovich



Construido en De Noord-Alblasserdam Reino Unido en 1918 para Holanda. Pasando a propiedad de la URSS en 1935.

Desplazamiento: 2.483 TRB. y 4.285 de peso muerto. Dimensiones 90’36 metros de eslora, manga de 13’78. Puntal 7’32 y calado máximo 6’10. Máquinas. De triple expansión y 1.050 CV. Velocidad máxima 9 nudos.

Fue apresado en la campaña del Cantábrico por el destructor Velasco el 9 de enero de 1937, quedando incorporado a la marina mercante nacional, siendo bautizado con el nombre de Pasajes, participó en septiembre en el transporte de todo tipo de materiales y alimentos entre las ciudades y poblaciones del Cantábrico, entre ellos trasportó alimentos y otros materiales a Santander, seguido hizo varios viajes a Gijón, a finales de Octubre entró en el puerto del Musel, al ser ocupado por los nacionales, siendo el primero en hacerlo, recibió orden de incorporarse al Mediterráneo, donde realizo varios viajes desde Palma, transportando a miembros de la Infantería de Marina, desde las islas Baleares y la península, al finalizar sus servicios regreso al Cantábrico, aquí permaneció en diferentes servicios hasta enero del 1938.

Por orden superior paso de nuevo al Mediterráneo, dándole escolta la división de cruceros por tener que cruzar el Estrecho, para incorporarse a Palma el 22 de Febrero, de donde salió con escolta de destructores con destino a Melilla, poco después regresó a Palma, regresando a Melilla, para embarcar tropas y otros materiales, con destino a Fuerteventura, en esta ocasión le dio protección el crucero Baleares, en mayo seguido regresa a Palma y cubre la línea a Melilla, así como en otras ocasiones, con viajes a Castellón y Vinaroz, en ellos el transporte era variado, según necesidades, pues igual eran armas y municiones, como alimentos.

En junio de 1938 se le cambio el nombre por el de Castillo de Peñafiel, siéndole entregado el mando al capitán de la Marina Mercante, militarizado con el grado de Teniente de Navío D. Celestino Aguirre Olózabal, no iba a bordo un comandante Militar, y su guardia la formaba un pequeño grupo de falangistas. Dejar claro que nunca montó una estación radiotelegráfica.

Fue uno de los mercantes que fueron destinados, a servir de enlaces y transporte entre Palma a Vinaroz y Castellón, al ser tomada Vinaroz, por orden del Almirante Jefe de las Fuerzas de Bloqueo del Mediterráneo, para ello se le redujo el calado a los 4’5 metros, para poder realizar sin riesgos los viajes. Por ejemplo en el viaje del 11 de mayo de 1938, transportó un Batallón de dos compañías de Infantería de Marina, al mando del comandante D. Juan León Gutiérrez, repitiendo el 18 seguido, con otra compañía del mismo Cuerpo, al mando del capitán Pita. En este segundo fue avistado de noche por un avión enemigo, pero no supo o no pudo interferir en su ruta, pero cambio de rumbo y bombardeo Vinaroz.

Continuo en estos viajes entre julio y agosto de 1938. En septiembre siguió con la misma comisión, en noviembre seguido realizo otros 4 viajes, entre Palma y Vinaroz. Continuando en esta comisión en diciembre realizó otros dos viajes con tropas y materiales de guerra, esto se producía porque sus compañeros los traían de Italia y desembarcaban en Palma de Mallorca.

A mediados de enero de 1939, curiosamente se comenzó con la exportación de naranjas, y en el caso de éste mercante, realizo dos viajes con esta carga a Palma. A su vez ya se había tomado Tarragona y Barcelona, pero ambos puertos no dejaban de ser bombardeados por la aviación de la Republica, lo que añadía un alto riesgo de embarrancar por los destrozos producidos por esta acción, mientras que Burgos no cesaba de pedir el transporte de hombres y materiales, para asegurar las dos ciudades, a ello a veces se oponía el mando naval, por el gran riesgo de perder buques y con ello hombres y materiales muy necesarios.

El 4 de marzo, junto a otros compañeros, salió de Palma con rumbo a Castellón, con una carga de borregos, desembarcándolos al día siguiente.

El día 5 de marzo a las 12 horas: Del Cuartel General del Generalísimo a Ejército de Levante: «Orden urgentísima de que la división que debe embarcar en Castellón lo haga en los barcos preparados para conducirla sobre Cartagena. ─ En Castellón se encuentran ya los cruceros auxiliares Lázaro y Síster, debiendo embarcar en ellos tres batallones, con el jefe de infantería divisionaria o el de la división. ─ En los buques Peñafiel, Gifralfaro y Monforte, deberán embarcar cuatro o cinco batallones con análogo destino, y el resto de la división en los minadores Vulcano, Júpiter y Neptuno, a los cuales se han dado las oportunas órdenes. ─ Todas estas fuerzas embarcarán sin ganado, y si para transportar artillería y servicios, es preciso dejar algunos batallones, se hará así, llevando por lo menos tres agrupaciones de tres batallones. ─ Estas tropas tienen como punto de destino cabo de Palos y desembarcarán siguiendo órdenes del Almirante de la Escuadra y sin esperar a la concentración de toda la división, pues lo interesante es reforzar cuanto antes a las fuerzas sublevadas en Cartagena. ─ Deben llevar munición de fusil, para lo que habrá de obtenerse unidad de calibre y dos a tres módulos de cañón, si es posible, sin que se retrase la salida por razón de ranchos calientes; estos se llevarán en frío y para ocho días.»

El avión Cant Z 73-3 del Grupo 62-73, avista y notifica a Palma el avistamiento de la flota Republicana a las 14:20, el oficial de enlace comunica (el retraso era por estar cifrado), comunica a la Flota que a las 13:00 que 3 grupos de unidades se encontraban al 180 de cabo de Palos, 12 millas al 135 del mismo cabo y 10 millas al 090, así como 4 aviones de caza sobre la costa que no atacaron a los buques de guerra. Pero abordo del Mar Cantábrico llegó la noticia a las 15:45, cuando todos los buques nacionales se encontraban en la mar, causando gran impresión en los mandos, porque no se disponía de buques suficientes, para defenderse si eran atacados, aunque sin saber exactamente cuál iba a ser su proceder, el Almirante tomó la noticia con imperturbable serenidad, a pesar de no poder disponer del crucero Canarias, por encontrarse en Cádiz, aunque ya se había hecho a la mar.

A pesar de las grandes dudas, incluso de sus subordinados, él realizó un cálculo y dio orden de seguir rumbo al cabo de Palos, y no refugiarse en Palma, para más tranquilidad ordeno a la aviación realizara unos vuelos de reconocimiento, sin acercarse al peligro, pero justo en ese momento, se recibió otro mensaje cifrado, en el que se le notificaba que la Flota iba a rumbos desconocido, eran tres cruceros y ocho unidades menores, estando a 40 millas al 180 de cabo de Palos, con rumbo al 090, a quien si puso en su conocimiento primero fue a su contralmirante Comandante de la División de Cruceros.

La conclusión era que si navegaban a ese rumbo, era imposible que la Flota pretendiera entrar en Valencia, por ello añade, «No creo posible se dirija a Valencia. Entiendo se dirige a Argel. Continúo con Mar Cantábrico y Mar Negro sobre cabo Palos, rumbo 090. Ruego me comunique si se efectúa desembarco en cabo Palos o si se espera localizar dónde se encuentra Flota Roja.»

«Cuartel General del Generalísimo a General Jefe del ejército de Levante. Emitido a las 20:30 y trasmitido a las 20:30 del 5. Con esta fecha se ordena al jefe de E.M. de la Armada, disponga salida de División 83 en cuanto termine embarque. Mantenga V.E. enlace con Almirante para que salga cuando él lo disponga y en la forma que ordene.»

Otro. A las 21:07 se recibe diciendo «Cuartel General del Generalísimo a General Jefe del Ejército de Levante. Amplío mi teletipo nº 23 de las 20:05 manifestándole que División 83 saldrá para Cartagena con las precauciones que disponga el Almirante de la Flota.»

De esta forma todo quedaba a las órdenes del Almirante, y de ahí su responsabilidad sobre todo el traslado de tropas y materiales, pero eso fue una más de las muchas que ocurrieron durante la Campaña naval de 1936-39, pero a continuación se da la paradoja y se demuestra quien era quien en aquella triste orden.

Pero finalmente, el comandante del Vulcano finaliza el relato de las vicisitudes sufridas en el embarque de la división 83, diciendo: Copio a continuación la conferencia telefónica (por escrito) dada al Sector desde Burgos para conocimiento mío: «De Almirante Jefe E.M. a Comandante Vulcano. Reitero V.S. orden de S.E. el Generalísimo según la cual minadores, cruceros auxiliares y buques convoy deben abandonar el puerto para misión ordenada apenas queden terminados sucesivos embarques tropas prescindiendo de todo aquel material que no sea de absoluta necesidad en los primeros momentos actuación fuerzas y desde luego sin esperar unos buques a otros ya que la idea que persigue operación es la de alcanzar el objetivo cuanto antes y por unidades aisladas. Acusar recibo de esta orden y comunicar salidas de buques. Marte embarcara solo municiones indispensables. El resto de las que constituyan dotación fuerzas deben ser enviadas en otro buque. Llegada minadores a Cartagena es urgentísima. Transmita por teléfono verbalmente por el 2º Jefe de dicho Estado Mayor. Firma ilegible, rubricado.»

Gracias al Comandante, capitán de fragata D. Fernando Abarzuza y Oliva nos queda muy claro, que todo el trasiego de órdenes al Almirante desde Burgos, quedan anuladas con este último escrito, y a su vez para que no conste en ningún lugar, le piden que lo transmita por vía telefónica, (como la había recibido) menos mal que retuvo la conversación y la transcribió, quedando así para la historia naval de España.

Un parte del comandante del minador Vulcano, quien recibió otro del Almirante, transmite a las 23’00 del 5: «Al jefe del Sector y comandante de Marina les indiqué la conveniencia de que diesen órdenes escritas a los mercantes en el sentido de que no entraran en Cartagena sin orden de algún buque de guerra o del Alto Mando Naval y que no se acercaran a cabo San Antonio a menos de 12 millas.»

Es obvio que no se le hizo caso, eso sí la Armada es la responsable de todo lo que ocurra en su elemento, pero si los capitanes mercantes hacen oídos sordos y máxime con este buque y el Olite, que no llevaban medios de comunicación, el desastre está servido, para desgracia de los mandados. Pero quien también estuvo en mal trance fue el general Martín Alonso, al serle comunicado que por la orden de salir de los buques, en cuanto hubieran terminado el trabajo de embarque, saldrían a la mar pero sin escolta.

«En otro parte del Estado Mayor del Ejército de Levante al Generalísimo a las 05’15 del 6 de marzo, se dice: Los barcos Olite, Peñafiel y Gibralfaro, no han cargado todavía por no haber podido atracar hasta que salieron los anteriores por ser pequeño el muelle. Las tropas han estado esperando cinco horas antes de comenzar a embarcar en ellos. Las unidades llevan su dotación y dos módulos de fuego y en cada barco van: dos raciones normales, dos de previsión y aparte cinco raciones.»

Al quedar espacio en el puerto, atracó y comenzó a embarcar las tropas, compuesta por el Batallón Expedicionario de Infantería de marina de Ferrol, al mando del comandante del mismo cuerpo, Don Gerardo Barros Pavía, los batallones 1º y 13º del regimiento de infantería de Zamora, al mando respectivamente de los comandantes D. Luis Enseñar Soler y D. José Mosquera Palleiro y un grupo de transmisiones. Terminando de embarcar todos a las 14:00 del día 6.

Para saber los acontecimientos sobre este buque, nos remitimos al parte elevado a «Terminus» por el general al mando de las tropas, Don Martín Alonso, quien dice: «Castillo Peñafiel: Durante el 6 el buque navegó sin novedad. A las 11:30 horas del 7 apareció un avión enemigo que ametralló a las fuerzas que iban en cubierta, ocasionándoles bajas. Como consecuencia de este se procedió a reforzar el servicio antiaéreo emplazándose todas las armas automáticas de las tres unidades que constituían las fuerzas expedicionarias. A las 12:00 horas hicieron su aparición dos aviones enemigos que vuelven a ametrallar al personal de cubierta produciéndose bajas y siendo derribado uno de los aparatos. A las 13:30 horas realiza otra incursión de aviones rojos en número de tres que igualmente que los anteriores ametrallan a las fuerzas que tienen algunas bajas, logrando abatir dos aparatos. A las 13:55 minutos unos 7 aviones enemigos vuelven ametrallarlo, lanzándole esta vez bombas que explotan en las proximidades del barco, causando nuevas bajas, consiguiendo derribar otros dos aviones seguro y uno probable. A la misma hora encontrándose el barco a 7 millas de la costa rumbo a Cartagena la artillería de Portman abre fuego cobre él causándole uno de los proyectiles varias vías de agua, una de ellas de gran importancia debajo de la línea de flotación, (Por otra fuente sabemos que, el boquete abierto por uno de los proyectiles en su obra viva, tenía forma de cruz y de un metro de longitud cada brazo.) consiguiendo taponarla provisionalmente.»


Intercalamos en este momento lo escrito por el Capitán del buque: « El fuego procedía de dos baterías una de 3 piezas y otra de 2. Los piques de estas últimas eran mucho mayores que los de las anteriores. El fuego duró exactamente una hora y hacia la mitad de este periodo, aproximadamente, el Peñafiel resulto alcanzado en el costado de estribor, bajo la línea de flotación, por un proyectil de 15’24 que le produjo una vía de agua de unos dos metros. Las primeras medidas que se adoptaron fueron poner en funcionamiento las bombas de achique y tratar de localizar el lugar del impacto lo cual no fue muy fácil porque éste se produjo en el interior de una carbonera, como pudieron comprobar el primer maquinista D. José Escudero Pérez, el primer oficial D. Federico Álvarez Lladró y el engrasador José Freigeiro. Tuvieron la suerte de que la carbonera contuviese unas sesenta toneladas de carbón que amortiguaron la explosión del proyectil. Este se localizó cuando, por el orificio del impacto, se fueron al agua unas doce o catorce toneladas de carbón que dejaron un hueco de regular tamaño en la carbonera.»

«Las fuerzas desde el primer momento están dando pruebas de un extraordinario espíritu, o teniendo su elevada moral cantando el himno del Movimiento. Como el enemigo seguía cañoneándole el barco se dirigió en busca de algún otro barco nacional con quien establecer contacto lo que no consiguieron. » En este instante fue cuando el buque salió del alcance de la artillería de costa.

«Ahora el problema era taponar la vía de agua, como primera medida se ordenó que todos los de a bordo, se pusieran como contra peso en la banda de babor, para obligar que al casco a escorar y dejar el menor espacio posible por donde seguía entrando el agua, a su vez se ordenó achicar el agua de los tanques de estribor, lo que dejó al descubierto la brecha abierta por el proyectil, a su vez al saber que se transportaban unos 600 sacos de cemento (para construir defensas en tierra) el capitán pidió ayuda a los comandantes de los Batallones, para que sus hombre trabajaran junto a la tripulación, se acarrearon los sacos hasta la bodega, todos a las órdenes del primer maquinista y del primer oficial, procedieron ayudados por tablones a construir una encajonada, para impedir con ello que entrara toda el agua, lo cual no fue fácil por no ser el cemento rápido de acción, pero si se consiguió al fin que no entrara muchas más de la que se podía devolver a la mar con las bombas.»

Ante la situación el Capitán convoco junta con los tres comandantes, en principio se acordó arribar a Ibiza, y tratar de encontrar a algún buque de la Armada, por ello navegó al rumbo 135 hasta las 19:00, pero no se consiguió avistar a ninguno (todo como es sabido por no llevar estación radiotelegráfica), el tiempo era bueno y si se mantenía arribarían sin problemas, pero a las 03:00 del 8, comenzó a soplar del ENE muy duro, llegando a mar gruesa, por las condiciones del casco obligaban a mantener un rumbo que no facilitara la precariedad de la reparación, de ahí que por haber rolado el viento, vario rumbo al 065, presentando al proa a la mar, al encontrarse de través con La Mola de Formentera, el Capitán vio era imposible hacerse arribar a Ibiza, por recibir la mar de través lo que a buen seguro hubiera destrozado el mamparo de cemento (que se mantenía a duras penas), al rebasar el Este de Ibiza, por haber disminuido el poder de la mar, ordenó virar y en ese momento la mar le venía por la aleta en buenas condiciones y los golpes de la mar no eran tan fuertes, por ello logro entrar en Ibiza a las 16:00 del mismo 8 de marzo, donde permaneció hasta el 12 seguido, para ser reparado al menos en mejores condiciones.

«A las 23:10 del 8, el Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada, informa al Almirante de las Fuerzas Navales del Bloqueo, que ha dado orden al jefe del sector naval de Levante, para que envíe a Ibiza el crucero auxiliar J.J. Síster para recoger tropas transporte Castillo Peñafiel. Envíe V.E. otro buque para recoger resto.»

Pero ya unos minutos antes el Almirante Jefe de las Fuerzas de Bloqueo al mismo mando (jefe del sector naval de Levante) le había comunicado: «Preferencia Absoluta (23:05-8 marzo) Envíe V.S. inmediatamente a dos cruceros auxiliares a Ibiza para recoger tropas del Castillo Peñafiel. Vapor tuvo 4 muertos y 25 heridos tropa por impacto artillería que le impiden continuar viaje.»

Y seguido el Almirante Jefe de las Fuerzas de Bloqueo al comandante de Marina de Ibiza: «Tropas que conduce Castillo Peñafiel deben desembarcar en Ibiza y estar listas para embarcar al primer aviso en dos buques que saldrán de Castellón. Enterrar muertos y trasladar heridos a Clínica Naval.»


Los buques enviados fueron, el crucero auxiliar J.J. Síster y el vapor Castillo Monforte, donde embarcaron los transportados en el Castillo Peñafiel, previo descanso del 9, bien merecido por todo lo pasado, salieron ambos el 10 rumbo a Castellón, donde arribaron a las 18:00.

Pero de nuevo en se lapso de tiempo, un nuevo radiograma del Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada, dirigido al Almirante Jefe de las Fuerzas del Bloqueo, le dice «Castillo Monforte en su viaje a Castellón transportando tropas debe llevar escolta.»

Sobre este radiograma, hay una nota a lápiz que dice: «A la hora de depósito (21:40) que figura en este radio, ya estaba el Monforte en Castellón y había sido escoltado por el Síster.»

Hay que dejar constancia, porque los días y horas a veces se nos olvida, por ser muchas y en muy poco tiempo, que el Almirante de la Flota no da en ningún momento nombres de buques, dejando la decisión al comandante del Sector Naval, por ser conocedor de los disponibles en cada momento, mientras que desde Burgos se indican cuáles deben ser. Saque el lector sus conclusiones.

De hecho hay un escrito que dice: «Haber sido él y el Estado Mayor de la Armada los responsables de haber rechazado las medidas de seguridad propuestas por el almirante D. Francisco Moreno que hubiesen evitado la pérdida del Castillo de Olite, el grave riesgo de hundimiento a que fue sometido el Castillo Peñafiel y el que ocurrieron todos los demás transportes aislados.» Alguien si salió de cuentas.

El vicealmirante Jefe de las Fuerzas de Bloqueo, en su parte de Campaña en el párrafo 12 dice: «Agradecería a V.E. que en otra ocasión se me deje manejar todos los elementos a mis órdenes. Con varias personas interviniendo en el mismo asunto, es expuesto a que ocurra el mismo caso del Olite. Mi idea al ordenarle al comandante del Vulcano que no saliese sin mi orden expresa, fue evitar que saliesen los vapores aisladamente y mucho más si no tenían radio.»

Según nos relata el capitán del buque, Teniente de Navío D. Celestino Aguirre Olózabal: «No puedo decir cuál de los batallones se distinguió en la eficacia de la defensa, pero sí puedo decir que el más castigado fue el de Infantería de Marina por la situación que ocupaba en el buque, pues los ataques de la aviación procuraban concentrarlos en el puente de mando donde me encontraba yo con los jefes de los tres batallones. El alférez ayudante de dicho Batallón (alférez provisional de Infantería de Marina D. Manuel Jordán) cayó muerto en el puente alto, donde se habían emplazado dos ametralladoras, estando en compañía de su comandante y otros oficiales. En el puente bajo se había emplazado dos ametralladoras a cada banda del mismo Batallón y en la de la banda de babor, vi caer heridos, uno tras otro a cuatro servidores de una de ellas que inmediatamente eran sustituidos por otros, hasta que un alférez ocupó el puesto y siguió disparando. Los cuatro muertos con que llegamos a Ibiza pertenecían a este Batallón.»

Por esta acción y en recompensa por la suerte sufrida, el Capitán del buque y los tres comandantes de Batallón, Barros, Enseñat y Mosquera, recibieron la Medalla Militar colectiva a la tripulación y a los componentes de los tres batallones, aunque eso sí, las recibieron el 24 de junio de 1941, un poco tarde, pero no quedo aquí el asunto, porque el 19 de marzo de 1947, se le otorgó la Cruz al Mérito Naval de 1ª al entonces teniente de Infantería de Marina D. Alberto Viñas Camps, por su heroica actuación en los hechos relatados.

En el mismo puerto de Ibiza se logró dar escora al buque, fue cuando se descubrió una brecha en forma de cruz, cuyos brazos tenían un metro de largo, se le encofró con cemento y al secar y estar firme, salió con rumbo a Palma donde se pudo por fin reparar correctamente, tardando seis días en ello, al finalizar el trabajo regreso a Castellón.

Al terminar la guerra, quedo en la Reserva Naval, hasta que fue creada la Empresa Nacional Elcano en 1942, quedando incorporado a ella, realizando múltiples servicios, transportando a lo largo de su vida en esta compañía un millón de toneladas y navegadas quinientas mil millas, dejando de estar activo en 1961 y desguazado en Castellón en 1962.

Notas


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