Melgarejo, Diego Biografia
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Biografía de don Diego Melgarejo
Capitán de Mar y Tierra español.
Vino al mundo en la ciudad de Jerez de la Frontera, donde su familia ya llevaba tiempo establecida, pudiendo ser a lo largo de la década de 1520 su fecha aproximada nacimiento.
Pertenecía a una muy noble familia y desde muy joven abrazó la carrera de las armas, en la que llegó a alcanzar muchos laureles.
Comenzó su servicio en la Armada, cuando ésta estaba a las órdenes de don Juan Tello de Guzmán.
Un tiempo después pasó al ejército de tierra, siendo destinado a los territorios españoles de la península itálica.
Posteriormente se le destino a los territorios de Flandes, estando a las órdenes, primero del duque de Alba y al ser sustituido éste, a las del duque de Medinaceli, que le sucedió en el mando.
Recibiendo honores por sus muy distinguidas acciones, en los combates en los que tomó parte, por su demostrado valor.
Ya con el grado de capitán, en el año de 1563 se destacó en las operaciones del socorro a Oran. Al año siguiente participó en la conquista del peñón de Vélez de la Gomera, en la que iba embarcado en las galeras del mando de don Álvaro Bazán, que a su vez estaba a las de don García de Toledo, volviendo a demostrar su gran valor.
Continuo embarcado en las galeras de don Álvaro, manteniendo frecuentes combates contra los turcos y regencias norteafricanas, hasta que llegó la petición de socorro del Gran Maestre de la Orden de San Juan de Jerusalén, el francés Parisot de La Valette a don Felipe II, pues ya le habían llegado noticias de que una escuadra turca con cuarenta mil hombres iba con rumbo a la isla de Malta.
Se reunieron todas las escuadras de España y hubo un consejo de guerra, en el que ninguno se ponía de acuerdo, viendo esto don Álvaro pidió la palabra y dijo: « . . .como todas las galeras no estaba al completo de dotaciones, propongo que se refuercen hasta alcanzar las sesenta unidades, dejando el resto aquí, embarcar a diez mil hombres y desembarcarlos en la isla con sesenta libras de pan cada uno en los sacos, que carne ya encontrarían en tierra. . .Allí se juntarían seguramente otras gentes de la isla, con lo que los turcos levantarían el asedio no osando aguardarlos. . . »
El conjunto de las escuadras estaba al mando de don García de Toledo, quien no estuvo de acuerdo con lo expresado por don Álvaro, pero iban pasando los días y nada se hacía, por lo que uno de ellos se levantó y dio la orden de seguir el consejo de don Álvaro, así se hicieron a la mar el día veintiuno de agosto del año de 1565, pero a los dos días de zarpar se levantó un temporal, que los devolvió a las costas de Sicilia, donde de nuevo se reunieron el día veintinueve, ordenando todos reparar inmediatamente las averías de sus buques, al mismo tiempo estuvo visitando a los generales don García, que tenían la moral por encima de las olas, consiguiendo no obstante levantarles los ánimos, de forma que zarparon casi inmediatamente de terminar las reparaciones y el día siete de septiembre a dos leguas de Malta la Vieja desembarcaban las fuerzas.
Éstas tenían ante sí unos acantilados que había que trepar por ellos, pero justo por este motivo los turcos no pudieron ver la llegada de la escuadra; los soldados sufrieron mucho para poder ascender aquellas terribles pendientes, ya que iban cargados como había dicho don Álvaro más todas sus armas, pero la sorpresa fue, que al aparecer en la cumbre las primeras compañías, entre ellas la de don Diego los famosos y temibles jenízaros en vez de ir a por ellos e impedir que tomaran posiciones, levantaron el sitio y se dieron a la fuga.
Bien es cierto, que el jefe de los turcos el famoso Dragut, que había estado cuatro años al remo en galera cristiana, había caído muerto de un certero tiro en la cabeza unos días antes, lo que había mermado considerablemente la moral de los turcos. Por lo que el desembarco dio fin al cerco y asedio a la ciudad, pudiendo ya desembarcar el resto de tropas cristianas en el mismo puerto, donde fueron recibidos por el Gran Maestre de la Orden de San Juan. Siendo Diego uno de los felicitados personalmente por él.
A principios del año de 1569 el Rey llamó a su hermano don Juan para que se hiciera llegar a la Península y combatir la rebelión de los moriscos en la ciudad de Granada, para ello se desplazó con la escuadra del mando de don Luís de Requesens, a la que debía de acompañar la de Nápoles al mando de don Álvaro de Bazán, la primera por un temporal tuvo forzosamente que quedarse en la Ciudad Condal, por lo que solo acudió a guardar las costas del reino de Granada las galeras de Nápoles. Al arribar desembarcó a las tropas y entre ellas estaba la compañía del mando de don Diego, la lucha fue dura porque un grupo de veinte mil irreductibles moros se mantuvo muy firme, lo que incluso se tradujo en algún pequeño descalabro, pero al final se pudo controlar la insurrección.
Debió continuar en los Tercios en las aguas de Nápoles y Sicilia, lugares muy a proteger por los constantes encuentros contra el creciente poder de la Sublime Puerta, volviendo a saber de él cuando estaba como capitán de una de las compañías del Tercio de don Miguel de Moncada, participando muy destacadamente en el combate naval de Lepanto, día que ha pasado a la historia, siendo el siete de octubre del año de 1571.
En el año de 1572 por su anterior muestra de valor en la guerra contra los moriscos sublevados en Granada y su inmejorable comportamiento en el combate de Lepanto, supo ganarse por su conducta el aprecio de sus jefes, como lo demuestra el hecho, de que el mismo don Juan de Austria en agradecimiento y confianza le entregará el mando de uno de los Tercios de Infantería a sus órdenes.
En el año de 1587, estaba al mando de las tropas de Jerez de la Frontera, que combatieron para evitar el desembarco del inglés Drake, que había puesto sitio a la ciudad de Cádiz, fue tan decidida su actuación derrochando tanto valor, que obligó al inglés a retirarse abandonando la ciudad y la bahía.
Falleció en el año de 1588, en un naufragio en la desembocadura del río Guadalete, mientras transportabas tropas.
Un personaje olvidado, que demuestra, que los españoles del XV y XVI, igual luchaban por tierra como por la mar.
Bibliografía:
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