Moreno y Jayme, Ventura Biografia
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Biografía de don Ventura Moreno Jayme
Jefe de Escuadra de la Real Armada Española.
Caballero profeso de la Militar Orden de Santiago.
Comendador de Viedma y Orcheta en la misma Orden.
Orígenes
Vino al mundo en la ciudad de Cádiz el día 14 de julio del año 1736, siendo la razón de nacer en ésta, por estar su padre destinado en la ciudad Departamental, pues era el capitán de navío don Blas Moreno y Zavala, y doña Leonor Jayme Vandin.
Hoja de Servicios
Sentó plaza de guardiamarina el día 20 de mayo del año 1752, en la Compañía del Departamento de Cádiz. Expediente Nº. 609.
En su periodo de embarque, lo realizó tanto por el Mediterráneo como por los océanos Atlántico y Pacifico, teniendo lugar su bautismo de fuego.
Ya graduado prosiguió sus navegaciones en diferentes buques y por diferentes aguas.
En el año 1773, ostentaba el grado de teniente de navío y sargento mayor de los Batallones de Infantería de Marina del Departamento de Cartagena.
En el año 1774, fue ascendido al grado de capitán de fragata.
Por Real orden del día 26 de mayo del año 1778, se le ascendió al grado de capitán de navío.
En el año 1779, al mando de su navío el San Nicolás, de 80 cañones, estuvo incorporado en la escuadra del teniente general don Luis de Córdova.
En el año 1780, ocupando el cargo de Mayor General de la escuadra, fue designado como fiscal en el consejo de guerra que se reunió a bordo del navío Santísima Trinidad, presidido por don Luis de Córdova, contra el marqués de Casa Tilly, para responder sobre su conducta durante la expedición llevada a cabo contra las colonias portuguesas de América.
En el consejo, después de largas deliberaciones se le exculpo al marqués, pero en el ánimo de la opinión publica, no ocurrió lo mismo.
En el año 1781 con el grado de brigadier, se le dio el mando del navío San Pascual, de 74 cañones, perteneciente a la escuadra de don Luis de Córdova, con la que navegó en la segunda campaña sobre el canal de la Mancha, el 22 de julio del mismo año se le entregó el mando de las fuerzas navales que escoltaron y protegieron la expedición del duque de Crillón, para efectuar la reconquista de Mahón.
Moreno recibió instrucciones reservadas, ordenándole «…que en caso de discordia en cualquier operación, haciendo presente bajo su firma al general del ejército las razones facultativas, que tuviese y sus ideas, debía ceder a lo que dijese, opinase o quisiese dicho general, aunque fuese exponiendo a perder los navíos y cuantas embarcaciones llevaba a sus órdenes »
El conde de Floridablanca, por su parte, decía Crillón: « V. V. no hará nada ahí ni en otra parte si no vive en perfecta armonía con los marinos; y no se le dé nada de lo que llama liga infernal de los terrestres…la desavenencia con el comandante de mar frustará todas las ideas actuales y futuras »
Las fuerzas de desembarco, eran de unos ocho mil hombres, que eran transportados en setenta y tres buques, que iban protegidos por dos navíos, dos fragatas, seis jabeques, dos bombardas, tres balandras, dos brulotes y otros buques menores.
Se formaron tres divisiones; la primera, a las órdenes de don Diego Quevedo, con la misión de bloquear el puerto de Mahón; la segunda: al mando de don Pedro Cañaveral, quien se dirigió contra Fornells y la Tercera: al mando de don Antonio Ortega, contra Ciudadela.
El desembarco se llevo a cabo el día 19 de agosto, dada la coordinación, se efectuó simultáneamente en los tres puntos.
Los que lo llevaron a cabo contra Mahón lo efectuaron en cala Mesquida y avanzando por la carrera entraron en la ciudad, realizando con la misma rapidez el movimiento de ocupación de los fuertes de Fornell y Ciudadela.
En estas acciones se distinguieron el capitán de fragata Salazar, el alférez de navío Liniers, el alférez de fragata Bouyón y el ingeniero Tevern.
Por la rapidez de los movimientos se capturaron doscientos hombres, ciento sesenta cañones montados y se sacaron del agua los arrojados por los británicos; se apresaron tres fragatas enemigas fondeadas al amparo de los fuegos del castillo de San Felipe, defendido por dos mil soldados y seiscientos marineros, estando todas estas fuerzas al mando del gobernador Jacob Murray.
La fortaleza de San Felipe capituló el día 4 de febrero; los atacantes se habían reforzado con cuatro mil hombres del ejército francés; el ataque en regla había comenzado el día 6 de enero, rompiendo el fuego a la vez ciento once cañones de sitio y treinta y tres morteros, a parte los montados en los buques; cayeron en poder de los atacantes trescientos seis cañones y cuarenta y un morteros, contando los que se recuperaron de la mar arrojados por los británicos; la guarnición perdió a mil hombres y los asaltantes sólo a ciento ochenta y cuatro con doscientos ochenta heridos. Las fuerzas enemigas, estaban compuestas por dos mil soldados y seiscientos marineros, estando todas estas fuerzas al mando del gobernador Jacob Murray.
Por Real orden del día 26 de febrero del año 1782, fue ascendido Moreno al grado de jefe de escuadra, por la recomendación del duque de Crillón, basadas en sus acertadas disposiciones en todas las operaciones y en las condiciones que se mantuvo la flota.
El día 25 de marzo ordenó la vuelta a Algeciras de la fuerza expedicionaria.
En el año 1782, estuvo al mando de las famosas baterías flotantes, cuando se llevó a efecto el frustrado ataque a Gibraltar; Moreno arbolaba su insignia en la Pastora, de 21 cañones, con setecientos sesenta hombres de dotación.
En la noche del día 12 se acercaron las flotantes remolcadas todo lo que les permitía su calado, quedando en dos líneas entre el Muelle Viejo y la Cortina del Baluarte Real; en la primera, estaban las de dos puentes y en la segunda las de uno, ocupando éstas los espacios que dejaban las primeras.
El fuerte viento del sur y la marejada privaron a las flotantes del apoyo de los buques de la escuadra y de las lanchas cañoneras y bombardera; hasta las 1400 horas estuvieron disparando las flotantes sin sufrir impactos de importancia; las bombas de la plaza rebotaban sobre su techumbre sin hacer mella en los costados; ya se calculaban en dos mil los proyectiles llamados « balas rojas » que habían sido disparados sobre las flotantes; de pronto se vieron salir llamas de la capitana y a continuación de la Tallapiedra, le siguió la San Cristóbal, al mando de don Federico Gravina y en pocos minutos, salvo alguna, todas estaban en llamas; los proyectiles incandescentes británicos habían causado al fin su terrible efecto.
Al principio el artificio anticombustible bastó, para que las flotantes no ardiesen, después las balas empotradas en el blindaje fueron carbonizando lentamente la madera, llegando a levantar un ine-xtinguible fuego; se hizo imposible el salvamento de estos vasos a pesar del esfuerzo realizado por apagar las llamas; pero en cambio las lanchas y botes de la escuadra realizaron lo imposible, aún y así tuvieron que trabar combate con las lanchas y botes, que desde Gibraltar salieron a rematar su trabajo, pero se encontraron enfrente con más botes y lanchas al mando del brigadier Curtis; entonces la confusión fue tremenda; los británicos salvaron a gran número de náufragos.
Las bajas de sus dotaciones fueron trescientos treinta y ocho muertos, seiscientos treinta y ocho heridos, ochenta ahogados y trescientos treinta y cinco prisioneros; las flotantes que no fueron incendiadas por los británicos lo fueron por sus propias tripulaciones, para evitar cayeran en sus manos.
Al firmarse la Paz entre los británicos y los españoles, Moreno se traslado a la Corte.
Estando en Madrid el día 16 de mayo del año 1784 «…pasaba por la calle del Espejo, cuando un caballero de Salamanca, llamado Manzano, que venía por la misma acera frente a Moreno y llevando su derecha, no quiso cedérsela al general, tuvieron unas palabras y echaron mano a la espada, de resultas del enfrentamiento Moreno cayo herido, falleciendo como consecuencia de ellas »
Cuando el Rey recibió la noticia, se dice que hizo el siguiente comentario: « Moreno tenía condiciones de general, pero ha muerto como un guardiamarina »
Bibliografía:
Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.
Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.
González de Canales, Fernando. Catálogo de Pinturas del Museo Naval. Tomo II, Madrid. 2000.
Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.
Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.
Terrón Ponce. José L.: El Gran Ataque a Gibraltar de 1782 (Análisis militar, político y diplomático). Ministerio de Defensa. Madrid, 2000. Premio Ejército 1999.
Válgoma y Finestrat, Dalmiro de la. Barón de Válgoma.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.
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