Ayolas, Juan de Biografia
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Pereyra, Carlos.: Historia de la América Española. ED. Saturnino Calleja. Madrid, 1924. | Pereyra, Carlos.: Historia de la América Española. ED. Saturnino Calleja. Madrid, 1924. | ||
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Revisión de 19:05 10 jul 2014
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Orígenes
Vino al mundo en la población de Briviesca, en la actual provincia de Burgos por 1493.
Hoja de Servicios
Don Pedro de Mendoza quería llegar al Río de la Plata, por lo que se puso a trabajar próximo a don Carlos I, con la intención de formar la expedición, lo que consiguió al firmar el Monarca una capitulación Real, que lleva firma del día veintiuno de mayo del año de 1534, por la cual se formaba la expedición demandada, con la intención de colonizar aquellas tierras.
Pero para que se vea como se conquistó y colonizó un gran territorio, trascribiremos parte del documento de la capitulación. Es digno de leerlo despacio y sacar conclusiones:
- «Se le nombra Adelantado, Gobernador y Capitán General de las tierras y tribus a conquistar en aquella región. . . . se le obliga a abrir caminos hasta su llegada al Perú y alcanzar la mar allende de la tierra, llevando animales domésticos y crías de caballos; considerar a los naturales como a iguales vasallos de la corona, sin distinción ninguna con los españoles; establecer para el gobierno del alma a la Orden de San Francisco; siendo costeado todo de su peculio personal, sin ningún gravamen para la corona.
- Había que fundar tres poblaciones como mínimo, con sus tres ayuntamientos, desde la boca del Río de la Plata hasta el límite de su concesión, partidos en nueve regiones cada uno, conservando en todos ellos la categoría y preeminencia de primer alcalde y Capitán General.» (Menos mal)
Como era costumbre de la época, al ser el Capitán General de alta alcurnia se le unieron otros muchos aristócratas; entre ellos: el General don Juan de Osorio, el alguacil Mayor Ayolas, los hermanos Cáceres, los capitanes, don Salazar de Espinosa, don Diego de Abreu, don Pérez de Cepeda y Ahumada, hermano de la después Santa Teresa de Jesús, más otros. Junto a ellos iban varias damas, unas esposas de los anteriores o sus hijas o sus hermanas, reuniendo en total treinta y un mayorazgos, y altos cargos.
La expedición estaba a su vez compuesta por catorce naos y carabelas con un total de dos mil ciento cincuenta hombres, la cual zarpó con buen viento del puerto de Sanlúcar de Barrameda el día veinticuatro de agosto del año de 1535, con rumbo a las islas Afortunadas. Al arribar a ellas se les unieron otros tres buques, con lo que ascendió la fuerza militar a mil ochocientos hombres.
Arribaron a la población de Río de Janeiro el día tres de diciembre. Aquí se produjo un juicio contra el caballero y capitán don Juan Osorio, a propuesta de Ayolas y Salazar, que le denunciaron días antes por conspiración, llegando don Pedro a la conclusión de sentenciarlo a muerte, acción que se ejecuto en el instante.
Según parece fue más por envidias, que por razones de peso, pero las largas ausencias de don Pedro de la cubierta, aún propiciaron más el que los dos demandantes se salieran con la suya. Lo que se tradujo en un mal estar entre las tripulaciones de lo que surgió lo inevitable, no viendo otra salida que las deserciones en masa de ella, llegando casi a malograr ya de entrada la expedición. (Eran tiempos duros y solo sobrevivían los espabilados, listos ó capaces)
Pasados dos meses exactos, el día tres [1] de febrero del año de 1536, como a media legua al Norte del Riachuelo de los Navíos, don Pedro de Mendoza fundó en el nombre del Rey de España, la primera fortificación de tapias ó primer edificio del futuro Buenos Aires, poniéndole este nombre por la devoción a la Virgen María de los Buenos Vientos, cuya imagen consagrada figuraba en la bitácora de todos los buques en el centro de la Rosa de los Vientos, para que fueran lo más propicios posibles a las demandas de las rutas a seguir.
El ritual de la fundación era un gran espectáculo, ya que todos estaban formados y vestidos con sus mejores ropajes, formando un gran círculo con las tropas y delante de ellas sus capitanes, entre ellos Ayolas; en su centro con todas sus galas don Pedro de Mendoza, se descubrió desenvainando su espada y con ella dando tajos en todas las direcciones, así como haciendo saltar las hierbas al paso de la espada, pronunciando al mismo tiempo un rezo, que era bendecido por los frailes, marcando con la punta desde el cielo hasta la tierra en círculos, para finalizar diciendo: «Estas tierras, este cielo y este mar, quedan por siempre para el Rey de España, en cuyo nombre tomo posesión de ellas»
Mientras, su segundo Ayolas había levantado un fuerte en Corpus Chirsti a orillas del río Paraná, siendo terminado en el mes de junio del mismo año de 1636, pues hasta aquí llegó buscando alimentos para la población de Buenos Aires y viendo que era un buen lugar se estableció allí.
Pero Mendoza comenzó a sentirse mal, por ello nombró a Ayolas teniente gobernador, dejando a Alvarado y Dubrin como refuerzo del fuerte de Nuestra Señora de la Buena Esperanza, así como encargos especiales para Pizarro y Almagro, por si don Pedro se volvía a la Península o le ocurría algo. Una vez terminadas todas estas previsiones, se puso de nuevo en camino a Buenos Aires.
Aún dio la orden de formar una nueva expedición, que subiendo por el Paraná alcanzaran el fuerte de Nuestra Señora de la Buena Esperanza, con la intención de reforzar con sus ciento cincuenta hombres este punto y así Ayolas estaría en mejores condiciones de preservar el lugar, arribó al lugar con dos bergantines y los hombres Irala, al que dejó al mando de treinta hombres, quedando los bajeles en el recién fundado puerto de Candelaria.
Todo porque supo por unos indígenas que la plata venía del O. razón por la que remontó el río, pero las tribus de los agaces y guaranís, le presentaron combate siendo vencidos y para demostrar su buena fe para ganárselos, fundó la población de Asunción (actual capital de Paraguay), dejando aparte de sus hombres continuando para alcanzar el Perú, al cual no consiguió alcanzar aunque sí parte del actual territorio de Bolivia.
Porque las altas temperaturas y sus pesadas armaduras, les obligaron a regresar retomando algunas fuerzas en Asunción y desde allí al puerto de Candelaria, donde se llevó la sorpresa de encontrarlo abandonado. Habiendo cruzado por dos veces el Chaco por primera vez los españoles.
Aquí descansaron, ya para siempre, pues al parecer fueron atacados por los indígenas de la tribu de los apayaguas y los mataron a todos, debiendo de suceder a finales del año de 1538 ó principios del 1539.
Mendoza ya muy agotado y al ver reforzada la escuadra con la llegada de don Gonzalo de Mendoza (su hermano), decidió regresar a la Península, para ello nombró a don Juan Ruiz Galán como su representante con sus mismos poderes, para Buenos Aires y la fortaleza de Riachuelo, hasta que Ayolas; al que se le enviaba mensajero para que regresase a Buenos Aires, llegara y tomara el mando.
Fue precisamente don Gonzalo de Mendoza, el que se puso al frente de una expedición recorriendo todos los puntos que Ayolas había ya pisado, al alcanzar el puerto de Candelaria en el Chaco, se pudo informar por un indio amigo de la tribu de los caracaraes, que los mencionados les atacaron y los mataron a todos, pero que eso ya hacía dos años que había sucedido.
Notas
- ↑ Según otras fuentes, esta fecha corresponde al día veinticuatro de enero, que también es correcta dependiendo de qué calendario hablemos. Éste es un típico error, ya que si nos fijamos entre una fecha y otra hay exactamente diez días, lo que significa, que en el año de 1536 la fecha fue el día tres de febrero, pero del calendario Juliano, al ser cambiado en el año de 1582, cuando el día 5 de octubre se convirtió en el 15 desaparecieron esos diez días, por lo que la fecha actual sería la mencionada en otras fuentes del veinticuatro de enero. Pero seguro que eso se escribió después del cambio del calendario. Aunque hay otros autores que escriben fueron los días dos y veintitrés de febrero, pero estos ya es muy seguro que no son los reales.
Bibliografía:
Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Sin iniciales del compilador.
Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 6. 1909, página, 1343.
Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Museo Naval. Madrid, 1973.
Pereyra, Carlos.: Historia de la América Española. ED. Saturnino Calleja. Madrid, 1924.
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