Benedetto Zaccarias, Mícer Biografia
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En el año de 1291, se encontraba ya retirado en su ciudad natal, pero de nuevo el Rey castellano requirió sus servicios, y como agradecimiento a su vuelta, se le entregó el título de Almirante, aunque ya lo había utilizado, pero ahora era oficialmente. | En el año de 1291, se encontraba ya retirado en su ciudad natal, pero de nuevo el Rey castellano requirió sus servicios, y como agradecimiento a su vuelta, se le entregó el título de Almirante, aunque ya lo había utilizado, pero ahora era oficialmente. | ||
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Cuando se hallaba en el sitio de la ciudad de Brujas, le llegó el aviso de que retornara a Génova, pues unos tropiezos de éstos en Siria, le obligaban a partir, para ponerse a las órdenes de su verdadero país. | Cuando se hallaba en el sitio de la ciudad de Brujas, le llegó el aviso de que retornara a Génova, pues unos tropiezos de éstos en Siria, le obligaban a partir, para ponerse a las órdenes de su verdadero país. | ||
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Revisión de 18:37 23 nov 2015
Biografía de don Mícer Benedetto Zaccarias
IX Almirante de Castilla [1]
Marino de origen genovés, al servicio del reino de Castilla.
Contenido |
Orígenes
Nació en Génova en el año de 1248. Como es normal en esta época, solo se le conoce, cuando ya había alcanzado una gran fama, ésta le provenía de haber vencido a la escuadra de la república de Pisa en el combate naval de Meloria.
Hoja de Servicios
Al ser conocedor el rey Sancho IV el Bravo, de esta hazaña, lo contrató, incorporándose Zaccarias con las doce galeras de su propiedad, para reforzar a las galeras que se habían construido ó reformado, en las atarazanas de la ciudad de Sevilla, por lo que su fama le convirtió en un eficaz aliado del Rey castellano.
Ya que el propósito del Rey era conseguir desquitarse, de la derrota sufrida hacía seis años, habiendo sido sufrida en tiempos de su padre el rey Alonso X El Sabio, por una escuadra castellana, que estaba asediando a Algeciras, pero que por falta de previsión se desataron en ella las enfermedades y con ello las desbandada de sus tripulaciones y fuerzas, lo que dejó a la escuadra sin tropas para defenderlas, por lo que fue aniquilada por el rey Aben Yusub, quien mando escoger sus mejores galeras, que en número de catorce, atacaron a la castellana y la deshicieron.
De ahí el empeño del Rey castellano, por lo que logró reunir una escuadra de cien velas, poniéndolas al mando de Zaccarias, con la orden tajante de buscar, encontrar y destruir a la escuadra norteafricana, ya que las naves de éstas tierras, cortaban el transito de los buques castellanos cargados de mercancías en el Estrecho.
El almirante castellano, se fue directos a ellos, al ser vistos; pero sabiendo la forma de combatir de los musulmanes, que consistía en atacar dos de sus naves a una contraria, abrumando por ambos lados a cada una de las castellanas; él se había anticipado dando la orden a sus capitanes de formar grupos, no dejando espacio entre galeras, con lo que los enemigos no podían separar a las castellanas, mientras éstas si podían atacar con superioridad de su infantería embarcada a sus contrarias, disminuyendo así la efectividad del ataque de los norteafricanos, pues conseguía el dividirlo y en parte anular sus intenciones.
A pesar de ello, varias galeras castellanas fueron arrastradas por la corriente y separadas del grueso de la escuadra, por lo que fueron fácilmente destruidas, ya que eran arrastradas hacia la costa, en la que el enemigo era totalmente superior y poco más podían hacer, al ser atacadas desde tierra y mar.
Pero el genio de Zaccarias y el valor de los castellanos, consiguió el imponerse finalmente, pues la victoria fue total sobre la escuadra de los norteafricanos.
Por lo que quedaron en poder de los castellanos, trece galeras enemigas, mientras que el resto fueron ó quemadas por inservibles ó se habían ido a pique, lo que proporcionó una gran cantidad de enemigos prisioneros y se lograr conseguir un gran botín.
Por efecto de esta grave derrota, los norteafricanos, que estaban poniendo sitio a Jerez, tuvieron que levantarlo, por lo que en si fueron dos victorias en una.
El Rey le dio orden a Zaccarias, de que organizase la escuadra de castilla, por lo que escogió a la ciudad de Sevilla y organizó también sus atarazanas, llegando a tener tanta fama, que se les concedió unas tierras colindantes a la capital, para que formando un barrio se construyeran sus propia ciudad y llegaron a ser conocidas las tripulaciones, como los «zacarías»
En el año de 1291, se encontraba ya retirado en su ciudad natal, pero de nuevo el Rey castellano requirió sus servicios, y como agradecimiento a su vuelta, se le entregó el título de Almirante, aunque ya lo había utilizado, pero ahora era oficialmente.
Por lo que en el año de 1292, volvieron a verse las caras los mismos contrincantes y con fuerzas parecidas.
La escuadra castellana, estaba cruzando con rumbo a Tánger, pero en la parte contraria se encontraba una escuadra de veintisiete galeras norteafricanas, que se les lanzaron a remo forzado encima, pero la rápida reacción de los castellanos. Les proporcionó una nueva victoria, pues cayeron en sus manos trece de las galeras enemigas, las cuales fueron llevadas en triunfo a la ciudad de Sevilla.
Esta victoria, propició que el Rey castellano, pusiera sitio a Tarifa, para ello reunió una gran escuadra, pues se encontraban todas las galeras de Castilla, las de Génova, algunas naves de las del mar Cantábrico y once galeras del reino de Aragón, al mando de Berenguer de Montoliu, por lo que la plaza fue rendida a lo largo del año de 1293.
Por deferencia del Rey castellano a la ayuda del aragonés, realizó lo mismo que con los genoveses, pues les dio terrenos, para que se construyeran sus propias casas, así se encontrarían al igual que en su reino de procedencia, formando con ello un barrio a parte del resto, como ya tenían los genoveses.
En el año de 1294, Zaccarias pidió le fuera concedido su cese como almirante de Castilla, lo cual le fue otorgado y libre de ese cargo regresó a su ciudad natal.
En el año de 1296, fue requerido por el Rey de Francia, quien le otorgó el cargo-grado de «amiral général», por lo que con el mando supremo, reorganizó la escuadra francesa, creando al mismo tiempo el primer arsenal de esta nación, ya que la intención de monarca francés era la de bloquear el reino de Inglaterra.
Cuando se hallaba en el sitio de la ciudad de Brujas, le llegó el aviso de que retornara a Génova, pues unos tropiezos de éstos en Siria, le obligaban a partir, para ponerse a las órdenes de su verdadero país.
En el año 1301, intentó el que se declarara como cruzada, por el papa Bonifacio VIII, el intento de reconquista de Trípoli que Zaccarias propugnaba, pero el rechazo del Papa le impidió el poder llevar a cabo esta acción de guerra, en la que él tenía puestas muchas esperanzas.
Por lo que desanimado, pero consecuente, se quedó con su escuadra como salvaguarda de los intereses cristianos, en la isla de Scio.
A partir de aquí se le pierde, por lo que durante seis años de su vida no se sabe nada, pues lo único que se sabe con certeza es que su fallecimiento, ocurrió a lo largo del año 1307.
Lo que casi nos confirma, por la experiencia de la falta de datos en estos aspectos, de la mayoría de los biografiados de esta época, que debió regresar a su ciudad natal, y en ella de alguna forma, figura en algún documento la fecha del óbito, ya que no es posible saberla con esa exactitud, dados los precarios sistemas de anotaciones y registros, siendo con casi total seguridad algún documento eclesiástico.
Notas
- ↑ Nombrado por el rey Sancho IV.
Bibliografía:
Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Sin iniciales del compilador.
Fernández Duro, Cesáreo.: La Marina de Castilla. Desde su Origen y Pugna con la de Inglaterra, hasta la Refundición en la Armada Española. Madrid. 1894.
Montero Sánchez, Antonio.: Compendio de la Historia de la Marina Militar de España. Rivadeneyra. Madrid, 1900.
Ortíz de Zúñiga, Diego.: Anales Eclesiásticos y Seculares de la Muy Noble y Muy Leal ciudad de Sevilla. Guadalquivir S.L. 1988. Edición Facsímil de la Imprenta Real, Madrid, 1795-1887.
Salas y González, Francisco Javier.: Marina Española de la Edad Media. Imprenta Ministerio de Marina. Tomo I, 1925, 2ª Edición. Tomo II, 1927. Edición póstuma.
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