Perez de Guzman y Urzaiz, Pedro Biografia
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VV. AA.: Las campañas de Marruecos 1909-1927. Almena. Madrid, 2001. | VV. AA.: Las campañas de Marruecos 1909-1927. Almena. Madrid, 2001. | ||
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'''Aclaración:''' No nos gusta compilar estas biografías porque no cumplen la norma de la Real Academia de la Historia, que no es otra, que no se considera Historia Contemporánea, si no han transcurrido los cincuenta años preventivos desde la fecha de fallecimiento del biografiado. Pero por complacer a un compañero se ha hecho lo posible, intentando no entrar en temas —calientes— para evitar descalificaciones, que a buen seguro el biografiado tampoco las toleraría. Pero, sin dejar de llamar las cosas por su nombre. | '''Aclaración:''' No nos gusta compilar estas biografías porque no cumplen la norma de la Real Academia de la Historia, que no es otra, que no se considera Historia Contemporánea, si no han transcurrido los cincuenta años preventivos desde la fecha de fallecimiento del biografiado. Pero por complacer a un compañero se ha hecho lo posible, intentando no entrar en temas —calientes— para evitar descalificaciones, que a buen seguro el biografiado tampoco las toleraría. Pero, sin dejar de llamar las cosas por su nombre. | ||
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Revisión de 16:55 18 oct 2011
Biografía de don Pedro Pérez de Guzmán y Urzáiz
Almirante honorífico de la Real Armada.
Vino al mundo en la ciudad de Huelva el día dieciséis de junio de 1901.
Se presentó a examen y aprobándolo pasó a la Escuela Naval Militar, sita entonces en la población de San Carlos, comenzando su carrera en el año de 1916.
En el año de 1918 paso el examen de aspirante a guardiamarina, consiguiendo su despacho de oficial y su grado de alférez de fragata en el año de 1920. Pasando a embarcar en diferentes unidades de la escuadra, que en estos momentos estaba alcanzando sus máximos la guerra contra el insurrecto Abd-el-Krim, el cual había conseguido levantar a casi todas las kabilas del Rif en contra de España, por lo que la Armada se mantenían en alerta constantemente en estas aguas.
Precisamente en el año de 1921 se sufrió el llamado desastre de Annual, en el que perdieron la vida en dos semanas unos ocho mil españoles, a Guzmán le sorprendió esta acción militar a bordo del cañonero Laya, cuando ya se encontraba en misión de apoyo al ejército.
Observando desde el buque la posición extrema en que se encontraba Sidi Dris, su comandante el capitán de fragata don Francisco Javier de Salas, pensó en enviar una pobre ayuda, pues eran solo dieciséis hombres con tres ametralladoras de los que podía desprenderse, ordenando arriar el bote del buque y puestos a las órdenes de Guzmán alcanzaron la costa él un suboficial y catorce marineros (ya que este punto no era playa y el desembarco no era tan fácil, por la cantidad de roca y pequeña que le sirve de fondo), esto ocurría el día dos de junio del mismo año.
Consiguieron llegar a la primera línea en un momento ya muy crítico, por lo que a pesar de ser pocos se logró que algunos enemigos metieran la cabeza en tierra, estos fueron reforzados y se lanzaron en un furioso ataque final seguros de su victoria, pero en la posición habían cuatro cañones de pequeño calibre que estaban callados, porque su oficial al mando estaba herido y no podía dirigir el fuego, razón por la que Guzmán tomó el mando de ellos, ordenando poner las espoletas a cero de las granadas, abriendo fuego sin parar y lo más rápidamente posible, como el enemigo iba a descubierto solo la primera vez que estallaron cayeron muchos, pero no se habían rehecho del primer impacto cuando ya tenían la segunda descarga encima, lo que les bajó la moral y comenzaron de entrada a buscar refugio entre las rocas, pero las piezas no paraban de tirar, produciendo una barrera de artillería imposible de pasar, a pesar de lo cerca que estaban, ya que no habrían más de veinticinco metros.
Ordenó bajar las bocas de los cañones y proseguir el fuego, por lo que ahora había proyectil que explotaba a pocos centímetros de las cabezas de los moros, de nada les servía protegerse con las piedras y maleza, así que cuerpo a tierra fueron retrocediendo, cuando calculó que ya estaba algo más lejos, se volvieron a levantar las bocas y los proyectiles se graduaron a un segundo, dando la sorpresa de acertar de pleno en casi toda la línea, lo que ya produjo una desbandada de los kabileños, respondiendo éstos ya solo con los fusiles desde lejos.
Por esta indiscutible acción perfectamente llevada a buen término, se le concedió su primera Medalla Militar en el mismo mes de julio del año de 1921, y la Armada, algo más lenta en el mes de agosto siguiente le condecoró con la Medalla Naval. (Estas condecoraciones eran las máximas por ejército y solo superada por la Cruz Laureada de San Fernando) Por la misma razón, se le ascendió al grado de alférez de navío en el mismo año, por méritos de guerra.
El día diecisiete, se produce el ataque a la posición más avanzada de Igueriben, que lo estaba sufriendo ya desde el día tres, pero éste día consiguen entrar en la posición los moros salvándose solo un oficial que fue hecho prisionero, a continuación viene el ataque a Annual y todos sabemos que aquí comenzó el gran desastre con el mismo nombre de la posición, lo que obligó a ir agrupándose a los miembros de unas posiciones en otras para hacerse más fuertes, esto causo el efecto contrario, ya que los moros entendieron que era una huída total, lo que les levantó la moral convirtiéndose en invencibles a pesar de la gran cantidad de bajas que sufrían.
El día veintitrés le tocó el turno de soportar el ataque a la posición de Sidi Dris, que al principio por el apoyo de la escuadra, pues se había concentrado el crucero Princesa de Asturias, al mando del capitán de navío don Elíseo Sánchez Quesada, continuaba el cañonero Laya y el día anterior se había incorporado su –hermano- el cañonero Lauria,al mando del capitán de fragata don Tomás Calvar Sancho, quienes con su fuego consiguieron parar a las harkas rifeñas, pero estos convencidos de su victoria, prosiguieron añadiéndose más y más moros, lo que le llevó a don Elíseo a tomar la determinación de abandonar la posición, ya que ni a cañonazos era posible parar la marabunta cargada al máximo de odio, siendo esto comprobado a lo largo de todo el día veinticuatro.
Se comunica a los hombres de la posición que al día siguiente veinticinco de junio, a las 12:00 horas comenzará el bombardeo de los buques para cubrir con su fuego el reembarque de las tropas. Así se había preparado, pero sin conocimiento de nadie a las 10:00 horas las fuerzas de la policía indígena comienzan a abandonar la línea de defensa, lo que debilita el frente, pero el resto al ver que son abandonados, les imitan abandonando la posición sin tomar medidas de protección.
Al ver esta acción, el Laya se aproxima lo máximo posible a la costa para mejor acertar en los blancos, pero al hacer esto el crucero y su compañero se quedan sin ángulo de tiro, al mismo tiempo se arrían todos los botes disponibles, para intentar en la difícil costa recoger a los máximos posible, el crucero avanza unos cables para obtener mejor posición de fuego, mientras que el cañonero comienza a ciar con la misma intención, pero mientras todo esto sucedía, los moros envalentonados comienzan a abrir fuego y sin temor a la artillería a que le cause bajas se precipitan sobre la trinchera.
El último en abandonar la posición, disparando una de las ametralladoras es Guzmán, pero el resultado fue horroroso pues de los casi trescientos efectivos de la posición, solo veinticinco llegaron a salvo al cañonero Laya. Por esta decidida acción se le vuelve a condecorar con la segunda Medalla Naval, pero está se retraso al mes de abril del año de 1923. Y de la dotación del cañonero fallecen el alférez de navío don José María Lazaga Ruíz y cinco marineros, pues su distancia de tierra estaba totalmente bajo el alcance de la fusilería mora.
Una vez a bordo los hombres que se habían salvado de la posición, los buques ponen rumbo a Sidi Hassain o Afrau, presentándose en su costa al día siguiente, con la ventaja de que ésta sí que era arenosa, la acción de los buques es igual a la anterior, pero también ocurre que la tropa sin orden comienza a abandonar el lugar, solo que por la experiencia anterior don Elíseo había dado la orden de ir arriando los botes con anterioridad, para que navegaran a sotafuego protegidos por los cascos de sus propios buques, por lo que el fracaso no fue tan abrumador como en Sidi Dris, ya que los botes en cuanto se pararon los buques salieron con rumbo a la playa, lo que facilitó el embarque de al menos los primeros, siendo rescatados ciento treinta hombres. Pero de nuevo el Laya se acercó tanto que cayeron muertos en su cubierta otros dos marineros de su dotación.
Las dos medallas primeras, se las impuso S. M. don Alfonso XIII en las cercanías de la Torre del Oro de Sevilla, tras una brillante ceremonia en el año de 1922. Mientras el cañonero, pasó a reparar los múltiples impactos recibidos en las dos acciones. Al año siguiente se le reconoció la segunda Medalla Naval y se la impuso el Rey, pero estas vez ya en la capital, Madrid.
Al proclamarse la 2ª República y proceder su Gobierno a la reestructuración de las Fuerzas Armadas, cuando le llegó el turno de elegir, corriendo el año de 1933 decidió se le diera de baja del servicio siéndole aceptado sin problemas, por lo que se retiró a su casa natal en la ciudad de Huelva.
Al tenerse las primeras noticias del levantamiento de las tropas de África, el Gobernador Civil de Huelva como medida preventiva ordenó detener a todos los que él sabía o pensaba que podían servir de ayuda a los sublevados, entre ellos se encontraba Pérez de Guzmán, que fueron llevados al buque prisión Ramón, pero la reacción de los marinos y militares en la ciudad de Cádiz, pronto hizo ver a todos que estaban en muy mala situación, ya que el general bilaureado don José Enrique Varela y muchos marinos estaban tomando poblaciones sueltas, bien a la fuerza con la ayuda de la marinería y Guardia Civil, bien porque en ellas habitaban familias ilustres con un gran ascendente sobre la población y las autoridades.
Conocedor el Gobernador Civil de que ya fuerzas de los sublevados, se aproximan a la ciudad, ordena la puesta en libertad de todos los presos preventivos. Un par de días después entran una mezcla de tropas, que van desde los Tercios de requetés andaluces rápidamente organizados con los nombres de San Rafael y Nuestra Señora de la Victoria de Málaga, pasando por miembros de la Guardia Civil, infantes de Marina de la Carraca, alguna unidad suelta tipo compañía del Tercio y Banderas de Falangistas. Algunas de estas unidades organizada por el alcalde de Sevilla señor Carranza.
En el mismo momento y para completar un Tercio del requeté, se crea el de la Virgen del Roció, siéndole entregado el mando a don Pedro Pérez de Guzmán, un muy corto periodo de instrucción y se ponen en marcha formando parte de la Columna del comandante Redondo, pasando a tener el nombre oficial de 3º Batallón de Requetés del Sur, junto a sus dos Tercios hermanos, poniendo a la cabeza de estas unidades a don Pedro, pasando a ser denominada como a lo largo de toda la guerra se hizo con este tipo de unidad militar, la Columna de Pérez Guzmán.
Puestos en camino se abalanzan sobre la población de Gibraleón, siendo tomada con facilidad, pasando a Lepe, que por la rapidez del movimiento cae también en su poder, le sigue Cartaya, Ayamonte e isla Cristina, como todo ocurría tan velozmente, se fueron en dos columnas a la cuenca minera de Thersis, que siendo envuelta por dos lados al mismo tiempo, a pesar de intentar mantenerse firmes los milicianos presentando unos duros combates, no pudieron hacer frente al movimiento de tropas y al quedar aislados por completo de todas las poblaciones de las que podían recibir alguna ayuda, optaron la rendición, pues alguien debió pensar que ya estaba todo perdido.
En varias de estas poblaciones la Guardia Civil se encontraba en sus casas cuartel sin decidir quién era el que mandaba, pero al ver que ya era segura la victoria, siempre se pusieron de parte de los alzados. Conseguidos los objetivos, la misma Guardia Civil se mantuvo en sus misas casas cuartel, pero esta vez con alguna unidad suelta de apoyo de los sublevados, de esta forma aseguraban la conquista y el resto podía seguir sus operaciones. Los Tercios regresaron a Huelva a reponerse, siendo en ese momento nombrado don Pedro Comandante de Marina del puerto de su ciudad.
Pero por orden superior del día diez de octubre del año de 1936 vuelve a tomar el mando del Tercio del Rocío, ya que la necesidad imperiosa ahora estaba en tener fuerzas en el ejército, por lo que lo hace efectivo el día quince de octubre siguiente, al incorporarse con su Tercio al resto de unidades de este tipo bajo las órdenes y columna del comandante Redondo, la cual se pone en marcha el día veintitrés siguiente a la población de Espejo y Castro del Río, pero por informaciones recibidas de pasados de bando, no se piensa llevar a toda la Columna, dada la escasa fuerza de los enemigos, por lo que los Tercios no interviene y se queda de cuartel en la población de Espejo hasta finales del mes de noviembre.
Las Columnas eran flexibles en su formación, pues se organizaban y desorganizaban dependiendo de las necesidades, por ello cuando se piensa en atacar a la ciudad de Jaén se vuelve a incorporar a la Columna Redondo, después de los duros combates siempre en las grandes capitales, se consigue vencer la resistencia y por fin logran la victoria, la cual como siempre se celebraba con un desfile, que tiene lugar el día diez en la ciudad de Córdoba.
A su Tercio, se le incorporan una compañía del requeté de la ciudad de Granada y el primer Tercio del requeté de la misma Córdoba, quedando ya casi como una unidad completa de tipo regimiento, que no es otra cosa que el Tercio, dividido en tres banderas o batallones. Participa en la toma de la población de Cañete de la Torres, luego se intenta tomar la población de Bujalance y el ataque fracasa, por lo que se les da la orden de ponerse en camino a Valenzuela, pasando a formar parte de la Columna de Gómez Cobian, siendo acompañado ahora en la retaguardia por unidades del Tercio de San Rafael de Córdoba y el de Nuestra Señora de la Merced, organizado en Jerez, todos bajo el mando de don Pedro. Reforzadas así las unidades se vuelve a atacar a Bujalance, que esta vez no puede soportar la fuerza que se le enfrenta y el día veinte de diciembre entran victoriosos, pero la guerra continua, ya que el día veintidós entran casi sin resistencia en la población de Pedro Abad.
Continúa el avance, ya que el día veinticuatro están en las afueras de Montoro, en esta población estaba la Brigada Internacional nº 14, pues la llegada de estas unidades aparte de que la mayor parte se destinaron a proteger Madrid, otras se enviaron a intentar frenar el avance continuo de las tropas sublevadas, pero dada su poca o nula instrucción, al enfrentarse a unidades ya fogueadas, el resultado fue que la mencionada brigada, prácticamente dejara de existir. Pero como siempre hicieron, lanzaron un ataque en el que sufrieron grandes pérdidas, aguantando hasta el anochecer momento propicio para protegidos por las sombras, abandonar las posiciones y el material para huir más ligeros.
Continuó unida la fuerza en la columna Redondo, en la que ya los Tercios estaban casi al completo a pesar de las pérdidas, pero como se unían más a cada pueblo recuperado, las incorporaciones eran superiores a las pérdidas. Está vez se le da el mando de los Tercios del Rocío, San Rafael y Nuestra Señora de la Merced, para ocupar la posición del ala derecha de la Columna en el ataque a la población de Lopera, una vez todos en sus posiciones Redondo da la orden de avanzar.
Es el día veintisiete de diciembre del año de 1936, comenzó el ataque y la resistencia era muy fuerte, pero como siempre poco importaba, llegando el momento en que el Rocío casi se queda rodeado, Guzmán se da cuenta y le ordena retroceder hasta la carretera de Villa del Río, a pesar de ser un punto muy batido por el enemigo, se llega al anochecer y el combate continua, pero no ya a tiro, sino a la bayoneta en incluso al cuerpo a cuerpo, sobre la media noche ceden los enemigos y se retiran a sus trincheras.
A la mañana del día siguiente se ordena por el mando superior, efectuar un ataque frontal de todas las unidades excepto el castigado Rocío, con la intención de ganar unos metros consiguiendo mejores oposiciones, lo cual se lleva a efecto mejorando la situación de toda la línea atacante.
Se vuelven a reunir todos los Tercios de requetés en el flanco derecho, mientras que en el centro se queda de protección el batallón de Cádiz, al atacar los Tercios por el lugar ordenado, los enemigos se dan cuenta que el batallón se ha quedado solo, lo que aprovechan para lanzarse sobre él, visto por Guzmán, le ordena a uno de sus tercios que ayude al batallón, pero esto había que hacerlo casi al descubierto del fuego enemigo, lo que produjo una gran cantidad de bajas, dando la orden de suspender el ataque a sus otros dos Tercios, pero manteniéndose en las posiciones ganadas.
Sobre media tarde, llegan los refuerzos de la Columna del Coronel Álvarez de Rementería, relevando con una de sus unidades al medio deshecho Rocío, que una vez más estaba en las más avanzadas posiciones, reforzado durante la noche todo el frente, al día siguiente, treinta se lanza el ataque después de que dos baterías de artillería, una de 75 m/m y otra de 105 m/m estuvieran batiendo las posiciones más duras del enemigo, con lo que ablandadas las fuerzas y la moral ese mismo día sobre las 14:00 horas entran en la población de Lopera las tropas sublevadas.
Tomada esta población se dirigen a tomar Porcuna, pero como el Rocío no era ya una unidad militar, se le despliega en guerrilla junto a un tabor de regulares, que tienen que ascender por unas paredes de piedra, puesto que la población estaba en lo alto de un promontorio, y por éste lugar lo daban por imposible ser atacados dadas las dificultades de ascender por él y menos con armamento, por peso y estorbo, pero la maniobra de distracción la estaba realizando la Columna, que se iba aproximando por la carretera a la vista de todo el pueblo y sus defensores, añadiendo para llamar la atención cantos de guerra, lo que produjo el efecto deseado, ya que cuando se dieron cuenta tenían en la espalda a casi mil hombres, por lo que no tenían otra opción que la rendición, ocurriendo esto el día uno de enero del año de 1937. Por ésta y las anteriores acciones el Tercio de la Virgen del Rocío se le otorgó la Medalla Militar colectiva.
Por la misma razón a su comandante en jefe, se le otorgó la segunda Medalla Militar y sobre todo, por la acertada ayuda prestada al batallón de Cádiz que se encontraba casi ya desbordado, impidiendo al enemigo ganar algo y con ello más moral de combate. Le fue reconocida la Medalla por O.C. de veintidós de junio de 1939, B. O. nº 235.
Continuó por un tiempo al mando de sus Tercios interviniendo en varios combates más, como los de la ciudad de Córdoba, las poblaciones de Villanueva del Duque y en las de Cámaras Altas, todas ellas en la ofensiva sobre Pozoblanco, después de otros combates pasaron a la toma de Peñarroya, donde también sufrieron muy duros combates a la bayoneta y sufriendo muchas más bajas. Por estos combates el Tercio de la Virgen del Rocío ganó de nuevo su segunda Medalla Militar colectiva.
Por Orden del día dieciocho de junio del año de 1937, firmada por el Almirante Jefe de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire del Bloqueo del Mediterráneo, para que se presente en el cuartel general, para ello el día veintiuno siguiente embarca de transporte en el crucero Canarias que lo desembarca en Palma de Mallorca, allí se le otorga el mando de las recientemente recibidas lanchas rápidas torpederas (1), denominada Flotilla de Lanchas Torpederas con las que se mantuvo con base en Ibiza, llevando a cabo frecuentes ataques al torpedo contra los buques de bandera extranjera o republicana para impedir su arribada con sus mercancías y materiales de guerra, permaneciendo un tiempo a su mando, al finalizar su mando de la Flotilla por su gran trabajo realizado se le ascendió al grado de capitán de corbeta.
Siéndole posteriormente ordenado abordar el crucero nacional armado Mar Cantábrico, que era el buque insignia del Almirante Jefe de las Fuerzas del Bloqueo, por lo tanto el buque insignia de la marina nacional, tomando el cargo de segundo comandante, que por el buque no era ni para ser comandante, pero por lo que en sí llevaba a bordo era casi el más importante de la escuadra, aunque no dejaba de ser un mercante armado con seis cañones de 152 m/m y otros más pequeños, pero con todo el Estado Mayor de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire del Bloqueo del Mediterráneo.
Al finalizar la guerra se le otorgó un puesto en el Estado Mayor del Departamento de Cádiz, recibiendo la noticia de su ascenso a capitán de fragata y con ella su nuevo destino, como comandante Militar de Marina de Algeciras, en la que permaneció poco tiempo, ya que la Armada empezaba a funcionar casi normalmente y él ya había cumplido con su deber, así que pasó a su anterior situación de retiro.
Pasados unos años, cayó en manos del Ministro su expediente y por curiosidad lo repasó, cayendo en la cuenta de que era poseedor de dos Medallas Navales y dos Medallas Militares, lo que en pocas palabras venía a ser algo parecido a estar condecorado con una Laureada.
Preparó un expediente para el Generalísimo con una serie de ascensos como premio tardío a su gran carrera, pues era corta en tiempo, pero no en hechos y estos son los que de verdad demuestran la valía personal. Bien es cierto que el Caudillo se lo pensó un tiempo (como solía hacer con casi todo), pero al final firmó el Decreto Ley.
El cual ordenaba, que: « Se le ascendía al grado de capitán de navío, por la Medalla Militar concedida en el mes de julio del año de 1939. Se le ascendía al grado de contralmirante honorifico, por la Medalla Militar concedida en el mes de julio del año de 1921. Se le ascendía al grado de vicealmirante honorifico, por la Medalla Naval concedida en abril del año de 1923. Se le ascendía al grado de almirante honorífico, por la Medalla Naval concedida en el mes de agosto del año de 1921 »
Falleció el día veintiuno de junio del año de 1979, en la ciudad de Sevilla.
Al dejar la Corporación en el año de 1933, se dedicó a defender sus ideas, puesto que se suponía que España era una Democracia.
En el año de 1935, junto al gran rociero don Pedro Bueno Bautista, el sacerdote don Luís Calderón Tejero, el seglar don José Espinosa de los Monteros y don Pedro, fundaron la Hermandad de la Virgen del Rocío de Bonaire, a partir de aquí se hacía una romería en varias ocasiones al año.
Al mismo tiempo, viendo que la única forma de combatir a los políticos y sus desmanes era hacerse político, se afilió a la CEDA y en las últimas elecciones generales de la 2ª República, celebradas entre los días dieciséis al veintitrés de febrero del año de 1936, sacó la última posición electiva por ser el sexto de los diputados correspondientes a la ciudad de Huelva, ganando el escaño con sesenta y seis mil seiscientos dieciocho votos.
Lo de ocupar la alcaldía de su ciudad está algo confuso, pero parece que muy pronto después de terminada la guerra y ya cuando en España empezaba a aclararse el horizonte, se le entregó. Hay un dato; pues autorizó el corte del mejor ciprés del término municipal, para que fuera esculpido un Cristo para un paso de la Semana Santa, el dicho Cristo salió por primera vez en la del año de 1948, lo que casi nos puede afirmar, que como poco desde el año 1947 ya era alcalde de Huelva. Continuó en el cargo seguro, porque por las elecciones del día trece de mayo del año de 1949, por ser alcalde (por la circunscripción local) obtuvo escaño en las Cortes en la legislatura de 1949 a 1952 y a buen seguro que continuó en el cargo, pero no podemos afirmar más que lo hemos encontrado.
(1) Las lanchas fueron recibidas mediado el año de 1937, pero como la campaña del Norte no había terminado, llegaron a la bahía de Palma de Mallorca en espera de poder ser utilizadas, las primeras en llegar fueron la Badajoz, ex S-1, Falange, ex S-2, Requeté, ex S-4 y Oviedo, ex S-5, de las que estuvieron en activo pocas veces todas, de hecho la flotilla la componían la Badajoz, Requeté y Oviedo, quedando la Falange como buque de instrucción con base en Palma de Mallorca y la flotilla paso a la isla de Ibiza. A su vez la Oviedo, tuvo que entrar en reparaciones en el mes de agosto, permaneciendo en ellas hasta la primera quincena de diciembre, la Badajoz tuvo que pasar las misma revisión dejando el servicio activo el día diecisiete de noviembre del mismo año de 1937, incorporándose de nuevo el día cinco de febrero del año de 1938.
Bibliografía:
Aguilera, Alfredo y Elías.: Buques de Guerra Españoles 1885-1971. Editorial San Martín. Madrid, 1968. Premio Virgen del Carmen de 1969. Segunda edición 1972.
Bernabé Copado, S. J. P.: Con la Columna Redondo. Combates y conquistas. Imprenta de la Gavidia. Sevilla, 1937.
Cerezo Martínez, Ricardo.: Armada Española del siglo XX. Ediciones Poniente. Madrid, 1983.
Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1987. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.
Jane’s Fighting Ships. 1939. David & Charles. 1971.
Martínez Bande, José Manuel.: La Campaña de Andalucía. Tomo III de las Monografías de la guerra de liberación. Servicio Histórico Militar. Madrid, 1969.
Martínez Friera. Coronel.: Las Batallas de España en el Mundo. Editorial Gran Capitán. Madrid, 1950.
Moreno de Alborán y de Reyna, Fernando y Salvador.: La Guerra Silenciosa y Silenciada. Historia de la campaña naval durante la guerra de 1936-39. Impreso en Gráficas Lormo. S. A. 1998.
VV. AA.: El Buque en la Armada Española. Sílex. Madrid, 1981.
VV. AA.: La Guerra Civil Española 50 años después. ED. Labor. Barcelona, 1985.
VV. AA.: Las campañas de Marruecos 1909-1927. Almena. Madrid, 2001.
Compilada por Todoavante. ©
Aclaración: No nos gusta compilar estas biografías porque no cumplen la norma de la Real Academia de la Historia, que no es otra, que no se considera Historia Contemporánea, si no han transcurrido los cincuenta años preventivos desde la fecha de fallecimiento del biografiado. Pero por complacer a un compañero se ha hecho lo posible, intentando no entrar en temas —calientes— para evitar descalificaciones, que a buen seguro el biografiado tampoco las toleraría. Pero, sin dejar de llamar las cosas por su nombre.