Bustillo y Gomez de Arce, Jose Biografia

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Biografía de don José Bustillo y Gómez de Arce

Jefe de escuadra de la Real Armada Española.

Marqués del Castañar.

Caballero de la Militar Orden de Santiago, cruzándose en el año de 1765, a la que ya pertenecían casi todos los varones de su familia.

Vino al mundo en la comarca de Toranzo de la población de Vargas, actual provincia de Santander, a lo largo del año de 1725, siendo sus padres don Ventura de Bustillo Herrera y de su esposa doña Ana Gómez de Arce.

Se le concedió al Carta Orden, sentando plaza de guardiamarina en la Compañía del Departamento de Cádiz, única existente entonces el día cinco de octubre del año de 1740. Expediente N.º 329.

Al terminar sus estudios teóricos, paso a los prácticos embarcándose en el navío León el día dieciocho de octubre del año de 1741, realizó muchas navegaciones y participo en varios combates contra los berberiscos, la misión en corso del buque por todo el Mediterráneo no era para menos, ya que las aguas permanecían infectadas de ellos, permaneciendo a su bordo hasta el día uno de julio del año de 1743.

Fue destinado al Arsenal de Cartagena donde llegó por tierra el día uno de abril del año de 1744, para embarcarse en la expedición del mando del general don Juan José Navarro, estuvo embarcado sucesivamente en los navíos Hércules, Brillante y León, con este último participó en el combate naval del cabo Sicié, el día seis de agosto del año de 1747 contra la escuadra británica del almirante Matews, en la que su comportamiento dada su juventud llamó la atención de sus jefes, regresando al Departamento de Cádiz.

Al año siguiente de 1748 embarcó en el navío Neptuno de la escuadra del general don Francisco Liaño, con la que realizó un viaje a Tierra Firme, quedando por un tiempo en Cartagena de Indias, aquí embarcó en el navío San Felipe de la escuadra del general don Pedro Mesía de la Cerda, con el que regresó en el año de 1750 a la bahía de Cádiz.

Recibió la Real Orden de su ascenso a alférez de fragata, con fecha del día veintiocho de octubre del año de 1751, al año siguiente y en el mismo mes, pero el día cuatro, otra con su ascenso a alférez de navío, con este último grado embarcó en el navío San Felipe, con el que realizó dos viajes a las islas Canarias, pasando posteriormente a la fragata Hermione, con la que hizo otro viaje a las islas Baleares.

Estuvo un tiempo al mando de unidades de los batallones de Infantería de Marina, recibiendo orden de embarcar en el navío Infante, de la escuadra del general don Blas de Barreda, con la que zarpó de la bahía de Cádiz con rumbo a Cartagena de Indias, pasando después a la Habana, de donde zarparon con rumbo a la Península arribando a la bahía de Cádiz.

A su llegada se le ordenó pasar a la escuadra del general don Andrés Reggio, que tenía la misión de defender la bahía por estar en guerra, estuvo destinado en ella hasta que se firmó la Paz. Recibiendo al finalizar la Real Orden con fecha del día tres de marzo del año de 1757 con el ascenso al grado de teniente de fragata.

Se le destinó al navío Princesa, que pertenecía a la escuadra del general conde de Vega Florida, que en unión de la del mando del general don Andrés Reggio y la de don Pedro Mesía de la Cerda, al mando de todas ellas estaba el general don Juan José Navarro, con las que zarparon de la bahía de Cádiz con rumbo a Nápoles para trasladar a España al nuevo Rey don Carlos III y toda su Real Familia, siendo desembarcados en el puerto de la ciudad Condal. Regresando al terminar la comisión al Arsenal de Cádiz.

El nuevo Rey quiso ganarse la confianza de todo el personal de la Corporación que le había acompañado en el viaje y declaró por Real Orden del día trece de julio del año de 1760, una promoción general de ascenso al grado superior, por lo que fue ascendido al grado de teniente de navío.

Su escuadra arribó a la bahía ye en ella estuvo embarcado en varios navíos con diferentes jefes y misiones, hasta que estando en el Castilla zarpó de nuevo con rumbo a Cartagena de Indias, donde quedó destinado y se le dió el mando de la goleta Isabela, realizando con ella varias misiones en búsqueda de buques contrabandistas, al terminar con este destino, regresó al navío y con él zarparon con rumbo a la Habana, donde al arribar quedaron incorporados a la escuadra del marqués del Real Transporte.

Por orden del general, el día uno de mayo del año de 1762 su navío y el Vencedor, zarparon en conserva con rumbo a la sonda de la Tortuga a la espera de los buques cargados con azogue a las ordenes de don Juan Ponce, para ser conducidos a la Habana, en cuyo momento les llegó noticia de estar los británicos atacándola, por lo que cambiaron rumbo y arribaron al de Veracruz, de donde zarparon el día veinte de mayo del año de 1763 habiéndose unido el navío Arrogante con rumbo a la bahía de Cádiz.

A su llegada el día dieciséis de agosto se le dio orden de pasar al Departamento de Ferrol, donde estuvo realizando cruceros todo el año de 1764, recibiendo la orden a primeros del año de 1765 de pasar de nuevo a Cádiz, para ello se le destinó embarcado en el navío Guerrero, el cual estaba asignado a la escuadra del marqués de la Victoria, zarpando de Cádiz con rumbo a Cartagena, para embarcar a la Infanta de España y transportarla a Génova, embarcando aquí a la Princesa que debía matrimoniar con el Príncipe de Asturias don Carlos y traerla a la Península, terminada esta comisión se reincorporó al Departamento de Ferrol por pasar su navío a desarme.

El día dieciséis de mayo del año de 1766, salió del Arsenal al mando de una compañía de Infantería de Marina a pacificar el alboroto surgido en la maestranza del astillero de Guarnizo, permaneciendo destinado allí hasta el día veintinueve de abril del año de 1767.

Estando en el Arsenal, recibió una Real Orden de fecha del día dieciséis de marzo del año de 1769, por la que se notificaba su ascenso al grado de capitán de fragata.

Se le nombró segundo comandante del navío San Lorenzo, zarpando el día veinticinco de noviembre del año de 1769 con rumbo a los mares del Sur y su principal puerto del Callao.

Estando aquí se supo del descubrimiento el día dieciséis de octubre próximo pasado de una nueva isla bautizada con el nombre de David, por lo que su buque fue comisionado para transportar a doscientos cincuenta hombres, que después de tomar oficialmente posesión de ella en nombre del Rey de Castilla quedaron destinados para su guarda, a la que se le puso el nombre de San Carlos.

Zarpó del puerto de Lima formando división su navío y los Septentrión, Astuto y la fragata Liebre, al mando de don Antonio de Arce, con rumbo al cabo de hornos que fue doblado y arribando a la bahía de Cádiz, donde al hacerlo se le dió pasaporte para su Departamento de destino que era Ferrol.

Recibió una Real Orden con fecha del día ocho de mayo del año de 1773, por la que se le otorgaba el mando de la fragata Perpetua, con la que estuvo cruzando por las aguas gallegas y cantábricas, recibiendo en el año de 1774 la orden de arribar a Montevideo, donde dejó correo, a continuación zarpó con rumbo al puerto de la Soledad en la islas Malvinas, verificando que todo estaba en orden, zarpó de aquí con rumbo a la bahía de Cádiz arribando en el mes de diciembre del mismo año.

Recibió una Real Orden con fecha del día diecisiete de febrero del año de 1776, por la que se le notificaba su ascenso al grado de capitán de navío, pero esto lo supo después de un tornaviaje con la misma fragata a Montevideo.

A su regreso quedó incorporado su buque a la escuadra del marqués de Casa Tilly, que iba a dar protección al convoy que transportaba al ejército del general Ceballos a las costas de Brasil, por haber sido invadidas por los portugueses, destacó mucho en el ataque y asalto final a la posición de la isla de Santa Catalina, continuando con el resto de acciones hasta que se forzó a los enemigos a firmar la Paz.

Regresó la expedición en el año de 1778, siendo de nuevo asignado al Departamento de Ferrol, pero siendo elegido por el general don Antonio de Arce como su capitán del Consejo a bordo del navío insignia San Vicente.

En el mes de junio del año de 1779 se declaró la guerra a la Gran Bretaña y se formó una escuadra compuesta de treinta y seis navíos que zarparon de la bahía de Cádiz y la escuadra del mando del general don Antonio de Arce se les unió al cruzar las aguas del cabo de Finisterre, quedando incorporado con su navío San Vicente y varias fragatas que se le unieron del Arsenal de Ferrol, componiendo quizás la mayor escuadra española de todo el siglo XVIII.

Se le dio el mando de ella a don Luis de Córdova, la flota reunía en total 2.636 cañones y 21.734 hombres y junto a la francesa del conde D’Orvilliers compuesta de treinta y dos navíos, dominó la embocadura del canal de la Mancha, haciendo retirar a las fuerzas enemigas del almirante Hardy, que solo contaba con treinta y ocho de ellos, ante su inferioridad prefirió guarecerse en sus puertos y Arsenales.

Terminó la campaña sin grandes resultados positivos, sólo con la pequeña ventaja de haber apresado al navío británico Ardent, de 74 cañones, cuatro fragatas, seis bergantines y dos convoyes.

Se sacó la conclusión de la necesidad de aumentar el armamento de los buques españoles, montándoles artillería en el alcázar y castillo, así como también de perfeccionar los aparejos.

Participó también al mando del mismo general con su escuadra unida a la del general don Luis de Córdova, el día nueve de agosto sobre el cabo de Santa María, en el apresamiento del gran convoy británico de más de cincuenta y cinco velas, escoltado por tres fragatas de guerra que pasaron a la Real Armada Española con los nombres de Colón, Santa Balbina y Santa Paula.

En esta captura se hicieron tres mil prisioneros de las dotaciones, más mil ochocientos soldados de las compañías reales de las Indias Orientales y Occidentales, evaluándose el botín capturado de mercancías y municiones, en un millón de duros (moneda de ocho reales).

En 1782 al mando del mismo navío quedó agregado a las fuerzas navales combinadas que atacaron la plaza de Gibraltar, en ocasión en que el general Barceló mandaba las empleadas directamente en el ataque a corta distancia y después, cuando aquél cesó en este mando y se produjo el ataque de las baterías flotantes, mandadas por el general Ventura Moreno, apoyó con los fuegos de sus buques en este desgraciado ataque del invento del francés D’Arçon; cuando fueron incendiadas éstas por las balas rojas de los defensores, envió sus embarcaciones menores a apagar los fuegos y salvar a las dotaciones.

En los incendios y voladuras de estas pesadas baterías en teoría insumergibles e incombustibles, con circulación de agua « como la sangre por el cuerpo humano », hubieron trescientos treinta y ocho muertos, seiscientos treinta y ocho heridos, ochenta ahogados y trescientos prisioneros; pero los efectos fueron superados en mucho por el bombardeo de las lanchas cañoneras inventadas por Barceló, que lo hacían seguro y muy efectivo.

En Gibraltar se defendía valerosamente el general británico Elliot.

La plaza llegó a estar en gran necesidad y le fue enviado un convoy con aprovisionamientos, escoltado por una escuadra de treinta navíos mandada por el almirante Howe.

Le salió al encuentro el general Córdova con sus fuerzas, pero las enemigas con su convoy aprovecharon un fuerte temporal cuyos vientos les favorecían consiguiendo arribar al Peñón descargando los tan esperados auxilios.

Se perdió el navío español San Miguel, arrojado por la tempestad bajo los mismos muros de Gibraltar.

Cuando lord Howe volvía al Atlántico, Córdova le salió de nuevo al paso y se trabó un combate, el día veinte de octubre del año de 1782, en aguas frente al cabo Espartel.

Los británicos admiraron: « el modo de maniobrar de los españoles, su pronta línea de combate, la veloz colocación del navío insignia en el centro de la fuerza y la oportunidad con que forzó la vela la retaguardia acortando las distancias » El combate tuvo una duración de cinco largas horas.

Los buques enemigos por ir ya forrados sus obras vivas de cobre tenían más andar, lo que les permitió mantener en todo momento las distancias y cuando ya el resto de la escuadra española iba llegando al combate, decidieron por el mayor número de navíos españoles rehuirlo, por lo que enseñando sus popas se fueron alejando del alcance de la artillería española.

El coloso español, el navío Santísima Trinidad, del porte de 130 cañones sólo pudo hacer una descarga completa de todas sus baterías, su lentitud le impidió poder hacer más.

Por Real Orden se le otorgó el mando del navío de tres puentes y 118 cañones, San Hermenegildo, perteneciendo éste navío a la escuadra del general don Felipe López de Carrizosa y éste a la del general marqués del Socorro, quedando en ella hasta la firma de la Paz.

En el año de 1784 recibió una Real Orden con su ascenso al grado de brigadier.

En el mes de abril del año de 1793 por haberse declarado la guerra contra los revolucionarios franceses, se le otorgó el mando del navíoSan Sebastián perteneciente a la escuadra del general don Juan de Lángara.

La cual se unió en el Mediterráneo a la escuadra del almirante británico Hood, poniendo rumbo a la ciudad de Tolón, en la que tomaron el puerto, arsenal y la fortaleza que lo protege, participando muy activamente en el reembarque de las tropas y los franceses que huían de los revolucionarios.

Al terminar el reembarque de las tropas y civiles, pusieron rumbo a Mahón donde desembarcaron a algunos y otros prosiguieron viaje hasta el Arsenal de Cartagena.

Donde al arribar se encontró con la Real Orden del día veintisiete de enero del año de 1794, por la que era ascendido al grado de jefe de escuadra.

Fue destinado al Arsenal de Ferrol, encontrándose en el año de 1800, con el ataque de los británicos, a los cuales se les logró hacer reembarcar a pesar de tener una mayoría de fuerzas en tierra de cuatro contra uno, pero la rápida reacción del general don Juan Joaquín Moreno, ordenando el desembarco de las tripulaciones de sus buques y hacer frente al avance de los enemigos, les hizo creer lo que realmente no era.

Continuó en el Arsenal ocupando cargos de su alto grado, por lo que se encontraba en él cuando sobrevino la invasión napoleónica y el glorioso alzamiento nacional del día dos de mayo del año de 1808, pero por su avanzada edad no pudo salir de la plaza, optando por ser escondido por amigos y familiares escapando así de la dominación francesa, estando en estas precauciones y privaciones falleció.

Le sobrevino el óbito el día seis de julio del año de 1810, cuando ya tenía una edad de ochenta y seis años, de ellos setenta al servicio de España.

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1857, por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid 1873.

Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

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