Vierna y Belando, Manuel de Biografia
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Revisión de 18:39 22 mar 2011
Biografía de don Manuel de Vierna y Belando
Contralmirante de la Real Armada Española.
Vino al mundo en la ciudad departamental de Ferrol, en el año de 1884.
Sentó plaza de guardiamarina, en la Escuela Naval Flotante, en el fatídico año de 1898.
Al abandonar la Escuela, ya como oficial subordinado, se desplazó a Lieja, donde en el Instituto de Montefiore, realizó los estudios para conseguir el título de Ingeniero Electricista.
En el año de 1912, se le ascendió al grado de teniente de navío, con el que recibió la orden de embarcarse en el acorazado España, por lo que al ser destinado este buque, a la protección de nuestras fuerzas en el norte de África, realizó barios bombardeos sobre la costa.
Posteriormente, se le designó como profesor de la Escuela de Ingenieros y Maquinistas, donde por unos años impartió las clases, concernientes a sus conocimientos.
Fue nombrado comandante del torpedero número 16, por lo que abandonó la Escuela y se embarcó, permaneciendo un año al mando de este buque.
Fue ascendido al grado de capitán de corbeta, siendo destinado, como agregado naval español en nuestra embajada de Londres, donde estuvo unos años.
Dejó este destino, al ser nombrado comandante del contratorpedero (destructor) Bustamante, participando muy activamente, en el apoyo de fuego al desembarco de nuestras fuerzas en Alhucemas.
Se le comisionó, para ser el representante español, en la Conferencia Internacional de Hidrografía.
Al ocupar la cartera del Ministerio de Marina, el contralmirante García de los Reyes, fue elegido por éste, para ser su secretario, actividad que desempeñó a total satisfacción del ministro.
En el año de 1930, fue ascendido al grado de capitán de fragata, pasando sin destino dos años, hasta que en 1932, se le otorgó el mando del cañonero Cánovas del Castillo, permaneciendo en él durante un tiempo, en que posteriormente, volvió a pasar a situación de disponible.
Por el año de 1935, se le destinó al Arsenal de Ferrol, donde se encontraba, en el instante del comienzo de la guerra civil, que en ese departamento fue el día dieciocho de julio del año de 1936, donde ocupaba el cargo de Jefe del Estado Mayor de él.
Cuando estaba listo para zarpar en nuevo crucero Baleares, aunque no acabado, pero por la falta de unidades navales en los “nacionales”, se tuvo que hacer a la mar, por lo que el jefe de las fuerzas navales le nombró su comandante.
Por lo que se unió al resto de fuerzas, que ya estaban operando en las aguas del Estrecho, participando en numerosas acciones en esta contienda, tanto en la vigilancia y control del bloqueo, como repeler los ataques de la aviación del ejercito popular de la República, así como bombardeos sobre las poblaciones costeras, para bajar la moral del enemigo y que en ningún sitio estuvieran seguros.
Sobre todo se distinguió en el combate del día siete de septiembre del año de 1937, en el que solo, se enfrento a un división de la escuadra popular de la República, compuestas por dos cruceros y siete destructores, logrando el ponerlos en fuga, a pesar de haber recibido un impacto del calibre de 152 m/m, al parecer del crucero Libertad, mientras que los mercantes que convoyaba esta fuerza, se tuvieron que refugiar en Argel.
Mientras estuvo al mando del crucero, y a pesar de ser un capitán de fragata, se le estampilló de capitán de navío, para no rebajar la categoría del mando del buque, por ello y después de estos acontecimientos, se le ascendió directamente a contralmirante y con éste grado, se le otorgó el mando de la división de cruceros, que por ser su buque, pasó a enarbolar su insignia en el Baleares, ya que el Canarias, era el buque insignia de la escuadra “nacional”.
Tuvo la mala fortuna de que en la noche del día cinco al seis de marzo del año de 1938, cuando toda la división se encontraba en misión de protección de un convoy y por la falta de destructores, que pudieran ir en descubierta, se encontraron de vuelta encontrada, por pura casualidad con la escuadra popular de la República, en el que se cruzaron unos disparos, que tuvieron efectos notables en ninguna de las dos divisiones.
Maniobraron, las dos en forma evasiva, ya que los “nacionales”, solo estaban protegiendo al convoy, y no era el momento de enfrentarse a nadie, pero de nuevo se volvieron a encontrar, pero en esta ocasión, los destructores de la Armada Republicana, ya venían preparados, por lo que al ser lanzadas unas bengalas, desde los cruceros “nacionales”, estás quedaron largas, esto causó que los propios cruceros quedaran perfectamente alumbrados, momento que aprovecharon los destructores Republicanos, para lanzar sus torpedos, que si bien no se sabe la cantidad exacta, no fueron menos de siete.
Tampoco se sabe exactamente, cuantos hicieron blanco en el casco del Baleares, pero de resultas de ellos, el buque resultó herido de muerte, aún así se hicieron ímprobos esfuerzos, por intentar el que por lo menos flotara, pero el casco no aguantó lo suficiente, por lo que tardó unas horas en irse a pique.
Pero con él, arrastró al abismo al contralmirante Vierna, a todo su estado mayor, el comandante del buque, capitán de navío don Isidro Fontela y con él, a treinta y cinco oficiales, y seiscientos ochenta y cinco, suboficiales y marineros de su tripulación.
Fue en sí, el mayor desastre naval de toda la contienda, tanto por la gran cantidad de víctimas que causó esta catástrofe, como por la valía y necesidad del buque, que causó una gran decepción en toda la escuadra y posteriormente, un desafortunado discurso del Caudillo Franco, en la toma a los pocos días, de la población de Vinaroz que le dio la salida al Mediterráneo, partiendo en dos la zona ocupada de España aún por el ejército popular de la República.
Caló tan hondo el discurso, que llegaron a haber deserciones entre la marinería y solo gracias, a la intervención personal, de ir visitando todos los buques de su mando, el vicealmirante don Francisco Moreno Fernández, que a su vez era el capitán general de las fuerzas del bloqueo, con base en la ciudad de Mallorca, se pudo evitar una catástrofe mayor, pues comenzó por convencer a todos sus oficiales subordinados, así como mantener conversaciones cara a cara, sin distinción de graduación o sin ella, con cualquiera que tuviera una duda al respecto de la confianza del mando en la victoria final.
Bibliografía:
Arrarás Iribarren, Joaquín y Sáenz de Tejada, Carlos.: Historia de la Cruzada Española. Ediciones Españolas, S. A. Madrid, 1943. 8 Volúmenes.
Cercera Valderrama, Juan. Memorias de Guerra (1936-1939). Editora Nacional. Madrid, 1968.
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Fullana, Jeroni F.; Connolly, Eduardo; Cota, Daniel. El Crucero Baleares (1936-1938). Leonard Muntaner. Palma de Mallorca, 2000.
Moreno de Alborán y de Reyna, Fernando y Salvador. La Guerra Silenciosa o Silenciada. Historia de la campaña naval durante la guerra de 1936-39. Madrid, 1998.
Moreno de Reyna, Fernando y Salvador. La Guerra en el Mar. (Hombres, Barcos y Honra), Basada en las memorias del Almirante don Francisco Moreno. Editorial AHR. Barcelona, 1959.
VV. AA.: Crónica de la Guerra Española. (No apta para irreconciliables) Editorial Codex. Buenos Aires. Argentina, 1966.
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