Japon embajada espanola 1611
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Fue comisionado Sebastián Vizcaíno por el Rey don Felipe III como embajador Extraordinario y Plenipotenciario a Japón, embarcó en el galeón San Francisco zarpando de Acapulco el 22 de marzo de 1611, junto a su hijo Juan y los padres franciscanos descalzos, fray Pedro Bautista y fray Luis Sotelo, con un extenso séquito portador de gran cantidad de regalos, arribando en junio siguiente, siendo recibidos por el Shôgun Tokugawa Iyeyasu y su hijo Hidetada en el palacio de Yendo, donde se presentó con el Estandarte Real de «Damasco de Castilla» en el cual por una parte estaban las armas del Rey y por en la otra cara igualmente bordado el patrón de España, Santiago, esto era en principio toda su presentación.
Fueron muy bien recibidos a pesar de la mala situación, pues Tokugawa Iyeyasu quería establecer contactos mercantiles, pero para nada se inmiscuyeran en su religión, lo que a buen seguro produciría nuevas persecuciones de cristianos, por ello Vizcaíno escribe:
Pero obtuvo un raro privilegio por la reacción del Daimyo de Sendai, Daté Masamune, gobernador de Mutsu o Bojú, situado al nordeste del archipiélago japonés, pues había dejado hablar a fray Luis Sotelo y al parecer le convenció de la mejora de cambio de religión, por ello sin conocimiento del emperador Kotohito Go-minoo ni del Shôgun Tokugawa Iyeyasu, encomendó una embajada a su samurai Hasekura Rokoemon Tsunenaga, zarpando el 28 de octubre de 1613 en el galeón San Juan Bautista de quinientas toneladas, construido en Japón por orden de Masamune, embarcando Fray Sotelo, fray Ignacio de Jesús y fray Diego Ibáñez, Hasekura con una comitiva de unos ciento cincuenta hombres, entre sirvientes, soldados, marineros y comerciantes, regresando Sebastián Vizcaíno y otros compañeros de la embajada, arribando a Acapulco a finales de enero de 1614, comunicando su llegada al virrey de Nueva España y al provincial de los franciscanos.
La mayor parte de los japoneses se quedaron en la zona, tan solo fray Sotelo, el padre Ignacio de Jesús, Hasekura y treinta japoneses cruzaron el virreinato llegando a San Juan de Ulúa, donde embarcaron en la Flota al mando de don Antonio de Oquendo, zarpando en junio siguiente, arribando y fondeando en Sanlúcar de Barrameda el 5 de octubre de 1614, desde donde se anunció su llegada al Rey, la ciudad de Sevilla y al duque de Medina Sidonia, quien envió dos galeras para transportar a tan ilustres invitados a la villa de Coria del Río, donde se prepararon alojamientos para permanecer a la espera de recibir noticias de la Corte, siendo recibidos en la ciudad de Sevilla el 21 de octubre consecutivo.
Cruzaron el puente de Triana al pasarlo los recibió el conde de Salvatierra con todo el Cabildo y la nobleza, en la tarde del 27 siguiente fueron recibidos oficialmente con todos los agasajos, mientras el jefe de la guardia de Hasekura entró en la sala entregando en agradecimiento de su señor una katana y un tanto, durante su estancia visitaron el alcázar, la catedral y el convento de San Francisco, siendo siempre acompañados por dos alguaciles para que nada les faltara, siendo distraídos con actuaciones de danza y comedia, así como alguna fiesta, permanecieron en la ciudad hasta el 25 de noviembre, habiendo costado la estancia un millón de maravedíes, la comitiva aumento a cuarenta personas, para todos ellos se dispuso de dos grandes carros, dos literas, treinta y una mulas y doce acémilas, pasaron por Córdoba presentándose en Madrid el 20 de diciembre, siendo alojados en el convento de San Francisco y recibidos Hasekura y Sotelo por don Felipe III el 30 de enero de 1615, por haber recibido noticia el Rey de la negativa del Shôgun Ieyasu a facilitar la llegada del galeón de Acapulco a su tierra.
Los recibió pero muy fríamente, por haber sido informado que el Embajador era un simple Samurái, y éste no enviado por el Emperador, ni tan siquiera por el Shôgun (o virrey para el Rey), sino tan solo por un Daimyo (algo así como un Gobernador) realizando el intercambio de regalos y muy poco tiempo de conversación, entreteniendo las respuestas demandadas por Hasekura, mientras éste fue recibido por varios de los grandes de la Corte, entre ellos el duque de Lerma y el nuncio de S. S. Pablo V, para preparar el viaje a la Santa Sede.
El acto más solemne se produjo el 21 de febrero siguiente, por celebrase el bautismo de Hasekura en el monasterio de las Descalzas Reales, apadrinado por el duque de Lerma y la condesa de Barajas, bendecido por el capellán mayor del Rey siéndole impuesto los nombres de Felipe Francisco. (Suponemos que el primero por el Rey y el segundo por San Francisco)
Se prolongó la estancia hasta agosto de 1615, en que el Rey autorizó su salida con destino a Roma, incorporándose a la comitiva el intérprete doctor Scipion Amati, pasaron por Alcalá de Henares siendo recibidos por el rector de su universidad, tomando el camino de Aragón, pasando por Daroca y Zaragoza, para llegar a Barcelona, en el trayecto eran invitados en todos los conventos de la Orden de San Francisco, embarcó el séquito formado por fray Sotelo, Hasekura, el doctor Amati, el veneciano Gregorio Matías, el intérprete mejicano Francisco Martínez y veintiún japonés, en dos fragatas y un bergantín, arribando a Génova en octubre siendo recibidos por el Senado, de donde se pusieron en camino a Roma donde llegaron a principios de noviembre.
Don Felipe III el 20 de septiembre de 1615, escribe a su embajador en Roma conde de Castro, para notificar al Papa la no concesión por parte de su Majestad Católica de las demandas del embajador japonés, pues no era representante de su Emperador, debiendo S. S. limitarse a cumplimentar formalmente a los llegados, pero sin comprometerse en nada como de hecho había resuelto el Rey, lo que cumplimento el Santo Padre.
Por ello el 7 de enero de 1616 salió de Roma el séquito, con destino a Livorno y Génova, donde embarcaron con derrota a Barcelona, regresando a la ciudad de Sevilla, permanecieron hasta ser preparado el viaje, salieron de Sevilla en julio de 1617, formando la comitiva fray Sotelo, Hasekura, un lego franciscano y cinco japoneses, arribaron a San Juan de Ulúa, desde donde se pusieron en camino a Méjico donde llegaron en febrero de 1618, pasando posteriormente a Acapulco donde embarcaron de nuevo en el galeón San Juan Bautista, sólo que esta vez iban a realizar escala en Manila donde fondearon en julio siguiente.
Dado el recrudecimiento de persecución de los cristianos en Japón, Hasekura no podía salir de Manila, lo consiguió disfrazado y acompañado por dos jóvenes en un junco chino, llegando a Sendai en agosto de 1620, habiendo por ello permanecido algo más de tres años en Manila con diversos malos encuentros con las autoridades.
Como consecuencia de ello el Shôgun Tokugawa Iemitsu dictó unas normas para los daimios conocido como Buke-Shonatto, prohibiendo la construcción de buques capaces de cruzar el océano, a eso siguió en 1638 el exterminio, aprovechando la rebelión de Shimbara, cercana a Nagasaki de los últimos cristianos, para en 1640 cerrar el archipiélago a todos, de forma que Japón se mantuvo aislada hasta 1853, a la llegada del comodoro norteamericano Matthew Perry al firmar el tratado de Kanagawa en el puerto de Shimoda el 31 de marzo de 1854.
Quedando demostrado que mucho antes los españoles lo intentaron.
Bibliografía:
Fernández Duro, Cesáreo.: Disquisiciones Náuticas. Facsímil. Madrid, 1996. 6 Tomos.
Ochoa Brun, Miquel Ángel.: Historia de la Diplomacia Española. Ministerio de Asuntos Exteriores. Madrid, 2002. 8 Tomos.
Ortíz de Zúñiga, Diego.: Anales Eclesiásticos y Seculares de la Muy Noble y Muy Leal ciudad de Sevilla. Guadalquivir S.L. 1988. Edición Facsímil de la Imprenta Real. 5 tomos. Madrid, 1795-1887.
Velázquez y Sánchez, José.: La Embajada japonesa de 1614 a la ciudad de Sevilla. Facsímil de 1862. Comisaría de la Ciudad de Sevilla para 1992. Ayuntamiento de Sevilla. 1991.
VV. AA.: Colección de documentos inéditos para la historia de España. Facsímil. Kraus Reprint Ltd. Vaduz, 1964. 113 tomos. Esta obra es conocida como el CODOIN. Abreviatura de Colección de Documentos Inéditos de la Historia de España. En esta ocasión el tomo VIII.
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