Extremena (1802)
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m (Extremeña (1802) trasladada a Extremena (1802)) |
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Construcción:
Goleta mandada construir en Guayaquil en 1802, junto a la goleta Alavesa.
Armada con 12 cañones.
Historial:
El 4 de febrero de 1803 obtuvo el mando del teniente de navío don Mariano Isasbiribil, con el que inició una campaña hidrográfica de la costa del Pacífico. Para esta comisión zarpa de Callao a finales de marzo de 1804 con el bergantín Peruano, al mando del teniente de navío don José Ignacio Colmenares.
El 20 de junio de 1803 zarpó de Valparaíso con el bergantín Peruano y el falucho San Juan Bautista con rumbo a Coquimbo para continuar con sus trabajos cartográficos, asignándole al teniente Isasbiribil el reconocer la costa desde Pichidanque hasta Coquimbo. Mientras que el bergantín Peruano arribó a Valparaíso a causa de unas averías causadas por una tormenta, la goleta Extremeña continuó hacia Coquimbo y, tras llevar a cabo el levantamiento respectivo, pasó a hacer lo propio en Herradura, Tongoy, Guanaquero y en el tramo de costa entre Lengua de Vaca y punta de Teatinos, pasando el 26 de julio al puerto de Copiapó y después a Coquimbo. Al llegar al último puerto encontró a la fragata francesa Teresa y a varios buques norteamericanos. Cumpliendo las instrucciones que había recibido del jefe de escuadra Luis Muñoz de Guzmán, capitán general de Chile, los obligó a retirarse del puerto. Uno de los buques norteamericanos era la fragata Minerva, cuyo capitán se resistió a cumplir la orden, poniendo ocho cañones en batería, pero finalmente abandonó el puerto.
Continuando con su comisión hidrográfica, Isasbiribil zarpó de Coquimbo hacia Huasco, reconociendo la costa e islas cercanas. Entró en Caldera el 16 de setiembre y hasta el 29 estuvo trabajando en los planos de Caldera, Caldereta y Ramada. Varios de sus tripulantes desembarcaron para continuar los trabajos en tierra. La mañana de ese mismo día 29 de septiembre le llegaron noticias de los actos hostiles cometidos en Coquimbo por el bergantín corsario británico Harrington, armado con 6 obuses de a 12, 6 cañones de a 6 y 2 de a 3 libras y tripulado por 52 hombres. Isasbiribil tuvo que reunir a su tripulación y no pudo hacerse a la vela hasta la mañana del día siguiente. La goleta estaba armada con sólo 4 cañones dado que era tiempo de paz y se encontraba en comisión hidrográfica. El tiempo de espera de vientos propicios para hacerse a la vela fue aprovechado para alistar la goleta para el combate, sacando de la bodega los cuatro cañones de a 4 libras de que disponía.
Poco esperaron los españoles para encontrar al bergantín británico. La mañana del 30 de septiembre apareció el bergantín a la boca del puerto. Isasbiribil, ante un buque muy superior en hombres y armamento, acoderó la goleta frente a una playa, fondeado sobre dos brazas de agua. A las nueve de la mañana disparó la goleta un disparo e izó el pabellón, mientras el Harrington hizo lo mismo con dos tiros con metralla al acercarse y fondear a corta distancia de la goleta. Después de casi una hora de combate, agotadas las municiones, Isasbiribil y sus oficiales deciden encallar la goleta y quemarla para evitar su captura. Después de llegar a tierra con los documentos de su comisión, los oficiales y el cabo de marina don Vicente Martínez permanecieron en la goleta para quemarla. Los británicos ya habían mandado lanchas para abordar la goleta. Consiguen extinguir el fuego, poner la goleta a flote y remolcarla. Con sus dos presas, pues anteriormente había capturado al bergantín mercante San Francisco de Paula, el bergantín británico puso rumbo a Port Jackson, Australia.
Isasbiribil y sus hombres se dirigieron a la villa de Copiapó, desde pudo contactar con su superior inmediato el teniente de navío Colmenares, quien el 5 de octubre zarpó con el Peruano de Valparaíso hacia Coquimbo. Desde este puerto, el 14 de octubre Colmenares dispuso que su piloto don Gaspar Bejarano saliera rumbo a Callao al mando del falucho San Juan Bautista e informara de estos hechos al virrey Avilés. Por su parte, el Peruano se dirigió a Huasco para recoger a Isasbiribil y a sus hombres, pasando luego a Coquimbo desde donde inició un largo crucero en busca del corsario británico y sus presas, que lo llevó hasta Pisco, donde desembarcó a Isasbiribil antes de retornar a Valparaíso para continuar patrullando las aguas del sur.
Mientras tanto, Bejarano fue interceptado por dos fragatas británicas el 23 de octubre, a los 15° de latitud, viéndose forzado a arrojar al mar la correspondencia que llevaba y a instruir a sus once tripulantes para hacerse pasar por una nave mercante de su propiedad. Se trataba de la Cambrigde del capitán Thomas Crow, y de otra al mando de Thomas Bebes, cada una con dieciséis cañones de 8 y más de cuarenta tripulantes. Tras embarcar en la fragata británica e interrogado, Bejarano y el falucho fueron liberados a medianoche, luego de lo cual continuó con su travesía hacia el Callao, a donde finalmente arribó el 25 de octubre.
La actuación del capitán William Douglas Campbell, comandante del bergantín corsario Harrigton, puede ser calificada de pirática. Había zarpado de Port Jackson, puerto de Australia situado en Nueva Gales del Sur, en el mes de abril de 1804 con una patente de corso concedida por el gobernador británico Philip Gidley King. Vuelvo a recordar que España y Gran Bretaña, aun con tensas relaciones, no estaban en guerra y en la fecha de salida de Australia el gobernador y el capitán Campbell sabían que no había estado de guerra entre las dos naciones. La guerra comenzó el 12 de diciembre. Campbell, en su travesía a Australia, recaló en Tahití e islas Sandwich, donde se enteró que no había ninguna guerra. Campbell decide dejar las dos presas en las islas Kent a esperar instrucciones mientras que él se dirigía a Port Jackson. Cuando el gobernador King se enteró que las dos presas se encontraban escondidas, mandó a la goleta Integrity y al paquebote Lady Nelson en su busca. Cuando llegaron a puerto con los dos buques españoles fueron saludados con tres hurras por las dotaciones de los buques de su majestad Investigator y Buffalo.
El capitán Campbell sería detenido en Sidney y acusado de piratería pero, como era de suponer, todo quedó en nada. El pretexto para su liberación fue, según el Almirantazgo, que Campbell no tenía intención de actuar como pirata. Declarada ya la guerra entre las dos naciones no era hora de buscar pretextos y excusas y las dos presas y su carga se vendieron. Por la goleta Extremeña se sacaron 2.627 libras y por el bergantín 1.529 libras. El gobierno español, como en otros casos, reclamó sin ningún resultado. Exigió el castigo al capitán Campbel, la devolución del valor de los buques, estimado en unos 26.000 pesos de la goleta y 15.200 del bergantín, y una compensación por los perjuicios causados.
La goleta Extremeña fue adquirida por el gobierno de la colonia por 2.100 libras el 12 de junio de 1806. Renombrada como Estarmina, realizó numerosos servicios. El 19 de enero de 1816, al mando del capitán Joseph Ross, embarrancó y se perdió en un banco de arena en el puerto de Newcastle, Nueva Gales del Sur.
Bibliografía:
Gaceta de Madrid, nº 34. Viernes, 29 de abril de 1802.
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Darío Arrús, Manuel.: El Callao en la época del coloniaje antes y después de la catástrofe de 1746. Imprenta de “El Callao”, 1904.
Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Tomo VIII. Museo Naval. Madrid, 1973.
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