Nelson laudatoria reaccion y respuesta de Mazarredo 1797
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Nelson laudatoria reacción y respuesta de Mazarredo 1797
Al ser bloqueada la bahía de Cádiz por la escuadra británica después del combate de San Vicente, se le otorgó el mando de las lanchas cañoneras y bombarderas al jefe de escuadra don José María de Villavicencio, llevando a cabo un fuerte ataque los días 3 y 5 de julio siguiente, enfrentándose a sus homologas británicas al mando del almirante Nelson, yendo protegidas por el fuego de los navíos Alexander y Powerful. Fue tan contundente y eficaz el enfrentamiento que fue felicitado por su general, éste lo transmitió por su valor demostrado a S. M. saliendo la noticia en el diario de Cádiz.
El 4, intermedio de la noticia anterior, las cañoneras atacan en las aguas de La Caleta a la escuadra británica, algunas son echadas al fondo y los prisioneros son salvados por Nelson al intentar ser asesinados por las tripulaciones británicas. A ello se sumó la orden del almirante John Jervis permitiendo pescar a los españoles en sus aguas, para no dejar sin alimentos a la ciudad, como contrapartida don José de Mazarredo hace imprimir y repartir un documento, en el que dice entre otras cosas: «Se excluirá de toda recompensa al que cause la muerte innecesaria a un enemigo y vencido. ‹Nunca tenga cabida la ferocidad›»
Lo cortés no quita lo valiente, viendo los buenos resultados del invento de don Antonio Barceló, don José de Mazarredo ordena el 2 de agosto seguido artillar todos los botes y lanchas de los buques incluidas las del Departamento, enviando cuatro cañoneras y dos barcas a Rota, seis obuseras y dos cañoneras a La Caleta, con el resto se formaron seis escuadras de veinticuatro lanchas, dos al mando del teniente general don Federico Gravina, otra igual al del jefe de escuadra y Mayor de ella, don Antonio de Escaño y las restante al del mismo grado don Domingo de Nava.
De esta forma, a pesar del bloqueo británico, los españoles mantenían el dominio de la mar en sus aguas costeras, algo que fue único y por otra parte, el enemigo respetaba, ya que en sí no le era del todo insoportable, aunque bien visto, lo que realmente sucedía era que les era imposible hundir a todas las lanchas, convirtiéndose en una guerra naval de defensa, pero no ofensiva. A su vez se le negaba a los británicos poderse acercar a la costa y bombardear la ciudad. Una victoria más a medias, pero muy eficaz, siendo esta la razón de existir de la Armada.
Bibliografía:
Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.
Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.
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